Entrevista a Verónica Quiroga, directora de cine
Por Fabián Soberón |
Cuando vi Barrio del Buen Vivir (2018) tuve la impresión de que habías captado en la representación audiovisual las formas de la vida marginal en el Tucumán contemporáneo. ¿Cómo fue el trabajo de realización de este corto? Me refiero al trabajo de guión y dirección.
Este corto surge inmediatamente después de ver el video de la señora atada al poste de luz en la plaza Independencia (Tucumán) con imagen de fondo de la Casa de gobierno. Un periodista le hace preguntas, le pone el micrófono e intenta que explique lo que le pasa. Me impactó el relato de ella, con voz desganada, el rostro pesado, contando una situación trágica; sin embargo, todos los videos que existen están editados, tienen efectos sonoros, le distorsionan la voz cuando dice ciertas palabras o expresiones, hay repeticiones de gestos en cámara lenta, todo a modo de burla. Entonces no podía creer que se burlen así de una persona en total estado de vulnerabilidad, era cruel y ni siquiera le habían preguntado el nombre, titulan el video con “Disculpando la palabra”, usando irónicamente una expresión que utiliza Beatriz antes de putear a lo tucumano. Sí, se llama Beatriz, eso lo averigüé yo, porque a los que le hicieron la entrevista y a lxs espectadores nunca les importó. Me pregunté durante mucho tiempo, ¿por qué nos causa gracia el sufrimiento de una mujer? El guión tenía que contar lo que decía el relato, teníamos que ver lo que estaba pasando. El fuego en el tambo, la discusión entre varones, el alcoholismo en las villas que desata la violencia, la venganza por no saber perder, el desamparo de Beatriz por parte del Estado y del pueblo, en fin, las acciones. Buscamos dos locaciones, una casa en Villa Alem para los interiores del barrio y en la otra, sobre la avenida América, para los exteriores, porque en el cine se pueden recrear los lugares, lejos de que sean los reales, casi siempre por una cuestión de presupuesto y dinámica de trabajo. Luego hicimos un casting, casi todos les actores son profesionales del teatro. En cuanto a la actriz Carla Brun, que interpreta a Beatriz, hubo un gran trabajo actoral, mucho entrenamiento y esfuerzo por parte de ella y de Vanessa Pedraza. Carla viene de la comicidad y no era fácil pasar al relato dramático.
En Jazmín (2017) hay una denuncia, a través de la representación audiovisual, del maltrato de género. Concretamente, el corto plantea el maltrato a las transexuales. ¿Cuáles fueron los desafíos para realizar este corto desde lo narrativo y la puesta en escena (considerando que está basado en un suceso real)?
El guión está construido por distintos fragmentos de historias de chicas trans y se presentó de manera urgente empezar con la denuncia por violencia de género. Me acuerdo que una amiga había vivido una situación de violencia con su novio, donde casi pierde la vida y lo contaba con miedo y vergüenza, lo denunció y la oficial que le tomó la denuncia se comprometió a que los papeles lleguen rápido a la fiscalía, y así fue, a los pocos días le concedieron la restricción perimetral para que su ex pareja no pueda volver a estar cerca de ella, algo difícil de conseguir, al menos en Tucumán.
Costó mucho abordar el tema en los ensayos, hubo muchos; la actriz Florencia Díaz estaba recién empezando con la actuación, aparte de que el tema era difícil, sufrido y angustiante. Los ejercicios actorales, lo corporal, alivianaba el peso de las palabras y, en paralelo, saber que lo que estábamos contando serviría para que otras chicas se animen a denunciar, de alguna manera, era lo que permitía que la actriz atraviese con fuerza esos estados por los que pasa el personaje.
Silicona líquida (2020) fue realizado en España. Contame cómo fue el proceso de producción del corto. ¿Cómo fue trabajar con actores extranjeros? ¿Percibes que la intolerancia y el rechazo a lo queer es similar en el norte argentino de Argentina y en España?
Llegamos a Madrid porque ganamos un premio por un corto anterior llamado “Recuerdo de mis 15”, ganamos “Mejor Dirección”, lo otorgaba la ECAM, Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid. El premio consistía en grabar un corto en una semana en la ciudad, con un montón de prestaciones del establecimiento, la mayoría equipos técnicos y estudios de grabación. No logramos conseguir muchas cosas porque había mucha demanda para esa fecha. Unas semanas antes de viajar hicimos una convocatoria entre conocidos que vivían allá, como ser nuestra productora Julieta Zalduendo, teníamos reuniones por WhatsApp, hicimos un mini casting, elegimos a les actores, seleccionamos unas posibles locaciones, una lista de cosas a conseguir, vestuario, maquillaje y viajamos desde Tucumán, directoras y sonidista montajista.
Ensayamos dos veces en la ECAM y grabamos una noche en exteriores, que fue la zona roja y un día entero los interiores en una casa típica española, retro, en el barrio de Malasaña. Con les actores fue una conexión inmediata. Nos ayudaron mucho con los modismos de allí, convirtieron un guión con acento tucumano en madrileño. Ensayamos mucho las acciones, el texto, había que exponer el cuerpo y las emociones, fue una experiencia en donde todxs aprendimos algo extra, un crecimiento en cada persona del equipo, hubo algo inexplicable de principio a fin, magia.
