Entrevista a Mario Lavaisse
Por Fabián Soberón |
¿Qué ocurrió en Santiago del Estero para que “el desierto (y su semilla)” de 2008-2010 se convirtiera en un incipiente campo editorial en la segunda década del siglo XXI? ¿Cuáles fueron los factores que contribuyeron para que suceda la evidente transformación?
Ocurrió que un grupo de jóvenes huérfanos en un sentido cultural se encontraron en un panorama más o menos desolador. Entonces inventaron. Ignacio Ratier escribe sobre esto mismo en un artículo para Subida de Línea que se llama Dos alocadas hipótesis sobre la cultura literaria santiagueña (https://subidadelinea.com/2021/06/dos-alocadas-hipotesis-sobre-la-cultura-literaria-santiaguena/). Ahí Ratier reconstruye la trayectoria de dos autores actores que son Daniela Rafael y Andrés Navarro, más o menos de la misma generación, y compañeros en esto de la orfandad cultural que decía. Por supuesto que les pre existían adultos mayores, ahí estaban ellos y sus obras, pero quizá no les habitaba el espíritu gente que busca gente como dice también Ratier sobre Navarro y Rafael. Antes había quizá esfuerzos aislados. Adviértase lo que sucede cuando los esfuerzos son aislados: luego se hace difícil reconstruir procesos y trayectorias. Por eso insisto con la conveniencia de la actitud colaborativa. No por una cuestión moral, ay, miren de buenitos que somos y de buenos compañeros que los convocamos aun cuando nos dejaron fuera de la última feria. No es por eso. Es porque no hay plataforma donde pararse. Entonces el esfuerzo individual pierde el sentido. A partir de esa gente que busca gente se empiezan a generar marcas y roscas. La jeta literaria (2009) como espacio para el encuentro y la discusión cara a cara; Perras negras (2011), pequeña editorial que se propone en sus inicios editar autores emergentes; Los inquilinos (2012), revista de narrativa. Hasta se podría hacer un arbolito genealógico que inicie en estas tres y relacionarlas hacia abajo con sellos que siguen hasta hoy. Antes de la segunda década de este siglo, que es por la que me preguntas, capaz había más ganas de crear obra que de crear plataforma. De ahí la precariedad del desierto, y la semilla de la iniciativa de estos jóvenes, que fueron actores pero también autores. Sus dos apellidos se pueden encontrar hoy en el catálogo de Edunse, por ejemplo. Y seguramente no fueron ellos dos contra el mundo. Se trató de un grupo de actores. Pero siempre que hay un grupo, los niveles de deseo y entrega de sus integrantes no son parejos. Y eso no se ve a simple vista, ni se puede convenir de entrada, sino que se confirma con el paso del tiempo. Iniciar es mucho más fácil que sostener.
Me resulta extraño escribir sobre esto porque también estoy…cómo decirlo, un poco involucrado genealógicamente. A este monstruito que soy lo crearon Daniela Rafael, Belén Cianferoni (ambas editoras de Los inquilinos) y también Andrés Navarro (en ese momento co editor de Perras Negras junto a Alicia Chávez y Gabriela Yauzá). Me dieron cabida, me editaron, me generaron las ganas de, me discutieron, me hicieron entender, y no es fácil hacerme entender, ¿eh? En definitiva: me incentivaron y me alentaron. Algo muy diferente de la desatención que recibieron ellos de sus mayores. Esto lo estoy diciendo yo, a riesgo de equivocarme. Capaz alguien sí les dio pelota. Habrá que preguntarles a ellos, che, ¿sos huérfano vos? porque así anda diciendo el Marito. No sé cómo se lo irán a tomar y tampoco sé cómo se irán a tomar esto que decía de que fueron el doctor chiflado que unió con hilo y aguja diferentes partes de animales y que una noche de tormenta, en lo alto del castillo en el precipicio de la montaña, y aprovechando la fuerza de un rayo, lograron animarme.
Ay, qué lindo ser autorreferencial. Lo voy a hacer más seguido. Encima fíjate que me anoto como descendiente en una genealogía de autores editores que armo yo mismo, con Ratier de cómplice en la investigación y en los argumentos.
