Sofía de La Vega
“Me gustar pensar Blancas y Plateadas como una antología de mi primera juventud”
Sofía tiene 25 años, nació en Tucumán, se recibió de Profesora en Letras en la UNT y reside actualmente en Buenos Aires. Es poeta, tallerista, gran lectora y organizadora del Festival Internacional de Literatura Tucumana (FILT). Aquí, algunas ideas sobre el proceso de edición y publicación de su libro de poemas, pero también sobre las literaturas que rescata, que le gustan y que nutren su práctica literaria:
¿Cuánto tiempo de edición te llevó «Blancas y Plateadas»?
La verdad es que podría decir que me tomó mucho tiempo -como poco- la edición de este libro. Blancas y plateadas es un “Frankenstein”, nunca estuvo en mi cabeza el libro, así es como terminó saliendo. Yo quería algo más pequeño, con un sólo tipo de poemas por eso hubo dos o tres libros antes de lo que sería finalmente Blancas y plateadas. Fueron los editores los que me instaron a abarcar los distintos tonos de mi poesía y no quedarme en uno solo, por eso los poemas del libro fueron escritos desde que tenía 19 años más o menos hasta los 24. Me gusta pensarla como una antología de mi primera juventud. En este sentido el proceso de edición fue largo, pero el trabajo de revisarlos y trabajarlos con la editorial sólo fue de algunos meses y quizás un mes con mucha intensidad.
¿Cuáles son las lecturas o insumos que pensás que están gravitando en tu libro?
Hay muchas lecturas por la cantidad de tiempo en el que escribí los poemas, pero podríamos decir que una parte fundamental fue la literatura oriental. Leí mucho a Kawabata y a Mishima, estudié japonés, leía Haikus y sobre todo a Basho. Me abrió todo un mundo nuevo, me gusta la mirada oriental sobre el cuerpo y la naturaleza, me parece que tiene que ver más con lo que yo pienso en mi transitar en el mundo. En este sentido, me inspira la poeta tucumana Inés Aráoz que también tiene estas influencias. Otra lectura que me inspiró es la de textos científicos sobre biología, animales y plantas. Algo que me inquieta y sigo trabajando en otros niveles es la relación del ser humano con los seres vivos, cómo nos vinculamos con otras formas de conciencia y vida. Por ejemplo, leí a Von Uexkull, Haeckel, Rane Willerslev, Agamben, etc.
También siempre presente la literatura contemporánea sobre todo Pablo Katchadjian quien fue mi maestro muchos años y el libro fue un resultado de esos talleres, en gran parte. Poetas como Marina Mariasch, Marie Gouiric, Idea Vilariño, Diana Bellessi, William Carlos Williams, la misma Daiana (Henderson), Roberta Iannamico, Santiago Pintabona, Davis Wapner y otrxs.
¿Qué importancia tiene el tópico de los animales, sobre todo el perro y el zorro para vos y por qué los recuperás en tu poesía?
Un poco ya lo explico más arriba. Mis vínculos afectivos más importantes están en los perros y en la montaña. La montaña es Tucumán, es mi manera de verlo, aunque vivía en medio de la ciudad. La montaña está siempre en mi cabeza, pasé veranos larguísimos ahí y antes que la literatura, mi primer amor fueron los animales y las plantas de ese lugar. Creo que pensar en estos seres vivos nos hace salirnos de nosotrxs mismxs y percibir las cosas de otra manera en relación con el otro.
Los perros son como mi conexión con ese mundo natural. Para mí son nuestro portal a la animalidad, al menos en mí caso que desde muy niña estuve en contacto con ellos. Su nivel de entendimiento hacia el humano y la manera en la que se pueden desdoblar entre lo domesticado y lo salvaje me mantiene atenta porque creo que tiene que ver mucho con lo que hoy somos. Uno de mis deseos más profundos es poder desprenderme de lo material y accesorio, y llegar a un nuevo lugar a través de la relación con la naturaleza, pero me falta bastante para eso.
La muerte de mi perra, un motivo fuerte del libro, trasciende en mi caso la mera anécdota de la pérdida de ese ser querido que es para mí un animal. Tiene que ver con repensar el afecto humano-humano, humano-animal como en diferentes estadios y pensar en qué niveles de la conciencia estamos unidos a los animales. Luna fue mi compañera casi por 17 años, ¿cómo no iba a escribir sobre ella y nuestro amor?
¿Cuáles son las tradiciones/formas poéticas que más te interesan y cuáles te parecen prescindibles?
Me interesan las formas poéticas vinculadas al juego y a una mirada casi infantil por eso disfruto mucho de David Wapner, Roberta Iannamico, Lewis Carrol, Edward Lear, Laura Wittner, Pablo Katchadjian. Por otro lado, la poesía norteamericana tiene un gran atractivo para mí, me gusta su fuerza y su centro en las imágenes, ya dije, pero me interesa WCW, la escuela de Nueva York como O Hara o Keneth Koch, las poetas confesionalistas como Sylvia Plath, Anne Sexton y Sharon Olds. Si me dijeran qué poesía es la que seguiría toda mi vida es la de José Watanabe, su trabajo entre su “yo”, la reflexión y la mirada al mundo con palabras tan coloquiales y modernas me parecen una de las cosas más perfectas que leí.
