Por Carla Mora Augier |
Siempre pensé que Moreno iba pisando algunos caminos, y yo después de algunos años tanteaba a ciegas para saber por dónde seguir esas huellas. Su ausencia se hizo difícil para rearmar su vida, para unir tantos puntos y ver por fin la cara del poeta como en un rompecabezas que va tomando forma. Sin embargo, pudimos. Por eso entiendo a este libro casi como una obra de arqueología, en la que tuvimos que desempolvar copias, carpetas, folios de escritos que llevaban un buen tiempo de ese modo.
La obra poética del tucumano José Augusto Moreno ya vio la luz y se llama “Y este mundo voy pisando”. El libro reúne sus obras completas por primera vez en un solo volumen, que luego de un arduo trabajo fue publicado por el sello Humanitas del Departamento de Publicaciones de la Facultad de Filo y Letras de la UNT. En el ejemplar encontrarán siete libros o compendios que Moreno pensó y dejó con títulos, pero que se encontraban inéditos hasta el momento. Además, letras de canciones que no se habían reunido anteriormente, junto a las dos obras que ya poseíamos del autor: Cuaderno de coplas, de 1991 y la cantata Jesucristo año 2000, de 1995.
Este libro es el resultado de un deseo y de una idea nacida al comienzo de mi investigación de grado, en la que propuse estudiar poetas que no habían sido abordados desde lo académico. Por eso analicé, desde la sociología de la cultura, el proyecto creador que da luz a Jesucristo año 2000, la cantata realizada junto al músico Luis Víctor “Pato” Gentilini, en el, pareciera, lejano año 2017. El compilado fue posible gracias a las manos generosas de su hija, Patricia, y del músico y poeta tucumano Rubén Cruz, que me dieron todo el material que tenían de Moreno.
José Augusto nació en 1934 y falleció demasiado temprano, en 1996. Pero su vida de autodidacta de las letras le bastó para dejarnos una inmensa cantidad de poemas y letras de canciones, para que se desarrollara como escritor, periodista y gestor de la cultura del NOA. Trabajó en muchos medios de comunicación tucumanos y en distintos cargos públicos, incluso a nivel nacional: fue delegado del Fondo Nacional de las Artes por Tucumán de 1989 a 1990 y vocal director del mismo organismo hasta 1992.
Me gusta mucho rememorar este perfil de Moreno porque permite entender bastante sus inquietudes. Lo mismo puede decirse del título de la antología de la que formó parte varias veces, “Los poetas que cantan”, de Cosquín. Creo que en esa frase se condensa perfectamente su tarea de poeta de su época en Tucumán: es imposible entender a Moreno sin la música y sin el folklore. De hecho, el género que trabajó más cuidadosamente fue la copla, reconocido por todos quienes lo conocieron y lo leyeron.
Coplas (en Coplas norteñas)
Aunque me veas por el suelo
no me quieras pisotear,
que soy de muy buena cepa
y siempre vuelvo a brotar.
Si hasta la guitarra llora
con ser un palo vacío,
cómo no iba a llorar yo
todito lo que he perdido.
La copla puede ser definida como las estrofas fragmentarias que funcionan como unidad autónoma, ya que en sus cuatro versos pueden encerrar una idea. La mayoría de las veces está ligada a la música, pero lo interesante es que la misma puede al mismo tiempo considerarse como un texto autónomo y a su vez formar parte de otros, como integrar alguna estrofa de un villancico o de una canción. Esto hizo Moreno en varias ocasiones, por eso sus coplas, sus versos viajaron a formar otros poemas, a ensamblar canciones. La musicalidad que habita en la copla se abraza con la canción popular, como podría haber andado José Augusto con los amigos músicos, una noche en la Peña El Cardón.
La obra de Moreno se mueve en vaivén. Toca lo regional, las músicas, los paisajes, el campo tucumano y sus personajes. No se olvida de afincarse un buen rato en la historia dolorosa de la zafra y sus peones sufrientes, para volar hacia la historia de Jesús, su nacimiento, su vida, enlazada en un terreno que reconocemos como tucumano. Conoció tanto el cristianismo que le dedicó páginas de páginas e, incluso, toda una obra integral, la que musicalizó Gentilini.
