Por Gabriel Gómez Saavedra |
Una navegación sin brújula por un alma furiosa, nueva y con varias vidas andadas, a la vez, son estos poemas de Pablo Romero. Registro del pararse frente a la tormenta de la palabra, como un cazador, para pedir ser nombrado; aun sabiendo que la única presa posible es la estela revelada de la frustración de ese pedido: “escribir un mar para perderme pero qué va a hacer la ola sin mi cuerpo / para romper”.
Gabriel Gómez Saavedra
APARTADO SOBRE LA ATROCIDAD
a Lucas
El niño dice tiempo y le sangra la boca
grita como queriendo arrancar de golpe
el gesto muerto de un dolor
demasiado inútil
la columna torcida de sostener
el peso de otros años
unas manos donde nadie espera
para la terrible ceremonia de mirarlo caer
no debería el miedo caminar descalzo
un paso y otro a la intemperie,
descenso transversal al agujero de los días.
el niño dice tiempo y le sangra la boca
un romperse contra toda luna
contra toda intensidad
(de Los días de Babel)
*
ESTUDIO SOBRE EL FRACASO
Padre nuestro
no sé cómo se escribe tanta vida.
Tuve que decir la plegaria porque la fisura
marca lo insufrible de mi cuerpo.
No cabía la luz. Lloraba
como si me hubieran llamado Pablo o infinidad,
es lo mismo; como tragar sin querer el pecado
de haber nacido insaciable.
Escribir la ruina, escribir la catástrofe
hubiera sido más fácil que decir mi nombre.
Por ejemplo, hagamos de cuenta
que es alba y que no estás.
Hay que hacer fuerza para nunca
porque la letra no cede. Se hace de golpe
un intento por dejar la plegaria y empujar
la náusea para adentro, un proceso inútil y
nefasto como aprender a mirarse las grietas,
ahogarse sin para quién, sin para dónde.
Dije: así se hace la noche
un empujón con las yemas para parir
el llanto por la boca:
sin palabras para renunciar a la calidez
de nuestros huesos, sin fuerzas
para dejarnos caer en la memoria del mar
que nos ha visto
(de Los días de Babel)
*
EL ÚLTIMO APAGUE LA LUZ
Oh, ser un capitán de quince años
Pere Gimferrer
Sin fuerzas de pertenecer un poco al mundo
cuando es la vida me dejo caer:
acá empieza mi nombre y termina mi sombra
hallarse de pronto con el cuerpo tendido
tu nombre en el lugar de la conciencia
contar uno a uno los años en el pecho,
de golpe, sin pedir permiso a la muerte.
Esto es la clemencia. Escribo porque
me ahogo y ya no sé quién soy
porque soy el mismo, todavía.
¿Qué se sentirá escribir una victoria,
tener las manos llenas?
Digamos que me voy.
Este es el exilio que hace de mi cuerpo
una luz enorme donde enceguecer la vida
una tumba azul para velar
lo que fue arrancado, a tientas,
de la tierra
(de Los días de Babel)
*
PEQUEÑAS FUGAS
Se me escapa de las manos todo aquello que alcanzo a escribir.
Mis dedos son tuberías rotas, caños herrumbrados por el caudal
de los días.
Ya no lucho contra la pérdida ni la insistencia del goteo
y quisiera poder enmarcar su abolladura en estas piedras.
Tendría que nombrar por ejemplo, la fuerza del impacto
y la verticalidad de la caída. Tendría que escribir su ruido
y también su persistencia. Sería inútil:
todos los poemas son palabras a mitad de camino.
Escribir la escritura es mi única certeza.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
REVELACIÓN
Todo lo que se escribe está, por naturaleza, demasiado lejos
de ser lo que es: como si para decir barco tuviera que pintar
primero el mar.
La idea del barco se anula sin la presencia del hombre mirando el agua
y el agua arrastrando espuma.
El barco no existe sin la superficie que empuja la palabra
y la obliga a ser.
Afuera está nevando. Digo Nieve. La nieve se anula
si no hablo del frío. El frío se anula si no hablo del hombre.
Todas las palabras son caminos de peregrinación hacia mí.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
TIRESIAS
El lenguaje es el límite de lo humano y qué importa si estos dedos
solo sirven para mentir. Cuando escribo voy en contra
el poema avanza y cae como una piedra cae, como cae la noche.
Cuando escribo estoy tan ciego que las palabras me leen a mí:
no hay espejo sino puente dinamitado, camino pedregoso, pie descalzo
contra el vidrio. Toda escritura es una lucha entre el yo y su ceguera:
a veces lo desconocido se hace carne y arranca sin parar
a veces no sé decir basta y nombro hasta doler.
