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ISSN 2684-0626

 

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Reseña de Painhub, de Alexander Rivadeneira

Por Andrea Martín |

No es ninguna novedad que la cuarentena nos tiene padeciendo una melancolía poderosa con respecto a nuestra vida anterior (no nos comamos el cuento de una “nueva normalidad” ni de una productividad incesante porque eso jamás existió ni existirá), y es uno de los motivos por los que el arte resulta tan importante en este contexto: sentimos más que nunca la necesidad de distraer la cabeza del caos y la muerte inminente. En estas últimas semanas, para fortuna de muchos, el escritor tucumano Alexander Rivadeneira ha lanzado Painhub, la segunda de sus plaquetas digitales después de Xfa dejá de escribirme cosas tristes, editada por el grupo editorial Elba Laso del que forma parte.

Es característico de él ese lenguaje coloquial para hablar de aspectos y situaciones que nos sensibilizan, nos angustian y nos cuesta poner en palabras. Muestra el lado de nosotros que preferimos ocultar de los demás y que, en cada poema suyo, se desprende libremente de esa asfixia y censura. La tragedia de la vida se exhibe sin palabras barrocas, reflexiones clichés, ni ese coaching berreta del optimismo. Es tan simple que no hace falta darle vueltas: nos duelen estas cosas y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Necesitamos el afecto de personas con las que a veces no sabemos si estamos tan bien, si todo es tan estable. Ironizamos sobre cuestiones oscuras, profundas, íntimas y nos abrimos al otro-lector que se ve representado en su intimidad.

Painhub se posiciona, desde el título, en la impronta de un poemario que busca unir lo erótico con lo sentimental. Es una parodia del nombre de una de las industrias pornográficas más exitosas del mundo. Su subtítulo es Lloramos después de acabar y mantiene la impronta de lo sexual como una forma de autocomplacerse ante las tristezas y decepciones de la vida. Y es que, aunque intentemos evadir todo lo que nos hace mal revolcándonos con otras personas o dándonos autoplacer, esos problemas irresueltos vuelven a nosotros después de ese momento de clímax sexual. La caída después de estar tan arriba es mucho más dura. En sus poemas explora, al igual que Xfa…, situaciones cotidianas como que tu mamá te interrumpa mientras te masturbás: es tan gracioso y tan vergonzoso a la vez, tan decepcionante reconocerse en ese momento de vulnerabilidad. En ese momento en el que quisiste apagar el mundo y el mundo volvió con todo hacia vos.

Se desarrollan imágenes que representan la satisfacción de esos pequeños momentos placenteros, como el chorro de agua del bidet que relaja el esfínter. La sexualidad y la sentimentalidad se unen. Nos abrimos completamente al otro, que explora nuestro lado más íntimo y lo dejamos entrar, entonces, incluso en nuestros traumas más profundos: en pleno acto sexual le pido a mi compañero que me diga que me ama y que pretenda ser el padre que me abandonó. Además de la ferocidad propia de todos los fetiches y de las máscaras de látex que pudiéramos tener, una cama nos evoca todos esos recuerdos que vivimos con alguien más.

Hay una nostalgia que se une con la excitación, y estas reafirmaciones de amor y de la concreción de la fantasía hacen que parezca que tenemos todo resuelto: hay una reafirmación física de que soy deseable y deseante y el placer que eso trae, y una reafirmación emocional de que soy suficiente para la otra persona, de que no me olvidará, de que hay alguien que me quiere y a quien le importo. Los juegos de roleplay vienen a llenar un vacío sentimental causado por decepciones anteriores. Y así, de lo sexual se vuelve a lo emocional y de lo emocional a lo sexual. En este vínculo tan significativo se espera una comprensión y compasión propia de lo íntimo: el aprendizaje mutuo, el consentimiento, el respeto, el acompañamiento en un acto que se hace de a dos.

Incluso cuando se trata de masturbación Rivadeneira se aleja de todo tabú: usa ese lenguaje coloquial característico de sus escritos para reivindicarla. Es nuestra herramienta cuando todo lo demás no funciona. Nadie viene a mi fiesta, entonces “me hago una paja”. Las gotas de mis fluidos caen al piso y esa es mi forma de llorar. Cuando intento suicidarme con una soga al cuello pienso en el contacto físico que eso involucra: lo único (y último) que me abraza en el momento de mi muerte. Esta fijación con la corporalidad se extiende también hacia aquellos cuerpos mutilados en la mención a los amputados.

Finaliza este poemario con un poema que indica que este es como su debut en la escena porno, porque puso todo su esfuerzo y voluntad en concluir algo que, al final, solo le llevó 3 minutos. En la última página se nos aparece la palabra “Sangre” con un hipervínculo que redirecciona a un video de YouTube de su autoría. En él recita este poema en voz en off mostrando diversas imágenes: niños hamacándose, la virgen María con un fondo de sangre que chorrea, un edificio que se derrumba. Se evidencia en este experimento audiovisual la violencia en esas imágenes cotidianas e “inocentes” y cómo lo etéreo aliviana un pesar más grande, un pesar que nunca terminamos de entender ni de padecer.

El arte de tapa y contratapa es, también, elaborado por él. Los dibujos de Rivadeneira son característicos por su trazo crudo, remarcado, que sin precisiones exactas representa justo eso que busca: cuerpos desnudos, sus formas, sus manos y dedos, unos ojos tristes. En la contratapa el estilo se asimila más al de unas siluetas. Las corporalidades aparecen atravesadas por distintas líneas características del boceto. El tipo de arte se asemeja a ese lenguaje sencillo, simple y coloquial que utiliza en sus poemas, pero que oculta algo mucho más oscuro en su reflexión y análisis.

En lo personal este poemario logró interpelarme bastante. Desde el momento en que lo leí supe que quería escribir algo al respecto. Me parece interesante la intención (¡y el triunfo!) de ligar lo erótico a los sentimientos más íntimos que guardamos con nosotros. Su lectura funciona como un momento de reflexión a la hora de pensar en el acto sexual, eternamente romantizado y cargado de fantasías e idealizaciones a veces imposibles de cumplir. Creo que resulta inevitable ceder ante la conclusión de que siempre quedará algo insatisfecho en nuestro deseo y en nuestro dolor, y que eso de trágico nos acompañará siempre en nuestras vidas. Pienso, también, que tanto el sexo como la muerte son temas demasiado complejos para nuestro entendimiento, y por ello vale mucho más cuando artistas deciden abordar estos temas en sus obras. Agradezco a Rivadeneira que haya decidido publicar este poemario en este tiempo en el que todo nos resulta tan difuso y lejano. Lo recomiendo enormemente, así como a su poemario anterior.


Pueden acceder a los poemarios de Alexander Rivadeneira desde el siguiente enlace: https://drive.google.com/drive/mobile/folders/1jRZ0tAXizmWhRDzU8fpqvd0ipwx_eFR4

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