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ISSN 2684-0626

 

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El sacafichas sincero

Sobre Tan Miguel de sucumbir, de Ignacio Barrionuevo

Por Máximo Olmos |

Sorpresa y media esta sinceridad, esta crudeza que revela mundos. Este pulso empático, singular, locuaz. Como un empujón inesperado, la vena abierta de Tan Miguel de Sucumbir y su torrente de poesía descarnado.

No es crónica, no es prosa de precisas coordenadas. Hay suficiente condensación de imágenes como lo hay en una poética definida. Aparentemente salpicadas -vomitadas- en una escenificación sin tapujos. Es un entrega expresiva cimentada en el arte de la escucha compasiva, esa que delimita una poética de la otredad. Sus enfoques nos sumergen en su paradoja narrativa: no le importa el grado de verosimilitud y, por lo mismo, se erige como una voz verosímil.

Macrocosmos anárquico, donde ninguna cosa tiene su lugar natural. La única ley es una voz que desnuda texturas rústicas. No parece un libro pensado como una unidad de sentido, como tampoco suele ocurrir en los poemarios. Cada escrito tiene su voz, su aplomo y arremeten en su potencia expresiva que es diversa y fresca. Lo que hipnotiza es la mirada, es la intimidad, personajes desgarbados como los que pintaba Ezequiel Linares.

Este impulso literario que se independiza de voces frecuentes, en su forma, nos indica cómo entrar a la política por la estética. “Siempre completa y con cebollita”. La belleza de un narrador que desafía al lector, que lo invita a que se esfuerce y complete. Poesía moderna para dar con la verdad. Estilo posmoderno que rompe con el lenguaje. Como si te dijera, ‘el idioma es un  incesante devenir’. Una narrativa desempolvando hegemonías.

La poética del sacafichismo. Como si el narrador reuniera ese conjunto de aptitudes sinceras, escépticas y críticas que conducen -con paciencia intuitiva- a sacarle la ficha a una persona, a leerlo entre líneas o desenmascararlo. La singularidad de su empatía quizás se nutra de un gesto contra-intuitivo: es una voz que desconfía de su propia voz, de sus lugares comunes. Y así narra. Es la renuncia al privilegio de creer o sentir que vivimos lugares habitables. Es un retrato literario de ese Tucumán que nos excede, de sus tensiones insoportables. Su lectura, si se quiere, es un disimulado oráculo de dónde salen significados diversos. Por momentos, se siente un swing que despliega la vida mesma sobre el papel y está lista para que el lector se la fume. 

A continuación comparto un relato del libro en cuestión:

Me estoy fumando mi dedo índice, fuera de joda. En los labios apoyo el nudillo y en la punta de la uña acerco el fuego. Hace 2 semanas que el tranza no tiene faso. La balanza vacía significa que, ya bien hubo algún problema político y el funcionario narcofriendly se le fue lo amistoso con la carga de ladrillos paraguayos. O bien, los tranzas se están guardando el faso para venderlo a precios inflados. Inflados quiero tener mis pulmones, humo mal logrado, aunque de mi agrado. Abro el whatsapp, copió y pego *hay línea d f?*, reenviar mensaje (ni cuando mi novia me hacia aca con su compañero de anatomía estaba tan pendiente del celular). Vibración. Ringtones de silbido. “no ay”. Si el tranza tiene buena ortografía desconfío. Me llega la data, en Villa Mate hay vagullos. Villa Mate. ¡Alto nombre! Solo podés entrar a pie, tenés que cruzar la avenida Dependiente y doblar donde hay un muro que dice puto tu viejo, ahí llegás al puente de los tiros, punto de confrontación preferido entre policías y ladrones, civilización y barbarie. La violencia es lenguaje muy bien hablado, gramática correctisima. El año pasado violaron entre 7 a un nene que iba a cumplir 8 años, la orquestación era 1 violín por cada año de infancia arruinada. Todo esto me lo contó el keko, malandra de estatura baja y altas llantas. Kekito solamente habla de sucesos turbios, onda noticiero del mediodía. Le cautiva el morbo de la tele y la espectacularización del delito. Al chabón lo conocí en un taller de teatro, lo habían mandado del centro de jóvenes para hacer actividades de inclusión social. Kekelo tiene retraso madurativo, me contó que su vieja fumaba paco cuando estaba embarazada y que una virulana se le atoró en las neuronas, esa parte me resulta incongruente, pero en su lógica guarda sentido. Le llevo 10 años al changuito, sin darme cuenta me volví su padrino, su protector y el lazo con la gente bien (así les dice a las personas de clase media alta que compran autos 0km). No me gusta que diga así, como si la meta de la vida fuese vivir en un country. *Kekerilo te digo que no soy mejor que vos, solamente tuve suerte que mi viejo tenía plata y me mandó al colegio.* Lo hice entrar de bachero al bar de un amigo y cuando está re loco se olvida de enjuagar los platos. A veces las papas fritas tienen sabor a magistral. Cuando lo conocí pipeaba, ahora sólo fuma charuto. + Hay que entra Villa Mate culiao • ¿No tenés algún amigo que nos haga la onda? + No, eso gile se hacen lo estrella, tenemo que entra • Pero keks, mira la pinta de cheto aburguesado que tengo, me van a hacé pingo ahí dentro. + Qué tiene que ve la hamburguesa, vamo ura, yo lo conosco a Danilo, con ese todo bien • Y que nos traiga para acá. + Si esa aca no puede salir, lo andan buscando los Mamani y los ratis, si lo llegan a ver cruzando el puente lo revientan Son las 4 de la tarde y el joven licenciado en recursos humanos está entrando a Villa Mate, si mi vieja me viera.

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