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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

Libros Tucumán es una librería especializada en literatura de Tucumán ubicada en Lola Mora 73, Yerba Buena – Tucumán.

 

 

 

 

 

Poemas de Gustavo Luján

Por Gabriel Gómez Saavedra |

Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser.

Alfredo Le Pera

Totalmente ajenos al ejercicio de fijar la materia entre alfileres y darle una nueva dimensión a partir del análisis del ojo lírico, estos poemas de Gustavo Luján. Hay en ellos una intención de deshilarse imperceptiblemente a medida que se avanza de verso a verso, porque las cosas y seres que se eligen nombrar cuentan con una única riqueza: el peso de la nada. Y lo que nada pesa, no puede apropiarse.

Pero hay algo más perturbador que revela esta metempsicosis coherente, de cuerpo a cuerpo poetizado: nos recuerda que la belleza y el verdadero valor de la materia es su potencialidad de dejar de ser: “Si esto es el destino / prefiero / arder / ser humo / y disolverme /en la nada”.

Vi flores negras

En el camposanto

De Iruya.

Mientras las nubes

Se desmoronaban

Por las laderas de sus cerros,

Un ángel de a sorbos,

Bebió las astillas

De mis pupilas,

Salpicadas de abismos.

Iruya

(de Quedarse con la luz)

Hoteluchos, viejas pensiones prostibularias,

bares oscuros con su vaho de vino

su humo melancólico

su bohemia descascarada

el andén por donde vino el abuelo

partió el padre

y ahora el andén vacío

y muchas cosas demoradas.

(de Quedarse con la luz)

VII

Te nombro: árbol.

A veces te atreves a visitar a las nubes

cuando estas tienen su guardia baja

y te les cuelgas del plexo

¡oh, árbol!,

y las abrazas

extraviando los puños y los pronombres

en esa manta fantasma;

digo entonces:

alapapuyo*

alapapuyo

sin decretar el origen de la lástima

que cuando parte,

deja rendido y victorioso

un nuevo mundo

esculpido por la claridad.

*Alpapuyo: nombre que se le da a las nubes en el norte argentino, es una conformación pequeña que cubre las laderas de las montañas; cerrazones o nieblas gruesas. Palabra de origen quechua, Alpa (tierra) y Puyo (manta hilada y tejida artesanalmente en telar), es decir Alpapuyo muy libremente significativa: Manta que cubre la tierra.

(de Quedarse con la luz)

Te nombro: árbol,

intento recordar tu naciente,

el retazo de tu astrología mendaz,

y no puedo,

inmemorial… sé:

que soles cuelgan de tus raíces,

de tus frutos se precipitan constelaciones

y a su espectro huérfano,

zarpan en las barcas del viento,

sin miedos a los zarpazos lunares,

en el escupitajo germinal

en su vocación de ermitaño

esperarán al metal del aire

y desde lo diminuto

erigirán una arquitectura parida de los escombros

cuando llameante el agua

le acaricie las llagas de los labios.

(de Quedarse con la luz)

¿Qué silencios

despellejarán

la mirada?

¿Qué centellar

lamerá

la Sombra?

Soy el camino

la huella

el caminante,

y el tibio boceto

del olvido

que llaman memoria.

Si esto es el destino

prefiero

arder

ser humo

y disolverme

en la nada.

A mi padre

(2007)

(de Quedarse con la luz)

Ella sabía el nombre de todos

de los vivos y de los que sólo quedaban

fotos en blanco y negro

o fotos coloreadas

o simplemente el nombre.

La recuerdo con sus criollitas doradas

las manos cinceladas por los lustros

el cabello recogido, el cabello suave como de nube

la claridad del aire en los ojos

un olor a azúcar quemada, a poleo y albahaca.

Me contaba

de los abuelos

y de los abuelos de los abuelos,

cuando estallaban sus girasoles

en el jardín.

Recitaba el nombre de cada uno

como un ritual de cariño y alumbramiento

mientras me pelaba una naranja.

Sobre el hule floreado de la mesa de la cocina

en un espiral perfecto, la cáscara,

luminosa como una constelación,

rodaría casi sin principio ni fin.

(de Quedarse con la luz)

Los hombres del oeste*

tienen un umbral

de lejanías en la mirada.

Acarrean un sollozo primitivo

hecho del follaje del alba,

nacen sedientos de partidas,

por eso, esos pueblos

escarchados en la ternura de la luz

son construidos de soledad y barro.

Me llegaron como tormentas

en las noches de verano

rasgando el pozo oscuro del cielo

con un chispazo de incendio azul,

ahora me brotan

en las piedras de la memoria.

A los hombres del oeste

les crepitan entre las cordilleras

las manos agrarias, los silencios armoniosos,

la miel cardinal, ramajes de ausencias,

largas letanías de ancestros,

y con los dedos surcan de cicatrices a la tierra

y con los sueños cincelan de arrugas al tiempo.

A los hombres del oeste

y a sus cicatrices

ya sus arrugas

al final, siempre…

los cubre

el rojo médano

del olvido.

