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ISSN 2684-0626

 

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Tertulia Marica Literaria Itinerantah: Antología, performatividad y orgía artística

Por Patricio Schifitto |

En aquellos tiempos, en una escena épica que flota en una fiebre de flores de naranjos y flores de lapachos, la figura de Alfredo Urquijo con un libro bajo el brazo, montado en una ilusión, se dirigía hacia los desérticos suburbios de la ciudad postergados por las vías y los paredones del ferrocarril. Entre las calles embarradas y los rancheríos de ladrillos sin revocar, alambrados y perros de nadie, se detiene y golpea.  Una mujer obrada por la fealdad y la vulgaridad le pincha el globo rosa que contenía a Carlitos Ferrari en el refugio de las clases de dibujo de la escuela nocturna, que él mismo le había ofrecido en calidad de mecenas y de musa. Carlitos Ferrari sobre una bicicleta abandonaba los sueños de la alta cultura de París para siempre, dejándolo solo con su poca suerte. La figura de Alfredo Urquijo con un libro bajo el brazo quedó montada en una escena dramática, superlativa de dramática, hecha de lágrimas, lluvia y charcos en la Ciudad de los sueños[1]. En aquellos tiempos, probablemente, Alfredo Urquijo y el mismo Juan José Hernández habrían deseado asistir, a modo de resistir a los infortunios de los amores oprimidos, a un evento tan artístico y liberador como la Tertulia Marica Literaria Itinerantah. La flexión gramatical de género en todas las palabras en femenino es justa y necesaria.

No hace mucho tiempo, el Noliberalismo y la moral conservadora y decorosa se concentraban en la figura presidencial de Mauricio Macri; corrían los meses de agosto, septiembre, octubre y noviembre del año 2018, cuando en Tucumán las calles de la ciudad y las facultades de la universidad fueron ocupadas por consignas relacionadas a la defensa de la educación pública, la legalización del aborto y el Estado laico. En ese momento, Fabricio Jiménez Osorio y Patricio Dezalot, gestorxs culturales a través de Lúbrica Libros (Librería virtual y ambulante) y Gato Gordo Ediciones, pensaron, armaron y sostuvieron con sus cuerpas y sus ideas las cuatro ediciones de la Tertulia Marica Literaria Itinerantah. Según me comenta Fabricio durante una entrevista virtual por WhatsApp, que tuvo lugar en septiembre de 2020, en principio el surgimiento del evento se vincula a la necesidad de la visibilización y circulación de los libros de Lúbrica y Gato Gordo. Como no les convencía el formato de una feria convencional, concibieron este espacio de encuentro remoto y nómade a través del arte marica tucumano.

El origen en palabras textuales de Fabricio: “Con Pato ya veníamos de varios laburos previos, entre ellos la Revista La Cascotiada. En el número dos hay una página central donde homenajeamos a una lista de maricas tucumanas, como Juan José Hernández, Osvaldo Fasolo, Guillermo Storni, Gabriel Iturri, entre otras. Cuando ideamos las tertulias fue un poco unir eso con la risa que nos generaba el sketch Poetisas de Urdapilleta, Tortonese y Gasalla. También veíamos que las maricas no estaban apropiándose -como maricas- de espacios de circulación literaria, como lecturas o presentaciones de libros aquí en Tucumán”. Fabricio aclara que el sentido de la palabra “marica” no restringe la participación exclusivamente de artistas gay. También intervinieron mujeres cis y lesbianas. El uso de la palabra “Marica” en el nombre del evento es la manera específica de reconocer la enunciación desde la disidencia. Por otro lado, cabe destacar la vinculación de Fabricio y Patricio, junto a muchxs otrxs compañerxs, con la militancia en el Colectivo LGTBIQP en Lucha, que solía organizar fiestas, con otras agrupaciones, para recaudar fondos destinados a las Marchas del Orgullo (entre los años 2013 y 2017 aproximadamente, según recuerda Fabricio) “¿Qué lugar están ocupando las voces maricas, trans, lesbianas en la literatura tucumana actual?, ¿Nuestra literatura y sus prácticas pueden ser también una fiesta, una celebración del placer?” Se pregunta Fabricio en lontananza.

Foto de Jorge Pérez Lucena

La tertulia tenía un estilo paródico de los programas televisivos de la década de 1990. Cada edición estaba predispuesta a homenajear a una escritora marica tucumana. Generalmente, como esa marica estaba muerta, se invitaba a una amiga suya, para recuperar la memoria y los afectos. Eso produjo lo que a Fabricio le gusta llamar “choque de planetas”, porque de repente compartían una mesa y una conversación una marica de setenta y pico de años con una de veinte, sin barreras generacionales materiales o simbólicas, pasándola bien, sumergidas en la misma atmósfera festiva y espectacular. Como está previsto en la palabra Itinerantah, las ediciones del evento siempre tuvieron una ubicación migratoria: en Shitake Pub, Pangea y Casa Bette. La convocatoria de les artistas se realizaba mediante una invitación personal y previa, es decir que no era improvisada o espontánea durante la gala. Cada invitade tenía su “momento estelar” y su tiempo de “despliegue escénico”, que no se restringía a la lectura, también se producía un diálogo con la conductora sobre algunas experiencias personales y artísticas. La conductora también cambiaba en cada tertulia. En cada una se presentaba un actor transformista distinto montado en un personaje propio, acordado previamente con un guión breve y disparador como apoyo y orientación para preparar el transcurso de los distintos momentos. Fabricio oficiaba como DJ oficial. Casi todo el repertorio estaba fundado en el concepto “música para putos”. Por iniciativa de Patricio, hubieron proyecciones de visuales porno no-heterosexista, que provocaban sensaciones fantásticas en la pista de baile que se armaba posteriormente a la intervención de les artistas. Recuerda Fabricio: “Hacíamos como dos bloques y en el medio ‘una pausa comercial’, para promocionar a Gato Gordo y Lúbrica, invitar a comprar algo en nuestro stand de libros, ya que todo ese trabajo de gestión era con entrada libre y gratuita, a veces a la gorra para pagar viáticos del actor unvitado. La verdad no sacábamos un peso, pero nos llenaba de alegría y fuerza poder sostener igualmente el ciclo”.

