Por Liliana Massara |
La gente que construye templos ha olvidado el lugar del templo original
Ary Malaver
Comenzaré contándoles la experiencia vital de mi lectura de este libro, Espejos, (2022). Radicalmente llama mi atención cuando leo en letra de molde “normal” una serie continuada de líneas con la gráfica de un poema extenso; allí no hay prosa, allí los versos parecen estar atados en una continuidad que no guarda coherencia, como un resultado extraño que no podía definir en principio, o bien, definía por negación a ciertos conceptos: no son versos, no es prosa, no es microrrelato, no son microficciones: ¿entonces de qué se trata este espacio que marca el principio de un continum?
En consecuencia, se me ocurre volver al título, Espejos, y a unir el principio del libro con el final donde está el índice que reitera, ya en letra cursiva el orden que está al comienzo; una cara del espejo se mira en la otra cara, parecen, pero no son iguales. La reacción fue pensar en un juego, un juego de espejos donde los títulos coinciden pero las letras cambian de grafía, de lo cual, deviene un modo de mirarnos en un espejo que puede no devolvernos una imagen exacta, dado que ese cuerpo con superficie lisa que refleja la luz que recibe y luego rebota y se desvía, permite ver/ vernos en imágenes aparentemente claras, donde la subjetividad (compleja) puede alterarlas. En los espejos observamos o tal vez inspeccionamos nuestros rostros, nuestras figuras en movimiento, pero de modo inverso; además hay muchas formas de espejos, los planos que no distorsionan, o los curvos que sí distorsionan las imágenes.
Con esta explicación un tanto metafórica del procedimiento Malaver, pretendo transmitir que el libro desde su inicio es un tanto insólito o irreverente en cuanto a su organización y propuesta escrituraria: un juego de espejos que encierra la materia que los constituye, que los atraviesa, que está en su interior y que el lector tiene que descifrar. Pero, aún más; las páginas están organizadas desde una especie de notas al pie, dejando la parte superior en blanco. Y la nueva pregunta es ¿por qué ese vacío? Si la nota al pie funciona como una especie de referencia, aclaración, información, precisión, suma de otras citas, o tal vez, persuasión sobre algún tema determinado a partir de algo ya escrito en la página, esas notas al pie deberían tener relación con la parte superior del texto, pero aquí no habría relación posible dado que hay un vacío, un blanco que no tiene marcas de ningún tipo.
En tanto lectora pienso en el lector y en el autor, insistiendo en la idea de juegos de lectura que me recuerdan a una “Nota sobre (hacia) Bernard Shaw” (1951) donde Borges escribió lo siguiente: “Una literatura difiere de otra, ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída: si me fuera otorgado leer cualquier página actual- ésta por ejemplo- como la leerán en el año dos mil, yo sabría cómo será la literatura del año dos mil”
Es tal vez una interpelación o un desafío que hace Borges al lector, una actitud desafiante para provocar la lectura, y con esta cita me atrevo a decir que Ary Malaver anda por los caminos de un texto de estructura y contenido experimental, mediante el desafío, no sólo por su hibridez genérica, sino porque impulsa, con la nota al pie a establecer una relación con lo otro, con lo no dicho, con lo vacío que sostiene cada página. Ese juego tiene alguna finalidad que apunta al principio de interpretación, o sea, cómo lee el otro, cómo se llenan esos vacíos a partir de la nota al pie, lo que induce a la diversidad de sentidos que ellas pudieran generar para llenar /completar las superficies en blanco.
Mi hipótesis de lectura consiste en pensar que el autor pretende que el lector vaya más allá de la descripción y llegue a captar una serie de sentidos; de hecho, los sentidos pueden ser múltiples. De allí su juego, que es precisamente salirse de los límites de la descripción, la que valoro porque ayuda a la interpretación, y fundamento con un texto que el propio Ary Malaver ubica entre sus páginas como una especie de guía al lector: “Que sea un juego este descifrar. Pero ya te digo: la polisemia es una de las bases de este juego” (84) y más adelante dice: “Lees ahora buscándome con ilusión, ¿o es apatía?”. (87) El lector no debe ser impasible, tiene que estar motivado e interesado dado que entre los objetivos de este libro, la lectura está entendida como un trabajo o tarea a realizar. (¿Un lector a lo Borges?)
A partir de esta introducción, he pensado en la comunidad de “gatos inteligentes” con la que el autor abre la cadena disímil de textos, puede aludir a la “comunidad de lectores” pues los gatos, dice, son casi humanos, son una especie de conciencia que opera en sus escritos y un lector formado puede operar en los sentidos del texto de un escritor, hasta en el modos operandi del propio autor.
