Por Pablo Toblli |
A mediados de la década pasada, la grieta política fue un constructo de significación tan paradigmático que organizaba la dinámica, incluso, de algunos artefactos literarios. En el Norte argentino, fundamentalmente en Tucumán, una provincia con una gran caudal de poetas, aquellos poemas que lograban imbuirse de los temas ligados a uno u otro bando de la grieta eran los que atraían más lectores en un formato fundamentalmente de redes sociales, que estetizaban las acaloradas argumentaciones en la tónica de Facebook. Así, la cultura del like organizaba un canon con un conjunto de poemas de autores jóvenes, que con sentidos más subyacentes o más epidérmicos, permitían leer las ideologías de los escritores que poetizaban temas ligados al avance neoliberal, la justicia social, el under, el progresismo, la corrección política, entre muchos. No había lugar para otras estéticas más elusivas o circulares, más herméticas o experimentales. Así, la gran parte del arco poético pasaba por el filtro de la ideologización que encontraba en la poética de la coyuntura una estética.
Este grupo de poetas que surgió con la explosión de las redes sociales se estudió en mi libro Una lectura del imaginario poético de Tucumán (2000-2020), por lo cual no quiero ser redundante en nombres y demás análisis, sino esbozar algunas hipótesis de cierto viraje que se comienza a observar en los últimos tres años, con el comienzo de la nueva década, en donde el furor por la ideología ha cedido: “la euforia”, “la insurrección política” como tópicos tan presentes en el rock también sufrieron un aligeramiento que se puede observar en otros lenguajes artísticos como el trap.
Algunos escritores que han integrado aquel canon de la década pasada, actualmente se aventuran a otras búsquedas poéticas con textos más cercanos a lo que podríamos integrar, elípticamente, en esa categoría que identificamos como poesía lírica que, en mayor o menor medida, agrupa textos en donde el referente es más esquivo que en los poemas que están muy ligados al contexto de aquello que denominamos como lo real, esto es, andamiajes sociales, políticos y económicos. Así, basta repasar el catálogo de los últimos tres años de las principales editoriales de la provincia (Gerania, Falta Envido, Inflorescencia, La Papa, Puerta Roja, Aguacero) que han optado por la publicación de poemarios más cercanos a los recursos de la poesía lírica, revalorizando la metáfora y la poesía visual.
¿Cómo podemos entender este incipiente viraje? Por un lado, la cuestión del formato. La poesía continúa circulando por redes sociales; los autores siguen probando las primeras versiones de sus textos en las redes, pero con una clara decadencia de Facebook, que produjo la migración del grueso de los jóvenes a otros soportes digitales como Instagram. Esto hizo que la expresión abandonara su tono polémico, de argumentaciones extensas y controversias diarias en posteos de Facebook. El nuevo formato elegido por la mayoría de los jóvenes desde hace algunos años exige condensación y síntesis, es decir, recursos ligados en principio a la poesía más clásica. Es por esto que algunos críticos comenzaron a hablar del “poememe”, es decir esa forma que mixtura imagen y texto. Puntualmente en el campo de las artes y de la poesía, la forma de expresión utilizada por algunos autores fue la llamada poesía Flarf, término acuñado por Gary Sullivan. Esta categoría Flarf se traduce como “poesía burla”, o “burla presuntuosa”, intentando romper con la asociación de la poesía necesariamente ligada a la versificación, en donde se utiliza “la basura” de internet para dar un impacto poético.
Este tipo de expresiones consiste en una poesía-collage a partir de capturas de chat, microvideos o fotografías asociadas a un ready made urbano con texturas estridentes, recortadas, fugaces y condensadas que producen perplejidad en quien mira. Lo curioso de esta práctica es que intenta romper con el realismo, con las lógicas más o menos estándares de la agenda, de los grandes temas que circulaban en la discusión por redes. Ahora hay una tendencia en esta poética Flarf de lo intrascendente, lo abstracto, lo despejado de injerencia social, a veces revalorizando lo cómico, lo impertinente y lo buffon, sin embargo todas ellas comparten la condensación como recurso; frente a lo cristalino de los “poemas realistas” de otras épocas, frente a la horizontalidad de los poemas en la literatura del yo de la década pasada, ahora la síntesis, lo opaco, la mixtura y la perplejidad de lo vertical; frente a la candor argumentativo facebookeano en desuso, la sutileza estética y la creciente desideologización de las líricas. ¿Todo ello habrá preparado el terreno para este renacer del lirismo? ¿Nos habremos empachado de lo anecdótico en la poesía? ¿Habrá tenido razón Nietzsche cuando escribió que un peso excesivo de la historia aniquila al ser humano?
Es Licenciado en Letras por la UNT. Publicó los libros de poemas Nace en lo próximo (Ediciones Magna, 2015), Lucero de ruinas (Ediciones Último Reino, 2017) y el libro de ensayo Una lectura del imaginario poético de Tucumán (2000-2020) (Fundación Artes Tucumán, 2022). Es editor de La Papa Revista y redactor en Indie Hoy. Nació en Tucumán, en 1987. Su e-mail es pablotoblli@gmail.com, por cualquier contacto.
El lirismo nunca se fué estimado Pablo!! Es un buen artículo para pensar los problemas de la enunciación de los poetas. Se habrán preguntado para qué escribo? Es un pregunta crucial y de su respuesta depende una estética. En fin reflexiones, un poco al costado de su artículo preciso.
Gracias por la lectura, estimado Ricardo. Creo que el lirismo es la forma de fascinación más iniciática que un poeta puro puede tener con la lengua. Creo que de esa experiencia originaria depende en parte de que un escritor opte por ser narrador o poeta en su madurez.