Por Andrea Nofal |
De un día para otro y sin previo aviso, quedamos confinados. Con un afuera amenazante, una simultaneidad de espacios en el interior de nuestras casas y el tiempo también fuera de sus coordenadas habituales, tuvimos que sacar recursos de la galera para seguir sosteniendo las escenas cotidianas. Perdimos los pequeños guiones que cada día dan cierta sensación de pertenencia y estabilidad a nuestra vida. A cada uno, la pandemia vino a cortarle un proyecto, a aguarle alguna fiesta, y también están los que por distintos motivos rápidamente se acomodaron muy bien a las medidas de aislamiento y distanciamiento. ¿Quién hubiese imaginado, que un virus minúsculo e invisible trastoque nuestra vida cotidiana y la del mundo entero?
Prohibida la actividad teatral, algunos anuncian su agonía, su muerte y al mismo tiempo surgen distintos “vivos” que intentan salvar al muerto, recuperando la fugacidad que le es propia. El tema se pone en el centro de la escena, se debate y escriben numerosos artículos sobre las relaciones y tensiones entre el convivio teatral y el tecnovivio.
Las salas de teatro activan programaciones de obras filmadas, y surgen nuevas modalidades como gorra virtual, clases on line de actuación, dramaturgia, asistencia y crítica, también como un modo de asegurar la subsistencia de lxs teatrerxs en el marco de una emergencia cultural.
Coincido con la idea del teatro como tensión irrepetible, presencia de los cuerpos en un aquí y ahora. Ritual, íntimo y colectivo cuyo territorio va más allá de las salas de teatro, expandiéndose al espacio público porque ha tomado las calles y las instituciones. Prefiero hablar de una “muerte provisoria”, nombrarla como suspensión o paréntesis, porque da lugar a la idea de lo posible, y plantear “un mientras tanto”, un “hasta que”.
El teatro, jamás será anticuado o inadecuado a las circunstancias. Prohibido aquí, reaparecerá en otra escena metamorfoseado. Negado el encuentro entre los cuerpos, aparecerá evocado en ausencia, transgresor, indomesticable.
En esta línea me convocaron mucho las Perfodemias, propuestas por el grupo de teatro Manojo de Calle, en este contexto de pandemia. Se trata de una obra/acción colectiva que nace de la pulsión por actuar. Un laboratorio de actuación, un crear juntos en la distancia y una investigación sobre la creación de espacio, el ensayo, el cuerpo en su fragmentación y la recuperación de algunos personajes entre otras temáticas. Lxs performers se miran, y coordinan colectivamente a través de la pantalla, haciendo del aislamiento una red invisible que conecta a varios artistas en distintos puntos del país.
Estas producciones, a mi modo de ver, ponen en juego y en su máxima expresión el acto de recortar del artista, con la mediación del uso del celular y sin edición, aunque sabemos que la subjetividad siempre hace de las suyas. “Hay una presencialidad del cuerpo- dice Verónica Perez Luna- que la cámara pretende registrar en un intento de no perderlo, en un momento donde este es acechado por la enfermedad.” Lxs performers arman una ficción a puertas cerradas, resignificando el espacio privado/doméstico y habitando en un segundo tiempo las redes sociales, totalmente exceptuadas de la cuarentena. Entonces el espacio hogareño estalla, rompe sus límites, para crear otros espacios ligados a lo imaginativo, creativo y lúdico. Licuadoras, mandarinas, gatos, niños, espejos, ventanas, bañaderas, balcones… se recortan y se dan a ver, agujereando y habitando el encierro desde distintos puntos de vista. Entonces hay algo para hacer, ensayar, investigar con estas circunstancias que por momentos nos desquician.
Miro una y otra vez las Perfodemias, me capturan, me sacan por un momento de la contabilización de enfermos y muertos, de los decretos, la crisis económica, y de la preocupación por la vida que no termina de recuperar sus coordenadas. Me impactan en el cuerpo, me hacen extrañar aún más el teatro y me contactan con ese impulso creador. Dice Jorge Dubatti ( 2015) que a mayor extensión de la experiencia tecnovivial, mayor necesidad de experiencia convivial. La situación tecnovivial implica una organización de la experiencia determinada por el formato tecnológico. El teatro, en cambio, se parece más a los asados, a las fiestas de casamiento, los partidos de fútbol vividos en la cancha junto a la hinchada, los técnicos y los jugadores, al encuentro físico de los amantes, es decir a todos los acontecimientos que no se pueden realizar sin reunión territorial de cuerpo presente.
