Por Leopoldo Silva |
Funga es una nueva editorial Santiago-Chaqueña. En esta entrevista, sus fundadores Andrés Torres Acuña y Brian Hock cuentan sobre el proyecto y el nuevo libro con el que estrenan la editorial: la antología METAPOESÍA.
¿Cómo se propusieron armar un proyecto editorial?
Previo a considerarnos totalmente parte del mundo editorial, nuestro trabajo surgió como un emprendimiento de encuadernación con biotextiles, principalmente produciendo biocuero artesanal, en la cocina de casa, como una alternativa biodegradable, compuesta con carga orgánica (yerba, café o cáscara de naranja). Si bien, teníamos en vista inclinarnos hacia lo editorial, salimos al mundo recién en marzo de este año lanzando la convocatoria para una antología y, a su vez, empezamos a recoger historias para nuestros primeros fanzines.
¿De qué se trata Funga?
Funga es una editorial que se propone ser el punto de convergencia de obras y de autores que expresan las vivencias de los pueblos apartados de las grandes ciudades, y dar la posibilidad de que estas sean publicadas, leídas y compartidas. Busca representar aquello de lo que poco se habla, recoger lo que surge desde el interior del país. Poner en manifiesto las historias de las minorías: su cultura, sus realidades, sus dolores, los propios y del entorno que los rodea. Querer visibilizar lo que siempre se invisibiliza por las hegemonías centralistas.
¿Qué del mundo de los hongos fue que los atrajo?
Brian Hock: Personalmente, siempre sentí fascinación hacia los hongos, descubrir que están en todos lados y que no se tome en cuenta la importancia que tienen para nuestros ecosistemas. Los veo como un enlace, como un puente entre la vida y la muerte, entre lo escatológico y lo nutritivo, entre lo que sirve y lo que se desecha. Nuestro proyecto empezó a llamarse así porque consideramos que nuestra propuesta como alternativa sustentable, era rescatar aquello que se desecha y transformarlo en algo útil; y, además, son los mismos hongos los que van a degradar el biocuero, que fue en principio, el motor de nuestro emprendimiento.
Andrés Torres Acuña: Y desde la literatura también podemos descubrir ciertas analogías con este mundo. Los hongos son organismos que se generan en tipos, contextos y climas tan diversos como géneros, estilos literarios y realidades sociales existen; y esa pluralidad es lo que lo hace un mundo tan complejo e increíble, que siempre vamos a estar encontrando nuevas y nacientes setas escondidas por ahí. Si uno sale al patio después de un día de lluvia y humedad, va a encontrar un hongo o varios en algún rincón; y tal vez en una esquina haya otro y otros. Así pasa también con las obras y los autores, cada vez hay más nuevos, solitarios o asociados, y ahí es donde queremos buscar.
¿Qué implicancia tiene el ser una editorial ambientalista y folclórica?
Podemos decir que nace de la simbiosis entre las pasiones y preocupaciones de cada uno de nosotros.
Desde lo ambiental, nos preocupa cómo se maltrata al monte, al suelo, al aire y a todo lo que habitan en él, tanto lo vivo como lo etéreo, y eso conlleva a que se dañe el bien humano y ecológico que son los ecosistemas de los cuales nos inspiramos para enriquecer nuestra cultura. Nos importa el estado en que se encuentra el origen de nuestras inspiraciones.
B: A través de las militancias ecológicas como el veganismo, el estilo de vida zero waste y demás organizaciones que trabajan arduamente ante esta problemática, se está tomando más conciencia del impacto que tiene el desarrollo de la humanidad en el ambiente. Nosotros, lejos de hacer Greenwashing, buscamos aportar un granito de arena desde el mundo literario, queremos ser un medio en donde la situación ecológica de nuestras regiones, de nuestro país, tengan un lugar donde expresarse.
A: Y folclórica porque, nos conmueve y, además, consideramos importante dar a conocer las diferencias y los valores culturales que habitan en estos pueblos. La música, la poesía, las historias y misterios que se esconden en los montes, en los caminos de tierra, en las pequeñas ciudades de nuestra región.
Un vínculo particular con la naturaleza, ustedes son de Santiago y Chaco. ¿Cómo impregnan estos paisajes en la literatura?
B: Uno cuando viene a estos rincones del país tiene que saber que será recibido por su folclore cantado, su música, sus colores y sabores, y estos elementos son un claro ejemplo de cómo se entiende y se vive la naturaleza en esta región. En esta zona se trabajó muchos años contra la naturaleza, arrebatándola, faltándole el respeto, y luego mirando con nostalgia lo que el hombre mismo corrompió de ella.
