Por Facundo Iñiguez |
Este año se habría realizado el VI FESTIVAL INTERNACIONAL DE LITERATURA TUCUMÁN (FILT), en el MUNT, por supuesto. En su lugar, a través de una entrevista virtual con los organizadores, pudimos acercarnos, acaso un poquito, a esa alegría “festivalera” que se gesta en el patio del museo cada año. Esta pequeña mesa de “Entrevista a los miembros del FILT”, trascendiendo límites geográficos y temporales, permitió el encuentro con Sofía De la Vega, Ezequiel Nacusse y Blas Rivadeneira detrás de las presentaciones protocolares, las señas al sonidista para que baje el volumen y las preguntas difíciles en los debates.
- ¿Cómo se gestó la idea del festival y cuál es el propósito?
Sofía De la Vega: Es un festival de literatura, que está pensado para hacer una especie de foco dentro del mapa literario de la argentina. También tiene sus características particulares dentro de ese mapa, ya que hay muchos festivales de poesía y narrativa únicamente. Creo que al FILT lo caracteriza el intercambio de escritores tucumanos con escritores que vienen de otros lados. Eso vi que no se da tanto. Está estructurado con mesas de lectura, debates, entrevistas y se hace durante cuatro días en julio.
Blas Rivadeneira: Tiene lugar en julio porque se hace en el marco del Julio Cultural Universitario. No es quizá la mejor fecha de Tucumán, pero a medida que comenzamos a pensar el festival, que se hizo de manera independiente con nosotros como gestores, fuimos consiguiendo apoyo y uno importante fue la Secretaria de Extensión de la UNT y por eso se fue instalando la fecha de julio, en el marco del julio cultural. Me parece que una de las propuestas que tuvimos cuando arrancamos con esto fue tratar de dinamizar el espacio literario, juntar muchas cosas que estaban latentes y otras que queríamos que vayan apareciendo. Y bueno con varias ediciones del festival, esas cosas se empiezan a ver: muchos proyectos editoriales, gente joven haciendo sus propias cuestiones. Cosas que antes estaban muy embrionarias y desarticuladas de la movida literaria de aquí. También poner en contacto las experiencias de otros lados, de las editoriales más ligadas a Buenos Aires, pero también de otras provincias: Córdoba, Sante Fe.
- ¿Cómo surge la idea del festival y de que sea internacional?
Ezequiel Nacusse: El proyecto FILT surge a partir de un taller que dictábamos con Blas: “El juguete rabioso” que, en realidad, siempre fue para nosotros una especie de excusa o de trampa para conocer gente y poder comenzar a armar la movida. El taller literario surgió de una conversación casual donde, con Blas, queríamos empezar a socializar algunos conocimientos y conocer a la gente que estuviera escribiendo en ese momento en Tucumán. Fue en el 2013 o 2014. A partir de ahí decidimos ampliarlo. Primero hicimos ciclos de lectura, con escritores invitados, como Mariano Blatt y Osvaldo Bossi, donde daban clínicas, charlas y eventos de lectura; y esos eventos tuvieron un interés en la cultura joven que nos hizo pensar en que podíamos hacer algo más grande.
Sofía: Hablamos mucho de la juventud porque había un espacio vacío para la juventud. Si bien había espacios para gente más grande que se juntaba a escribir, como el mayo de las letras o distintos grupos editoriales que tomaban más a gente más grande, quizás con una idea diferente de la literatura a la que pensábamos nosotros. Entonces para nosotros si era importante que vaya gente de nuestra edad, más joven, que este experimentando y que busque no solo conocer nuevos escritores, sino que genere ese impulso de poder hacer cosas y poder armar grupos. Y algo que se está armando también ahora, tan diverso y activo, que a pesar de la crisis se sigue fomentando.
