Por Fabiola Orquera |
¿Quién no ha visto alguna vez la imagen de Leda Valladares tocando la caja? ¿O una foto en la que ella aprende coplas de algún campesino añoso, o enseña a maestras y estudiantes a cantar bagualas?
En cambio, ¿quién ha leído algún poema suyo? ¿Quién escuchó “Milonga con sauces”, su versión de “La siete de abril” o “Canto en la rama”? ¿Quién hizo sonar un disco con sus canciones de cámara, que sorprenden por su clima de vanguardia?
Sin duda, la Leda-recopiladora terminó ocultando a la Leda-creadora en sus facetas de cantora, arregladora, intérprete musical, escritora y compositora. Ocurre que, en la segunda parte de su vida, al promediar la década del sesenta, el deseo de rescatar las voces populares comenzó a imponerse como una misión que la artista abrazó con fervor quijotesco, desplazando a ámbitos privados o reductos intelectuales esas formas de creación que antes la habían regido.
¿Pero qué pasó con su escritura? ¿En qué repliegue recóndito del tiempo quedó?
En una especie de justicia cósmica, ahora que se acaba de cumplir el primer centenario de su nacimiento, reemerge desde sus libros la Leda-escritora, esa tenaz buscadora del arcano despertar del universo. Y su imagen nos invita a recorrer por un momento sus caminos, desde su lejana juventud, cuando transitaba las aulas de la recién nacida Facultad de Filosofía y Letras. La vemos caminar junto al profesor Marcos Morínigo, ocupado en la edición del primer número de la revista Cántico, donde incluirá su primera serie de poemas, en 1940. Tres años después Leda se alegra de integrar una breve trilogía, La estrella en la rosa, junto a Elena Duncan y Fryda Schultz, editada por Marcos Fingerit. Su entrañable amistad con Fryda y Juan Mantovani hace que estos impulsen la publicación de su primer libro, Se llaman llanto o abismo, en 1944, también por Fingerit. En él ya delinea el perfil distintivo de su obra poética, es decir la conjunción de misticismo y existencialismo, surgida de la contraposición entre la creencia en lo sagrado e ideas de negación, como la nada, la muerte y la persistencia del mal -los años cuarenta están marcados por la Segunda Guerra Mundial-; fuerzas contrapuestas trasuntadas, a su vez, por la pulsión erótica.[1]
Ese clima vuelve a hacerse presente en Yacencia, libro publicado en 1954 como sobretiro de Cuadernos americanos, en México. Mixturado con prosa poética, trae como novedad los conceptos del “estar siendo” y el “yacer” como lento existir que hace palpable la materialidad de los seres y las cosas. Al mismo tiempo, la autora comienza a publicar en medios periodísticos ensayos y poemas, pasando algunos de estos a integrar sus libros. Ya en 1963 aparece Mutapetes, por Ledares, que reúne relatos breves de tono lúdico, protagonizados por personajes ficticios que representan, hiperbolizados, rasgos humanos.
Otra faceta de la autora se manifiesta en su único LP solista, Solamente, lanzado en 1962, en el que compone canciones inspiradas en las de los café-concerts que había frecuentado en Francia diez años antes. En ellas habla del amor, la soledad, la ciudad y los objetos del mundo doméstico, percibidos en su peso existencial.
En 1971 sale a luz Camalma, por Rodolfo Alonso editor. Se trata de un compendio de lo que había escrito hasta ese momento, con algunos agregados que exploran la idea de la cama como espacio que sostiene el alma y permite la expresión del sentimiento amoroso. En 1978 Leda es invitada por la Facultad de Filosofía y Letras a pronunciar la conferencia titulada “Autopresentación”, publicada como folleto por esa institución. Si bien esto marca el fin de las publicaciones individuales, sigue colaborando en medios periodísticos hasta avanzados los años ochenta y en el 2000 reúne las letras de sus recopilaciones en el libro Cantando las raíces, editado por Emecé.
Finalizamos
este recorrido con un anuncio, que consiste en la próxima aparición de un libro
que reunirá este conjunto de obras literarias, con una introducción de mi
autoría, a ser publicado por la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Tucumán. Leda, escritora se propone no sólo retribuir
lo que Leda relegó de sí misma para visibilizar la voz popular, sino también
restituir su poética en el mapa cultural de la Argentina.
[1] He analizado con mayor detenimiento esta cuestión en (2017) “Leda Valladares, poeta: misticismo existencial en un campo literario de provincia”, Acta Poética 38-2, diciembre de 2017, 101-122. En: https://revistas-filologicas.unam.mx/acta poetica/index.php/ap/article/view/803
Poema-homenaje a Leda Valladares
Por Fabiola Orquera
Ave en vuelo
Leda escribe.
Cuando vibra el canto en el patio imantado,
Leda escribe.
Cuando mira en la ventana los haces de la tarde sobre el Aconquija,
Leda escribe.
Cuando escucha en las coplas el espíritu del tiempo,
Leda escribe.
Cuando pregunta al aire por el origen del misterio,
Leda escribe.
Cuando gritan transmutadas las almas del infierno o tal vez del paraíso,
Leda escribe.
Cuando su corazón late en el vacío del Universo,
Leda escribe.
Cuando se queda a estar estando en la siesta tucumana,
Leda escribe.
Cuando piensa en bagualas bajo el cielo de Paris,
Leda escribe.
Cuando escarba antiguas voces emponchada de cerros,
Leda escribe.
Cuando lanza gritos contra el cielo,
Leda escribe.
Cuando se pierde en los ranchos o se abisma en rascacielos,
Leda escribe.
Transida de esquinas, bulevares, sillas y silencios,
Leda escribe.
Leda escribe, escribe, escribe:
su gran cosmogonía de sostener el mundo,
su diáfano horizonte de canto y ave en vuelo.
San Miguel de Tucumán, 17 de julio de 2019.-
Fabiola Orquera es Ph.D. in Spanish por Duke University, EEUU, y se desempeña como investigadora del CONICET en el INVELEC. Ha editado Ese ardiente Jardín de la República. Formación y desarticulación de un campo cultural. Tucumán: 1880-1976 (Alción, 2010); La selva, la pampa, el ande. Vías interiores de la cultura argentina, junto a Radek Sanchez-Patzy (EDUNSE, 2019) y numerosos artículos sobre obras de Gerardo Vallejo, Chivo y Leda Valladares, Atahualpa Yupanqui, Gerónima Sequeida y Pepe y Gerardo Núñez, destacándose “Fromthe Andes to Paris: Atahualpa Yupanqui, theCommunistParty and theLatin American political folk songmovement”, en Red Strains(The British Academy and Oxford UniversityPress, 2013). En el 2015 ha sido distinguida como “Mujer destacada en la cultura” por el Gobierno de la Provincia de Tucumán.
Hermoso poema sobre Leda!
Muchas gracias! Escribo poesía, sin atizar mucho ese fuego.
Hermoso el poema que la pinta !!!
Muy acertada la reseña de su transito por las letras y el canto!
Gracias por compartirlo.
Muchas gracias! Me alegra que ye haya gustado el artículo.
Me parece que no es Mariano sino Marcos Morignigo el promotor de Cantico.Cuando Marcos viajo a Besas se quedó Mariano
Muy buen artículo
Es verdad, me confundí. Es Marcos Morinigo, ya pido que corrijan. Muchas gracias
Muy buen artículo! En un poema Hoy es nunca, un verso dice : «el.dolor tiene un silencio de lutre»
Sabes que significa lutre?
Gracias!