Volviendo a la pregunta por los factores, para redondear y porque ya lo dije. El ambiente cultural era precario y ciertos actores lo detectaron e hicieron algo por esto: crear contagiando. Hay que decir también que Santiago era una sociedad muy policíaca. En los últimos años de Juárez los jefes de seguridad eran los multicondenados por crímenes de lesa humanidad Musa Azar y Jorge Alberto D’Amico. En 1997 abandonó el cargo el primero y lo reemplazó el segundo. Veinticinco años hace de esto. No es tanto tiempo. En Santiago hay comisarías que son famosas por lo acostumbrada que tienen la práctica de la tortura. Y tengo anécdota de censura asociada, también un poco autorreferencial, pero esta vez viene al caso. 2014 el año, Epojé IV en la Feria del libro. Un recital de música y poesía que organizábamos el staff de la por entonces revista Umas, reconvertida a editorial en 2016. Originalmente el evento debía ser afuera, en el Paseo Jardín Árabe, que tiene una plazoleta con escenario techado y gradas. La llovizna sin pausa nos jodió. Terminamos metidos en el Fórum, que es un centro de convenciones que queda frente a la Terminal, y es donde suele ser la Feria Provincial del Libro. Y estábamos agradecidos, ¿eh? porque era mejor que nada, y la organización tuvo que improvisar para hacernos lugar. Adentro también estaba siendo el evento principal, creo que estaba Pettinato o alguien por el estilo. En una sala para cuarenta sentados entraron cien personas paradas y con una consola de ocho canales hicimos magias y tocaron las bandas y leyeron los autores. Había una canción de los Sexis Mistoles, que se llamaba “El zombie del Tata Juárez”, en alusión al ya por entonces difunto ex gobernador, pero que tenía alusiones simpáticas, sin ningún vigor político reaccionario ni amenazante para el estatus quo, uno podría pensar. Decía la canción en tono funky El zombie del Tata Juárez se bajó del diecinueve, dobló en la Rivadavia, hasta la Casa de Gobierno se propuso que iba a ir a buscar a su amada. Luego en el estribillo: en el inframundo a ella la extrañaba, no teman mis santiagueños, ya no quiere gobernar, la quiere a la Nina porque extraña culiarla. También involucraba en situaciones satíricas a Musa Azar jalando fana con la Nina y a Zamora enfrentándose al zombie Juárez y saliendo victorioso. Por supuesto que una pieza de este tipo hubiese sido absolutamente imposible durante el cuarto mandato de Juárez. Pero también en 2014 fue demasiado para el empleado de seguridad que se acercó hasta la consola, la apagó y se quedó ahí plantado. Y nadie le bajó línea a ese seguridad del Fórum, ¿eh? Era su “prudencia” actuando la que nosotros tomábamos como censura. La estructura policíaca de la que les hablaba antes. La ven actuando en esta anécdota en la que no hay policías, diez años después de la intervención federal de 2004. Desde entonces y de forma creciente el clima político se oxigenó -le estoy tucumaneando la expresión a alguien más, no sé si a Picco o a algún otro historiador del proceso- ¿está mal que diga tucumaneando queriendo decir afanar, robar, dormir, birlar, encima en una entrevista de un tucumano a un santiagueño y para un medio regional de origen tucumano? me pareció ocurrente y divertido, banquenselá, ¿saben cómo y cuánto nos rompen las guindas a nosotros los santiagueños con el temita de la afición a la siesta y las prácticas endogámicas? Anda peleale a la fuerza de un meme: imposible. Y no es que Santiago se transformó mágicamente en Disney. Pero sí que en ese clima oxigenado, resulta entendible que puedan encontrarse jóvenes con intereses creativos y artísticos y se animen a encontrarse y a poner su voz y su criterio en el espacio público. Antes era peligroso en serio. Y no hablo de los setenta, sino de finales de los noventa, época en la que los infames de la dictadura tenían a su cargo la “seguridad”. ¿Qué era que estábamos hablando?
¿Cómo ves el panorama actual de editoriales? ¿Cuáles están activas? Te pido que hables de cada una de ellas, si es posible, por favor.
Ah, sí. Bueno, después de la pregunta anterior me veo tentado a responder ésta con un tono más bien optimista. Intentaré sostener la posición crítica, vamos a ver si puedo, el amiguismo y mis ganas de que florezca el campo no me colaboran en ese sentido. Cuánto tendrá que ver este amiguismo que te digo con la precariedad crítica que hay en la región. Mucha celebración mutua en un rincón, y en el otro, el resentimiento que distancia y no por diferencias políticas. ¿Por qué asumimos que debería haber una crítica y un campo? Eso también hay que preguntarse, porque nos enfrenta a la escasez de obra y a la inexistencia de un mercado editorial, esto para Santiago del Estero y para la provincia argentina en general, diría excluyendo a Buenos Aires, Córdoba y Rosario.