Por otro lado, prescindo mucho de la poesía del “internet”, no me interesa una poesía con fecha de caducidad donde abundan marcas como Google, Twitter, Netflix porque creo que es hasta hacerles un juego al mercado. En un momento escribía en esos términos y después me di cuenta de que es algo que no entra en mis búsquedas.
Me gusta la poesía del “yo” pero no creo tampoco que todo lo que sea “yo” es poesía, tiene que haber un trabajo en el lenguaje para que un poema sea un poema y no una carta o un mensaje de texto.
¿Tenés una disciplina para escribir o lo hacés en el resto del tiempo que «te queda»? ¿Editás mucho tu material o los textos se resuelven en la primera sentada?
No tengo disciplina, pero trato de darme una hora al día para escribir. En realidad, estoy todo el día pensando qué es lo que quisiera escribir porque trato de no pensarlo cuando me siento a hacerlo. Suena a trabalenguas, pero siento que sino los textos se empastan de pensamiento. En mi caso casi nunca la poesía cae por inspiración, sino que quizás escribo una frase que se vuelve verso, la modifico y lo voy engordando y pensando un poco día a día. A veces los poemas también vienen solos de una, es lo más lindo.
Corrijo mis poemas siempre, pero porque soy de ir a talleres o les paso a mis amigos. Creo que la poesía es una instancia social o como decía Hebe la literatura sirve para comunicar, entonces si el otro me dice su opinión la valoro mucho porque es mi interlocutor.
¿Pensás que los talleres de lectura y escritura forjan escritores?
Retomo lo de arriba: me parecen fundamentales los talleres de lectura y escritura. Obvio no funcionan solos, tiene que haber un trabajo en solitario con el texto y de lecturas personales. Soy una convencida de que leer es lo más importante para escribir. Pero los talleres ayudan y mucho: escuchás cosas que nunca habías pensado y hablás, dialogás con otro que a veces ni conocés, creo que es lo más hermoso. Yo aprendí muchísimo y fui a talleres de todo tipo, también doy talleres y me encanta ver cómo los escritores van jugando con los materiales que hay a la mano. No creo en la literatura como algo individual y en silencio.
*Imágen: Blancas y plateadas de Sofía de La Vega, Neutrinos, 2018.
Hábitat natural
Hace días llueve y sale el sol
como un ciclo cósmico imparable.
Salgo a comprar lechuga y tomate
tengo carne y hamburguesas.
Alrededor la fauna se expande y con un sonido imperceptible
todo comienza a crecer,
la reproducción en pleno centro de la ciudad.
Piso lo que me bordea
y se mete en mi camino.
Soy una de las zorritas que estropean las uvas,
restos violetas y rojos en mi boca
blanca después de comerlas
avanzo porque la ebullición sigue.
La gente está de ojotas y su piel es verde,
animales de otro corral.
Caminan con la mirada hacia abajo
y cruzan mal la calle a pesar de que hay muchos autos.
Cada vez que llego a la verdulería miro al costado
esperando ver tus pies por debajo de la cortina de plástico.
Tus piernas son macizas y fuertes, aparentan una vida deportiva.
Soy una de las zorritas que estropean las uvas,
melosa huelo tu pelo en mi mente
y llego a casa.
De Blancas y Plateadas, p. 49 Editorial Neutrinos

Priscilla Hill nació en Tucumán en 1991. Es Profesora en Letras por la UNT y editora en La Cimarrona Ediciones, editorial independiente y autogestiva que vio la luz en junio de 2017. Es becaria doctoral de CONICET e investiga los cruces entre las literaturas emergentes de Tucumán y las matrices de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en espacios educativos de la provincia. Es docente en la Escuela Agricultura y Sacarotecnia de la UNT.
Escribió algunos cuentos cortos y muchos poemas en antologías, ideadas por editores y gestores culturales de Tucumán. Su único libro publicado hasta ahora es ‘Mamá, ¿qué es el miedo?’ (Gato Gordo, 2018) y consiste en tres cuentos breves. Este año saldrá ‘Dárselas con la noche’, un libro de poesía que la hizo padecer y dilatar varios años su publicación. La edición estuvo a cargo de Damián López, de El Andamio Ediciones, editorial sanjuanina que la contactó porque alguien compartió un poema suyo en Facebook.
Usa las redes de manera compulsiva y reniega, en vano, de su condición de millenial. Le gusta el terror en todas sus variantes, como si no bastara con la vida.
Tiene un superpoder muy molesto: pierde colectivos, siempre.