Pero los personajes bíblicos y los zafreros del Concepción dan paso, en los años 80, a una obra pesimista, preocupada, humanista: el Moreno que anticipa la llegada del nuevo milenio está profundamente conmovido por la desidia del hombre, por lo que es capaz de hacer y por adónde nos dirigimos. Pero este paseo no abandona las temáticas que más cultivó: el vino, la muerte, las mujeres, el amor, el tiempo.
Pero “Desempolvar” poemas estos también tuvo otros sentidos además del arqueológico. Reunir esta obra, sus numerosas coplas, letras de canciones de música popular del NOA, entre otros, es una apuesta grande y amorosa en una Facultad que contiene a la carrera de Letras. El empujón de este proyecto nació a partir de que estudiantes, docentes y el público en general difícilmente podrían apreciar y estudiar más profundamente esta obra si no se conseguían sus escritos en ningún formato.
Moreno no está ya entre nosotros. Cuando comencé a investigarlo ya había fallecido y para desandar una vida tan compleja tuve que hablar con las personas que sí lo habían conocido. Ahora, tiempo después de esas conversaciones, y con el libro en la mano, me queda sólo la certeza de que estaría feliz de ver su libro, su nombre en la tapa, su cara enmarcando este verso que elegí. Tendría sus objeciones, claro. No sé si le gustaría el color o si ordenaría sus escritos de otra manera. Yo seguí una intuición. Tomé muchas decisiones basadas en lo que conozco y en lo que sé. Pero en ese recorrido una voz iba hablándome al oído, como diciéndome “esta alma puesta del revés donde me voy yo mismo/ y es el otro/que me presta la vida y vamos juntos.”
Villancico del Zafrero (en Jesucristo año 2000. Fechada en 1964 dentro del tríptico “Tres motivos de mi tierra”)
(Retumbo)
La Navidad viene
ya está por llegar
va a nacer el niño
del cañaveral.
La Navidad viene
ya está por llegar.
No tendrá pesebres
vacas no tendrá
ni tres reyes magos
lo van a adorar.
Gajito de luna
ramita de sol
Ha nacido el niño
Será pelador.
San José y María
zafreros los dos
voltearán la caña
para el niño Dios.
San José y María
zafreros los dos
Molerá el trapiche
dulzura y jornal
cuando crezca el niño
del cañaveral.
Gajito de luna,
ramita de sol,
ha nacido el niño.
Será pelador.
Este que soy (en el libro Muerte del siglo, sin fecha)
Este sueño de andar rompiéndome la vida,
este salirme de los diques
y andar perdiendo el alma
hasta quedarme hueco y ser el mundo.
Este dejarme estar del otro lado
matando el tiempo sobre la falda de María
y ver a Juan volviendo de la muerte
vestido de aguinaldo y en ayunas.
Este saberme un poco Magdalena
pagando treinta pesos mi viaje al Infinito
y andar a puro escándalo a los ojos del mundo,
viviendo y desviviendo mi condición humana.
Este tiempo que gasto por ser y estar ahora,
esta vida que soy
y voy muriendo.
Carlita Mora nació en San Miguel de Tucumán en 1986, el día de la primavera. Se formó en sociología de la cultura, identidades y transformación de estructuras de poder en el Noroeste argentino. Hizo su tesina de licenciatura sobre el proyecto creativo de José Augusto Moreno en Jesucristo año 2000. Actualmente es Becaria Doctoral del CONICET, docente e investiga sobre salud sexual y derechos de las mujeres. El cambio de rumbo no implicó menos lecturas, sino lo contrario. La ciudad la atrapó: actualmente vive en Buenos Aires.
¡Entrañable nota!!!
Gran trabajo de Carla Mora acompañada por la atinada decisión de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.
Por más libros de autores tucumanos y del NOA.