En Santiago del Estero me da la sensación de que hay muchos sellos pero pocas personas involucradas. Profesional solamente hay una: Edunse. En el transcurso de estos años, hay que decirlo, se profesionaliza cada vez más y son generosas porque además de capacitarse ellas nos comparten ese conocimiento a los demás. Desconozco la sustentabilidad del proyecto, pero entiendo que se permiten tener precios accesibles porque la inversión para las publicaciones no proviene exclusivamente de la venta de ejemplares.
¿Cómo se hace para que haya un mercado editorial? Eso no lo sé responder y creo que muchos productores vigentes en Santiago se lo están preguntando y no solo se quedan con la inquietud sino que lo buscan decididamente con una variada gama de propuestas. Ejemplo de esto, la actitud generosa del staff de Edunse.
Insisto con lo de la ausencia de plataformas y el sinsentido de la búsqueda de la afirmación personal cuando no hay donde afirmarse. Alguna vez dije para otro medio que lo que diferenciaba a esta generación de producción vigente de las anteriores eran los ánimos colaborativos y cooperativistas. Ya no estoy seguro de que sea tan así. Me encontré con la gresca y la rosca y a esta altura de mi vida sigo insistiendo con la actitud conciliadora, aun cuando haya que acordar que no estamos de acuerdo. Capaz en unos años me googliaré a mí mismo y al encontrar esta nota me daré vergüenza por la inocencia de esta posición. Pero bueno, hola Marito del futuro. ¿Todavía sigues creyendo en el amor? Eso era para el mí mismo del devenir, los demás no me den pelota. Todavía pasa que las diferencias nos separan, nos hacen perder lugares en los que podríamos estar. Estamos trabajando en eso, supongo. Vamos a ver. Espero que sí, así todos vendemos y publicamos más. Necesitamos vender para subsistir, sino nos gana la vida paralela que todos los que editamos llevamos. Así como Clark Kent y Superman, siendo, por supuesto Kent el de la oficina y Kal-El, el de la edición.
Son muchas editoriales las que hay, y no me place hacer una reseña de cada una porque a algunos sellos los conozco más que a otros. Entonces minimizo el margen de error. Ya me pasó de decir cagadas en alguna nota por caracterizar equivocadamente a un sello. La leche quemada y la piel sensible, ¿vio? Capaz excluyo alguna sin querer (y como practicante de psicoanálisis no me permito la inocencia de ese sin querer, porque olvidar puede ser una forma muy efectiva de silenciar y excluir). Otra cosa que me pregunto es ¿Elegante, qué lo qué una editorial? ¿Alcanza con que un tipo diga “mi sello se llamará así y publicará tal y cual cosa”? Esto para marcar la precariedad santiagueña. Ninguna, a excepción de Bellas Alas, tiene un modelo de negocios sustentable. Capaz me equivoco. Es algo que intuyo porque conozco el paño, también edito yo con Umas, que es una editorial pequeña. Si alguien tiene un modelo de negocio sustentable que me escriba. Por Instagram, por favor, que a Facebook ni entro.
Sí cumplo con mencionar a las activas: Barco (de las vigentes la más antigua), Bellas Alas, Chernobyl, Edunse, El dedo de Pumpido, Mundar, Perras Negras, Quipu, Piedra Madre, Tóxicxs, y Umas. La propuesta es variopinta como así también la frecuencia de publicación. Aun así es mucho más que la inexistencia de sellos que estén armando catálogo que se encontraron Daniela Rafael y Andrés Navarro allá por el 2008-10. Dejemos acá, en este tono optimista, esta respuesta.
¿Tenés una mirada del campo editorial en Tucumán, Salta y Jujuy? ¿Podrías analizar la situación estableciendo una comparación con el campo de Santiago?