Hice una selección pues hay mucho para decir de un texto experimental, con una geografía variada, donde aparecen greguerías, aforismos como el caso del texto de Kang Sie: “la sombrilla modesta da abundante sombra. La mujer segura sabe estar sola y completa”, o el refrán en versos: “Aquello que intuyes / si no haces, huye”, o cartas, micro ensayos, fragmentos históricos, textos informativos, poemas en prosa, entradas de diccionarios, formatos enciclopédicos, algunos textos de apariencia real pero que en realidad son ficciones o textos apócrifos.
He observado el tratamiento del tiempo en esta obra, esa cuestión del futuro detrás porque no se lo ve y el pasado delante porque ya lo conocemos. Esta exploración temporal desarma el pensar común sobre el tiempo y propone otras invenciones, que nos hacen dudar de nuestro conocimiento sobre el tiempo, nos presenta otras probabilidades de combinación que la ficción le permite. Esta contemporaneidad nos condujo en literatura a trastocar el orden temporal, no solo en el modo de relatar sino en la idea del fluir temporal inverso que se ve en autores como Borges, Bioy Casares, entre otros, intercalando juegos, entre las formas vigentes, sorprendiéndonos en el modo de construir y conceptualizar el tiempo que solo nos brinda incertezas.
1-En Espejos se construye un mapa temporal del que mencionaré algunos trayectos como cuando el narrador apela a la época arcaica, a Safo de Lebos, poetisa griega haciendo referencia a lo que fue el último matriarcado, a la madre de la fertilidad, Gea y a la del parto fácil, Rea cuando en el mundo actual la era del feminismo y el nuevo posicionamiento de la mujer está erosionando muchos conceptos, pero resulta que la cultura del patriarcado no permitió que el potencial femenino salga a la luz como sí está sucediendo en la actualidad en la que los mandatos culturales están en vías de transformación. O bien, cuando alude a la Partenogénesis (del griego creación) que en el área científica correspondería relativamente a la actual fertilización de las mujeres, con la diferencia de que este narrador se refiere al óvulo no fecundado, o bien, a las amazonas que creaban por partenogénesis, y uno de los posibles sentidos es la relación con eso otro que no aparece en el texto central pero que a partir de la nota al pie, podría referir a la fertilización asistida en la actualidad, con lo cual pareciera decirnos que el futuro ya sucedió, que todo esto ya estuvo llevándose a la práctica de alguna manera.
Alude a otros textos del mundo griego como “Quinto de Esmirra, poeta épico griego de los siglos III y IV con el propósito de seguir con el ciclo de la poesía Troyana, o Estrabón, geógrafo e historiador griego. El enclave del mundo antiguo se podría relacionar con la contemporaneidad, relación atravesada por lo espiritual/racional donde entreteje los hábitos sexuales de la antigüedad, el hermafroditismo, la sexualidad, con secuencias que construye remitiéndose a la lengua aimara, en el que el término luna es killa, y a través de ella hace referencia a sus dos lados: cuál mujer y cuál varón.
Hay una revalorización del mundo griego y de su sabiduría, hay un estado de admiración a la mitología no solo griega, sino que también apela a la mitología china, al relato de los orígenes de “los 8 inmortales”, deidades que practicaron la alquimia, y otras técnicas para adquirir la inmortalidad. La prolongación extrema de la vida también es futuro, estuvo sucediendo en otros tiempos, como ahora sucede también en los procesos de búsqueda de la ciencia actual: la prolongación extrema de la vida en el presente acaso no busca la inmortalidad? Antigüedad y contemporaneidad mirándose en espejos.
2- Plantea otras visiones de la génesis de Jesús, una nueva tesis. ¿Otra ficción de Malaver? Y parece, simultáneamente, tan real como ancestral, aún, apelando a una raíz antiquísima; así como cuando desorienta con nuevas versiones de biografías religiosas como la de la niñez de María.
Un libro Extraño, fronterizo, que tiene un campo intelectual amplísimo, donde ingresan textos en inglés, textos cinematográficos como el caso de la alusión a Philipe Dubois, teórico de cine en donde el texto abre con la idea de los duendes: la “gente pequeña” y remite a la película “Sin fin” que si se recuerda, consiste en un viaje en el tiempo de un personaje para modificar el último día que pasó con su amada, pero a página siguiente, menciona a esos “peques” que perturban vidas humanas; lo hace a través del dominio de la electrónica, en el presente de los tiempos; se remite a contraseñas de celulares y computadoras. En una serie continuada, esos “peques” irrumpen provocando fallas en el sistema, planteando distintas posibilidades; genera un tipo de humor irónico al identificarnos con un proceso en donde se reniega por lidiar con nuestras prácticas electrónicas: “Con el fin de exasperar y debilitar el ánimo humano” (51) como una manera de espejos contrapuestos pero relacionados.
