Por Pablo Donzelli |
En este abril tucumano se destacó como evento literario el concurso “Creando en casa” organizado por el Ente Cultural de Tucumán y el diario La Gaceta. Consistió en enviar cuentos de hasta dos páginas entre los días 4 y 19 de abril que finalicen con la frase Quedate en casa. En esos días y hasta el 22 la gente suscripta al diario podía votar una vez por día su preferido, o su más querido. Recién después, los diez más votados quedarían a criterio de expertos quienes elegirían un cuento ganador que se llevaría 15 mil pesos en el caso de la categoría mayores, 10 mil pesos en juveniles y 5000 pesos en infantiles. Al cuento había que hacerlo rápido, cada día de corrección significaban muchos votos perdidos.
Considerando que: tendría que insistir a todos mis contactos que voten por mi cuento; que no estaba suscripto a La Gaceta; que no me parecía un concurso literario; y que hace tiempo que no escribo un cuento que termine en quedate en casa, es que decidí seguir con mi cuarentena en paz.
Parece ser que las cuarentenas te hacen cambiar de opinión más de lo habitual. Resulta que a mitad de los días transcurridos del concurso me levanto un día con ganas de participar. Me siento en la computadora, realizo mi cuento y previa suscripción, lo mando. Y me voto.
Sabía que no tenía chances de ganar con tanto tiempo perdido, ya varios contactos del Facebook hacían campaña por sus cuentos. Además, no me iba a animar a realizar semejante cruzada. Le avisé a mi familia que es incondicional y a un grupo de wasap de los que nos juntábamos los miércoles a jugar al fútbol. Con mis votos y los de ellos llegué a un digno 60. Los ganadores superaron los 1000 votos.
¿Qué me llevó a participar? Primero la fantasía de que, aunque esté entre tantos cuentos, el mío sea descubierto por una editorial europea y de allí no se detengan los éxitos hasta el Nobel. También, algo un poco menos ambicioso, que algunas personas lo lean y les guste.
Volviendo al concurso, tenemos dos competencias: La primera es de gestión y de popularidad. De esta instancia quedaron diez cuentos. No necesariamente los mejores cuentos. También es importante aclarar que no necesariamente los mejores cuentistas participaron del concurso. Y se hace necesario decirlo porque por muchos años nos machacaron el cerebro con la frase “es verdad, lo dice La Gaceta” con seguras consecuencias en nuestra subjetividad. Actualmente La Gaceta no está cumpliendo el rol de legitimar lo que se escribe en Tucumán. Lo supo hacer hace tiempo con el Suplemento Literario. Ojalá siguiera sucediendo así, sería útil para fortalecer el campo literario, pero hace años que ya no pasa.
Dicho esto, me saco el sombrero por los participantes que se esmeraron y pusieron todo su esfuerzo en un juego con las reglas claras: un voto, un punto.
Celebro que muchísimas personas produjeran cuentos. Muy acertado promover el concurso en niños y adolescentes. Participaron escritores con oficio y quizás también alguien que recién empieza y que de alguna manera esta oportunidad sea un puntapié inicial para una larga carrera. Todo esto es positivo.
Ganaron diez cuentos de cada categoría y estos sí quedaron al criterio de un jurado compuesto por Horacio Elsinger, Adriana Lucero, Paula Barbarán y Guillermo Monti. Los ganadores fueron: en mayores Fernando Pérez con La negrita piojosa, María González Figueroa en juveniles con El sueño y Felicitas Medina en infantiles con el cuento Patines mágicos.
Un concurso novedoso en cuanto a la narrativa con reminiscencias a Operación Triunfo. Como en la actualidad prácticamente no hay concursos literarios con estricto seudónimo en Tucumán, me gustaría que se repitiera.
Por último, dije que me inscribí en el concurso con la esperanza de que algunas personas lo lean y les guste. Bueno, señor lector, si usted leyó el título de esta columna también leyó el breve cuento que presenté en el concurso. Que le guste ya es decisión suya.
1974, Santiago del Estero. Fundó y dirigió la revista Trompetas Completas (2004- 2015). Publicó Hemisferio Izquierdo (1999), Los Perfectores (2003), La Sonrisa que Pintó Leonardo (2007), Jugo (2015) y El Diario de Pablo (2018). Participó en el libro de cuentos 5 x 5 (2016).