Desconozco el panorama de otras latitudes. Sí que estoy en contacto con gente en Tucumán, Salta y Jujuy que están vinculados al quehacer editorial. Pero eso no quiere decir que conozca la movida ni cómo viene la mano en cada ciudad. En Salta sí noté que muchos jóvenes sienten un desprecio notable por los Castilla y compañía, como que los tildan de dinosaurios. No los critican por lo producido sino por cómo se movieron. Conociendo a los dinos locales uno más o menos puede intuir por dónde viene la mano. La sociedad de aplausos mutuamente legitimantes, la SADE y eso. Otra cosa que me llamó la atención es que no conocen la obra de Juan Ahuerma Salazar. Y el tipo escribe re contra picante. Tiene unas novelas ahí, bien incisivas a lo Houellebecq, que en unos años la va a editar Penguin (capaz en modo Vergara) e imprimirá once mil ejemplares que distribuirá por toda Latinoamérica. Y nosotros la miraremos pasar de lejos. No sería la primera vez.
Me da la sensación que Tucumán tiene un poco más de producción respecto de Salta y Jujuy, y que va parejo con Santiago en cantidad y diversidad. Pero es lo que se ve desde lejos. No sé si hay editoriales profesionalizadas tampoco, creo que no. Que alguien me desmienta si las hay. Sí se nota que muchos sellos avanzan hacia eso. Hablando con compañeros editores tucumanos me entero que les cuesta mucho recibir financiamiento y apoyo, no solo estatal, a la hora de hacer un evento o sostener un espacio cultural. También tienen problemas con llegar a las librerías que no aceptan a los sellos locales. Están bastante cagados, digamos. Ahí Santiago le saca ventaja a Tucumal en el sentido de tener mejores condiciones para la producción. Acá podemos elegir si recurrir a la Dirección de Cultura de la Municipalidad o de la Provincia. Y los funcionarios te atienden en persona y hasta te asesoran. Me acuerdo una vez que presenté un presupuesto y el contador me preguntó con las cejas por fuera de la cara “¿y para la organización no hay honorarios?” Aquel tierno Marito ni había pensado que podía obtener un rédito económico. Con que se haga la shit ya estaba hecho. En esa época me mantenía mi mami, también. Seamos buenos conmigo. Cuando el titiritero suelta los hilos la marioneta tiene que bailar sola. Y ahí se empieza a pensar diferente. En Santiago hay varias marcas también que apoyan la propuesta alternativa hace varios años. Hasta me atreví a sugerirle recientemente a Daniel Ocaranza, co editor del sello tucumano Falta Envido, que venga a buscar financiamiento en Santiago porque va a ser más fácil que lo encuentre acá. Ese intercambio reciente con tucumanos me sirvió para revalorizar las condiciones para la producción acá en Santiago. Tiro unos números para darles una idea. En una feria de dos días en Nueva Esperanza (octubre del 21), vendimos quince mil pesos. Nueva Esperanza es una localidad del interior que queda doscientos km. al norte de Santiago. En una feria también de dos días en Agua de Oro (diciembre del 21), en el interior cordobés, vendimos doce mil pesos. En la Feria de Santiago (octubre del 21), en tres días, vendimos treinta mil pesos. Y en Tucumal (febrero del 22), también en dos días, vendimos seis mil pesos. ¿Ahora ven porque digo Tucumal? Y uno no quiere ser desagradecido con los gestores, pero menos quiere uno perder la perspectiva crítica. Son varios los factores que incluyen. La de Nueva Esperanza y la de Santiago, por ejemplo, fueron hechas en la plaza pública prácticamente, y el mismo día que la administración cobraba un bono de treinta mil pesos.
¿Cuál es tu percepción de las relaciones entre libros publicados, distribución y público lector en Santiago del Estero? ¿Se trata de relaciones productivas y fructíferas? ¿Hace falta aceitar o trabajar algunas de las aristas en estas relaciones?
Hay varios problemas. Vayamos por partes.
Los libros publicados son muchos, me da la sensación. Al menos en comparación a períodos inmediatamente anteriores. Me gustaría compartirles números pero no los tengo hechos ni tengo las ganas de hacerlo. Estoy seguro de que en esta última década se produjeron libros en Santiago como hace mucho tiempo no se veía. Pero publicar no es suficiente. Las obras no llegan al público porque sí, de forma natural. Hay que ejercer la voluntad para que eso pase. Y ahí tropezarás con varios obstáculos, la dificultad de los libreros para rendir el dinero será una importante. Ese es un tema candente y que me tiene estimulado hace un buen tiempo. No dejo de encontrar el mismo problema en todos lados y entre editores nos pasamos los contactos de los que son serios. ¿Qué ganas le van a dar a uno de tener presencia en las librerías si al final no se puede obtener el dinero de las ventas? Llegué a retirar los libros de Umas de una librería céntrica acá en Santiago, cansado del destrato recibido de parte de los libreros. Mención aparte para Marcos Vizoso, librero santiagueño de años, que él sí rinde el dinero en tiempo y forma. Además tiene un espacio diferenciado para “autores santiagueños” que nos sirve bastante. También menciono a Constanza Toro, de tucumanlibros.com.ar que rinde con responsabilidad y aunque haya vendido un solo ejemplar.
