Por Gabriel Gómez Saavedra |
En los poemas de Dardo Solórzano se nombran jardines plagados de colores y músicas que, a veces, dan una fauna ancha e inigualable y, otras, un espíritu que boquea los despojos por la pupila cansada de la tierra: “Los nombres de las cosas son un espejismo, / le llamás: _“sal”_ a lo que es un sonido quebrado, / _“mineral”_ a la luz que te corta los ojos”.
Talión
Me perdono la soledad tras el intento fallido
del ojo que no ve donde los ojos ven
sino donde el corazón se vislumbra enceguecido.
He sucedido el día que el sol no amaneció,
de ahí que el tiempo se me nombra en oquedades.
Un pájaro cruza el occidente de mi boca,
yo no sé nombrar su vuelo sin caerme del trino.
Siempre intento aprender a olvidarte
como si no fueran suficientes los rostros perdidos
errantes por la avenida Mate de Luna,
como si no fueran los amigos a preguntarme
cuándo perdí las alas, dónde tu temporal.
Todo el mundo dice que fracasé a orillas de tus miedos
y que Tucumán se me derrumba cuando sueño.
Conozco el precio a pagar por mi derrota,
ojo por ojo y diente por diente haberte elegido
para ser la soledad que me asola;
y sin embargo me perdono.
(de Pueblada)
*
Luna de Coroico
Va subiendo por el empedrado
la luna de Coroico.
Una chola le corta la cara
con el filo frutal de sus ojos
y sentada en su puesto recibe en sus manos
la sangre plateada de esa herida.
Dicen que hay gente que se roba la noche.
Varias personas la llevan impregnada en el rostro
y caminan con antiguas sombras esclavizadas
al silencio de ocultos desprecios.
Puede que cuando se acaben los sueños
despierten esos hombres sin un estigma colonial en la piel.
Doña Rosario cantaba en una calle tenue,
ella no lo sabía
pero la selva le cabía toda en la voz
y la guitarra de José, machada por la raza,
quedaba preñada con una melodía de verdes humedades
que surcaba la nostálgica mirada del Tomás.
El puñal de una canción buscó mi herida en la plaza.
donde aguardaba una mirada vacía, sin palabras.
La danza improvisada
sobre el desequilibrio de una tierra en declive
que por sus venas de piedra se yergue y anda.
Pero a algunas cosas es mejor ignorarlas
tal como hicieron todos en medio de tanta farra
sin que nadie se percatara
que estaba la luna de Coroico
en un charco bajo la vereda
desangrada.
Coroico, Bolivia. Enero del 2011
(de Pueblada)
*
Oración de soledad para los abortos
Levánteme usted por favor,ya hace tanto que no llego al suelo
de estar hundido en lo profundo
igual que la mirada de un pájaro en vuelo.
Levánteme usted que el pueblo está de huelga,
yo dejé las cartas pidiendo auxilio
a los analfabetos de la vida.
¿Para qué quiere volver si nadie lo espera?,
¡nadie sobrevive!, ya es hora que lo sepa.
Cruza el silencio pueblerino un sulky en altavoz,
alguien que vende los frutos de los “sin tierra”,
plantas que crecen en los surcos de la frente,
la siembra regada con el sudor de los hombres.
Que la muerte en el barrio de los olvidos
cruza descalza lo que no pisa la esperanza,
cruza dos palos y habita el limbo de algún baldío.
Vea usted qué poco he nacido
que ya no estoy seguro de que existo,
pero no llego al suelo,
¡levánteme! antes que abandone mi pueblo la protesta
y todo quede como siempre, ¡entiéndalo!,
adorado Señor De Las Soledades
no regrese del Getsemaní a buscar consuelo,
mire qué poco mi ser en este suelo «que ni lo piso»,
tanto que me ven caído
y nunca me levanta nadie.
(de Pueblada)
*
Ña Luz
Que cierre los ojos
para que no entre el diablo
que anda como la luz…
revelando la forma de los cuerpos…
A oscuras, que junte las manos
para saber que sólo es uno mismo lo que sigue
al sentirse en el tacto de cada rezo.
