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ISSN 2684-0626

 

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Investigación teatral: la otra forma de mirar

Por Samuel Cortéz |

A la hora de pensar la investigación en el ámbito del teatro se plantea un problema común sobre el tipo de relación que hay entre la producción escénica y la reflexión científica sobre la misma. Para charlar sobre este vínculo y sobre su propia investigación, conversé con Mauricio Yassine Ramos, investigador en el INVELEC-CONICET, director de teatro, actor y amigo personal.

Lo primero que me llama la atención en lo que dice Mauricio, es que destaca una peculiaridad de la provincia: la gran mayoría de las personas que llevan adelante distintas investigaciones son, al mismo tiempo, parte del colectivo productor del teatro provincial. Desde la dirección, como partes del elenco, asistencia, desde algún espacio aunque sea pequeño; pero, en gran número, los investigadores son hacedores de las artes escénicas. Rareza que podría hacernos pensar que existe una relación muy estrecha y fraternal entre el hacer y el reflexionar. Sin embargo no siempre es el caso, y aunque hay algunos interesantes ejemplos de teorizaciones sobre los procesos de elaboración de obra o de grupos hechas con posterioridad, muchas otras veces pasa que las producciones de los artistas no parecen tener demasiado que ver con lo que desde el rol de la investigación se aborda como tema, o en concreto, sobre su creación de nuevos campos conceptuales.

Está claro que toda secuencia de acciones encaminadas a un producto final artístico, cuya elaboración se da de manera dinámica en una estructura de grupo heterogéneo y que aborde relato, actuación, puesta y estética, es, en si mismo, un proceso investigativo y creativo en cuanto se toma el tiempo de pensarse a sí mismo –considerada como investigación del lenguaje- y desde ahí elaborar nueva masa escénica. Capaz, lo común no sea que se asiente el conocimiento, que se elabora sobre estas producciones, en la escritura y en el papel, y muchas veces pueden quedar relegado a saberes menores o generadores de cierto pudor por parte de los artistas. O, lo más probable, es que no lleguen a formulaciones organizadas y estructuradas sobre lógicas más estrictas de las ciencias sociales. Sin embargo se trata de claras expresiones de investigación en el acto mismo de la creación, donde la escena hace las veces de laboratorio de las energías volátiles de la actuación y lugar de prueba de territorios de resonancia narrativa y poética. Y donde los espacios de debate en el grupo creativo y el registro y procesamiento de material posterior, terminan siendo el brazo analítico de este doble movimiento.

A pesar de esto la teorización y reflexión no siempre tienen lugares de difusión, o por lo menos no lo son en mayoría y por lo general tampoco acostumbran a ser tan leídos por los mismo artistas. Algo bastante llamativo, ya que Mauricio cuenta como existen distintas áreas de investigación en la provincia ligadas al teatro: desde las dedicadas al rescate de la historia, las que abordan la dramaturgia, las investigaciones sobre los procesos de producción, sobre los nuevos movimientos en la escena y las conexiones con otras prácticas culturales. Existen además distintas áreas de investigación dentro de la Facultad de Artes con sus especificidades, sumado a subsidios de incentivo a la investigación del Instituto Nacional de Teatro con sus correspondientes publicaciones (Revista El Picadero), además de los investigadores del CONICET. Es decir que muchos artistas de la provincia además de actuar, dirigir o escribir, investigan. En una provincia chica eso hace que los mismos docentes de la carrera de Teatro de la UNT sean quienes investigan o han sido parte de grupos o procesos devenidos objetos de estudio y partes de la misma historia del teatro local. Un cuadro casi surrealista lleno de ojos y con miradas cruzadas por todos lados, que, visto desde una mínima perspectiva de alejamiento, da cuenta de lo singular que es el mundillo teatrero.

Mauricio encuentra algo que hace ruido en este entramado mundo vincular de la praxis y la investigación; y es, capaz, la respuesta al detalle de que se lea tan poco a las investigaciones locales entre los artistas. Es el hecho de que en la facultad no sean comunes los nombres de autores tucumanos, es muy peculiar que siendo que muchos de los pensadores locales del teatro sean los mismos docentes, sus propias investigaciones figuren tan poco en la curricula. No hay duda del valor de grandes investigadores como Jorge Dubatti, que, entre otras cosas, ha poblado el follaje del discurso teatral a la hora de comunicarse entre colegas, ya que se usan conceptos suyos con habitualidad y muchas veces sin saberlo siquiera. Sin embargo, sería una articulación que Mauricio considera menester, la de ciertas referencias teóricas ya inscriptas en la formación del investigador en Tucumán, con nuevas producciones científicas y líneas investigativas más regionales, que acerquen al final de cuenta más a los artistas a la lectura y utilización como material de estudio las investigaciones que se hacen sobre el mismo teatro tucumano. Quizás sea la forma de dar a nuevos pasos de diálogo con las diferentes tramas del quehacer teatral.