Luego la distribución, ay la distribución, esa herida que no para de sangrar. Es deficiente y artesanal. Un barquito de papel a la deriva en el mar embravecido. En el caso de Umas intentamos poner nuestros libros en una librería por ciudad tomando Córdoba, Tucumán, y el mismo Santiago. De Buenos Aires nos gusta su mercado, nada más. Estamos llegando pero no estamos ansiosos. De momento tenemos la posición, si quieren nuestros libros vengan a buscarlos, pero puede llevar al autoboicot, así que tampoco decimos eso públicamente, je. Sin dudas vendemos mucho más en ferias que en librerías. E imagino que a muchos les debe pasar igual. Por eso necesitamos más puntos de venta. Mientras más ferias, mejor. Mientras menos intermediarios, mejor. Antes Cultura de la Provincia financiaba los pasajes a otras provincias cuando uno tenía una invitación para feriar fuera. Eso ya no va más. En modo pandemia funcionamos con un decreto de contención de gastos que dispone en el inciso e) del art. 2 que los gastos por viáticos y alojamiento se limitarán a lo estrictamente necesario, por eso si alguien ajeno a la Dirección busca cobertura, se lo considera subsidio y eso implica otro trámite más engorroso que la nota adjuntando invitación de la organización con la que antes bastaba. Ojalá cambie pronto esto. Porque nos hace mucho daño y puede llevarnos a la destrucción. Si tenemos que cubrirnos pasajes y estadías para feriar fuera de Santiago se hace muy difícil, por no decir imposible, que sea rentable viajar.
Hace falta trabajar más en estas relaciones entre editoras y potencial público lector, pero no sé cómo se hace eso. Una estrategia que Umas usa es la de conseguir reseñas en medios hechas por lectores que estén de alguna manera en el ambiente y apostar a su alto impacto en redes sociales, Instagram en especial. En los últimos dos años incrementamos las ventas de unos títulos de 2016 gracias a la habilidad y perspicacia de nuestros reseñadores. Dejo links para que los chequeen por ustedes mismos (http://escuchara.com.ar/el-ganso-negro/acerca-de-la-muda-de-andres-navarro-umas-2016/ y http://escuchara.com.ar/el-ganso-negro/como-se-escriben-el-amor-y-la-muerte-en-cordobes/). Capaz también les incentiva el ánimo de comprar. En eso caso les dejo este link (https://www.librostucuman.com.ar/search/label/Editorial%20UMAS).
Hay un público lector incipiente. Un público joven, digamos de los 35 para abajo. Y luego hay también gente con ganas de pertenecer y es por esto también que prosperan las sectas, je. Esto lo comprobé más bien como productor de eventos musicales. Me jodía sobre manera escuchar el cuchicheo mientras las bandas tocaban. Me costó entender que la gente no iba a escuchar a tal o cual artista, simplemente no querían quedarse afuera. Ir para pertenecer, para ser visto ahí. Esto mismo se puede extrapolar a la escena literaria. A los eventos no van los aficionados a la literatura a consumirla, van los amigos de los protagonistas a dar su apoyo moral y, a veces, monetario.
¿Cuál es el estado actual de la crítica en la conformación del campo literario en Santiago del Estero y en el norte argentino?
