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“¡Papalú, qué lorca que hace!”

Por Sejo Delgado |

En los años de la secundaria ya había montado una revista (fanzine) en el colegio San Francisco. Era una parodia de mis compañeros, con el protagonismo de uno (Juan José Moreno) que le daba nombre a la publicación: El Pibe Moreno.

Antes de irme a vivir a España seguía pensando en publicar una revista de humor gráfico o algo que se le pareciera. Con amigos habíamos incurrido en algunos intentos, fallidos pero intentos al fin, y otros de consumo interno importante (en la Facultad de Artes). Este último, en realidad, era un proyecto de Iván Ríos, al que me sumé muy a gusto. A la postre, con los años, con Iván íbamos a montar algo más importante.

Viviendo en España iban creciendo mis ganas de emprender algo, al punto de empezar a pensar en un eventual staff. Las ideas acerca del nombre que le pondría eran variadas: Pasucci (el ex jugador de Boca) era uno. Pero era un título muy argento. También pensé en ponerle Lo practiqué toda la semana. Pero además de argento, era muy tucumano (la frase remite a la inolvidable declaración periodística de un viejo jugador de Atlético). Debía pensar un nombre que se acomodara al lenguaje español. Al léxico ibérico. A sus modismos. Y Lo practiqué… no daba. Años más tarde fue el nombre de una tira que publiqué en LA GACETA.

El Papus

Había una vez una revista que había tenido mucha fama en la España de la época de la transición. Se llamaba El Papus. Había tenido un final trágico, cual Charlie Hebdo, cuando militantes franquistas le pusieron una bomba llevándose la vida del portero del edificio, a sólo metros de las oficinas donde trabajaban los dibujantes.

El Papus daba que hablar, era algo parecida a Humor Registrado, publicada en Argentina por Andrés Cascioli en años dictatoriales. La revista catalana tenía una impronta quizás menos politizada que Humor Registrado, pero fue muy contestataria en los años del destape español.

Ese nombre me encantaba.

En Barcelona (ciudad de innumerables publicaciones), por esos días te podías comprar en los kioscos una revista muy cachonda titulada El Jueves (la revista que sale los miércoles, reza el epígrafe), que también me recordaba a Humor Registrado, a Satiricón, etc. Era mi debilidad en la ciudad condal y me hacía renacer las ganas de publicar algo propio a modo de fanzine.

Volviendo a El Papus, una noche, junto a dos amigos tucumanos, Julián y Ezequiel, uno inmortalizó la temperatura con la frase: “¡Papalú, qué lorca que hace!”

-¡PAPALÚ!, grité yo.

-¿Cómo? Preguntó Ezequiel, autor de la tucumaneada.

Papalú sería el nombre. Me sonaba cacofónicamente a El papus, me gustaba. Se podía adaptar fácilmente en la península ibérica toda, teniendo en cuenta los distintos idiomas que se hablan en el territorio español. Sonaba bien: Papalú. En mis sueños despiertos la veía en los kioscos con el logo grande que decía Papalú.

El Imaginario 2009

Por cuestiones familiares, después de casi seis años tuve que volver a mi país, a mi provincia. Una vez ubicado, casi de manera repentina, porque podría decirse que mi vuelta se resolvió en cuestión de horas, me encontraba en la calle 25 frente al kiosco del Correo, mientras en mi mente seguía viendo en todos los escaparates a la revista Papalú.

Entonces me puse a organizar el staff. Llamé a dos amigos que tenía a mano, de esos que te acompañan siempre: uno era Iván, el mismo que editaba La Pindonga en la facu y dibujaba Tatooine en los patios de la Normal. El otro era Andrés Garmendia, el mismo que me llevaba al Vicente Calderón de Madrid, a la postre, el Doctor Condenatti.

Primero hicimos un intento con fotocopias y funcionó muy bien. Era una edición muy underground, pero muy cuidada. Hasta parecía importante. Tuvo su estreno en el Imaginario 2009, un salón de cómic realizado en el Centro Cultural Virla. Miguel e Ilde, que eran los organizadores, nos llamaron y nos ofrecieron un stand sin cargo para presentar la revista.

Y así nació la Papalú. Después de tanto quilombo. En el mismo stand que estaba Enrique Breccia, que venía de dibujar Batman, firmando libros, nada más y nada menos. El mismísimo Enrique nos tiró una flor en su ponencia de la inauguración: “me gusta la Papalú porque por estos tiempos parecen guerrilleros del cómic”. Fue un lujo recibir esa caricia del maestro.

El staff

El equipo era un sueño: Gustavo Sala, Diego Parés, Chanti, Sergio Más, Erlich, Javier Rovella, César Dacoll, Junior, Pito Campos, Ed, Rafa García (de Barcelona), Ariel López. A estos monstruos de nivel nacional e internacional nos sumábamos nosotros: la Menduca, Iván Ríos, el Pibe Moreno, el Doctor Condenatti, Waldo Seu y quién les habla. También pasaron por esas páginas el Hugui Escalante, El Piojo (del mismo apellido), Kar-LhoGark, Carlos Vera, Sebastián Cáceres…

Ya al número 3 lo imprimimos a todo color y en offset. Para el 4 nos empezó a ayudar la Asociación de Prensa con la salida. La Papalú ya era un hecho. Estaba en todos los kioscos de Tucumán, Salta y Jujuy. A Santiago llegó a comiquerías. A Buenos Aires arribó también de manera subversiva.  

Resultó hermoso mientras duró. Fueron 32 compactos números.

Hoy, a Iván, Andrés y a mí, se sumaron Catto Emmerich y Esteban Abdala. Estamos haciendo un intento pandémico vía internet. Y tan mal no venimos. Siempre subvirtiendo el humor gráfico, con los barbijos puestos como buenos guerrilleros del cómic, como nos dijo el gran Enrique Breccia.

Pues eso. Y así están las cosas, PAPALÚ.

Enlace de la revista digital: www.papalutoons.com

Una respuesta a ““¡Papalú, qué lorca que hace!””

  1. Genial! Que bueno conocer la jugada completa y pases que llevan al gol.

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