Por Gabriel Gómez Saavedra |
Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser.
Alfredo Le Pera
Totalmente ajenos al ejercicio de fijar la materia entre alfileres y darle una nueva dimensión a partir del análisis del ojo lírico, estos poemas de Gustavo Luján. Hay en ellos una intención de deshilarse imperceptiblemente a medida que se avanza de verso a verso, porque las cosas y seres que se eligen nombrar cuentan con una única riqueza: el peso de la nada. Y lo que nada pesa, no puede apropiarse.
Pero hay algo más perturbador que revela esta metempsicosis coherente, de cuerpo a cuerpo poetizado: nos recuerda que la belleza y el verdadero valor de la materia es su potencialidad de dejar de ser: “Si esto es el destino / prefiero / arder / ser humo / y disolverme /en la nada”.
Vi flores negras
En el camposanto
De Iruya.
Mientras las nubes
Se desmoronaban
Por las laderas de sus cerros,
Un ángel de a sorbos,
Bebió las astillas
De mis pupilas,
Salpicadas de abismos.
Iruya
(de Quedarse con la luz)
Hoteluchos, viejas pensiones prostibularias,
bares oscuros con su vaho de vino
su humo melancólico
su bohemia descascarada
el andén por donde vino el abuelo
partió el padre
y ahora el andén vacío
y muchas cosas demoradas.
(de Quedarse con la luz)
VII
Te nombro: árbol.
A veces te atreves a visitar a las nubes
cuando estas tienen su guardia baja
y te les cuelgas del plexo
¡oh, árbol!,
y las abrazas
extraviando los puños y los pronombres
en esa manta fantasma;
digo entonces:
alapapuyo*
alapapuyo
sin decretar el origen de la lástima
que cuando parte,
deja rendido y victorioso
un nuevo mundo
esculpido por la claridad.
*Alpapuyo: nombre que se le da a las nubes en el norte argentino, es una conformación pequeña que cubre las laderas de las montañas; cerrazones o nieblas gruesas. Palabra de origen quechua, Alpa (tierra) y Puyo (manta hilada y tejida artesanalmente en telar), es decir Alpapuyo muy libremente significativa: Manta que cubre la tierra.
(de Quedarse con la luz)
Te nombro: árbol,
intento recordar tu naciente,
el retazo de tu astrología mendaz,
y no puedo,
inmemorial… sé:
que soles cuelgan de tus raíces,
de tus frutos se precipitan constelaciones
y a su espectro huérfano,
zarpan en las barcas del viento,
sin miedos a los zarpazos lunares,
en el escupitajo germinal
en su vocación de ermitaño
esperarán al metal del aire
y desde lo diminuto
erigirán una arquitectura parida de los escombros
cuando llameante el agua
le acaricie las llagas de los labios.
(de Quedarse con la luz)
¿Qué silencios
despellejarán
la mirada?
¿Qué centellar
lamerá
la Sombra?
Soy el camino
la huella
el caminante,
y el tibio boceto
del olvido
que llaman memoria.
Si esto es el destino
prefiero
arder
ser humo
y disolverme
en la nada.
A mi padre
(2007)
(de Quedarse con la luz)
Ella sabía el nombre de todos
de los vivos y de los que sólo quedaban
fotos en blanco y negro
o fotos coloreadas
o simplemente el nombre.
La recuerdo con sus criollitas doradas
las manos cinceladas por los lustros
el cabello recogido, el cabello suave como de nube
la claridad del aire en los ojos
un olor a azúcar quemada, a poleo y albahaca.
Me contaba
de los abuelos
y de los abuelos de los abuelos,
cuando estallaban sus girasoles
en el jardín.
Recitaba el nombre de cada uno
como un ritual de cariño y alumbramiento
mientras me pelaba una naranja.
Sobre el hule floreado de la mesa de la cocina
en un espiral perfecto, la cáscara,
luminosa como una constelación,
rodaría casi sin principio ni fin.
(de Quedarse con la luz)
Los hombres del oeste*
tienen un umbral
de lejanías en la mirada.
Acarrean un sollozo primitivo
hecho del follaje del alba,
nacen sedientos de partidas,
por eso, esos pueblos
escarchados en la ternura de la luz
son construidos de soledad y barro.
Me llegaron como tormentas
en las noches de verano
rasgando el pozo oscuro del cielo
con un chispazo de incendio azul,
ahora me brotan
en las piedras de la memoria.
A los hombres del oeste
les crepitan entre las cordilleras
las manos agrarias, los silencios armoniosos,
la miel cardinal, ramajes de ausencias,
largas letanías de ancestros,
y con los dedos surcan de cicatrices a la tierra
y con los sueños cincelan de arrugas al tiempo.
A los hombres del oeste
y a sus cicatrices
ya sus arrugas
al final, siempre…
los cubre
el rojo médano
del olvido.
