Por Pablo Campos | Vivís frente a la plaza de Luján, a la vuelta de la Basílica, yo en Villa Luján, a unas cuadras de la plaza. Es curioso que coincidiéramos en esos detalles nominales y que nos separaran 1200 kilómetros. ¿Te das cuenta, María, que desde que hicimos contacto hemos hablado 24 x 7 durante un par de semanas, parando sólo para dormir y comer un poco? Malditas redes,
cuentos

La negra Yuan
Por Santiago Garmendia | La vi una vez cuando tenía yo diez años. La recuerdo porque después me dijeron que era ella. Esa mañana me pesaba el billete de cinco pesos que mamá me había dado para comprar pan. ¡Hace cuánto que no digo mamá! La Negra era vieja, más de ochenta años seguro, pero se mecía con destreza con el clarete en la mano. Estaba sola en una de

La distancia del cazador
Por Hernán Ronsino | Amanecía en el campo. Íbamos en la camioneta de Teodoro Kieffer a cazar liebres. Una película opaca, de luz, cubría el reborde de los árboles. El camino de tierra era llano, lineal. Teodoro Kieffer, con la voz gruesa de la mañana, y una cara todavía no reconciliada con la vigilia, me hablaba del caballo de Saturnino Pérez: un zaino de un pelaje hermoso, que le salvó

Viruta
Por José Manuel Jiménez | Tengo una viruta de madera en el ojo desde hace dos días y no puedo hacer nada sin pensar en ella. Las dos noches anteriores me dormí creyendo que al día siguiente no iba a estar más, pero no. Ahí estaba el objeto extraño en mi globo ocular. Sólo me habría llevado tres minutos buscar los anteojos y ponérmelos, pero no lo hice, comí el

Los 80 misántropos
Por Rodolfo Martín Campero | Vivo solo, acompañado breves horas por una empleada malhumorada, seca, incómoda, muda, que se encarga con mala gana de la higiene de la casa y la comida hasta desaparecer a los postres por arte de magia. Todos los días son una reiteración del anterior. Hace tres días cumplí ochenta años. Es de noche y estoy en mi habitación mohosa que da a la calle. Su

Una risa vergonzante
Por Maira Rivainera | Preguntado por su risa el niño Jacobo sostenía la mirada con los ojos llenos de pestañas, un halo vidrioso en la superficie, las mejillas como pompones de seda. Su niñera respondía por él siempre, es que no le gustan sus dientes. Con el correr del tiempo, es que no le gustan los espacios vacíos sin dientes. Podía pensarse que en algún momento en su vida hubiera

Víboras volando
Por Pablo Lucer | Siempre para semana santa recuerdo lo que me contaba mi abuela acerca de las víboras volando. Me decía que en el paraíso corría un viento tibio que hacía levitar todas las cosas. Eva caminaba desnuda entre los manzanos. La fruta no la tentaba. Buscaba pequeños hongos escondidos en las hendiduras de los árboles sin edad. Caminaba pisando apenas el pasto repleto de rocío. Un sol difuso

Los sueños
Por María Gabriela Cisterna | De nuevo, sueño que mato. No sé quién es, pero veo que hay mucha sangre. He cometido un asesinato sangriento. No sé si las causas son: la novela que estoy leyendo, los policiales que veo antes de dormir o el deseo reprimido de años. Después de matar, con la sangre todavía en las manos y la oscuridad gris que nos rodea, al cuerpo y a

Valentina (d)el viento
Por Ángel Ramón | Fuiste como el viento. Pasaste desordenándolo todo, sacando de lugar las cosas, rompiendo algunas, transformando otras. Nada quedó en su sitio, eso seguro. No te esperaba, no sabía cómo serías por una simple razón: nunca te vi en mi vida como algo posible. Como el viento sorpresivo que sopla en verano y, sin previo aviso, se asocia con la lluvia y empiezan un baile que arrasa

El rey del pete
Por Exequiel Svetliza | Acaso por la oscuridad espesa de la noche, por el olor del pasto mojado, por la indescifrable conversación de los grillos, por la irrupción frenética de las luces y el temblor que dejan en el suelo los camiones a su paso; a Gerardo le inquietaba mear solo en la banquina, al costado de la ruta. No temía por la aparición espontánea y sorpresiva de un decapitador