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ISSN 2684-0626

 

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En mi había una vez…

Por Luciana Ceridono |

Había una vez una tía, un abuelo, un hermano, una mamá, un lapacho amarillo, uno blanco y uno violeta que se veía de lejos.

Había también pantallas; una ecuación, una célula, una proteína una oración y había una cocina y un montón de horas que eran iguales.

Había una persona que era yo, con muchos rulos y poca paciencia.

La vez que Había, tenía un balcón con vistas al cerro, pero la mamá que Había decía que era como ver al mar. 

La mayor parte de las veces que Había no sabía química ni francés.  Tenía ojos grandes para mirar mejor los Había una vez cuando había tía y no lobos ni caminos cortos y largos. 

El que necesitaba orejas grandes era el abuelo que no escuchaba lo suficiente.

Entonces llegó la primavera con los Amarilis del balcón, unas flores mágicas que, si se las mira mucho se marchitan, hay que mirarlas con cuidado, solo como para saber que la primavera ya se instaló. La distancia les hace bien y el cuidado de Madre que abre la puerta para ir a jugar al jardín secreto también.

 Una noche de este Había una vez el hermano preparó los postres de chocolate para que vengan los lapachos. Vinieron; los tres; con los enanos y el leñador, el balcón era una escena de baile y la cocina llena de tazas de té aunque no eran la 5.  Llegaban los príncipes de todos lados a probar zapatos, derrotar hechizos y a besar a las princesas que dormían. 

– ¡Ah no no!- decía la tía

– ¿Cómo? – preguntaba el abuelo porque no escuchaba.

 El hermano vigilaba el almíbar y al leñador que no parecía confiable. La madre danzaba sin preguntarle nada al espejo y en mi Había una vez la fiesta no terminaba porque los relojes habían enloquecido.

 En la cocina, en la bandeja azul de los mariscos vi al sapito glo glo glo.

Había una vez, yo corriendo, tras un sapo verde para besarlo ¿Y si era un príncipe?   

– ¡Ah no no!- decía la tía

El hermano arreglaba la música desconfigurada de la computadora porque todos querían oír cosas distintas. 

Madre cantaba en coro con los lapachos aunque a ellos les gustaba más dibujar colores.

 – ¡Ah no no!- decía la tía mirando el piso encerado.

– ¿Cómo? – preguntaba el abuelito dime tú y las tazas volaban por el living.

El hermano calmaba y negociaba con las amarilis que amenazaban con marchitarse de inmediato y poner fin a la primavera.

 Había una vez, yo buscando mi barbijo. En mi Había una vez salía a la calle, al peligro de los lobos. 

 – ¡Ah no no!- dijeron todos.

 Había una vez el tiempo raro, los relojes locos, los lapachos apurados, En mi había una vez los familiares fueron interrogados. Todos eran sospechosos.

10 respuestas a “En mi había una vez…”

  1. Ana García Guerrero dice:

    Exquisito relato. Impresionante manejo del humor y la ironía. Felicitaciones Luciana!

  2. Silvina dice:

    Wooo Bellisimo!!! Bellísimo relato, cada palabra, cada amor.

  3. Patricia Lemos dice:

    Chiquitina enrulada, inmensa narradora! Emociona tu paleta de palabras!

  4. Alejandra dice:

    Qué hermosura!!!! Bella forma de conjugar imágenes y palabras.

  5. María Sofía Hortt dice:

    Encantador relato, maravillo!!!!

  6. carmenperilli@hotmail.com dice:

    Hermoso Lucisns

  7. LAURA RAFAELA Garcia dice:

    Impecable!!! Del poder de las palabras y el amor x la literatura como mundo habitable, mucho más amable que la realidad!!!

  8. Violeta García Ceridono dice:

    Hermoso Luchi!!

  9. Lucia dice:

    Bellísimo el relato sin bordes entre la literatura y la realidad.

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