Nadie pretendería pedirle a la investigación en arte la producción de resultados cuantificables y de leyes generales. El objeto de estudio es la experiencia subjetiva o de textos y las posibilidades son las de procesos de construcción de saberes que propicien nuevos objetos de arte, nuevos discursos y nuevas discusiones que terminan repercutiendo en los territorios estéticos. Esta repercusión es por lo menos un ideal al cual las investigaciones deberían tender, para ni asomarse el precipicio de producir saberes que no tengan mucho mas fin que el de existir. Para esto también es necesario que el material llegue y tenga fines pragmáticos para los artistas.

Grandes serían los beneficios que estrechar estos vínculos podrían traer para la producción de la escena. No solo para evitar los, por suerte pocos, casos de puestas con pretenciosas pompas de ser la revolución o el redescubrir del teatro, en una actividad justamente tan antigua y vieja. Si no para evitar experiencias repetitivas y para hacer avanzar el campo de la producción a otros lugares narrativos, estéticos y de actuación, ya que la investigación termina por construir un lenguaje sobre la teatralidad a partir de su substancia efímera. Logrando conservar lo teatral a partir de su desarme y análisis, contextualizando el conocimiento y la producción y abriendo por ende un hueco a preguntas, dudas y tensiones, que llevadas al campo del hacer repercuten tanto en la formas de producción, como las búsquedas de material, el tratamiento poético y simbólico del mismo e incluso en posicionamientos ideológicos y filosóficos sobre la teatralidad.

Estas líneas no tan directas, pero posibles de diálogo, entre la práctica del teatro y la producción de hipótesis, nociones y conceptos, parecen ser posibilidades un poco desaprovechadas en ocasiones, pero posibles al fin y en ese sentido me resulta atractiva la investigación, que está recién en sus primeros pasos, de Mauricio “Agenciamientos actorales en el teatro independiente de San Miguel de Tucumán, periodo 2006-2020”. Cuya hipótesis inicial es que los cuerpos (no solo material, sino simbólico, ideológico e imaginativo) son portantes de una territorialidad propia del lugar de donde pertenecen y donde producen su formación y producción teatral. Siendo por lo tanto cuerpos que resisten al disciplinamiento de sus fuerzas en la acción misma de la actuación.

Para llevar la investigación, el objetivo es analizar siete espacios (de formación y producción) de la provincia. Esta territorialidad (concepto de Dubatti, por cierto), permitiría la construcción de ciertos cuerpos y corporalidades singulares y específicas con su tono poético en la actuación. Mauricio da un ejemplo sencillo pero preciso: uno como espectador puede ver la misma obra de texto, trabajada de maneras similares y en teatros de iguales condiciones y con misma puesta, y sin embargo ver una obra diferente y eso en gran parte tiene que ver con la actuación, con la capacidad deslumbrante que tienen los cuerpos de resonarnos como espectadores de formas variadas, haciendo siempre del teatro un lugar de experiencias de percepción afectiva. Existirán siempre lugares que potencien, y otros que no tanto, estas posibilidades de signo que cargan los cuerpos de los actores y actrices, y habrá puestas que sometan más estas singularidades a la generalidad de las formas, de los métodos o de los textos; y otras puestas que harán de esto una base y un lugar de producción. Cosa que tradicionalmente estuvo más ligado a los espacios que trabajan la improvisación como motor de la acción, pero que Mauricio aclara que no necesariamente se restringen tales chances solo a la improvisación.

Esta investigación ya en sus inicios le plantea al campo hacedor del teatro dudas y preguntas, posibilidades de pensar y repensar las formas de trabajar la sustancia corpórea en los elencos y sobre todo profundiza el análisis sobre los ecos narrativos, políticos y sígnicos de dichos cuerpos. Dialoga rápidamente con la producción y la formación del actor. Sería un final trágico, sin un ápice de comedia, que en una provincia donde conceptualizar parece ser otra dimensión del acto creador, tal dimensión quede guardada o archivada entre publicaciones viejas. La lectura y dialogo con muchas de estas investigaciones, cuyos autores pertenecen a la cotidianeidad del mundo del teatro provincial, puede permitirle a la construcción de conocimientos sumarle un valor agregado al de su producto final, ocupando un lugar importante en la producción, que hasta acá no siempre ha encontrado. Y a la actividad teatral habilitarle un replantearse a sí mismo y a su historicidad como parte de una tradición, y con claros movimientos de ruptura y reestructuración en sus intenciones de fabricación del Teatro.

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