En cuanto a la intolerancia de la temática, es un tema global, en algunos lugares se sufre más que en otros, en Tucumán, Madrid y el resto del mundo pero siempre que le demos pantalla gigante a estas historias significa un paso hacia adelante para la tolerancia y el respeto que merecemos todas las personas, con más razón si se trata de la construcción de una identidad, algo tan personal.
¿Te interesa pensar tus películas en relación con la idea del género (lo femenino)? Quiero decir, ¿te interesa destacar o enfatizar que el cine está hecho por una mujer?
No, no siento que me interese destacarlo, para mí la igualdad de género es natural, cualquier persona puede realizar una buena película sin importar que sea mujer, no binarie o varón; sí creo en la diferencia de oportunidades que se presentan según el género, a lo largo de la vida, pero en cuanto a capacidades, somos lo mismo.
Lo que me interesa destacar son problemáticas sociales, hacer visibles las cosas que nos cuesta aceptar como sociedad, las que no nos dejan evolucionar, las pesadillas patriarcales, por lo general, son las cosas que me movilizan, que se convierten en cine con el deseo de generar una metamorfosis.
Se habla de la filmografía de Lucrecia Martel como una obra que se ha convertido en una referencia para las directoras/directores del norte argentino. ¿Sentís que Martel es una referente para vos? ¿Cuáles son tus referentes?
Por supuesto que Lucrecia Martel es un gran referente para mí, porque es del norte argentino, porque es la Pachamama del cine mundial, porque es mujer y porque le gusta la Humita.
Tengo varios referentes, tanto de cine como de literatura. Después de mencionar como referente a Martel no quisiera nombrar a nadie más.
¿Crees que el cine dirigido y realizado por mujeres plantea problemas diferentes al cine dirigido por hombres?
No, es totalmente falso. Es una idea sumamente machista y antigua pensar que las mujeres tenemos otra sensibilidad, como decretando que podrían sensibilizarnos ciertas problemáticas que a los hombres o personas no binaries no…
Quisiera que hables de las motivaciones para convertirte en directora de cine (¿cómo fue tu formación, cómo empezó la pasión por dirigir y hacer cine?) Sos una de las pocas que ha realizado varios cortos (cuatro) como directora en el norte argentino.
Desde la niñez me gustaban las películas, que me cuenten historias o leer cuentos, me activaba la imaginación y toda esa explosión visual, mi mamá nos leía cuentos con diapositivas, usaba un proyector, preparaba una habitación, apagaba la luz, le ponía distintos tonos al relato, eso me atrapaba; hoy pienso que tiene que ver mucho con el cine y con las cosas que disfruto hacer.
Siempre que me preguntaban que quería ser, como fantasía o ideal, respondía “Películas”. Quizás podría hacer muchas otras cosas pero pensar en cine me apasiona, es lo que pienso la mayor parte de mi tiempo. Después cuando fui más grande y estudié la carrera de cine me pareció muy difícil llegar a realizar una película, un corto, me parecía imposible, por cuestiones de producción, de la industria, pero de a poco me fui animando; una vez que pasé por la experiencia de filmar películas que no eran propias y demás, me acercó a lo posible, sumergirme en el cine me llevó a sentarme a escribir, formé equipos posibles, hablé con compañeras y compañeros para que me den su apoyo, conseguí equipos y me animé a filmar mi primer trabajo. Entendí que cuando una desea, lograrlo depende de una, también de un montón de otras cosas, pero sobre todo depende de la fuerza que le pone una para que las cosas y las circunstancias, de a poco, se den.
Nació en Tucumán, Argentina. Es Licenciado en Artes Plásticas y Técnico en Sonorización. Se desempeña como Profesor en Teoría y Estética del Cine y Comunicación Audiovisual en la UNT. En 2014 obtuvo la Beca Nacional de Creación otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Colaboraciones suyas se difunden en publicaciones nacionales e internacionales. Integra las antologías Poesía Joven del Noroeste Argentino (compilada por Santiago Sylvester, FNA, 2008), Narradores de Tucumán (compilada por Jorge Estrella, ET, 2015) y Nuestra última Navidad (compilada por Cristina Civale, Milena Caserola, 2017), así como el diccionario monográfico La cultura en el Tucumán del Bicentenario, de Roberto Espinosa (2017). Fue traducido parcialmente al portugués, al francés y al inglés. Libros publicados: la novela La conferencia de Einstein (1ª edición en 2006; 2ª edición en 2013); en el género relatos: Vidas breves (1° edición en 2007; 2° edición en 2019) y El instante (2011); en el género crónicas: Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez (2013), Ciudades escritas (2015) y Cosmópolis. Retratos de Nueva York (2017); y el volumen 30 entrevistas (2017). Como director de cine, realizó los documentales Hugo Foguet. El latido de una ausencia (2007), Ezequiel Linares (2008), Luna en llamas. Sobre la poeta Inés Aráoz (2018), Alas. Sobre el poeta Jacobo Regen (2019) y GROPPA. Un poeta en la ciudad (2020). Con los músicos Fito Soberón y Agustín Espinosa, editó el disco Pasillos azules (AERI Records, 2019).