“Me gusta pensarme como una escritora que no está atada a nada, que naufragó, pero nada cerca del barco asida a una madera, corriendo el riesgo de ser comida por los tiburones”
Por Diego Puig |
Escribo: “La Papa entrevista a la genial y divertida Camila Sosa Villada para hablar de su obra y su lugar en el glorioso presente de las letras argentinas.” Jajaja. Me pregunto: ¿se va a reír si lee esto? Mucho del encuentro semiepistolar con ella se resume en risas, varios “no sé” antes de desplegar una frontalidad incisiva en la gama de la frescura y, sobre todo, de la belleza.
Al leer sus respuestas, vuelvo a pensar en cómo la comunicación cotidiana, con sus palabras cuadradas pero eficientes, limita el encuentro, el entendimiento profundo en favor de lo pragmático. Al descubrir poesía en sus respuestas, en la plasticidad del lenguaje, de su lenguaje, la escritora que nació y creció en La Falda, Córdoba, empuja los límites de los sentidos.
Camila responde con la lírica que aletea en sus textos: La novia de Sandro, El viaje inútil, la multipremiada y celebrada Las Malas, donde escribe: “Un día vamos todas a tomar sol a la Isla de los Patos, en Alberdi. Vamos en minifalda y musculosas muy cortas, o directamente en corpiño, atrevidas. Nos tiramos en el pasto y nos untamos Coca-Cola por todo el cuerpo para broncearnos mejor. Estamos cubiertas de azúcar y vienen las abejas. Somos las flores de la Isla de los Patos.” Esta imagen –¿de la felicidad? ¿del orgullo? ¿travesti?– me acompaña desde que leí la novela.
Para mi enorme y maravillada sorpresa: encuentro la misma belleza en sus respuestas.
¿Qué es lo que todavía no se ha dicho de la escritora Camila Sosa Villada? ¿O qué no se ha dicho lo suficiente? ¿Cómo te gusta pensarte como escritora?
Me gusta pensarme desprendida pero cerca. Algo así como el rumor de la ciudad que siempre está pero es imposible de determinar su fuente. Bueno, algo así, una escritora que no está atada a nada, que naufragó, pero nada cerca del barco asida a una madera, a un salvavidas, a lo que sea. Pero no en el barco, si no corriendo el riesgo de ser comida por los tiburones. No creo que se tenga que decir nada, por otro lado. Todo lo que se dice es una carga para mí. Lo bueno y lo malo. Un peso terrible que hablen de una, cuando a una lo que le gusta es hablar de los demás.
¿Qué es lo que falta o más escasea en la literatura argentina actual y qué sobra?
Sobra clasismo, machismo, complejo de inferioridad, alcohol, autoindulgencia, sobra la envidia, la ignorancia sobre el sufrimiento del otro, sobran saberes enmohecidos y falta ternura, claro, falta que los que escriben cojan. Falta esa revelación sobre la pérdida, lo divino que es perderlo todo y quedar desnuda para hacer lenguaje.
¿Quedan tabúes por escribirse y narrarse en la literatura argentina actual? ¿Alguno que te gustaría atacar (¡para el deleite de tus lectores, además!)?
Jajajajajajajaa, queda escribir la amenaza de los nombres de todos nuestros amantes. Los casados, los políticos, los actores, los que nos pidieron silencio, los que nos trataron mal, los que nos usaron y consideraron que estábamos subordinadas a ellos por ser travestis. Los que todavía tienen una vidita que proteger.
¿Cómo trabajás tu estilo cuando escribís?
Bueno… no sé, hablo mucho, me gusta conversar. Y el animal de la conversación va tomando gestos, enfermedades, bacterias del animal de la conversación de otro. Así mezclo semillas y dejo que mi lenguaje se modifique, se contagie de otros. Mientras más se multiplican esos gestos, más camaleónico, resbaladizo o innombrable se torna. Así da gusto escribir porque si no me aburro. Luego corrijo, confío mucho en eso. La corrección es el texto, decía Juarroz.
¿Cuáles son las preguntas más tontas, las más ofensivas o incómodas que te hicieron? ¿Y una pregunta que todavía estés tratando de contestar?
Ay no, no las repito. Pero tampoco han hecho alguna pregunta que me desvele, eso hay que decirlo también. Por lo general, es como estar en el día de la marmota de las preguntas repetidas durante dos largos años de muchas muchas entrevistas al día.
¿De qué manera Córdoba, pero la geografía en general, pertenecer a un lugar específico, moldea o juega un rol en tu escritura?
Bueno, es la belleza. Es haberse criado en lugares donde el río estaba cerca y también los animales peligrosos, la costumbre de los hombres en esos pueblos, la lejanía y la precariedad de la vida. La pared de piedra que eran las sierras. Y el río, no puedo explicarlo. Vivir cerca del agua.
¿Cómo creés que influye en tu escritura, o la marca, el hecho de ser actriz, cantante, dramaturga?
No sé qué influye a qué. Pero es la importancia de la palabra hablada, del vicio de la charla, de contar cuento. Esa oralidad es la que influencia todo.
¿Cuál es el peor consejo que te dieron o que diste para escribir bien? ¿El mejor?
Nunca me dieron consejos. Pero sí me editó Liliana Viola que es brava y se aprende a escribir con ella. El mejor consejo lo dio Marguerite Duras en Yann Andrea: “No existe libro alegre sin indecencia”.