Es inexistente la crítica y por decir esto así, tan contundente, ya se armó polémica alguna vez. Desde el suplemento cultural “Viceversa” del diario El Liberal nos hicieron una nota a mí y a otros autores en el año 2018. Cuando se me consultó por una posible renovación estética dije: “Un poema sobre un hachero y un quebracho puede ser muy bueno hoy, incluso, pero para eso va a tener que estar bien escrito. Falta todavía el estudio de las letras de Santiago, alguien que pueda rastrear alguna tradición (tal vez no haya ninguna, se me ocurre que entre J. W. Ábalos y Dante C. Fiorentino se puede tender algún hilo, pero no le podemos decir “tradición” a la escritura de dos personas que además fueron contemporáneas). En ese sentido, creo que nos falta un José Andrés Rivas para nuestra generación. Se me ocurre pensar en Heraldo Pastor que tal vez pudiera estar cumpliendo esa función de conocedor de lo producido. O en gente más joven como David Sández y Anabel Castellanos, que tienen esa misma preocupación de separar la paja del trigo en materia de literatura local, y no les va a ser fácil porque puede que sea mucha la paja y poco el trigo”. Y se picó. Soria y Obes dijo en una nota que armó Subida de Línea que con mi reclamo yo mandaba el centro y lo iba a cabecear al mismo tiempo. Que decía, de alguna manera y esto es una cita de su texto: “oigan, nosotros escribimos bien y nos merecemos a Andrés Rivas. Merecemos un crítico acreditado y si no es a él a otro con la misma competencia”. Y bueno. Cuando uno pone la palabra en el espacio público hay que bancársela después. Yo no pido para mi generación a un crítico acreditado. ¡Lo pido para la literatura santiagueña y para la de la región! Ni siquiera pretendo que sea tan acreditado, con que se anime a discutir y a ejercer la crítica nomás ya me sentiré más que satisfecho. Si es que hay críticos por ahí, les pido que se esfuercen más en hacer conocer su obra. La radio, la TV y el diario fueron. El público hoy está detrás de las pantallas de los celulares.
Mi percepción (quizás muy limitada y, por tanto, equivocada) es que los actores del campo literario y del campo cinematográfico en Tucumán transitan por sendas separadas. Prácticamente los agentes no se conocen entre sí. ¿Qué ocurre en Santiago?
Algo parecido, creo. Aunque sí existen algunos cruces. Primero por la cercanía entre actores. Todos los productores acá comparten el mismo suelo deficiente y precario. Y habitamos una ciudad pequeña, por lo tanto nos conocemos todos. Y todos fuimos ex pareja de todos.
Lo primero que pensé con la pregunta es en “El zoco de la buri buri. La ciudad inventada”, un documental de Lorena Jozami que va sobre la escritura de Jorge Rosenberg. También me viene a la mente “El fusilamiento del cabo Paz” que lo hizo la gente de Santiago del Video y ganó un concurso en 2011.
Es posible que haya otros proyectos del mismo tipo, pero no me vienen a la mente ahorita.
Santiago del Estero tuvo una activa participación de militantes políticos en los años convulsos del siglo XX. Se podría decir que había una íntima relación entre militancia, pensamiento político y producción de textos políticos en la revista Dimensión. ¿Cómo son las relaciones entre política y literatura en los últimos diez años del siglo XXI?
Creo que la relación entre política y literatura se vino empobreciendo. Es posible que lo literario se haya autonomizado de lo político, y también, que el miedo sea un factor relevante a la hora de pensar esta despolitización de la cultura. Después de la revista de arte, cultura y crítica que fundó Francisco René Santucho, Dimensión, no hubo otro proyecto parecido, o si lo hubo, no logró la continuidad, la relevancia ni la trascendencia que Dimensión tuvo. Sus aspiraciones y visiones del mundo fueron demasiado para la época. Fue perseguido durante gran parte de su adultez. Y al final le costó la vida. Varias veces me encontré fantaseando con lo que pudo haber producido en un contexto menos opresivo. Es que indio y zurdo es mucho para un argentino, ¿no creen? Sobre todo para el argentino de paja que se quiere construir desde Buenos Aires, siempre mirando al exterior y no al interior, je. Pobres los porteños realmente. Dan penita ellos y su imaginario pro europeo también.
Desconozco si hay entrecruzamientos entre política y literatura en los últimos diez años de obra. Me quiero acordar de unos fanzines que eran bien polentas y contestatarios, pero no me acuerdo los autores ni lo que decían explícitamente. Hay sellos que sí tienen tomada una posición política pero respecto a la producción editorial. La decisión de encuadernar de forma artesanal es plenamente política, por ejemplo. O decidir no imprimir fuera de Santiago para darle el trabajo a alguien de acá.
Sí aprovecho para decir que fue buenísimo que se concretara la publicación de las obras completas de Francisco René Santucho, esto en 2016 y gracias a una co edición de varios sellos. Pero no queremos para Francisco René el acceso al pedestal de “los notables”. Queremos que su obra sea recibida críticamente y que se le discuta. Pero bueno, primero había que publicar el libro y eso se hizo gracias al esfuerzo de los editores y principalmente de la familia, que preservaron durante décadas el material y arriesgando su propia integridad, porque durante varios años fue literatura prohibida.
