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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

Libros Tucumán es una librería especializada en literatura de Tucumán ubicada en Lola Mora 73, Yerba Buena – Tucumán.

 

 

 

 

 

Festival Poesía Ya!

Por Gabriela Álvarez |

Todo lo compartido ya es nuestro propio festival.

Una manera de vivir la experiencia que se discute.

El vuelo

Podríamos decir que este festival comienza el día del cumpleaños de Silvina, cuando estamos en el Aeropuerto de las termas de Río Hondo, y por el altoparlante se escucha mi nombre, de un modo reiterativo. Me acerco a unos oficiales, y tres de ellos se asoman preguntándome si era Gabriela, y si esas valijas a las que miran de reojo eran mías. Les digo que sí. ¿Las dos? Sí, las dos. Me piden que los acompañe hacia otro sector del aeropuerto. Les pregunto el motivo. Me dicen que hay objetos en mis valijas que no se pueden identificar, que necesitan abrirlas. ¿A las dos? Sí, a las dos. Antes de abrirlas, me preguntan de qué provincia soy, de qué barrio, a donde viajo, y por qué. El miedo ya estaba infundado, como todo control. Y sigo sin entender qué tienen mis valijas como para que yo esté en ese lugar, viendo cómo cinco oficiales más se acercan al operativo. ¿Qué es un objeto no identificable? Ustedes pueden ver todo, le digo. Esto es aleatorio me responde. Le digo que no creo que el control sea aleatorio. Cada par de libros que cargamos en la valija están envueltos, bien cuidados, procurando que ninguna de sus hojas o sus tapas se doble: postales con fotografías, fanzines nuevos, objetos bordados. Ese es el material que se ocupan de sacar uno por uno, rompiendo las bolsas de madera que habíamos comprado para envolverlos, y cuando al fin no queda nada adentro, comienzan a guardar todo con torpeza, a lo que les pido hacerlo yo misma. Luego el turno de mi valija, ropa por ropa, libro por libro. ¿Por qué tantos libros? me pregunta una oficial, la única mujer. Porque somos una editorial, nos vamos a un festival de poesía en Buenos Aires, llevamos libros. ¿Ustedes escriben? Si, nosotrxs escribimos, no quisiera dar detalles. Vuelvo a guardar, ropa por ropa, libro por libro y con cierto apuro, porque ahora, me apuran.

Cuando el operativo termina, firmo una planilla, en donde dice haberles dado permiso para ello. Vuelvo a entrar para embarcar. Silvina, Carito y Salva me esperan. ¿Qué pasó? Abrieron las valijas, le digo. Con tanto esfuerzo de haber acomodado todo cuidadosamente. Así es. Le tomo una fotografía a Silvina, que suspira e inhala fuerte, moviendo sus manos como si meditara. Es el primer viaje en avión de Salvador y de Caro. Nuestra editorial Piedra Madre todavía en la tierra y próxima a sentirse en el aire.

Salvador viaja al lado mío. Está callado. Le pregunto en qué piensa, como si percibiera su primer miedo. Me dice con los ojos grandes: ¿es como que flota y no avanza? Sí, es como si, le digo. Todo lo que se suspende, una sensación de caída. Del lado izquierdo se ven los rayos de una tormenta que iluminan y apagan el vuelo. Le comparto música pero no funciona tanto, le pido que me hable de arte, hablamos de Grecia, de Egipto y las pirámides, de la concepción del tiempo, de que los vivos seguían reunidos a los muertos, y toda veneración era un camino nuevo que comenzaba, porque morirse era una especie de riqueza y sabiduría. El miedo por volar se disipa, la ciudad de Buenos Aires comienza a abrirse por la ventanilla, manchas de oscuridad, el río de la plata, y de repente, miles de luces pequeñas, líneas que se arman, una galaxia rojiza y blanca en la tierra, una enredadera demasiado grande. Con el celu filmo el aterrizaje, el momento exacto en que las ruedas golpean el suelo.

El Centro Cultural Kirchner

Creo que el lujo de la invitación desde un primer momento estuvo asociado al lugar en donde se realizó el Festival. En nuestro imaginario, conocer el Centro Cultural se trataría de un momento único. Vernos llegar al CCK, con una pequeña valija de libros, paseando los autores que llamamos nuestros, fanzines que llamamos amores. Porque desde que nos llegó la hermosa invitación a feriar en el Festival, todo fue puro impulso y amorosidad a lo que hacemos, porque hubo intentos por conseguir financiamiento para el viaje, presentaciones de cartas solicitando aunque sea un monto para cubrir pasajes, viáticos, movilidad, lo que fuera. Todo en vano, como si ninguna institución de la cultura estuviera para eso. Aún así, con esas puertas cerradas y con toda la dificultad, decidimos no suspender el viaje, seguir con el imaginario de entrar al CCK, y de darle espacio al trabajo diario de producir y trabajar para la cultura desde Santiago del Estero, desde el Norte.