Blas: Con respecto a lo de internacional, por supuesto era mucho pensar en un festival internacional. Pero nos parecía que era interesante poner ese objetivo ya casi extravagante, porque también iba en contra de la idea que estaba instalada de que a los eventos literarios hay que hacerlos con poco. Que si hay un vaso de agua y un caramelo para el que lee, ya está. Una lógica que lamentablemente estaba instalada para los eventos literarios. Pero uno no piensa en los eventos de otras disciplinas que si tratan, dentro de las limitaciones siempre monetarias, pero tratan, si uno ve por ejemplo las cosas que se hacen en cine o en teatro, hay como una ambición mayor que en la literatura. Por eso nosotros dijimos “tiene que ser internacional y lo tenemos que convocar a Bellatin y a Cesar Aira”. Y cuando ganamos la Beca del Fondo Nacional de las Artes, que fue el espaldarazo para poder concretar un poco esto, básicamente gastamos la plata de la beca en traerlo a Bellatin. Pero dijimos “y bueno, pero si viene Bellatin, empieza a ser internacional. Después veremos cómo conseguimos para el resto”. Entonces tenía que ver con esa idea de conformismo que se estaba instalando, en especial en los eventos literarios. Fue ligado a romper un poco eso y tatar de pensar en grande. Se puede decir que se nos fue la mano en pensar en grande, y puede ser difícil mantener lo de internacional, por eso siempre traemos uruguayos, porque es más barato, pero la lógica creo que estuvo buena como idea. Y creo que la mantenemos. Yo decía en las reuniones “¿Por qué no podemos traer a Paul Auster a Tucumán? ¿Por qué tenemos que asumir que para escucharlo a Paul Auster tiene que ser en Buenos Aires?”
Ezequiel: Nuestra gran inquietud, era que hubiera un campo literario, donde los escritores tucumanos pudieran tener y tender puentes con escritores y gestores de otros lados del país, y de otros países. Comenzar a pensar que la literatura tiene que tener otra circulación, más grande, más fuerte, y que a partir de ahí se pueda abrir de Tucumán hacia otras zonas. Y que es algo que tiene que sostenerse a lo largo del tiempo, es lo que va a permitir que ese campo se siga armando y ampliando.
- ¿Qué les fue devolviendo cada festival?
Sofía: Después de cada festival hacemos una evaluación. Es importante para nosotros discutir, a pesar de tener opiniones muy diferentes. Pero es la parte más divertida cuando hay que convencer al otro de una idea. Para mi, somos un equipo insuperable. Nos llevamos muy bien y los tres trabajamos en coordinación. Cada cosa que pensamos hay que argumentarla. Lo que más nos gustaría es tener más tiempo para cranear las actividades, que es un laburo bastante grande, y como armarlas de una manera que sea interesante para diferentes públicos, ya que al FILT van grupos de gente de una gran variedad. A su vez, los escritores que vamos eligiendo tienen una lógica, los pensamos para diferentes actividades, obviamente se van bajando y la económica nos va perjudicando, pero hay una idea detrás de cada actividad.
Blas: Yo creo que con respecto a lo que nos deja, en general cada festival, creo que para nosotros es como un gran festejo el momento en que se da. La para te del trabajo, fuerte, previo, son los peores momentos, pero también tienen su cosa interesante de lo de planear y eso. En la parte de hacer la gestión y de ver que la cosa no fluye tan rápido, ahí podríamos decir que esta “el trabajo”, que es hasta el día previo, hasta que se arman todas las mesas. Después cuando comienza a ocurrir el festival, cuando el festival sucede, yo creo que es como la literatura que sucede en determinado momento; entonces comienza a suceder y cambia todo. Ya no se puede asimilar con un trabajo, sino con algo mucho más placentero y que sucede en esos tres o cuatro días donde realmente se vive muy intensamente la literatura. Y creo que es lo mejor. Como no tenemos una retribución para ese trabajo, se compensa con ese éxtasis literario que se vive en esos días.
