Por Sonia Páez de la Torre |
Nota preliminar: Recomiendo fervientemente ir haciendo click en los enlaces para acompañar la lectura con música. Además de las obras que complementan este texto, sugiero también visitar la cuenta de Instagram del autor para así comprender mejor la poética de tan prolífero artista.
Entrar en el universo del Ale Nicolau es navegar en un barco con un perro de capitán (y también un gato). Es ponerse unos zapatos mágicos y aprender a bailar tango una noche lluviosa en Chateaux. Es sentarse en la vereda -tal vez a la siesta, bajo la sombra de un naranjo petizón– y cebarle un mate dulzón a una de esas abuelas que saben narrar de memoria. Es mirar el mundo desde los ojos de Joaquín, que un día decide ir a tocar las nubes. Es seguir a Josefina en su viaje hacia la luna, donde fabrican chocolate blanco. Es unirse al séquito de Rubén en su silenciosa revolución hasta la casa de María. Es ir a caballito hacia el mar, por un camino largo, inmensamente largo.
Los mundos que crea el Ale están habitados por seres mágicos, que tienen el corazón como agarrao en alambre. Los duendes, las montañas, los ríos y la luna predican ancestrales verdades, sabia y pacientemente. Como corresponde, los perros son libres y un poco vagabundos; así como misteriosos son los gatos. Todos indiscutiblemente leales a quienes acompañan. Los malabaristas, los payasos y los hippies solo quieren ser felices, aunque el sistema se empeñe en impedirlo. Los hombres que viven en la calle huelen a café y los escritores, lejos de haber sido tocados por una barita, son perseverantes y obstinados en su afán por contemplar la luna y encontrar la palabra exacta. En el fondo de todos estos personajes existe un niño filósofo que sencillamente describe la complejidad de la realidad, haciéndose profundas preguntas sobre la existencia, sobre la vida y la muerte y en definitiva, sobre el amor. Las respuestas que a veces se ensayan frente a semejantes dilemas, son simples, como la vida misma.
Las aventuras son tan cotidianas como desopilantes. Por eso a veces se tiene la sensación de estar asistiendo a la fundación de un Macondo acomalado y tucumano. Por eso a veces se puede tocar las estrellas de Amaicha o sentir el barullo del centro; charlar un rato con los vecinos de Villa Mariano Moreno o cruzar el puente de la Banda del Río Salí; atravesar el parque 9 de julio en bicicleta un día de sol, escuchar a los vendedores ambulantes del Bajo o esperar el cambio de semáforo en la Avenida Sarmiento en el mismísimo instante en el que se mueven, todas juntas, las hamacas de la plaza Urquiza sin que haya viento.
Además de revolucionario, el cosmos que ha construido el Ale -durante incansables años de producción- es político. Los presidentes son elegidos únicamente con el voto de los niños; las mujeres llevan indudablemente un pañuelo verde; los padres no ayudan con la crianza, sino que crían; la naturaleza todavía se comunica amablemente con el hombre y le advierte que sin ella no hay vida y sin vida no hay arte; la plata no vale un carajo y en cambio, es realmente millonario quien puede ver un capítulo del Zorro con tostadas y dulce de leche.
Pocas cosas hacen falta para leer y entender la propuesta estética del Ale, que es pura acción. Solo hay que estar dispuesto a jugar, tener tiempo para soñar, rebelarse a la tecnología y no dejarse devorar. Su escritura es contra el olvido y es la prueba del triunfo de la alegría frente a las ganas de llorar. Su escritura es para todes porque es gracias a todes y seguramente por eso se lo quiere tanto y tanto.
Flay de palabras
27 dias que van en la casa
En ciudadela la vecina regala la musica del recuerdo
Un avion en el cielo nos dice que sigamos comprando
A pesar de estar lejos me llegan las olas del mar chileno con el viento
Videos llamadas por aquí, proyectos por allí, sigo con trabajo invento cosas
El telefono me persigue por toda la casa
El telefono es como el anillo del señor de los anillos
Clases de afro correr en la terraza y afuera las plantas
Tucumán esta tan verde
El otoño esta por reventar
Pero que linda que son las plantas!
La guerra de los mosquitos
Comida elaborada todo cacerito
hechado como un lagarto
Virus Politika
Uso y abuso
Orden sociedad y jabón
Mañana llega la bendición
Huracan desparrama juguetes
Revolución cambios profundos
Huerta organica
Uy Las Cuentas!!!
Hay baile
Afuera la muerte
Mediitación
Me siento bien mal contento pensativo creativo optimista y dormilon todo junto parejito
Abrazo imaginario abrazo al futuro!
Hoy es el futuro!!
Perdí mi pulcerita que me mantiene presente en el momento presente
Homebanking
Que lindas que están las planta a la noche todas apuntan para arriba
mañana es otra cosa distinta y novedosa
Ale Nicolau
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Alejandro Nicolau es escritor, músico y artista plástico. Se mueve bajo la bandera de la autogestión, lleva publicado siete libros, un disco como solista llamado «Bien Rústico» y otro con su banda «La Banda del Río Salí». Realizó innumerables muestras, colaboró en revistas de literatura de Tucumán, en catálogos de arte y participó en diversos festivales de historieta en Argentina, Bolivia, Alemania y Brasil. Sus postales y prints se encuentran ya en muchas heladeras de Tucumán, Jujuy, Salta, Córdoba, Buenos Aires y el Norte de Chile. Sus trabajos fueron material de estudio en la UNT, en la cátedra de Introducción a la literatura de la Facultad de Filosofía y Letras y en la de Morfología en la Facultad de Artes. Tiene 40 años y actualmente anda viajando por el NOA presentando su disco en distintos centros culturales a través del Inamu. Vive del arte y también es papá.
También conocida como la Ioqui, nació en Tucumán el mismo día que murió Cortázar en París. Es Licenciada en Letras y Magíster en Juventud y Sociedad. Está a pasitos de ser Doctora en Educación. En general, investiga temas sobre juventud. Colaborando como escritora, editora y fotógrafa en la Revista Trompetas Completas se enamoró de un poeta y decidieron vivir un tiempo en Barcelona. Pasaron 7 años, llegaron 2 hijas, 1 perra y 1 gato. Ama Tucumán, pero también es cierto que el mar Mediterráneo ha conquistado su corazón.