¿A qué escritorxs del interior te da mucho placer leer y recomendarías? ¿Qué encontrás en sus libros o textos que no encuentres en otros?
A Franco Rivero, muchísimo, gran poeta. Tal vez el mejor de este presente. Además tengo la suerte de quererlo mucho y conocerlo por compartir algunos momentos con él. Pienso que es un Buda de la Mesopotamia. Su poesía es sencilla, elegante, frágil, no lo sé, una lo lee y tiene la sensación de que el papel se quiebra en las manos. También a Laura García del Castaño, otra gran poeta cordobesa, filosa, cruel, me deja hecha pelota después de leerla. También a la Selva Almada. Ladrilleros es una de las mejores novelas escritas en este país.
¿Sentís que tu obra y tu proyecto narrativo pertenece a alguna tradición literaria argentina o cordobesa particular, a una generación? ¿Cómo pensás o sentís tu lugar en esa especie de entelequia que puede ser la “literatura argentina”?
No… creo que estoy bailando por fuera de la entelequia. Sigo siendo travesti, ya ves. Siempre no se pertenece. Es imposible estar dentro, aun con la aceptación o los derechos, es imposible. Pero los veo, los escucho y me escuchan. No sé si quiero entrar tampoco. Estoy bien así, entre paria, fracasada y con mucho estilo.
¿Existe una relación, y si la hay cuál es, entre tu personaje en las redes sociales y tu escritura? ¿Hay algo de la imagen pública de autora que informa o influye de manera significativa en tu escritura y en tu proyecto narrativo?
El tema es que yo disfruto mucho de la internet. Pagaba fortunas en los cibers, para chatear, hurgar en la web, ver videos musicales, bajar películas, etc. Entiendo de otra manera esto de las redes. No es tan importante en tanto el diálogo como la expresión, son como gritos que una da, no para que sean respondidos o escuchar su eco, sino por gritar y ya. No sé. No pensaría jamás en esto por mi cuenta. Se podría pensar que la vida está en relación con la escritura e internet forma parte de mi vida. Puedo vivir sin hombres pero no sin internet ¿Se entiende? Es como preguntar sobre el clima y la escritura, el sexo y la escritura.
¿Qué es lo próximo que vas a publicar? En tu fantasía más loca, ¿qué o sobre qué te gustaría escribir que todavía no lo hayas hecho y que quizá ni siquiera vayas a hacerlo o por lo menos no todavía?
Otro consejo de la Duras: Si una supiera sobre qué va a escribir, no escribiría nunca.
¿Hay alguna particularidad en el hecho de ser una mujer trans o travesti en Argentina en relación a lo que ves o percibís en otros países, para bien y/o para mal?
En Argentina estamos mejor, en algunas ciudades de Argentina. De todos modos, es como una paz armada.
En términos de la percepción de les otres, la prensa, les referentes del circuito cultural, ¿Cuál es la mentira más grande o la idea equivocada más común sobre vos que nunca te importó cambiar?
Ajajjajajajajajaja ay no sé. No creo saber de ninguna mentira. Todas las cosas malas que se dicen son ciertas.
Hay quienes dicen que uno escribe para que lo quieran y el amor figura de una manera central en tu obra, ¿cómo cambió la literatura, si es que lo hizo, tu lugar afectivo en el mundo, a tus vínculos más cercanos, tus relaciones afectivas y amorosas?
Pienso en ese poema de Juarroz, Un amor más allá del amor por encima de los ritos del vínculo… un amor para estar cerca o para no estarlo… Pienso en El amante y esa
frase: “Volvemos al apartamento. Somos amantes, no podemos dejar de amarnos”. No
lo sé, una lee cosas que muestran otros modos de querer y sale de sí misma.
Camila Sosa Villada nació en 1982 en La Falda, Córdoba. Estudió Comunicación Social y Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue prostituta, mucama por horas y vendedora ambulante. Estrenó su primer unipersonal, Carnes tolendas, retrato escénico de un travesti en 2009. Protagonizó la película Mia en 2011. Desde entonces, hizo televisión, más teatro y publicó La novia de Sandro, El viaje inútil, Las Malas y Tesis sobre una domesticación. Ganó en 2020 el premio Sor Juana Inés de la Cruz, que otorga la Feria Internacional del libro de Guadalajara. Vive en Córdoba y en las redes sociales cuenta los avatares de su relación con “el tóxico
Nació en Tucumán en 1982, pero se siente más o menos tucumano porque vivió gran parte de su vida fuera de la provincia. Es autor de la novelas Nadar sin luz (Ed. Milena Caserola, 2013) e It girl (Gerania Editora, 2020) y de los libros de cuentos Vírgenes infinitas (Ed. Mulita, 2018) y El problema de la luz (Gerania Editora, 2022). Actualmente sus escritores favoritos incluyen a Jhumpa Lahiri, John Cheever, Federico Falco, María Gainza, Rafael Pinedo, Hebe Uhart, Fogwill, Mavis Gallant, Lucia Berlin y Magalí Etchebarne. Dicta talleres de escritura y de lectura (con ¿excesivo? entusiasmo) online.
Hermosa entrevista, divertidxs y ligerxs amvxs
Llena de creatividad y de hermosura!