Por Juan Vilariño |
Sergio Guillermo Díaz (General Güemes, Salta – 1983) ejecuta con una destreza que parece de mentira sus intervenciones de corte pop sobre billetes fuera de circulación. Pero esa es sólo una faceta de este artista plástico que posee una originalidad para el asombro.
Me encontré para charlar con él en las modernas oficinas del Museo de Arte contemporáneo de Salta, ubicadas en una casona frente a la plaza 9 de Julio que aún conserva su abolengo de antaño. Lo conocí a través de unas postales en Facebook, en las que, utilizando Photoshop, fusionaba personajes de la cultura popular y del cine, con paisajes típicamente salteños. Son, por lo menos, impresionantes.
Comenzó a pintar sobre billetes porque, después del nacimiento de su hija, el taller en el que trabajaba se convirtió en habitación. “Son transportables, entonces puedo sentarme a hacerlos casi en cualquier lugar, sin necesidad de tanto espacio” Aclara.
Esto fue en 2017, cuando se viralizaron ejemplares de dos pesos argentinos (denominación que estaba a punto de salir de circulación) en los que algunos dibujantes habían transformado a Mitre en otros personajes usando diferentes técnicas. Díaz se subió a la ola con los suyos, utilizando acrílicos y un nivel de detalle que asusta. También se volvieron virales en las redes, por supuesto.
“Es, en cierta forma, como revalorizarlos. Darles una nueva vida y hacerlos viajar”.
Se pueden encontrar billetes intervenidos por él en muchos rincones de la geografía nacional, pero también en urbes del mundo como Londres o Roma, desde donde le hicieron algunos encargos especiales.
Sergio Díaz creó en papel moneda un desfile de personajes conocidos. Tiene una potente predilección por los de la saga Star Wars, y por otros clásicos del cine de los 80’ y 90’s, pero la lista es inmensa. Pintó a los popes del rock nacional, extranjero, y también a los super héroes clásicos y del animé japonés, sólo por poner algunos ejemplos. Recomiendo visitar su perfil de Instagram sergioguillermodiaz con el peligro de quedarse una eternidad scrolleando a gusto.
También en 2017 aparecieron sus obras en el libro “Cash is King”, una compilación de artistas que ilustran sobre papel moneda alrededor del mundo, editado por Carrie Reichardt y Bob Osborne en Inglaterra.
Como anécdota de color, me cuenta que a algunos les producía molestia la idea de que se tapara a San Martín en el billete de cinco pesos, pero para él, a pesar de la intervención, se sigue viendo con claridad de qué país son los billetes. Al final del día cada uno elige a sus héroes.
Díaz también trabajó en la portería del museo (Arte Contemporáneo de Salta), donde mataba las horas garabateando cuadernos con una birome. Sus dibujos, muchos de ellos todavía realizados con esa herramienta, son ambiguos de pura cepa, y más que ser denuncias, buscan generar una reacción en el espectador. Y lo logran, claro. Es el caso de los “monos mártires”, por ejemplo, con sus aureolas quirúrgicas y brotados de jeringas, o los perros pila tatuados a la Yakuza. Pueden ser vistos como un intento de poner en negro sobre blanco la crueldad de la experimentación animal y el especismo, pero también tomados como simples monstruos surgidos de la cultura pop y cinematográfica que consume el artista. Uso del absurdo sin más. En todo caso, el creador se divierte, y nosotros también.
“Trato de hacer bonito lo que claramente es atroz” me comenta.
Fue en 2009. Grecia y casi todo el resto de la vieja Europa ardía en manifestaciones por el coletazo de la crisis global que tuvo origen en los EE.UU. Después de un viaje relámpago a Jujuy, dónde quedó impresionado por los ángeles arcabuceros de Uquía, a Sergio se le ocurrió un crossover único: Mezclar esos personajes celestiales, armados y vestidos como aristócratas españoles del XVII, y en posturas marciales, con los miembros de las fuerzas que en ese momento reprimían con escopetas de gases por la televisión internacional. Al trasplantar las alas de unos en los otros, el resultado es brutal y bello.
En 2015, ganó con uno de ellos el sexto Concurso Regional de Pintura del NOA, de la Fundación Cultural Santiago del Estero.
La contraparte de los ángeles está en la serie “Felices por siempre”, donde pintó a unos feroces manifestantes, que son absolutamente contradictorios en su estética. Otra vez lo ambiguo presente, los guiños humorísticos y el genial uso del absurdo que practica este artista.
A Díaz le interesan mucho las distintas interpretaciones que se le pueden dar a una misma imagen. En sus creaciones hay mucha imaginería religiosa que proviene de lo que se mama, o se solía mamar, en un hogar promedio salteño. Se las puede percibir, en un principio, como guiños inocentes, pero en una segunda mirada vemos que asoma una buena dosis de malicia creativa. Pequeñas herejías (casi) inofensivas que sudan humor.
¿Qué es si no un gorila ciclópeo trepado a uno de los campanarios más altos de Sudamérica? ¿O un unicornio traccionando a sangre un carro de cartonero? ¿o el viejo cabildo de Salta sobre la grupa de un elefante? ¿o una procesión de monos tocados con golilla que lleva en andas a un magnifico cerdo? La lista sigue.
Aunque sabe que sus ocurrencias suelen causar cierto escozor, jamás tuvo inconvenientes con el público. Lo que es seguro, es que nadie se queda indiferente al verlas.
– ¿Te gusta tu trabajo? “Puedo pintar a Darth Vader, imagináte” y no me quedan dudas de que sí.
Juanito Vilariño es un salteño que emigró a Barcelona a jugar a los escritores siendo aún adolescente, volvió a Salta siendo joven y ahora, ya camino a la madurez, ejerce el oficio de mirar la ciudad con detenimiento para luego intentar historias. Habiendo padecido durante su infancia una feroz timidez, escribe porque en la micro ficción y en la crónica encontró una herramienta maleable para comunicarse y provocar algo en otra gente.
Participó en talleres de narrativa de la Escola d’ Escriptura del Ateneu Barcelonès y recibió algunas menciones y premios en ciertos certámenes de la Secretaría de Cultura de Salta. En 2020 colaboró con la edición española de la revista «Traveler», y resultó ganador en el concurso «La vida en tiempos de pandemia» con su bitácora «Aguafuertes de una peste floja».
Como cronista conoció a Martín Caparrós en Madrid, y conversaron veinte minutos sobre Cafayate y los valles.
Impecable. Me tope con la obra de Díaz en las redes y me fascinaron. Intenté replicar en un par de billetes pero fracase en el intento, entre otras cosas, por mi impacienciia. Genial el relato.
muy bueno amigo, me gusta el arte y pinto. Muy original lo tuyo te deseo exitos. eL ARTE NO TIENE LIMITES