Muchas culturas coexisten aquí, y eso se aprecia en la literatura. Santiago del Estero es una provincia centenaria, llena de historias y un misticismo característico, por algo se la llama “Madre de ciudades”, y en el Chaco conviven gran variedad de culturas y comunidades de inmigrantes, por eso creemos y defendemos la importancia de la pluralidad compartida.
Habrá autores y editoriales que tengan su foco más en lo contemporáneo, lo centennial, lo vanguardista, y está bien; la literatura tiene que ser para todas las diversidades y elecciones estilísticas que existan. Por otro lado, les que se destacan por su sencillez, por la cercanía con lo autóctono y otres escritores anfibios (quienes no son solamente escritores, sino que tienen otra vida).
Funga es una editorial que nace entre los campos, entre el monte, y ha mamado de las historias que nos cuenta la gente que vive de y en ellos. Por eso, en esta región lo que se escucha también se puede leer. Su literatura está ligada al folclor y se puede ver reflejada también por y en la música; y nunca falta el paisaje sentido, expresado y teñido que surgen de los diferentes escritores, desde lo agreste del monte hasta los humedales del litoral.
¿Con qué desafíos se encontraron al arrancar el proyecto?
La preocupación, como creemos que atraviesan la mayoría de las editoriales, es el asunto económico. Justamente, una de las cuestiones en las que más nos costó enfrentarnos, fue el hecho de encontrar una imprenta que respete nuestra política sustentable y que a la vez se ajuste al presupuesto que esperábamos; esa búsqueda nos llevó a tener que inclinarnos por alternativas más convencionales, pero lejos de desalentarnos seguimos resistiendo junto a nuestra política y dándole marcha a nuestro primer proyecto.
Por lo demás, uno va aprendiendo en el proceso. También consideramos clave el acompañamiento de otres editores y escritores que tienen más relación con el medio editorial, que fueron de guía en algún momento cuando tuvimos dudas, como Estefanía, amiga, escritora y recientemente abogada que nos fue dando una mano e instruyendo en lo legal; y Zaida, de Falta Envido Ediciones que también nos ayudó a comprender los trámites propios de las editoriales.
Realizaron una convocatoria para publicar su primera antología: METAPOESÍA. ¿Qué hay con la búsqueda de una poesía que se nombra y se piensa así misma? ¿Cómo vivieron ese proceso y por qué eligieron ese eje temático?
A: Mientras craneábamos cómo iba a ser nuestro primer paso dentro de las producciones editoriales, unos días antes de iniciar el mes de marzo, me acordé de que el veintiuno de ese mes, se considera el día de la poesía. A partir de ahí surgió la idea, y la tomamos como un disparador para convocar a poetas para una antología. Pensamos adecuado que, ya que queríamos rendirle honor a la poesía, lo mejor era que ella sea la protagonista; de lo que nos llevó a este concepto de METAPOESÍA, hacer poesía hablando de poesía.
Desde el principio, el desafío nos pareció interesante. Estamos acostumbrados a que las temáticas más recurrentes dentro de lo canónico o lo comercial, sean el romance, el desamor, la nostalgia, las pasiones, y nosotros pensamos en alejarnos de eso, partiendo de la idea de ir despojándola de esas pieles y llegar hasta el hueso, la poesía en crudo.
Fue un proceso lleno de sorpresas. Nos cambió completamente el rumbo inicial de nuestra propuesta, gracias a la llegada y las respuestas que tuvimos del público; eso nos ayudó también a replantearnos el concepto de la editorial. El resultado de esta convocatoria excedió por completo nuestras expectativas, lo que nos obligó (o mejor dicho nos permitió) salir en busca de otros medios para llevarla a cabo, porque consideramos que, en cuanto a la cantidad y la calidad de las obras recibidas, muchas son merecedoras de ser leídas, valoradas y propagadas.
Luego de la selección de los poemas, el contacto con las y los autores fue mucho más grato de lo que esperábamos, todas y todos se involucraron en responder a las necesidades que íbamos solicitando durante el proceso de curaduría de este compendio. Podemos decir que esta antología se destaca por la calidad, tanto de las obras como de las personas que forman parte de ella.
¿Con qué se van a encontrar los lectores?