Como espiarla por el agujero de la cerradura
(ser el tuerto en el reino de los ciegos)
que no la han visto desnuda por el cielo.
¡Qué sabe Dios de cargar su pecado!
La luz por una grieta en la puerta del baño
y mi temblor al saberla tan hembra
frente a mi puñado de años.
La llama el patrón desde el patio en ocaso
y ella es la luz que desciende a la noche
para lavar el alma de los criados.
Me pide que cierre los ojos
para que no entre el diablo,
y encadena mis manos con su rosario
sin saber que todo adentro mío es un infierno.
(de Ella sucede)
*
Mechera
Cabe adentro de tu sombra, la mechera,
y así te sigue los pasos.
En su cara difusa, sin ciencia exacta,
le entran tres ojos en un par:
el derecho ‘tiene olfato’ para hallarte distraído
el izquierdo un ‘buen gusto’ para hurtar lo de valor
y el tercer ojo te palpa en el silencio,
te arrebata callado, cuando sos un bullicio interno.
Siguiendo esa corriente en las peatonales,
por la que fluye un río de gente,
se agrupa en un cardumen ladino;
que una es un par,
que tres son un medio rostro guarecido,
vienen en un número imperfecto
y es el hombre quien muerde el anzuelo.
Sombra de tu sombra,
es un espejo que invierte la imagen
y a tu espalda le hace frente al mundo
robando la mercancía que se ostenta
como alma del dios de los comercios.
Al atraparla por ladrona,
aunque devuelva lo robado, “falta algo”
que es el sujeto de uno mismo
dentro del objeto que fuiste para ella,
solo carne del delito,
solo algo de lo que nunca fue alguien.
(de Ella sucede)
*
Población íntima
Hubiera nacido de mi madre
pero el origen tiene siempre un antes;
lo desconoce quien te ama, quien te odia…
No huye la corzuela,
solo se copia su propio instante
y lo repite a lo largo del espacio,
uno tras otro, como esos sauces
(son todos el mismo),
difieren apenas en su tiempo de estar.
De veras envejecen desfasadas
todas las réplicas de uno.
La joven sobre el puente en esa foto
llega aquí menor que yo
sin edad de llamarla madre.
Ese molde de mí está siendo,
en este territorio de partos
donde los árboles no dan sombra
por huir del compromiso.
Bruto cae el sol
y es el mismo que estuvo en la foto,
pero envejeció la muchacha
siendo un antes dentro mío,
y en esta población íntima
de réplicas de uno
soy ella a lo largo del espacio,
Soy el Hombre… Desnacido…
(de Ella sucede)
*
Randa
Cuántos siglos sostienen un minuto de tus días…
ese instante del trabajo de tus manos
aquí donde somos la trama de lo tardío,
que se demoran,
que no llegan los buenos tiempos.
De un hilo pende la vida.
Quién le corta el sueño a la sirvienta
(cama adentro)
que teje de adorno para la patrona
una estrella blanca sobre la mesa,
que el tiempo bueno no nos llega…
Mujeres sobre caminos de tierra
que están siendo madres de sus abuelas
viéndolas nacer hoy en El Cercado
tejido de alambre
propiedad privada para el monte
y nuestra historia deshilachada.
Cañaveral adentro
no llega el idilio de los poetas
y ya es tarde donde cocinar,
donde lavar la casa y la memoria
al andar de madre atrasada
y estar pariendo abuelas en cada randa
en este pueblo donde tramaste
sus siglos en tus minutos.
(de Ella sucede)
*
Uyuni
No podés confiar ni en lo dicho por vos mismo,
aquí te engaña todo, hasta tu propio cuerpo…
Los nombres de las cosas son un espejismo,
le llamás: _“sal”_ a lo que es un sonido quebrado,
_“mineral”_ a la luz que te corta los ojos,
y vas palpando la dimensión de las imágenes
para saber qué tanto te engañan tus sentidos.
Un ánima perdida es el agua
en el Salar de Uyuni,
ella deja en este suelo un eco de arriba,
y le ves un reflejo de vos
¡pero sos una mentira!
