Por Kill Bill |
Glosario de jergas y modismos de Argentina
(pop.) Asunto fácil, que resulta beneficioso para el que lo realiza
☞ Para les niñes que viven en departamentos no hay aventura más grande que ir a visitar a parientes que viven en casas barriales cuasi granjas. Lo más divertido de ir a la tía Flora era escucharlo decir malas palabras a ese loro guarango que tenía en el patio. Bajábamos del auto todes atolondrades, correteando y manoteándonos a ver quién llegaba primero. Pero cuando íbamos acercándonos reducíamos poco a poco la velocidad hasta coincidir, en un silencio solemne, bajo el altar profano de aquella serpiente emplumada parlante y de lengua filosa de Villa 9 de julio.
Luego de unos segundos, que parecían años de contemplación, algune se animaba y le tiraba una palabra para que repita. Pero él no respondía a cualquier palabra, sólo a las malas, del repertorio que había armado escuchando a la gente de la casa pasar puteando delante suyo. Su silueta majestuosa allá arriba, que apenas podíamos mirar a través del sol haciéndonos viserita con las manos, nos ignoraba de perfil. Ningune se animaba a tirarle una mala palabra porque no nos dejaban decir en la casa. Hasta que en un momento dado el loro, por motu proprio, decía sus palabras mágicas de recibimiento: –HIJOS DE PUTA, HIJOS DE PUTA!, y estallábamos de la risa.
Inmediatamente y atraídos por el griterío infantil, aparecían en la escena les adultes dándole manija al loro, tirándoles otras malas palabras y haciéndonos decir a nosotres también para que repita y, sobre todo, para provocar las miradas horrorizadas y reprobatorias de nuestras madres a las que no les quedaba otra que darse la vuelta de lo tentadas que terminaban.
Papita pal ‘loro no era la montaña de migas que le daba la Flora. Papita pal ‘loro éramos nosotres y nuestro absurdo y represivo sistema de clasificación moral de las palabras, que después llevaba a la convención de loros para cagarse de risa de lo limitades que éramos (somos) como especie, recreando nuestro ritual catártico de tabúes lingüísticos.
Licenciada en Letras por la UNT. Investigó sobre narrativas delictivas en los márgenes de Tucumán. Becaria doctoral de CONICET, investiga sobre producciones creativas digitales de adolescentes tucumanos. Escritora y humorista compulsiva en las redes. Disponible siempre para construir un mundo mas libre.
Te amo. Y en la verdulería de la Lavalle y Miguel Lilllo hay un loro que nos putea a todes les de la ciudadé. Los próximos tacos que comamos vamos a visitarlo y deleitarnos con el Deca putoooooooo
A todo esto, ¿qué dirá el Loro Viudo?
Amo que haya más loros guarangos en la ciudad. Papita pal loro viudo sería mi casa por ejemplo, qué le está compitiendo fuerte ultimanente.
Siempre original siempre única siempre diferente siempre divertida!