Hoy, dos años después, ¿qué podemos decir sobre la Tertulia Marica Literaria Itinerantah? En primer lugar, que era una fiesta fascinante. En segundo lugar, que era un espacio encantador para hacer poiesis y espectar. En tercer lugar, muchas cosas desde una perspectiva más reflexiva e interrogativa acerca del sentido de las tertulias maricas en el campo literario y artístico tucumano. Es innegable su importancia como experiencia que interviene sobre el sistema literario argentino desde la localización en la provincia de Tucumán y la región del NOA, la autogestión, la militancia marica y la voz transgresora- transformadora. Podemos reconocer que la Tertulia Marica se monta como una genuina expresión de insurgencia política y artística.

Cuerpos leyendo, cuerpos bailando, cuerpos montados, cuerpos espectando, cuerpos que desean, cuerpos que se expresan, cuerpos que observan, cuerpos que se vinculan. Me arriesgo a afirmar que la Tertulia Marica Literaria Itinerantah funda un espacio de antología artística vivida desde la performatividad y la orgía como modos de enunciación. La antología integra “corpus” en sentido literal de cuerpos humanos y en sentido metodológico como repertorio textos: corpus humanitatis, corpus político, corpus literario, corpus artístico. El elemento constitutivo de este corpus es la actividad performativa, no se perciben textos reposados sobre hojas de papel o sobre las ondas sonoras de la recitación. El corpus supone un acto, hacer, producir. Poiesis, acción, experiencia, pasión e interpelación. El montado performativo significa aquí y ahora, inmediato y actualizado, mutante y migratorio. Se despliega un programa de militancia política y artística anti-normativista, que cancela la organización de lxs cuerpxs desde las categorías esencialistas binarias y la heterosexualidad obligatoria. El lenguaje artístico es la herramienta que construye y programa esta poética performativa. ¿Cómo se sostiene esa performatividad? Lengua con lengua, cuerpx con cuerpx, texto con texto, baile con baile. En este sentido se entiende el concepto de orgía como sintaxis de la vinculación artística de lxs cuerpxs a partir de la experiencia colectiva. También se refiere al modo de vinculación de los discursos, desde la multimodalidad, la multiplicación simultánea de canales comunicativos, mensajes, discursos y lenguajes artísticos. Probablemente Nietzsche hablaría del predominio de la pulsión dionisíaca. Sería coherente admitirlo.

Foto de Gabriela Olivé

Brillo, mucho brillo. Maquillaje, mucho maquillaje. Tacones y pelucas. Juegos con luces de colores, muchos colores. ¡Ay, las maricas enumerando recursos escénicos y artísticos con sus voces y sus cuerpas! Creo que la tertulia arremetía sobre el sistema simbólico masculino y sobre la literatura que sostiene y legitima los mandatos de opresión sexual. La cultura masculina es el lugar de la ausencia en cada gala, la ley transgredida, un signo en ruinas. Celebramos la concepción marica del mundo, que se revela mediante la codificación de una profusa estética de la fantasía y el show. Interviene sobre la disposición ordinaria del espacio, para provocar un espacio-otro, ornamentado, transformista y carnavalizado, para revertir las políticas sociales que disciplinan las identidades y las sexualidades de los cuerpos.

En el patio de Pangea o en la terraza de Casa Bette, la noche se presenta como un tiempo propicio para suspender y anular las legislaciones morales conservadoras y los preceptos de la Arquidiócesis de Tucumán, que se autoconfiere el poder administrar los cuerpos de los creyentes y no-creyentes. La nocturnidad de la tertulia también supone un movimiento de des-temporización sobre la cultura productiva del capitalismo, otro recurso para denunciar las explotaciones laborales y la alienación de las subjetividades. Como acto de resistencia y transformación política y artística, la tertulia marica interpela los principios de producción capitalista, los valores religiosos y los circuitos clásicos del arte. Resignifica el concepto de las tertulias literarias modernistas de salón, mayoritariamente habitadas por hombres, orientadas a círculos oficiales y academicistas. La autogestión, la solidaridad y el cooperativismo prometen un modelo transformador de la producción artística y de las experiencias subjetivas, enunciado durante cuatro noches tucumanas a partir de construcciones colectivas en permanente movimiento y diversidad.

La performatividad artística, la autopercepción, enunciación y celebración marica, las expresiones eróticas de liberación política y estética componen el entramado colectivo de esta antología orgiástica hecha de voces y cuerpos. ¿Podríamos admitir que la Tertulia Marica Literaria Itinerantah es una experiencia que intenta refundar nuestro tradicional, machista y porteñocentrista campo literario? Un campo literario febril, festivo, diverso y popular donde es posible el amor para Alfredo Urquijo en esa escena épica que flota en la misma fiebre de flores de naranjos y flores de lapachos.


[1] Novela del escritor tucumano Juan José Hernández (1931- 2007) publicada en 1971.

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