Un hombre le llama: _“sueños”_ a montículos de sal
que acumuló despierto
donde lo cierto es surrealista
y en el cementerio no hay muertos,
solo trenes de un vivo recuerdo
paralizados en un viaje hacia el olvido.
La eternidad es un manto blanco,
si te cubre un instante
tu ropa queda corroída,
(te deja al desnudo la inmensidad del mundo)
y le llamás: _“Dios”_
a esta profunda lejanía.
(de Amauta, inédito)
*
No dudo
Del silencio (luego) cuando acaba la lluvia,
no dudo, de azahares húmedos,
del roce desnudo de la selva negra,
de tierra y noche sudadas (no dudo),
de esas cosas se hace tu amor…
De mis formas de aceptarte libre
en la ciudad donde prohibieron tu sexo
porque le temen a las revoluciones,
a las flores que “ensucian las veredas”
o se alzan en el humo figurando quimeras.
De una inestable simpatía,
de tu descalza travesía cuando es música,
cuando es locura y te llorás sola,
no dudo de esas cosas,
del enredo de tus cabellos,
de un fuego en la brisa de Tucumán
y tu olvido siempre (no dudo)
de esas cosas se hace tu amor.
También de la soledad de mis días,
ciertamente de un país destruido,
de la canción que te hice a escondidas
porque le temo a tu adiós cuando estás harta
del amor, de Dios, de los hombres
y de mi poesía de niño torpe;
tenés que sentir ¡no dudo de vos!
sólo no tuve el valor para decírtelo,
de todas tus cosas hago mi despedida…
(Inédito)
*
Jauría
Tuvo hambre mi madre
de una caricia en la calle…
Te vi los gestos igual que ella,
cuando en la plaza sola reías
y pedí que entre tu lengua en mi boca
para lamerme las heridas de adentro
(¡la rabia contenida!).
_ “Mordió la mano del amo
el hijo de perra” _ me decían
cuando te quitaste las cadenas del mismo patrón
de esta ciudad tan repetitiva:
‘ves el mismo hombre escarbando la basura
y aglutinando en él toda una jauría’.
Le ladran los hombres
que corren tras los autos de moda
Vos no sos mía ni de nadie que aúlle…
De instinto primitivo
al bosque huye en cacería,
(el hombre es el lobo del hombre)
que su propia visión de justicia extermina;
y al hombre ciego
un perro lo guía…
(Inédito)
*
Dardo Solórzano (Monteros, prov. de Tucumán, 1983)
Su incursión en la poesía se inicia con la letrística de canciones, principalmente, de raíz folclórica, por lo que a gran parte de su obra la desarrolló como autor y compositor. Ha escrito obras de teatro, monólogos y cuentos, además de artículos periodísticos para diversos medios gráficos del país. Se desempeñó también como Director de Cultura del Municipio de Monteros.
En poesía publicó Pueblada (Llantodemudo, 2013) y Ella sucede (El Mono Armado, 2017). Su libro Amauta permanece inédito.
*
Imagen 1: Las flores del mal, de Julio Zavalía
Imagen 2: Lo que ya no es (inmemorial), de Julio Zavalía
Julio Zavalía (Tucumán, 1976)
Músico, fotógrafo y cocinero. Estudió fotografía en la Facultad de Artes de la U.N.T. y en Buenos Aires cursó la carrera de Tecnicatura en Grabación. También realizó cursos con Bruno Ternavasio. Participó de la Bienal Internacional de Fotografía en 2007, exponiendo en La Rioja y C.A.B.A. Tiene realizadas 7 muestras, entre individuales y grupales. Desde 1994 participa en la escena musical de la provincia de Tucumán.
Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.
Muy hermosos poemas. Gracias por compartirlos
Gracias por la lectura, Emilia.
gracias Emi!!! 🙂
Los monterizos radicados en Chascomús, Bs As hablan de un Monteros de poetas y cantores. Como si fuera una leyenda que sobrevive en el tiempo. Y no dudo que sus duendes resisten con su arte.
Un abrazo
Gracias por el comentario, Marcela.
muchas gracias Marcela!! 🙂
Gracias por el comentario, Marcela.
Hermosa geografía e itinerarios del alma en la poesía de Dardo Solórzano.
muchas gracias Mario!! 🙂