Ezequiel: A mí me parece importante destacar una frase, un concepto que a mí me marcó mucho para todo mi labor como gestor cultural. Es una frase de Blas, de hecho. Cuando recién estábamos craneando la idea del festival, Blas dijo “bueno ahora tenemos la Beca del Fondo Nacional, vamos por todo y que la realidad nos ponga los límites, soñemos en grande”. Esta idea de soñar en grande es una idea que se sostuvo en todos los festivales. Apostar a la máxima posible y a partir de ahí empezar a recortar. Por eso también, en un punto, la organización fue creciendo, involucrando más colaboradores, gente que nos ayudaba con el diseño, con la difusión, con la organización de esos días. Desde el primer festival, los cuatro (en ese momento estaba Julián Miana como organizador) corríamos a hacer todo, desde cambiar el agua en las mesas, presentar, ir al aeropuerto, hasta el último festival esa organización se fue aceitando muchísimo y fue involucrando cada vez más gente siempre con esa premisa.
Blas: Si, eso está bueno destacar. Si bien nosotros somos la cara visible y los que impulsamos y organizamos más profundamente el festival, al festival no lo hacemos solo nosotros tres. Lo hacen muchas personas más que nos apoyan y ayudan. Muchos de ellos, escritores tucumanos, lo que es importante porque se convierte en ese lugar para habitar. Se abre ese juego y hemos recibido mucho apoyo, sino no creo que saldría. Sin ese apoyo, y principalmente de escritores, que ponen su parte para que el festival salga como salga.
Sofía: Además de la gente que siempre nos apoyó, también que el espectador, que lo hacemos para esa gente, este tan emocionado y lo difunda, para mi fue muy especial. Porque lo principal en Tucumán era, también, crear ese público que quiera ir a este tipo de actividad, con esta índole. Eso fue muy loco. Crear alguien que consuma lo que nosotros estamos buscando. Que no sea solo gente que escriba la que pueda acceder, sino gente simplemente que le guste leer, como ver una película. Y yo creo que lo principal del festival es eso: se crea un ambiente un amoroso. El verdadero intercambio se da no solamente porque se escucha al otro, sino porque la gente convive: vamos a comer todos, hablamos todos juntos. Hay una socialización real y un ambiente ameno que creo que eso es una construcción que hacemos todos.
Blas: Creo que lo del público está muy bueno porque en realidad, también, era un problema de la lógica de como pensar algunos eventos. Muchas veces se pensaba el evento al tener un público cautivo porque leía una persona. Pero entonces no se armaba un público real, muchas veces el que iba, quería leer él y luego se iba. Entonces comenzamos a preguntarnos “como podemos generar un público que quiera leer pero que también quiera escuchar a otros, compartir. Y que también vaya gente que no lee, ya sea porque no es escritora ni quiere serlo”. Eso se fue dando de una manera tan interesante, que muchas veces hasta los invitados de afuera, se quedan en las mesas. A eso lo pensamos bastante y creo que se generó.
- ¿De dónde viene la idea de Festival?
Sofía: La idea de festival es algo que nosotros tenemos muy naturalizada, pero que la gente no. Nos pasó muchas veces que nos mandaban mensajes pidiendo inscripciones, preguntando si daba puntos docentes, si se pagaba. Eso me impresionaba mucho porque ni pasaba por nuestra cabeza. Para nosotros la palabra festival fue como que caía de maduro, porque nosotros teníamos un conocimiento de los otros festivales que se producían. Ya sea, principalmente, el de Rosario como históricamente un festival del Estado que tiene ya más de veintiséis años, o el FILBA, con un poco más de diez años, con una lógica más privada y más lúdica. O quizás el de Córdoba. Y pensábamos festival porque no queríamos que fuera algo académico. Por suerte Tucumán es una provincia que tiene una universidad que permite un montón de cosas, como hacer un festival, y permite que un montón de gente acceda a la literatura. Pero queríamos hacer otra lógica, no que sea algo academicista y que sea un solo grupo, sino que sea abierto gratis, algo optativo. Que la gente vaya porque tienen ganas de divertirse y escuchar, aprender, o conocer porque un escritor escribe lo que escribe, Que no se circunscriba a un sector académico y que sea abierto. Y lúdico, porque había cosas serias pero también aparecía Bob Chow con una máscara y te cantaba. Siempre poníamos música, buscábamos que sea un lugar de disfrute, creo que de ahí es lo de Festival. Es, también, un producto de consumo como es la danza, el teatro o el cine.