*Al oeste, en la provincia de La Rioja, están los pueblitos de Pagancillo, Puerto Alegre, Los Tambillos, Banda Florida, Villa Castelli, Villa Unión, Vinchina, Jagüé, Guandacol, Los Palacios, Aicuña, Santa Clara… y la lejanía.

(de Quedarse con la luz)

“Ay, vidalita…

todo en el aire me llama aquí.”

Juan L. Ortiz

Va palideciendo este rincón latiente

este canto hilvanado de greda y estrellas

este rostro cimentado por la voz

uno inventa alfabetos incompletos

para forjar la piel de quien fue,

contornos ilegibles que escriben

en las arenas que gotean,

a través de los relojes,

del pasado al vacío.

Ay, vidalita de los recuerdos,

todo en la luz me llama aquí.

(de Quedarse con la luz)

Elegía

Los recuerdos van entumeciéndose

a veces son como el rayo en los ojos fugaces de los pájaros

En la vieja calle

donde los hombres transportaban las rocas preciosas

los paraísos de aquellos años

que mansamente entregaban

su sombra

a las travesuras en las siestas

se secaron

Los hombres

arrancaron de las veredas

aquellos andamios leñosos al cielo

desde entonces

nosotros

¡hemos arrancado tantas cosas de los adentros!

El tiempo siempre diluye los pronombres

El polvo que cubre a las madreselvas

regresará a la tierra con las lluvias del verano

será torrente

una y otra vez

cada enero.

(Inédito)

Lo enredado

Ha venido el invierno

En los esqueletos vegetales

Está aún enredado

El canto de los pájaros

Que han emigrado al norte.

(Inédito)

Nido

Este año marzo ha sido lluvioso

en el poste de luz al frente de la casa

unos horneros se empecinaron en hacer su nido

de rama en rama

de a poquito el barro

llevan hacia las alturas

la lluvia deshace los avances

                        empecinados igual continúan

pasan los días

el otoño llega con su estrategia

volver grises las horas

teñir todo de frío

la esfera de greda toma forma

se celebra con cantos

Una mañana

el operario de la compañía eléctrica

tirará al suelo miles de años de evolución.

(Inédito)

Interés Superior

La tarde ha pasado por mi ventana

yo indiferente a ella

caravanas de nubes

arrastradas

como barcas de velas henchidas

y yo

indiferente a ellas

el canto de los pájaros

se entintan de arrebol

yo, indiferente

enmudecieron los martillos

en el edificio que se construye a la vuelta

sigo indiferente

en esta parte del mundo

sin demoras

todo va tiznándose

con la ausencia de luz

y yo indiferente

los gatos preparan en los techos su danza ondulada

de soledad, lujuria y maullidos

las mariposas

su rito suicida

inmolarse en los focos de alumbrado público

y yo indiferente

los contornos de la ciudad se diluyen

las cenas humean en las cocinas

y yo

indiferente

Un racimo de palabras

con sus perplejidades

sus cenizas

sus maravillas

su fuego

me tiene de rehén

Lloro

 ante las hojas de un libro:

el bello amante de Tina

ha muerto asesinado en la página 45.

(Inédito)

Imágenes: Eugenio José Vallvé Marquetti

*

Gustavo M. Luján (Chilecito, La Rioja, 1974)

Es Ingeniero Químico. Reside en Tucumán. Desde mediados de la década del ’90 participa de diversos colectivos artísticos; actualmente es miembro del Colectivo Cultural EsCuchara.

Entre 2013 y 2018 coordinó La Curita Manchada, taller de lectura y escritura para jóvenes con el que publicó La Curita Manchada: Leer, pensar, crear y crecer en la escuela (2015) y LAPACHOS (2016).

Fue incluido en diversas antologías, en revistas y sitios web.

Publicó Quedarse con la luz (Lago Editora, 2018).

Es columnista de la revista El Ganso Negro.

*

Eugenio José Vallvé Marquetti (Tucumán, 1980)

Músico y fotógrafo, formado en las ciencias duras. Canceriano, lunático, soñador y militante. Se desempeña en el ámbito del documental y del fotoreportaje, en lo que respecta a la fotografía, y en el campo musical, en canciones que reflejan la realidad social.

Actualmente integra el equipo audiovisual de prensa del Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán y el Colectivo de Prensa Popular “La Palta”. Es guitarrista de “Vino Juana”.

Está convencido de que todo arte es social y todo arte es político.

Contacto:

https://www.instagram.com/eujovamar/

eujovamar@gmail.com

4 respuestas a “Poemas de Gustavo Luján”

  1. María Eugenia Mar dice:

    «De interés superior», la magia de la lectura y su atrapante encanto, genial !
    De » Nido», y » …el dolor de ya no ser», se puede volver a hacer otro nido, el el dolor de ya no ser dará lugar a «otro ser», didigo, no ?
    Hermoso trabajo, textos y fotos.
    Me gusto.

  2. Ada Liliana Jalile dice:

    Un poeta con una extrema sensibilidad ante el mundo que habita. Es lo que tiene la buena poesía.

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