Escenas todas de cuerpos encendidos, cercanos, festivos y hoy de “alto riesgo”. Sonrío al pensar que el teatro se ubica tan bien en una lista junto a los asados tan nuestros, a las fiestas y partidos de fútbol. Imagino la hinchada detenida, contenida, lista para seguir cantando. Escucho historias de amantes separados por las medidas de aislamiento, y sus estrategias para sobrellevar la imposibilidad de encontrarse. Así estamos quizás con el teatro, inventando sobre la ausencia, para poblarla.
Siento un contagio interior, y a los pocos días descubro que ya están en las redes los “contagiados de Perfodemia” Me alivio al darme cuenta, que no sólo podemos contagiarnos de un virus que nos recorta la vida y nos amenaza.
Arte mediante, este proyecto y otros, comienzan a tejer un entramado deseante y teatral sobre lo paralizante de la pandemia. De la quietud al movimiento, del mutismo a alguna imagen visual o sonora como borde y máscara de lo indecible. Concibo a las Perfodemias como una acción no solo poética, sino también política en el sentido de una toma de posición y del ejercicio de un poder transformador de la realidad, que es también una ficción. Haciendo uso de los mismos dispositivos tecnológicos y plataformas que retratan el horror y contabilizan muertos para vender e instalar el pánico, las Perfodemias, y el arte en general, pueden ofrecer imágenes protectoras que, como las oníricas, interroguen y conmuevan a los espectadores.
En el sueño algunos elementos entran en escena rompiendo la ilusión y delatando su condición de tramoya, de puesta en escena. Entonces se da a ver su condición de metáfora, algo del sueño mismo pone en duda el efecto ilusorio y es por eso que el sueño interroga al soñante. (Abad, 2015)
Me detengo varias veces en las Perfodemias, en donde el cuerpo de lxs performers se recorta de la cintura para abajo, y en particular en aquellas donde los pies son los protagonistas. Pies terrenales, flotantes, indecisos, sensuales y enredados por cables que hoy prometen mantenernos “conectados”, o por tubos de “ensayo” desparramados que disparan una multiplicidad de sentidos. Pies inquietos que me remiten a esas líneas que trazan los recorridos hoy suspendidos, esos “ir y venir” de un lado a otro que nos van dibujando subjetivamente. Porque en esos desplazamientos, cortes, intersticios y permanencias se juega la vida, “se hace camino al andar”.
En las escenas educativas, laborales y televisivas que construyen el espacio de lo virtual hoy, son otras las modalidades del espacio y el tiempo, y el cuerpo se recorta y da a ver de la cintura para arriba. Entonces pienso en cómo las Perfodemias arman cuerpo, y recuperan lo perdido/olvidado del cuerpo en la escena actual, repleta de estos novedosos montajes que ¿Vienen para quedarse?
Fiel a su estilo, los Manojos nos incomodan con sus travesuras en el encierro y nos despabilan porque para ellos el teatro es travesura, confrontación, choque. Como ellos mismos lo cuentan en una entrevista del ciclo Documento teatral de Identidad organizada por Contextotipea, las Perfodemias, son un ponerle el cuerpo a la pandemia, un echar mano a los amigos, jugar, recuperar la grupalidad y la creatividad desbordante. Tramar grupalidad en tiempos de aislamiento y distanciamiento social, sin dudas permite otra posibilidad de arreglárselas con la realidad e intervenir en ella.
El dramaturgo Mauricio Kartun (2015) en un artículo llamado casualmente “La muerte del teatro y otras buenas noticias” define al teatro como rito vital y perturbadora poesía encarnada, imprescindible e inmortal.
En días difíciles y dolorosos, donde se desarmó nuestra ficción de lo cotidiano, y nos sentimos a la deriva ¿Por qué no contagiarnos también de arte para restituir algo del orden ritual tan afectado? Hoy no podemos encarnar la poesía bajo la condición del convivio, hacerla cuerpo, pero ¿Por qué abandonar el quehacer poético?, ese que Freud (1908) describe en el “Creador literario y el fantaseo” como la posibilidad de crear un mundo propio o insertar las cosas del mundo en un nuevo orden que nos agrade.
Hay quienes, dentro del teatro, apuestan a inventar o apelar a otros formatos ya existentes para continuar con la actividad teatral, cuestionando “su esencia”, recreando desde otro lugar el impulso de actuar, de crear. Otros en cambio, prefieren una pausa para afinar la técnica, entrenar, ensayar, escribir o embarcarse en la tarea de la transmisión.
Ante esta invasión viral que hoy nos toca, la posibilitad de crear, poniendo el cuerpo en otro lugar, es también entonces una forma de dar batalla para no quedar presos del miedo y la angustia. Un servicio esencial como lo fue siempre para transitar los momentos traumáticos de la humanidad.
