Por Luciana Ceridono |
Había una vez una tía, un abuelo, un hermano, una mamá, un lapacho amarillo, uno blanco y uno violeta que se veía de lejos.
Había también pantallas; una ecuación, una célula, una proteína una oración y había una cocina y un montón de horas que eran iguales.
Había una persona que era yo, con muchos rulos y poca paciencia.
La vez que Había, tenía un balcón con vistas al cerro, pero la mamá que Había decía que era como ver al mar.
La mayor parte de las veces que Había no sabía química ni francés. Tenía ojos grandes para mirar mejor los Había una vez cuando había tía y no lobos ni caminos cortos y largos.
El que necesitaba orejas grandes era el abuelo que no escuchaba lo suficiente.
Entonces llegó la primavera con los Amarilis del balcón, unas flores mágicas que, si se las mira mucho se marchitan, hay que mirarlas con cuidado, solo como para saber que la primavera ya se instaló. La distancia les hace bien y el cuidado de Madre que abre la puerta para ir a jugar al jardín secreto también.
Una noche de este Había una vez el hermano preparó los postres de chocolate para que vengan los lapachos. Vinieron; los tres; con los enanos y el leñador, el balcón era una escena de baile y la cocina llena de tazas de té aunque no eran la 5. Llegaban los príncipes de todos lados a probar zapatos, derrotar hechizos y a besar a las princesas que dormían.
– ¡Ah no no!- decía la tía
– ¿Cómo? – preguntaba el abuelo porque no escuchaba.
El hermano vigilaba el almíbar y al leñador que no parecía confiable. La madre danzaba sin preguntarle nada al espejo y en mi Había una vez la fiesta no terminaba porque los relojes habían enloquecido.
En la cocina, en la bandeja azul de los mariscos vi al sapito glo glo glo.
Había una vez, yo corriendo, tras un sapo verde para besarlo ¿Y si era un príncipe?
– ¡Ah no no!- decía la tía
El hermano arreglaba la música desconfigurada de la computadora porque todos querían oír cosas distintas.
Madre cantaba en coro con los lapachos aunque a ellos les gustaba más dibujar colores.
– ¡Ah no no!- decía la tía mirando el piso encerado.
– ¿Cómo? – preguntaba el abuelito dime tú y las tazas volaban por el living.
El hermano calmaba y negociaba con las amarilis que amenazaban con marchitarse de inmediato y poner fin a la primavera.
Había una vez, yo buscando mi barbijo. En mi Había una vez salía a la calle, al peligro de los lobos.
– ¡Ah no no!- dijeron todos.
Había una vez el tiempo raro, los relojes locos, los lapachos apurados, En mi había una vez los familiares fueron interrogados. Todos eran sospechosos.

Quizo nacer el día de la memoria en el año 2003. Su infancia fue de contar cuentos desde la altura de los cinco cochecitos paragüitas que fue destruyendo con empeño de hadita. Disfrutadora del sabor de los crayones en el taller de las palabras escritas antes que de hablar. Entre ser princesa y bailarina siempre supo que los dibujos del cuaderno de hojas lisas era más de verdad que una fotografía. Con el tiempo se volvió experta en selfies de escenarios diversos. Coleccionista experta de vinchas para los rulos infinitos. Fue ayudanta de mago e integró el equipo de las útiles en las cenas de escritoras que llegaron desde Europa. Armó un par de centros de estudiantes y semanas de la escuela en la que vivió desde el jardín de infantes con cartera roja. Fue Eva en el paraíso, niñita perdida en el Neverland de Peter Pan y naipecita de la Reina de Corazones con Alicia. Fue autora en los libros de los talleres Mandrágora en Edunt. Siempre desde el humor, siempre en las señales de entretejer sonrisas en el decir cosas importantes. Ahora está empeñada en la química de la biología. De Doctora Chispeta, dice. Para cruzar el mar, dice. Que lo quiere todo.
Exquisito relato. Impresionante manejo del humor y la ironía. Felicitaciones Luciana!
Wooo Bellisimo!!! Bellísimo relato, cada palabra, cada amor.
Chiquitina enrulada, inmensa narradora! Emociona tu paleta de palabras!
Qué hermosura!!!! Bella forma de conjugar imágenes y palabras.
Inmensa Luchi!
Encantador relato, maravillo!!!!
Hermoso Lucisns
Impecable!!! Del poder de las palabras y el amor x la literatura como mundo habitable, mucho más amable que la realidad!!!
Hermoso Luchi!!
Bellísimo el relato sin bordes entre la literatura y la realidad.