*Al oeste, en la provincia de La Rioja, están los pueblitos de Pagancillo, Puerto Alegre, Los Tambillos, Banda Florida, Villa Castelli, Villa Unión, Vinchina, Jagüé, Guandacol, Los Palacios, Aicuña, Santa Clara… y la lejanía.
(de Quedarse con la luz)
“Ay, vidalita…
todo en el aire me llama aquí.”
Juan L. Ortiz
Va palideciendo este rincón latiente
este canto hilvanado de greda y estrellas
este rostro cimentado por la voz
uno inventa alfabetos incompletos
para forjar la piel de quien fue,
contornos ilegibles que escriben
en las arenas que gotean,
a través de los relojes,
del pasado al vacío.
Ay, vidalita de los recuerdos,
todo en la luz me llama aquí.
(de Quedarse con la luz)
Elegía
Los recuerdos van entumeciéndose
a veces son como el rayo en los ojos fugaces de los pájaros
En la vieja calle
donde los hombres transportaban las rocas preciosas
los paraísos de aquellos años
que mansamente entregaban
su sombra
a las travesuras en las siestas
se secaron
Los hombres
arrancaron de las veredas
aquellos andamios leñosos al cielo
desde entonces
nosotros
¡hemos arrancado tantas cosas de los adentros!
El tiempo siempre diluye los pronombres
El polvo que cubre a las madreselvas
regresará a la tierra con las lluvias del verano
será torrente
una y otra vez
cada enero.
(Inédito)
Lo enredado
Ha venido el invierno
En los esqueletos vegetales
Está aún enredado
El canto de los pájaros
Que han emigrado al norte.
(Inédito)
Nido
Este año marzo ha sido lluvioso
en el poste de luz al frente de la casa
unos horneros se empecinaron en hacer su nido
de rama en rama
de a poquito el barro
llevan hacia las alturas
la lluvia deshace los avances
empecinados igual continúan
pasan los días
el otoño llega con su estrategia
volver grises las horas
teñir todo de frío
la esfera de greda toma forma
se celebra con cantos
Una mañana
el operario de la compañía eléctrica
tirará al suelo miles de años de evolución.
(Inédito)
Interés Superior
La tarde ha pasado por mi ventana
yo indiferente a ella
caravanas de nubes
arrastradas
como barcas de velas henchidas
y yo
indiferente a ellas
el canto de los pájaros
se entintan de arrebol
yo, indiferente
enmudecieron los martillos
en el edificio que se construye a la vuelta
sigo indiferente
en esta parte del mundo
sin demoras
todo va tiznándose
con la ausencia de luz
y yo indiferente
los gatos preparan en los techos su danza ondulada
de soledad, lujuria y maullidos
las mariposas
su rito suicida
inmolarse en los focos de alumbrado público
y yo indiferente
los contornos de la ciudad se diluyen
las cenas humean en las cocinas
y yo
indiferente
Un racimo de palabras
con sus perplejidades
sus cenizas
sus maravillas
su fuego
me tiene de rehén
Lloro
ante las hojas de un libro:
el bello amante de Tina
ha muerto asesinado en la página 45.
(Inédito)
Imágenes: Eugenio José Vallvé Marquetti
*
Gustavo M. Luján (Chilecito, La Rioja, 1974)
Es Ingeniero Químico. Reside en Tucumán. Desde mediados de la década del ’90 participa de diversos colectivos artísticos; actualmente es miembro del Colectivo Cultural EsCuchara.
Entre 2013 y 2018 coordinó La Curita Manchada, taller de lectura y escritura para jóvenes con el que publicó La Curita Manchada: Leer, pensar, crear y crecer en la escuela (2015) y LAPACHOS (2016).
Fue incluido en diversas antologías, en revistas y sitios web.
Publicó Quedarse con la luz (Lago Editora, 2018).
Es columnista de la revista El Ganso Negro.
*
Eugenio José Vallvé Marquetti (Tucumán, 1980)
Músico y fotógrafo, formado en las ciencias duras. Canceriano, lunático, soñador y militante. Se desempeña en el ámbito del documental y del fotoreportaje, en lo que respecta a la fotografía, y en el campo musical, en canciones que reflejan la realidad social.
Actualmente integra el equipo audiovisual de prensa del Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán y el Colectivo de Prensa Popular “La Palta”. Es guitarrista de “Vino Juana”.
Está convencido de que todo arte es social y todo arte es político.
Contacto:
https://www.instagram.com/eujovamar/
Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.
«De interés superior», la magia de la lectura y su atrapante encanto, genial !
De » Nido», y » …el dolor de ya no ser», se puede volver a hacer otro nido, el el dolor de ya no ser dará lugar a «otro ser», didigo, no ?
Hermoso trabajo, textos y fotos.
Me gusto.
Muchas gracias María Eugenia por tu lectura.
Un poeta con una extrema sensibilidad ante el mundo que habita. Es lo que tiene la buena poesía.
Gracias por la lectura, Lily.