Por Estela Porta |
El libro Cruzar el umbral de la poeta salteña Susana Noé es un poemario editado por Puerta Roja Ediciones, en San Miguel de Tucumán, en el año 2023. Mi primera lectura es la imagen de tapa de Zaida Kassab, donde veo una mujer (todas las mujeres) en actitud de emprender un vuelo, un viaje, lo que, de alguna manera, desde mi percepción, anticipa el contenido del libro que ya desde su título Cruzar el umbral, dispara interrogantes insoslayables: ¿Qué es un umbral?, ¿a qué umbral hace referencia?, ¿al que separa el Ser del deseo de ser?, ¿al umbral límite tajante entre la luz y la sombra? o ¿al umbral de acceso hacia el misterio de otra dimensión?
Este poemario estructurado en dos secciones: “Que no exista el desamparo” y “Duelo”, dice del viaje existencial del sujeto lírico, sus vivencias cotidianas, su subjetividad y su mundo exterior, el mundo real, su tiempo histórico; un viaje en soledad, donde pesan las pérdidas, las ausencias, los desaparecidos: “La foto que no envejece/ No pudieron encontrarte/ como peces que ignoran/ el anzuelo.” (Sobres), donde pesan los recuerdos, la memoria para que el olvido No: “Cascadas de recuerdos/ arremeten/ monstruos de la memoria/ y la libertad.” (Los gritos del muro)
Un viaje individual, pleno de vicisitudes, avatares de su vida personal, nombres, que construyen su identidad de yo lírico angustiado, sensible al desamparo, al abandono, a la niñez en situación de calle “Clamores de niños/ a orillas del puente./ Esperan/ abrazos/ en forma de pan.” (Alegoría), ese yo que, en una especie de “viaje a la semilla”, busca recuperar el estado de inocencia, de plenitud, “illo tempore”, perdido por el paso del tiempo, en un intento de superar el estado de desamparo del adulto: “Volví a su bruma de luz/ sombra frondosa/ vientre materno/ que me cobijó.” (Cuarto claroscuro); recuperar la palabra niñez que cae “al pozo de Alicia y su conejo, pozo profundo de infancia perdida.” (Preguntas tardías); un yo guiado por el dolor, arrastrando sueños, pero también por la rabia cuando siente que va sin rumbo y la embarga una “inusitada furia” (Sin rumbo).
Inmersa en lo incierto, “despierta la bestia”, se pregunta: “¿Las niñas cruzarán el umbral?” (Malas) y dice: “Mójate, baila, enloquece, corre con el viento.” (Desnuda) y “entre los gritos, los puentes y las flores” (Tempestad) busca una salida y se atreve a cruzar el umbral del tiempo y afirma: “con fuerza de loba seguiré” (Aunque).
Un osado reto a los ciclos de la vida, desafiando “la noche que cae sobre mí”, desafiando “el tiempo” que “nos clausura”, desafiando la muerte como en la sección Duelo donde revive, a través de la palabra, a sus seres queridos que ya transitan otras dimensiones, que habitan sus sueños, que habitan lo profundo de su herida siempre abierta, que la habitan como un “rayo oculto en las entrañas.” (Acordes de ausencias), mientras se pregunta “¿Cómo vivir incompleta?” (El despertar), “¿Cómo seguir?” (Nunca me dijiste).
Cruzar el umbral, esta travesía existencial, individual, es todas las travesías, cuando tiene eco en la Otredad, cuando el lector/a se identifica con el periplo del yo lírico, y se atreve y cruza el umbral intenso de los sentimientos, de las zonas hondas y dice: “Los muertos van conmigo” (Marzo).
Entonces, se abre el lazo de una afectividad compartida. Se ha cruzado el umbral hacia el asombro, hacia lo inusitado, hacia el misterio del Ser, así como “el leopardo abraza una tortuga.” (Cruzar el umbral)
A través del lenguaje, la poeta Susana Noé transmuta sus deseos, sus miedos, frustraciones, carencias, su sed de infinito, en un discurso poético con referencias espirituales, religiosas, como en los poemas Shofar y Shiva, reflexiones filosóficas y bellas metáforas e imágenes de alto vuelo lírico:
“Si digo arcoíris/ suplico flores” (Si digo lluvia)
“El viento/ del otoño/ atraganta el olvido/ y en tierras desérticas/ deja/ semillas de deseos.” (Brevísimas)
“El rugido de la noche/ ladró al viento/ tembloroso.” (Malas)
“Tu mano/ es pájaro encantado.” (Lilith o Afrodita)
“El deseo se clausura/ como una daga/ en la noche.” (Masticando bronca)
“El miedo/ es un río/ que navega los olvidos/ sin vos.” (El despertar)
Así, por medio de la palabra poética, va creando un juego de energías capaces de cruzar todos los umbrales.
Recomiendo la lectura de este poemario Cruzar el umbral que, de algún modo, nos interpela y nos impulsa a no detenernos, aunque “nunca me dijiste cómo seguiría”. Y cierro con la cita textual de Fernand Deligny del comienzo del libro: “Hay que tener el coraje de confrontarse con enigmas molestos, inclasificables, innombrables.”
Estela Porta es poeta, profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Tucumán y miembro asociado de S.A.D.E (Sociedad Argentina de Escritores) sede Tucumán.