¿Cuál producción literaria es más preponderante en estos últimos cinco años en Santiago? ¿La producción poética o la narrativa?
La poética, por lejos. No sé a qué se debe, pero lo celebro. De todos modos sigue siendo un género que “sale” poco, quiero decir, no se vende mucho. Alguna vez hablé con otros editores santiagueños y acordamos en que se vende más narrativa, pero se produce más poesía. Aprovecho para polemizar al respecto, aparte me deja bien parado, porque me considero narrador y no poeta, a pesar de tener libro publicado de poesía. Y es posible que vuelva a publicar poesía, pero no será por mi iniciativa sino por la de algún editor que apueste a mi escritura poética. Pero no es a lo que me dedico. Bueno, ahora voy con la polémica: Nos faltan narradores y narradoras en Santiago. Explica la desigualdad en la producción que la narrativa requiere mayor esfuerzo intelectual, más sostenida en el tiempo, sobre todo la de largo aliento. No es fácil mantener la coherencia ni el tono de una voz que narra a lo largo de toda una novela. Con un poema de dos carillas o cuatro no está ese desafío, quizá hay otros, pero bueno, que hablen de sus desafíos los poetas. Esa no es mi trinchera.
He hablado de una notable transformación en el campo editorial de Santiago. Ahora bien, ¿basta la existencia de editoriales para que exista de forma activa un campo literario? ¿Qué haría falta en Santiago del Estero para que se pueda hablar de un campo literario?
No basta la existencia de editoriales para que exista un campo literario. Porque uno puede encontrar una piedra y pulirla lo mejor posible. Luego imprimirla en formato libro. Pero al haber comunicado de forma ineficaz, no llega a los potenciales interesados. Encima que no son muchos ni se enteran. Tampoco recibirá ese libro la crítica, especializada o no. Por lo tanto se sumará a un mundo caracterizado por la biblio diversidad y será condenada esa obra al ostracismo, no tengan dudas. Seguro que sí recibirá el nuevo libro el acompañamiento de los cercanos y los amigos, pero eso tampoco hace a la conformación de un campo literario. Para que eso suceda los actores tienen que luchar no sólo por apropiarse de ese capital simbólico inespecífico aunque reconocible a la legua que llamamos “prestigio”. Esas batallas a veces no tienen límites éticos y por eso hay que estar dispuesto a soportar los golpes bajos y las pisadas de cabeza. Criticar al otro haciendo correr agua para el propio molino es algo que sí se ve acá en Santiago, con mayor o menor frecuencia y con mayor y menor animosidad. Me costó mucho tiempo y padecimiento entender esto. Mi inocencia me llevaba a decir “pero che, ¿no ven que no somos competencia? no es que vendamos pollos o tornillos y si yo vendo más entonces, claro, estoy haciendo que el otro deje de vender”. Así pensaba antes, poniéndolo en términos de competencia comercial. Ahora entiendo que la batalla es cultural y que vamos a formar parte de ella lo queramos o no. Porque hay algo identitario que también se resuelve cuando me opongo a los modos de Fulano o no quiero compartir espacios con Mengano. Eso posiciona. Y no solo esa apropiación de capital tiene que ser disputada, también la definición misma de lo que “literatura” significa. Me estoy poniendo muy bourdesiano y no manejo ese autor ni es santo de mi devoción, aunque sí acuerdo con su visión de que “la historia de la vida intelectual y artística es la historia de la autonomización progresiva de las relaciones de producción, circulación y de consumo de los bienes simbólicos”. En esta última oración estoy tomando textual al Bourdieu del capítulo 5 de “El sentido social del gusto”. Y acá, de lo que se tiene que autonomizar, no es de una clase aristocrática (estos están más bien interesados en las posesiones materiales e inmuebles), sino de los esfuerzos acrobáticos de los individuos a cargo de sostener esos espacios. Y no será fácil pero ahí vamos. O capaz no estamos ni cerca de ir para ahí, pero bueno. Habrá que ver. Seguro que estamos más cerca que diez años atrás y ni hablar de hace veinte.
