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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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La primera F.L.I.A.* en Tucumán

Por Rodrigo Suárez Ledesma |

Dicen que estamos viviendo algo histórico: un virus nos atrincheró y sobre nuestro cielo sobrevuelan nuevos viejos miedos. No nos estamos transformando en mejores personas. Yo sigo escribiendo de noche, ahora, porque las nenas duermen.

En el 2013, año en el que se realizó la primera F.L.I.A. en Tucumán, casi todo lo que era mi vida sucedía de noche. Pero un mediodía me sorprendí mirando como la luz perpendicular de marzo atravesaba el follaje de un árbol, para depositar el baile mágico de sus sombras sobre una mesa llena de libros. Era la primera vez que iba a La Sodería de día, y me llevó un tiempo largo entender que estaba en el mismo lugar que últimamente tanto me gustaba frecuentar durante la noche.

Yo estaba en la mesa de la revista Trompetas Completas, con Pablo y Maria Silvia -prominente, y quizás inmerecida, fotógrafa de la revista en ese tiempo-. Maxi estaba en otra mesa, hablando con un chico con rastas que era artesano y que yo no conocía, pero con quien luego tendríamos interminables charlas. Era Diego.

De las otras personas que estaban ese viernes a esa hora en La Sodería, apenas conocía a las chicas de la revista Dixi y a las de la revista Yucumanita, pero a eso de las ocho de la noche, después de hojear (ojear) libros, ver fotos y pinturas, artesanías, las dulces y hermosas macetas de Caro, dar mil vueltas, salir y volver a entrar otras mil, después de varios vasos de esos grandes de cerveza, ya nos conocíamos casi todos.

Cansado y con hambre, me había sentando en un banco de madera, cuando El Ale me dijo que esa noche tocaría con La Banda del Río Salí. No estaba preparado para esa noticia y tuve que cambiar todos mis planes. No había tiempo ni ganas de ir a casa a cambiarme y comer, así que me sumé a un grupo que se estaba organizando para comprar unas empanadas. La piel y la ropa todavía tenían mucho que dar.

En un momento de la noche, enteramente entregado al fluir de la feria, y no sé siguiendo qué o a quién, encontré unas escaleras y subí. Peldaño a peldaño, en silencio, como intuyendo lo que estaba sucediendo arriba, subí. Desde la mitad de la escalera se veía el cielo, la luz de una luna llena bañándolo todo. Uno, dos, tres peldaños más y un grupo de personas en círculo, algún tipo de baile ritual, la voz de Mario, las respuestas de los demás integrantes de La Banda del Río Salí. Uno, dos, tres peldaños más y entender en la carne que estas viendo algo mágico, pura y hermosa magia… parado en la escalera, sin animarme a dejar atrás el último peldaño que me separaba de la terraza, observé en silencio y comprendí de que se trataba todo.

Bajé, me perdí entre la gente y me sentí parte de algo nuevo y poderoso. Algo grande estaba sucediendo. Algo grande que recién era un niño que entendía que la dirección era otra, era la de rescatar y compartir arte, y crear y ayudar a la autogestión y a compañeros que vinieron de otros lugares lejanos y no tanto a construir un encuentro, a compartir cultura en familia. Porque eso era lo que hacíamos allí; ser un niño que es parte de una familia hermosa y solidaria que no tiene entre sus planes el de dejarse opacar por un sistema que no sabe, que no entiende, que a la cultura, en todas sus manifestaciones, hay que apoyarla porque eso es lo que nos hace mejores.

Pero estas epifanías no duran todo lo que debieran, y comenzó el baile, y el niño también quiso bailar.

El sábado, todavía con la misma ropa, nuevamente me sorprendí mirando como la luz perpendicular de marzo atravesaba el follaje de un árbol, para depositar el baile mágico de sus sombras sobre una mesa llena de libros.

*Feria del Libro Independiente y Auto gestionado.

*Fotografías: Fernanda Córdoba

Fernanda Córdoba es actriz, fotógrafa, escultora y ceramista . Posee capacidades especiales por Hemiplejia y Afasia.

Fotos en Facebook: facebook/fernandapaolacórdoba

Una respuesta a “La primera F.L.I.A.* en Tucumán”

  1. Ezequiel dice:

    Este evento me conmovió profundamente. Conocí escritorxs y formas que me impulsaron a autoeditarme y «resistir» desde los márgenes. Salud!

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