Ezequiel: Nosotros comenzamos a hacer el festival con el apoyo de la universidad, intentando diferenciarnos del corte académico, obviamente. En ese momento asumía la dirección del MUNT, María Lina Valladares, y en ese momento el museo era un lugar un que estaba un poco depreciado; y ella quería abrir el espacio justamente a innovaciones. El festival aparece un poco desde ese lugar, tiene un pequeño gesto innovador que tiene que ver con esta idea que dice Sofía: producir un espacio de literatura, pero que sea de disfrute, que sea un evento social, donde se debata, que me parece que también es importante eso y le da una característica particular porque no solamente se iba a leer. Por un lado lectura y debate, y otra parte que era la fiesta propiamente dicha. Había eventos nocturnos donde tocaban bandas, se hacían lecturas, y donde era también un ambiente de festejo. Nos parecía que estaba bueno abarcar ese espectro.
- ¿Cómo es la selección de invitados?
Ezequiel: Compartimos lecturas durante el año y un poco que caen por su propio peso. Tiene su lógica, por un lado, que es “lo que se está produciendo”. Nos interesa la idea de lo contemporáneo por un lado, y la mezcla de generaciones, por otro. Entonces podía ir Hebe Uhart, Diana Bellessi, pero también Martin Felipe Castagnet, Daiana Henderson, o sea, dos generaciones abajo.
Blas: Tratar de hacernos eco de lo que está pasando en la literatura argentina, y seria genial pensarlo en la latinoamericana. Que tenga esa latencia de lo que está pasando. Y que también desde acá se intervenga en el debate, no solo se escuche. Entonces tratamos de pensar bien las mesas para tratar de que, uno, se reflejen esas cosas de lo que está pasando en la literatura argentina, y también mixturarlo con lo que está pasando en la literatura de Tucumán. Que ese diálogo se pueda dar. Que no sea simplemente como un Frankestein, que también sería positivo lo de mezclar, pero en los posible darle un sentido y una curaduría, si hablamos en términos ambiciosos, sobre cómo se piensan las mesas, las cosas que se están escribiendo, y cómo podemos hacer que Tucumán este presente ahí con los escritores que están surgiendo, con las editoriales que están surgiendo. Que estén también en el dialogo ese, digan sus cosas y como se viven acá.
La charla continuó. Contaron el detrás de escena del festival, algunas anécdotas de la difícil tarea que es la gestión cultural independiente, a la que Ezequiel concibe como “la palanca de cambios para las políticas culturales de la provincia y la región”.
Develaron las hilarantes respuestas de algunos invitados, como Zurita y sus mails con fragmentos de “Luna tucumana”, y otras historias extravagantes con escritores que llegaron a tierra tucumana, y también con los que no. Se echó un conjuro a Cesar Aira por las repetidas excusas para no participar del FILT, dieron un adelanto de lo que se viene en los próximos años, y más datos inéditos que pueden encontrarse en la entrevista completa disponible en el Canal de YouTube de La Papa
Un paseo por el FILT
Nació en la ciudad de San José de Metan, provincia de Salta, en el año 1986. Reside en San Miguel de Tucumán donde finalizó los estudios en Psicología en la Universidad Nacional de Tucumán. Realizó producciones de arte, audiovisuales y música. Está abocado a la experimentación desde dichas áreas y específicamente a la producción literaria. Publicó los libros de poemas Permanente Impase (2016, Tercero En Discordia) y Cristal entre las Yungas (2021, La Papa Editorial)
Muy buena entrevista. Interesante la historia y el detrás de escena del festival. La anécdota de los mails lo mejor.