Por Pablo Campos |
Abrí este libro por primera vez hace unos años, cuando su autor tuvo la gentileza de regalarme un ejemplar. Aquella lectura estuvo impregnada de sorpresa grata, o más bien de sorpresas gratas. Lo releo ahora y compruebo que esa gratificación persiste y que no he olvidado del todo algunos de sus episodios.
Como pueden apreciar los lectores de esta reseña, mi prosa está infectada de solemnidad, y de haber un antídoto para tal condición, éste no sería otro que el humor. Estos cuentos están bien construidos, pero además, tienen humor. A la pregunta de si hay algo más difícil que arrancarle una sonrisa al lector, respondo que sí, que hay algo que, por lejos, es mucho más dificultoso: hacerlo reír. Infiero que, a la hora de narrar, es complicado arribar a una situación humorística efectiva. Saliendo del universo de la escritura, podríamos decir que cualquiera puede “hacer una gracia” pero pocos pueden “hacer gracia”. Garmendia logra esto último en sus cuentos, y para ello apela a múltiples recursos: descripción de personajes tan absurdos como reconocibles en la vida cotidiana, parodias de clase social y de profesiones varias (con especial acento en el submundo de la docencia universitaria), autoparodias, etcétera. Ilustro con un fragmento del cuento “Labastida o el gran libro del mundo”: “La morada interminable de Stagnetto queda en Yerba Buena, una zona residencial vegetada y poco sincera (…). Los viejos vecinos son las poderosas familias tradicionales, y los recién mudados son nuevos ricos. Un fenómeno irracional, porque las condiciones de vida pueden llegar a ser insoportables. Sin cloacas ni gas natural, es un lugar con calles de tierra y almacenes de escaso surtido. Más de dos veces por semana, los metros cuadrados más caros de la provincia se quedan sin agua potable (…). No faltan intoxicaciones por cloro cuando esta gente de bien, harta de sed, no puede contenerse de abrevar de sus propias piscinas y sale en estampida hacia el líquido esencial”. Raspando por debajo del cuadro cómico desplegado en la cita anterior, podemos hacer una lectura sociológica que, al fin de cuentas, puede llegar a prolongar nuestra risa burlona.
Que yo me haya divertido no significa que el plexo narrativo de Garmendia se agote ni se concentre en el humor. En estos cuentos también encontramos tragedias (homicidios, enfermedades), ternuras filiales en dosis francas, dramas amorosos, misterios (terrenales y de ultratumba). No puedo (ni pretendo) aquí, desarrollar en extenso por qué entre los diecisiete relatos que integran este libro, he preferido muy especialmente: “Labastida o el gran libro del mundo”, “El aro de fuego”, “Desde el jardín”, “Quenta Brito”, “El doctor y el librero”, “El tesoro”, y “Scriptores inferni”. Cada lector hará sus propias elecciones.
Yo los invito a disfrutar, sonreír (es cierto que a veces melancólicamente) y reír, con “Mal de muchos (y otros cuentos de libros)”.
Este libro está disponible para su compra en la Tiendita:
*Imagen: Mal de muchos (y otros cuentos de libros) de Santiago Garmendia, Lago Editora, 2016.-

Estudiante moroso de la carrera de filosofía en la UNT. Integra el Dpto. de Artes Visuales y Literatura de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de S. M. de Tucumán.
Me encanta la reseña!
Me siento muy orgullosa al leerte Pablo, no me imaginaba que fueras tan buen lector y argumentes como lo demostraste aquí.
Me hiciste sonreír de la emoción y te agradezco el motivarme a “reír” siempre‼️
Gracias
Genio!!! Sos lo más pablo campos!!!
Donde puedo conseguir el libro?
Hola Silvina, en Edunt lo puedes encontrar. Crisóstomo Alvarez 883.
Recién leo Pablo, me alegra que te haya gustado ¡¡