No hay oráculos ni ritos.
Cuando escribo le abro los párpados a la palabra ojo
mi poema mira sin piedad.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
SELFIE
No borré (como vos) la foto que nos sacamos frente al espejo
sin saber si eran tus ojos los que me miraban o el reflejo de un otro
que nunca acabé de conocer.
Mi dolor no es lo hermoso de escribir la palabra tiempo sino lo atroz
de existir en contra: no borré (como vos) la imagen de mi cabeza
anclada a tu hombro para siempre, tus manos haciendo hueco
en mi cintura.
No borré (como vos) con rabia nuestra historia:
ya no hay pruebas de que estuvimos, de que fuimos en el otro
lo que llena la falta, el milagro de la fuerza que detiene
la catástrofe.
Nos encanta perder contra el deseo:
esto que escribo es la evidencia de haber sido.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
ANIMALARIO
Escribo la palabra olvido como quien pone una carnada
es un esperar silencioso la aparición del poema:
desde el otro lado de la página me mira con sus ojos de lámparas.
Hay que cazarlos, no para matar sino para apreciar en grandes jaulas
el herrumbre de la palabra infancia, el amarillo de la palabra jaguar.
Hay que esperar la luz correcta, se está acercando: es un caer en la trampa.
Vas a dar el golpe pero tus músculos no saben contener este equilibrio.
Fracasar es parte de la operación: disparas, con fuerza, a la espera
de un milagro.
Se fue el poema que otro poema pudo ser.
La letra derrotada te anuncia que has vencido:
hay que escribir la palabra río hasta perderse en sus aguas.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
SEMÁNTICA OSCURA
Cada palabra es una grieta abriéndose en medio del silencio.
Es peligroso pensar en lo que no fue, como decir hubiera querido
escribir un mar para perderme pero qué va a hacer la ola sin mi cuerpo
para romper.
Siempre es tarde en los ojos de la muerte hubiera deseado escribir
contra el deseo de desear, contra lo intransitable de la palabra nunca.
Uso siempre las mismas palabras no sé qué haría si me quitaran
la palabra miedo.
Solamente vale la pena aquello que no se dice: hay mucho más
en lo no escrito que en esta farsa, este fracaso de intentar
traducir el accidente.
En este poema, por ejemplo, caigo de rodillas.
Escribo para inventar la historia de la tierra pegada a la herida.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
EN EL FONDO QUERRÍA VERTE DE NUEVO
No alcancé a preguntarte si amaste hasta la culpa
si también temes cuando la palabra deseo levanta su puñal
si también en vos la palabra fosa es un corazón en la intemperie.
No alcancé a preguntarte si tampoco te alcanzan las palabras
si me extrañaste alguna vez, si dijiste todo lo que venías a decirme.
En el fondo no querría que respondas mis preguntas. Como vos
el mar también daña cuando vuelve: solo entonces se violenta
entre las rocas.
(de La jaula del hambre, inédito)
*
Pablo Romero (Concepción, Tucumán, 1999)
Poeta, traductor y editor. Autor de Los días de Babel (México, 2015) y La jaula del hambre (inédito). Desde el año 2019 codirige junto a Enrique Solinas Aguacero Ediciones, una editorial dedicada a la poesía y la traducción. Entre sus traducciones del eslovaco se destacan las de Milán Rufus y Jan Buzassý. Actualmente cursa el Profesorado y la Licenciatura en Letras en la Universidad Nacional de Tucumán.
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Imagen: S/t (2016), de Renzo Cencenarro
Renzo Cencenarro (Aguilares, Tucumán, 1988)
Músico, fotógrafo y escritor. Se crió en la provincia de Catamarca. Es egresado del Profesorado en Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Ha trabajado en diversas casas culturales del NOA como tallerista y colaborador, y participó en la prensa alternativa y la radio digital. Entre sus últimos trabajos fotográficos se destacan: la tapa de Aguafuertes silvestres (libro póstumo de Roberto Arlt, publicado en 2019), y el arte-disco de La ofrenda, de Cribas (editado en Japón y La Plata en 2020).
Contacto:
www.instagram.com/renzocecenarro
www.renzocecenarro.bandcamp.com
Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.
Inconmensurables tus letras que destilan el placer sublime de la lectura … Gracias mi tan recordado Pablito por este regalo literario
Gracias por tu lectura, Ana.
La escritura de Pablo Romero, un grato descubrimiento para mí. Gracias a La Papa, y a G.G.S.
Gracias a vos por tu lectura, Pablo. Abrazo!