Silvina está en línea permanente con Malena Saito, una de las compañeras organizadoras de la feria en el Festival. Apenas llegamos al CCK el día Jueves, la vemos en la puerta, fumando un cigarrillo, un vestido negro, largo, sus rulos hermosos, como si ya nos conociéramos, nos explica el ingreso, el lugar donde armaremos el Stand, lo que ellos llaman Plaza Seca del CCK. Primera vez que escucho un nombre que para todxs es común. La plaza seca es el espacio vacío que queda debajo de la ballena azul, esa estructura inmensa, metálica, imposible de definir. Esa estructura que la mayoría no conoce aún desde adentro.

En la ciudad de Buenos Aires hace aproximadamente 37 grados. Venir del calor hacia el calor, nos suena redundante, y no nos acostumbramos. Viajamos de Floresta hasta casi el borde del río, o al menos así les digo, todo parece en el borde del río. El CCK es un edificio hermoso, ex correo central de Buenos Aires. De día intentamos turnarnos en el stand para procurar conocerlo, y cuando uno de nosotrxs sube, después baja contando qué es lo que ha podido ver desde los otros pisos: el mirador, las salas con muestras de artes, las escaleras con poemas escritos de la hermosa poeta neuquina Macky Corbalán “creer en lo que se ve, en lo que el cuerpo recibe, agradecido”, los ascensores viejos, los edificios de Puerto Madero, los barcos, como si más allá estuviera el otro país de Uruguay. La cúpula de vidrios azules o celestes, a la que nombramos, y aún no conocimos. El acceso a ese lugar que parece un privilegio, pero el privilegio es vivir el arte, la cultura, específicamente diría la poesía. El CCK estos días fue la poesía.

La Feria fanzinera de la Plaza Seca

Llegamos a horario, todavía no hay casi ningún stand armado. Todas las editoriales compartimos la mesa con otra editorial. Me parece una decisión acertada, compartida, nos disponemos a ordenar el espacio para que sea así, de a dos o de a varios. La plaza seca no es muy grande, y la feria tampoco. Se nota que se hizo una selección previa de quienes estamos ahí. La Feria fanzinera reuniría a editoriales de modo federal, especializadas en poesía, fanzines autogestivos, novelas gráficas, para dar lugar a una forma de abrir el espacio cultural a todo aquel material que va quedando por fuera de la circulación de los grandes mercados. Para Piedra Madre, no hay feria sin las editoriales amigas. ¿Quiénes serían? Mas allá de las editoriales que quienes como yo escribimos y leemos, añoramos encontrar porque las seguimos, es decir, una editorial tiene esa fuerte responsabilidad de marcar tendencia en lo que se lee, el perfil de autores que decide editar, traducir, recuperar, dar a conocer. Mas allá de esos libros que generalmente en la provincia a veces es difícil de conseguir, están las editoriales amigas, con las que intentamos producir cultura a la par, con las que construimos el hacer político de editar, en el territorio en el que estamos. Y allí estaban las editoriales de Tucumán Falta Envido, Puerta Roja, Gerania y Aguacero Ediciones. Cada una a su manera, sabernos juntxs en el mismo lugar, nos une, por dentro o fuera del festival, si podríamos marcar la diferencia, porque en verdad, todo lo compartido ya es nuestro propio festival. Una manera de vivir la experiencia que se discute, se pone en la mesa entre comidas y cervezas, las dificultades, las ventas, la amistad, los proyectos, lo que se sopesa en el hacer. Es un alivio saberse acompañado, o incluso en muchas oportunidades guiado por editoriales amigas, que como Falta Envido tienen su trayectoria, un trabajo inmenso en libros y autores publicados de todo el país, y esa capacidad de generar redes desde el Norte, que para Piedra Madre marca un camino. Y allí estuvimos, cada unx en el desafío de vivir y compartir la experiencia.

La diversidad del público en la feria nos dio cuenta de la diversidad del festival. Lo multidisciplinario, quizá el eje centralizado en la poesía, pero con toda su amplitud en cuanto al formato, y propuestas para ver. La mayoría del tiempo estuvimos en el stand, quizá por momentos turnándonos para poder ser también observadores de lo que había alrededor. Luego, evaluando con nuestrxs compañerxs, Piedra Madre fue la única editorial de la provincia de Santiago del Estero. Nació apenas hace un año, lo que es poco, y lo que significó mucho para lo que recibimos en este viaje.

