Sobre Crear un animal, exposición de la colección de la Facultad de Artes en el marco de BIENAL SUR
Por Cecilia Vega |
Crear un animal fue una puesta escénica y performática que comenzó a desplegarse en el SUM de la Facultad de Artes el 29 de septiembre y tuvo su apertura al público el 2 de octubre. El proyecto nació meses antes como otra instancia de Dejar que las cosas sucedan juntas, acción en la que participó el mismo equipo de trabajo realizando el inventariado de las 190 obras que integran la colección de la Facultad de Artes.
La premisa de Crear un animal fue trabajar en torno a la siguiente pregunta: si la colección fuera un animal, ¿qué animal sería? En una primera reunión virtual que tuvimos el equipo de trabajo con lxs curadorxs, comenzaron a surgir las primeras respuestas: sería un animal desconocido, un animal del norte, un tapir, un quirquincho, algo monstruoso que crece constantemente… A partir de ahí fueron apareciendo más preguntas: ¿Cómo se mueve ese animal? ¿Qué rastros deja? ¿Qué sonido hace? ¿El animal somos nosotros? ¿Cómo se crea un animal? Comenzamos a trazar vínculos, paralelismos entre el arte y la zoología, a pensar las obras como seres vivos y a la guarda como su habitad.
Cuando llegó la semana de la inauguración nos encontró en el SUM de la Facultad con muchas preguntas y pocas certezas. El espacio se organizó en torno a dos obras de Ricardo Fatalini y los días estuvieron atravesados por ensayos, discusiones, elongaciones, respiraciones, papel y escritura, cinta de papel, fotos, luces, el sonido de voces dentro de la guarda, puntos en el espacio, y un círculo que ordenaba todo. Entre la escritura, la escucha y el diálogo comenzaba a tomar forma ese animal que estábamos creando, y en instancias de intercambio con profesionales de diversas áreas también surgieron revelaciones: “para que exista un ser vivo tiene que existir una energía vital”; “el animal es la historia, el pasado, la colección es un animal amansado pero que igualmente te puede morder”.
Un segundo momento nos sacó de la Facultad y nos llevó a la reserva de Horco molle, conocimos la reserva, vimos los animales y la vegetación, inventando relaciones entre ese lugar y la colección: ¿existe un punto de encuentro entre una reserva natural y una reserva de obras de arte? En este caso fuimos nosotros y la Universidad.

Horco molle es el nombre en quechua de un árbol de hojas lisas que cuando les da el sol brillan como espejos. El pelaje de un tapir cachorro tiene manchas y rayas de color blanco que lo ayuda a camuflarse simulando ser sombra y luz del sol. ¿Cómo se da esa relación tan intima entre un animal y el lugar que habita? Caminamos por la reserva escuchando las historias de sus animales: cómo llegaron, cómo es su vida ahí, cuáles pueden volver a la libertad o semilibertad, cuáles no y por qué. Preguntas, muchas veces, similares a las que nos hacíamos durante la etapa de catalogación frente a las obras de la colección.
El objetivo de pensar la colección cómo un animal es que, después de identificarlo, conocer su forma y sus hábitos, nos revela de qué manera cuidarlo y cómo continuar con este trabajo de puesta en valor. Llegar a eso nos exigió entrenar la imaginación, el diálogo y la escucha, y sobre todo habitar una ficción para así lograr vislumbrar al animal, aunque sea unos instantes.
Semanas después, intentando poner en palabras la experiencia vivida, me encontré con esta cita que me ayudó a pensar: “Por lo general los términos de la ficción y de la realidad se requieren entre sí, pero hay que ver cuánto tolera cada uno del otro: la gracia de todo experimento radicará en la combinatoria. La forma que esa combinatoria tome según el caso, ahí, ese momento, es el arte. Entonces lo que pasa es que el arte no está del lado de la ficción o de la realidad, sino del garabato que se delinee entre ambas, justo antes de deshacerse para ser otro”[i]
Crear un animal
Curaduría: Bruno Juliano, Analía Solomonoff y Ana Volonté
Equipo de trabajo: José Fabián Guelardi, Cecilia Vega, Gabriela Abram, Ana Belén Rodríguez, Marcos Meternicht, Rosalba Mirabella, Ana Anachuri Vera, Cristian Abel Toledo, Mauro Gabriel Cruz, Hugo Roberto Giunta, Julieta Nicole Mansilla Avila, Laura Susana García, Luciana Aldana Ayuso y Rosario de los Ángeles Brito Soler
Diseño de montaje: Rodro Cañás
Coordinación de montaje: Juan Ignacio Robledo
Asesoramiento en conservación Cecilia Barrionuevo
Asesoramiento en registro: Agustín Indri
Asesoramiento en mediación: Belén Aguirre, Flavia Romano
Fotografía de portada: Agustín Indri
[i] De La retirada, lloviendo, una octogésima parte del futuro. Emilia Casiva y Nicolás Balangero ante Aníbal Buede y Daniel Melero

Curadora independiente e investigadora en artes. Actualmente cursa la Maestría en Crítica y Difusión de las Artes en la UNA. Es Especialista en Producción de Textos Críticos y de Difusión Mediática de las Artes por la misma institución y Licenciada en Artes Plásticas de la UNT.




Hermoso y potente texto que nos devuelve una memoria sensible de aquello que fue, es y será un animal siempre a ser creado.