Por otro lado, asistimos a una renovación técnica/tecnológica inédita y habrá que estar preparados para no extinguirse. A cualquiera que quiera producir un libro hoy le pregunto, ¿por qué un libro? ¿qué es lo quieres decir y por qué? ¿no será mejor un documental ficcionado? ¿un video bien editado y subido a Youtube? Alguna vez el libro fue uno de los vehículos principales del entretenimiento y desde el nacimiento y la masificación de la televisión es que tenemos una competencia muy desleal, porque lo audiovisual requiere de un consumo pasivo y no activo como la lectura. Igual no creo que seamos más tontos en promedio que antes por pasárnosla viendo videítos graciosos de bebés chupando limones o participando de challenges absurdos en TikTok que impliquen coreografías o hacerse un daño sutil a uno mismo. Eso no es solamente internet, no dejen que les hagan creer eso. Un video sobre como armar una PC puede ser mucho más eficaz comunicativamente que un folleto con gráficos e infografías, ¿no creen? Capaz siempre fuimos tontos, nada más que ahora es muy evidente. Circos hubo siempre. Además de los entrenadores de leones y los payasos. Ni hablar del público adicto a la sangre, el grito y el escarnio, qué cosa rica. Eso también hubo siempre. Capaz es un poco tonto el que no se da cuenta de lo mucho que distrae ese entretenimiento fast food, pero para nada puede decírsele tonto al que creó la plataforma. Tampoco al que crea contenido usando clickbait. Ahora hasta los medios tradicionales usan clickbait, no quieren informarnos sino más bien intrigarnos (la última te sorprenderá) y que hagamos clic así después pueden mostrarles esos números a quienes les venden los espacios de publicidad. La astucia de su parte estuvo en advertir que necesitamos entretenimiento al alcance de la mano y en favorecer que eso suceda. Podríamos aprender algo de ellos, ¿no? Por algo las grandes marcas prefieren publicitar en redes sociales y no en televisión. Chequeen las publicidades que pasan en TV. Pomadas para la ciática, audífonos eficaces para personas con audición reducida, y pañales para adultos. Se les envejeció el público y ahora lo saben. Mientras tanto, a nosotros el público se nos rejuvenece de forma creciente y habrá que saber mantenerlo cautivo para que no terminemos obsoletos como la televisión. Todavía el libro sigue siendo el vehículo principal de la cultura. Si quieren informarse sobre políticas de datos, o sobre la historia de grandes marcas como Google o Facebook, ¿no tienen que comprarse acaso libros? Termino acá, otra vez para irme optimista y no dejarles sabor a caramelo Media Hora en la boca.
Mario Lavaisse (Santiago del Estero, 1989) es psicólogo psicoanalista practicante. Se autodefine como autor de narrativa pero cada vez escribe más poemas. También es editor asistente en Umas y Barco, ambos pequeños sellos santiagueños.
Nació en Tucumán, Argentina. Es Licenciado en Artes Plásticas y Técnico en Sonorización. Se desempeña como Profesor en Teoría y Estética del Cine y Comunicación Audiovisual en la UNT. En 2014 obtuvo la Beca Nacional de Creación otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Colaboraciones suyas se difunden en publicaciones nacionales e internacionales. Integra las antologías Poesía Joven del Noroeste Argentino (compilada por Santiago Sylvester, FNA, 2008), Narradores de Tucumán (compilada por Jorge Estrella, ET, 2015) y Nuestra última Navidad (compilada por Cristina Civale, Milena Caserola, 2017), así como el diccionario monográfico La cultura en el Tucumán del Bicentenario, de Roberto Espinosa (2017). Fue traducido parcialmente al portugués, al francés y al inglés. Libros publicados: la novela La conferencia de Einstein (1ª edición en 2006; 2ª edición en 2013); en el género relatos: Vidas breves (1° edición en 2007; 2° edición en 2019) y El instante (2011); en el género crónicas: Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez (2013), Ciudades escritas (2015) y Cosmópolis. Retratos de Nueva York (2017); y el volumen 30 entrevistas (2017). Como director de cine, realizó los documentales Hugo Foguet. El latido de una ausencia (2007), Ezequiel Linares (2008), Luna en llamas. Sobre la poeta Inés Aráoz (2018), Alas. Sobre el poeta Jacobo Regen (2019) y GROPPA. Un poeta en la ciudad (2020). Con los músicos Fito Soberón y Agustín Espinosa, editó el disco Pasillos azules (AERI Records, 2019).