El público atento a la sorpresa y el asombro, un público que quizá no fue necesariamente por la poesía sino por el arte en sí, se acercó de un modo diferente a lo que miraba. Un público en donde una editorial con más trayectoria y años en el campo de la poesía quizá le resulta casi inadvertido frente a lo que está experimentando. Un público que se acercó a nuestro material desde otra percepción. Los colores, las texturas de los bordados de Carolina, los objetos que rondan entre lo lúdico y lo que conmueve, porque el tacto del hilo, la tela y las palabras despertaban eso de lo sensible, un público que estaba entusiasmado en la búsqueda. Y contra todo pronóstico de incertidumbre y lejanía por estar en una provincia desconocida para nosotrxs, recibimos de ese público interés y mediación. Intercambio de charlas, preguntas, compras que se fueron a Venezuela, Uruguay, Colombia, otras provincias, esa resonancia que quedaba en nosotrxs entre mate y mate.  

Piedra Madre se define por ser un proyecto editorial que piensa en las palabras, en la forma de comunicarnos, en la poesía, en la imagen, como una constitución de sentidos que permita transitar las formas de mirar y de hacer con un otrx y con nuestra propia intimidad. Con esa intención de que al abrir un libro de poesía, o de cuentos, de un autor/a que quizá no conocemos, nos permitamos esa libertad de buscar, de adivinar hacia donde nuestros ojos nos llevan, de conocer dónde se detienen, dónde quieren estar, dónde subrayan un pequeño mundo. Si pensamos en eso como fundamento de un hacer diario, cotidiano, de trabajo y de autocreación, en cada feria nos sentimos conmovidxs por lo distinto y lo diverso.

El festival: ¿qué es lo federal?

Respecto al festival podría dar nombres concretos de escritores, organizadores que estuvieron detrás de cada escena y homenaje; hablar de cierto amiguismo como en todo hacer, de los concursos, de lxs ganadorxs, del programa, actividad, una por una. Pero esa información está al pie de todxs, además no sin conflictos. Conflictos por otrxs escritores que se mostraron incluso molestos, o en desacuerdo con la idea de lo federal, juzgando al mismo de partidario, o politizado.

Comentarios que circulan abiertamente o a las espaldas de. Prefiero obviar lo evidente quizá para intentar entender qué importancia tiene un festival, y a qué podríamos llamar lo federal en estos casos. Quienes producimos desde el norte planteamos esta idea de qué es producir desde los márgenes, las dificultades que eso implica en cuanto al acceso de los materiales con los que producimos y de la cultura con la que nos alimentamos, a la circulación de voces, distribución de recursos, etc. Pero también entendemos que producir desde los márgenes no significa inferioridad, ni una pelea por el afuera. Sino todo lo contrario, la resistencia y solidaridad.

Quizá lo federal no necesariamente sea la mirada previa de quienes organizan un festival, en su propia concepción de criterio de selección u estructura según provincia, visibilidad, representación, etc, sino el rol que ocupamos cada unx como actores de la cultura en lo que hacemos en soledad o colectivamente.

Si hay algo que me enseñó mi maestro y poeta Javier Galarza, a quien en el día de su cumpleaños amaría poder homenajear, es que la poesía se construye en el día a día, en el trabajo, en la lectura, la humildad, y en ese crecimiento que rompe con el ego. Lo federal también podría implicar eso, romper el ego, estar dispuestos a la escucha, al encuentro, porque todo lo que ocurre en estos lugares, ocurrió de ser posible, antes. La idea del festival quizá es sacar eso a la luz, a un tiempo presente, la voz, el cuerpo, la palabra puesta en juego con la música, lo performático como un tiempo lúdico, lo diverso como una representación social de quienes somos hoy, aunque esas voces quizás nos asimilemos entre nosotrxs. Lo diverso no necesariamente como lo distinto, sino como el trabajo multidisciplinario del arte. Se agradece la reunión, la posibilidad de hablar de poesía, de escuchar poesía, de conocernos, de las clases magistrales de autores que leemos en nuestras casas, de lo espontáneo, que el arte sea una manera de estar con un otrx.

Sin dudas, sigo pensando que en un festival hay muchos festivales; cada unx tendrá su experiencia. Yo prefiero dejar de lado cierta idolatría entre nosotrxs.

En lo personal, disfruté con mis compañerxs de poder vivir en cuanto cuerpo desde lo que hacemos, de conocer otros proyectos y ese auditorio abierto a artistas nacionales de la música y la escritura. Todo en vivo.

También disfruté de volver a casa. De seguir proyectándonos, de entender que aquí en el Norte producimos con ideas propias, y que quizá es la mayor dificultad. De que al arte no le hacen falta ídolos, sino contenido, corazón, dejar de medirse en el éxito, proponer formas de trabajos concretos, pensamiento, tiempo.

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