Otras formas son las noticias, las reseñas informativas, las de tipo científico/literarias, etc. Estas formas diversas me conducen a establecer relaciones o ciertas cercanías con el concepto de las “máquinas ficcionales”, a los artefactos literarios como procesos creativos a los que remiten ciertas teorías de Ricardo Piglia, porque Espejos de Ary Malaver, y ya, a manera de conclusión, se construye mediante una formación enciclopedista que se advierte en la multiplicidad de textos que navegan su obra, en la aparición, entre otros, de intertextos, como la novela Las Olas de Virginia Woolf, su obra por excelencia que refiere a los enigmas y abismos de la vida humana; monólogos en prosa poética que remiten a la implacabilidad del tiempo pero en el marco de la imagen fotográfica a la que remite Espejos, le sede a la protagonista determinado poder y se unen dos tiempos donde la mujer, ayer y hoy recomponen su lugar en el mundo. (79)
Esto para demostrar que Espejos posee una diversidad sin límites temáticos, desborda e hibridiza géneros. Espejos, una poética del desborde, porque todo sugiere la inmensidad del mundo, en espacio y tiempos, con “atareados espejos que multiplican” dice el narrador de Borges en “La biblioteca de Babel”, y en esta idea, creo, Ary, adhiere gran parte de su discurso, al pensar en la duplicación de los espejos, por ello, tal vez, la propuesta de una estructura de doble índice con grafía diferente, donde todo se contamina de futuro y de pasado pero también se contamina por la lectura y la escritura. Al hablar de “contaminar” ´pienso a la escritura desde un lugar pigliano pues acuerdo con su teoría crítica de que el lugar de la literatura proviene del “saqueo y de la apropiación”, lugar que fusiona la relación lectura/escritura, que en el caso de Malaver, deviene sustanciosa, hasta excéntrica en algún momento, generando en el espacio narrado una tensión entrópica, una erosión de prácticas y tiempos culturales como un desequilibrio que irrumpe en el orden mediante una logística del desorden, en la que el lector tiene que trabajar como un equilibrista a fin de conseguir vías posibles de interpretación.
Espejos, cercano a un libro de bitácoras, son especie de figuras especulares que se convierten en otros sujetos a partir de lo que refracta el narrador desde las notas al pie.
Texto de “excursión intelectual” que nos conduce a considerar la imposibilidad de reconocer bordes o límites precisos en el género de la microficción pues se presenta como un pluriverso discursivo situado en las fronteras del género y en la reversibilidad posible del acto de leer y de escribir, que me recuerda a una reflexión de Piglia en El último lector: “El arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo”
Este texto se lee en sus trazos, en su trozos, fragmentos que parecen no tener unidad de sentido, porque Espejos altera el “orden del mundo” a través de un intelecto desafiante, de un “puro lector” en efervescencia que apela a sus conocimientos, a sus lecturas múltiples, mediante un trabajo literario ingenioso. Su propuesta escrituraria, además de incitar al juego, sabe y logra provocar.
Ary Malaver, nacido en Perú, es docente universitario y escritor, Dr. en Estudios Hispánicos. Anteriormente anduvo por otros caminos, otras disciplinas como la educación, la psicología y el trabajo social. Entre sus libros cuenta con La brevedad como poética (2019), Incidentes (2019).
Profesora y Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Tucumán. Fue: Prof. Titular en las Cátedras de Literatura Argentina I y Literatura Argentina del NOA, Facultad de Filosofía y Letras. UNT; Directora del Instituto Interdisciplinario de Literaturas Argentina y Comparadas (IILAC); Miembro del Consejo Editor del Departamento de Publicaciones en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Es Miembro de la Red Interuniversitaria de Literaturas de la Argentina, (RELA). Ha dirigido la serie Narrar la Argentina. Es Directora de la revista digital Confabulaciones, en la UNT. Colabora en la Página Literaria de La Gaceta. Entre sus publicaciones, un ensayo crítico Escrituras del yo en color sepia, (2015). Participó de varias antologías de microrrelatos, Cuadernos de Penélope (2021) es su publicación en el género de la microficción.