Algo con lo que se van a encontrar en esta antología es la gran diversidad de autores y estilos que concluyen en la misma, desde lo etario hasta lo geográfico. Tenemos a una autora que cumplió dieciocho años durante la convocatoria, y a otra que sobrepasa los setenta. Escritores que nos escriben desde Río Negro, en la Patagonia, hasta Jujuy, bordeando la quebrada; contando también con la participación de un escritor de Lima, Perú. Esta obra alberga muchas maneras de hablar y reflexionar sobre la poesía, por lo que pudimos ir agrupando los poemas en tres secciones que corresponden dentro de ese lenguaje micótico propio de la editorial: Germinación, que refiere a poemas que reflexionan sobre el proceso creativo de la escritura; Micelio, que hace referencia a la poesía en sí como una red invisible que conecta y nutre al mundo; y Setas, que son el resultado de este ciclo, y representa a los poetas, como fruto de este proceso poético, quienes luego liberarán las esporas y que darán vida a más setas, extendiendo más el micelio. Contamos, también, con la participación de Yamil Dora, un escritor casildense que se lució realizando el prólogo que da inicio a esta antología.
¿Cómo ven el panorama de editoriales en el norte?
Dentro del ámbito editorial, somos completamente nuevos. Los vemos como pequeños nichos que se necesitan el uno al otro para subsistir y acompañarse; también como un micelio, una gran red que hermana a escritores y editores que comparten una misma pasión, cada une con sus tintes y sus distinciones, pero una comunidad en fin.
¿Cómo creen que es la mejor forma para visibilizar lo que se produce en las provincias? Ustedes, por ejemplo, dan uso de las redes sociales con un trabajo muy cuidado ¿Qué búsqueda hay ahí?
Resistir, apoyarse entre todes y hacer presencia. Creemos que el generar una comunidad es importante para que el norte siempre dé que hablar, y que nuestras creaciones culturales se destaquen y se valoren realmente. Por eso la presencia en las redes sociales la consideramos valiosa y es un arma que, bien usado, puede darnos provecho.
B: Para convocar, para difundir, para que llegue a más personas lo que está sucediendo en los nichos culturales, editoriales, artísticos. Además, que en la actualidad las cosas se mueven desde lo virtual, y el mundo de las letras también puede adaptarse a esos medios.
A: Siempre vende más lo que primero entra por los ojos, ¿no? Lejos de la superficialidad de pensar en que se “debe juzgar a un libro por su portada”, nosotros creemos que la calidad literaria también debe estar acompañada de una calidad estética, artística y gráfica que escolte la experiencia de una lectura a una obra o un autor. Eso es parte de nuestro trabajo en redes también, algo en que nos ocupamos mucho y esperamos que refleje de buena manera.
¿Cuáles son los próximos proyectos en los que tienen pensado seguir trabajando? A corto y largo plazo.
Como proyecto a corto plazo, seguir creando redes y participando de espacios en donde podamos dar a conocer nuestra propuesta; así como también seguir explorando las alternativas sustentables para nuestros productos. A su vez, continuar en la búsqueda de más autores emergentes que visibilicen las realidades de los pueblos del interior, las vivencias que atraviesan las disidencias, salir al patio grande a cosechar esas setas que emergen en los rincones.
B: A largo plazo, nos gustaría expandirnos a editar y colaborar con asociaciones que laburen por el bien ecológico, y también poder publicar textos de no ficción que trabajen puntualmente las perspectivas que tenemos como editorial: lo artístico, lo cultural y lo ambiental.
Andrés Torres Acuña tiene 23 años. Nació en Quimilí, Santiago del Estero. Es fundador de la editorial Funga. Actualmente reside en Añatuya donde cursa el Profesorado en Lengua y Literatura. Forma parte del colectivo de escritores hispanohablantes Letras y Poesía. También integra el proyecto literario La Garganta Diversa en Santiago del Estero.
Brian Hock nació en La Breñas, Chaco. Junto a Torres Acuña es uno de los fundadores de Funga, donde también se desempeña como editor. Estudia el Profesorado en Biología en la localidad chaqueña Corzuela. Es quien se encarga de la perspectiva ecologista que distingue a la editorial.
Nació en Tucumán en 1998, es Licenciado en Comunicación Social (UNSTA) y Diplomado en Fotografía Documental (UBA). Cuando escribe narrativa flashea Juan Forn y escucha temas de El mató a un policía motorizado. Sostiene que la literatura es un milagro. Le gustan los gatos y la crónica periodística. Toma mate y duerme la siesta en el Parque Avellaneda. A veces se le pudren las naranjas en el canastito de la cocina. Ah y también es fotógrafo, ponele.
Linda nota para dar a conocer el mundo fúngico