Por Cecilia Vega |
“Una u otra forma de perfección era imprescindible para que la obra de arte existiera en la realidad” sentencia un pintor de pueblo, personaje principal de Pinceladas musicales, una novela de César Aira.
Hace poco inauguró en Fulana Galería una muestra de pinturas llamada El silencio de las cosas, de Manuel Garay y Carla Juárez, dos artistas locales jóvenes. La pintura, este lenguaje artístico tradicional que llevó adelante todas las innovaciones del arte moderno y posee una gran carga histórica, se podría decir que perdió protagonismo en el arte contemporáneo donde actualmente ocupa un lugar ambiguo, extraño, difícil de definir y catalogar. ¿Cómo es la pintura contemporánea? O más concretamente ¿Cómo es la pintura contemporánea en Tucumán?
La exposición de Manu y Carli estaba compuesta por varias pinturas, la mayoría montadas en una sola pared, pinturas sin título de edificios y fragmentos de edificios, fachadas, azulejos, ladrillos, manchas de húmedas, construcciones en ruinas, y algunas pinturas más abstractas de colores sólidos, superpuestos y enfrentados en distintas composiciones.
La pintura en Tucumán tiene una larga tradición y reconocimiento, principalmente la pintura comprometida socialmente que tomaba posiciones políticas. Otra línea de trabajo importante y característica de la pintura local es la pintura de paisaje, y al pensar en paisaje es inevitable pensar en Timoteo Eduardo Navarro, quien se dedicó a pintar el suburbio tucumano. Telas empastadas con colores quebrados fueron el resultado de sus exploraciones, cuyas últimas pinturas rozaron la abstracción.
Timoteo Navarro fue uno de esos denominados maestros que conformaron la Facultad de Artes en algún momento. Francisco Fernández al escribir sobre Timoteo hablaba de una síntesis, resultado de un minucioso trabajo explorativo, en palabras del propio Timoteo: “Siento palpitar mi tierra y me asalta la desesperación de llevarla a la tela. La pintura nunca fue un malabarismo técnico. Siempre fue un medio de expresión del hombre burlándose hasta de la muerte. Yo moriré, pero mi espíritu flotará en una tela”.
La pintura actual es una pintura consciente de sí misma, conocedora de su historia y que le gusta jugar con las posibilidades de la representación. El interés de Manu y Carli por la pintura y el paisaje urbano me cautiva, denota un entrenamiento de la mirada que se posa en manchas de humedad y azulejos rotos y descubre hechos estéticos. En este aspecto existe algo de considerar la pintura como una manera de vincularse con la vida, (¿será esa desesperación de la que hablaba Timoteo?), de relacionarse con el mundo exterior, expandir los límites de lo pictórico. Al traspolar los conceptos de la pintura al paisaje urbano cotidiano se sucede una transformación en las sensibilidades. En palabras de Manu y Carli: “Pienso en la pintura como una entidad que deambula entre los escombros de una ciudad en ruinas, pasando inadvertida evocando el silencio de las cosas y vistiendo los ropajes de los objetos que yacen abatidos por el tiempo”.
¿Será posible, a través de la pintura, unir tiempos y repensar historias? Leyéndolo a Francisco Fernández me llamó mucho la atención cuando escribió que la labor de Timoteo no dejó discípulos perceptibles, aunque si incidió en generaciones posteriores. Las pinturas de Manu y Carli me llevaron inmediatamente a preguntarme ¿se podrá rastrear esa conexión con el paisaje tucumano hasta la pintura actual? En El silencio de las cosas está presente la desmitificación del paisaje, y en los artistas “la concepción definitiva del arte como un quehacer a través del cual se desarrolla, manifiesta y expresa la realidad”.
Registro fotográfico: Noel Ortego
Nació en San Miguel de Tucumán el 24 de junio de 1994. Es Licenciada en Artes Plásticas por la Facultad de Artes de la UNT y forma parte del grupo de investigación en artes independiente Linde Contemporánea. También realizó talleres de poesía y participó de las últimas ediciones del FILT (Festival Internacional de Literatura de Tucumán).