Dejar morir provisoria y parcialmente al teatro puede ser una salida posible, si es que así, podemos reinventarlo desde otro lugar para no quedarnos mudos y quietos esperando que pase la peste. Extrañar sin desistir, creo que de eso se trata.
Abad, G (2015) Escena y escenarios en la transferencia (1a edición) La otra escena del sueño ( pp.31-42) Buenos Aires- Los Ángeles: Argus-a
Kartun, M (2015) Detrás de Escena (1a edición) La muerte del teatro y otras buenas noticias (pp.11-16) Buenos Aires, Argentina. Editorial Excursiones.
Dubatti, J. (2015) Convivio y tecnovivio: el teatro entre infancia y babelismo. Revista colombiana de las Artes escénicas, 9, 44-54
Imagen 1. María Elena González. Fotograma de “WW 2”, Perfodemia 112.
Imagen 2. Karina Toloza. Fotograma de “Tubos negros y lluvia”, Perfodemia 102.
Imagen 3. Jorge Pedraza. Fotograma de “ James decide volar”, Perfodemia 71.
Disponibles en el canal de YouTube fueradefoco.virtual
Nació en 1985 en San Miguel de Tucumán, lugar donde reside. Psicóloga recibida en la UNT, psicoanalista, docente colaboradora de la cátedra Arte y Psicología de la Facultad de Artes de la UNT. Actriz, cofundadora del grupo «Batahola Teatro” desde el 2013 con el que realizó las obras Montajes anti amor, Que no se lo lleven y Las Benavidez.
Muy hermoso escrito, que nos invita a repensar el teatro en tiempos pandemiales! Gracias Andrea Nofal
Hermosa invitación ,a no quedarnos quietos esperando que la pandemia pase ,,si no apostando a la creación de nuevas formas de encuentro.
Hermosas palabras! Gracias por llevarme por un ratito a imágenes del teatro (tucumano), que tantos buenos momentos me ha regalado y darme cuenta como espectadora, de cuanto se lo echa de menos. Mas en estos tiempos en que necesitamos el arte para ir con el a otra realidad y que nos salve…
¡Qué gusto leer una nota así! ¡Con cuanto cuidado por la claridad para quien lee! La pregunta que angustia es cuánto de esto que vivimos es solo un «mientras tanto»… No conocía las Perfodemias y si el arte del teatro tiene la misma fuerza que demostró desde siglos, estos nuevos caminos serán con el tiempo tan prolíficos como los otros. El tecnovivio (otra palabra que aprendí hoy al leer)seguro se abre y rebalsa de sentidos cuando lo humano (en lo que el teatro es tan especial) se toca, se desvela y traspasa. Como dice Andrea «¿Por qué no contagiarnos también de arte para restituir algo del orden ritual tan afectado? Hoy no podemos encarnar la poesía bajo la condición del convivio, hacerla cuerpo, pero ¿Por qué abandonar el quehacer poético?»
Estas palabras tienen mucha luz en medio de tanta borrosidad e incertidumbre, hablo de esa luz que tranquiliza, es cálida y deja tanto para pensar.
Muy buen escrito! Claro, conciso, me genera preguntas y ganas de hacer. Gracias por compartirlo.
Excelente escrito que llena de esperanza y proyecta un lugar posible para los nuevos escenarios que se proyectan.
Excelente escrito ante una situación tan desconcertante! Invita a repensar nuestros estilos de vida , a seguir creyendo e imaginar nuevos escenarios! Felicidades Andrea Nofal
Fantástico!!!, fui integrante de Manojo de calles, fantástico e inolvidable grupo, soy actriz (interprete dramático) y prof. De juegos teatrales (U.N.T) Cecilia Rosalba Acevedo, me parece maravilloso lo que están logrando con la perfomedias, te felicito Andrea Nofal por la información tan completa.El saber que la cretividad se despierta en la pandemia abre la mente de todo ser humano.
Gracias a cada unx por la lectura y por los comentarios! Me alegro si el artículo se leyó como una invitación a no quedarse quieto, a un hacer en medio de esta situación incierta. Y como un recorrido en imágenes también del teatro tucumano que se extraña. Pero insisto, sigamos extrañando sin desistir en este “mientras tanto”.
Que el indomeneable acto de la pulsión siga creando y rompiendo el en-cierro, abriendo nuevas y revitalizantes escenas, es sin dudas un pacto renovado y acto de fe. Hoy desde adentro del hogar hacia afuera, traspasando la virtualidad y fundando una nueva condición de posibilidad deseante que nos habite. Creo que como refiere Nofal: «mientras tanto…y hasta que…»será nuestra pequeña gran resistencia.
Felicitaciones a la autora por tanta claridad y deseo que, con su escrito, nos habita y nos conmueve, a cada cual, algo en el cuerpo y en el pensamiento.