Entrevista a Celeste Guzmán
Por Virginia Daniela Gómez |
¿Qué es arte y que no? ¿Todo puede ser arte? Podemos coincidir en que el fanzine es un arte, que a diferencia de otros formatos institucionalizados y de la alta cultura, tiene como orgullo, estilo y manifiesto no estar elevado. Está a la altura de un mesón en feria, de los bolsillos, al alcance de las manos. Busca que le llegue a quien le tenga que llegar y al que no también. Hablar con Celeste me contagió la chispa, el entusiasmo fanzinero. Esa idea que se te pega como chicle en el pelo después de ir a algún, cualquier evento cultural, o al hablar con compañeros de lo bueno que puede ser si hacemos tal proyecto, tal texto, tal banda o tal fanzine. El fanzine es contagioso y virulento, lo divertido es que hay tantos formatos como intenciones o discursos.
Para hablar del fanzine acudí a una experta, Celeste Guzmán, también conocida por sus pseudónimos fanzineros: Con Amor Niñita, Niñita o @fun.whit.fanzines. Seguro les suena su nombre por leerlo en múltiples flyers de eventos culturales en Tucumán. Donde hay feria de fanzines, si ella puede, está. Celeste es cordobesa, se mudó a Tucumán en 2018. Actualmente tiene 36 años y comentó estar embarazada: “Traigo a colación esto porque estoy preparando un fanzine sobre maternidades diversas y fuera de la norma como quien dice”. Recordemos la libertad del concepto y el formato: el límite de los fanzines es la imaginación.
Hay fanzines que datan de 1940, autopublicaciones, previo a las editoriales que luego se separan del término debido a que quedó como un concepto de ghetto fanzinero, que en los setentas los “fans”, como explica Celeste/ Niñita, se adueñan del término.
En la provincia de Tucumán, según el documental Una Parte, datan de 1980, casi todos gestados en Yerba Buena por el círculo punk.
Celeste formó parte del mundo subterráneo (o underground) tanto en Córdoba como en Tucumán. Comenta que ayuda tener un gusto por las cosas, en su caso la música y ser “ñoña, y tener la necesidad de saber más sobre las cosas”. Celeste venía de formar un “proyecto” comunicacional colectivo que duró tres años, llamado La unión hace a la fuerza que consistía en una cobertura, redes autogestivas e independientes de la escena hardcore cordobesa vía redes sociales, un espacio radial y luego un fanzine homónimo que fue el primero que realizó Niñita.
“Necesitaba materializarlo de otra manera, hacía un tiempo venía viendo fanzines, pero no sabía cómo encontrarme todavía para hacer el mío. Llegó a mis manos un fanzine que se llama Buscando Salidas. Llega por un chico de Rosario que estaba en la feria, y ahí fue cómo encontré el estilo de fanzine que yo quería hacer. Tomé la idea del Buscando Salidas para relatar lo que yo vivía en la noche cordobesa dentro de lo que era la escena hardcore punk”, comenta Celeste, para abrir nuestro diálogo.
Más que formatos, una ideología
“Buscando salidas hablaba de una gira que había hecho el autor del fanzine por Córdoba con un par de bandas amigas. Estéticamente era hecho de manera analógica y con papel reciclado con hojas de diario, que me pareció increíble porque también abarata mucho los costos. Pero yo todavía no estaba lista para encarar eso. Había otro fanzine que daba vueltas en Córdoba que es uno de mis preferidos, Kontroversia que lo hacía un chico que se hacía llamar Oz Guerrero, que es muy bueno haciendo fanzines. Fue el primero que llegó a mis manos en realidad. Lo distribuía en recitales a voluntad. Dejaba la cajita con fanzines y vos le dejabas la plata ahí. Te llevabas el material; era muy tranca.”
Escasez de recursos: “medio digital, medio analógico”
Celeste vivía en un pueblo de Córdoba y allí imprimía en la fotocopiadora del barrio, era todo a pura maña. Sin equipos y sin demasiado presupuesto, pero lo importante, como siempre en el fanzine, es plasmar la idea:
“Yo doy talleres de fanzine y escucho gente con miedo de largarse con el fanzine y lo analógico porque tienen una idea del fanzine muy elaborado, con formato específico, a color, o con cosas muy pro, y no es así necesariamente. Es una revista de aficionados, ese es el significado. Podés hacerlo según te plazca, del tamaño que te salga y con el material que vos quieras. Suelo contar cómo empecé, porque mucha gente piensa que tenés que tener compu o que tienen que tener algún programa de edición, cuando no. Empecé a distribuirlo en los recitales, así como lo sigo distribuyendo actualmente en eventos relacionados al under y a la contracultura. Siempre lo cobré a voluntad. Una sola vez le puse un precio a uno porque fueron como ediciones especiales, pero siempre era como ‘lo que puedas darme no importa’. Yo quería en realidad mostrarles a otras personas, que quizás no iban, que había buenas bandas. Que había bandas nuevas. Que había toda una cultura, y quería registrarlo porque no sabía cuánto tiempo iba a durar…”
Es historia con piedras, papel y tijeras
Celeste tenía amigos y conocidos de la escena Tucumana. Además, es pareja del ex vocalista de Los Días No Vividos, Mariano, también entusiasta del fanzine con quien luego se casaría.
“En el 2017 yo estaba muy activa en Córdoba con los fanzines y venía a visitarlo y siempre pegábamos algún reci ese fin de semana. Y yo siempre metía feria”. En 2018 se mudó a Tucumán y continuó participando de diferentes actividades contraculturales. Participando al comienzo en La Taberna de Saturno, Santos Discépolo, entre otros lugares.
Celeste destaca la importancia de ir con su feria y stand a diferentes lugares fuera de lo subterráneo. Lugares más “amigables” para mostrarle a otras personas que desconocen lo que es: “Por ahí estoy en un lugar y la gente piensa que es folletería y lo levantan y se lo llevan. Si te gusta, perfecto”, entre risas. Actualmente hay espacios como el día del fanzine, organizado por el sindicato del fanzine de los que Niñita comenta: “Un lugar de acceso más ameno y amigable, como lo es el Munt, porque no es la misma gente que va a un recital”.
Hablando de las particularidades del fanzine como objeto, Celeste señaló que se cruzó con gente de otras provincias que reconocen sus fanzines, que llegan a lugares como Ushuaia o Suiza: “Vos no sabés dónde termina tu material, y cuando vos lo hacés fotocopiado, que es más económica la distribución, es más fácil que el fanzine llegue a más personas, que tu idea llegue a más personas. En todos mis fanzines pongo que copiar no es robar, que es algo que saqué de las publicaciones anarquistas”. Porque lo importante es que llegue tanto el objeto como la idea: “Capaz que le prendes la chispa latente del fanzine a alguien más, como me sucedió a mí”.
También reflexionó sobre las diferencias con otros formatos, señalando que “no es lo mismo editar una revista o algo así, porque son otros los costos. Y es muy limitado el acceso de la gente a los materiales escritos, ¿viste? Entonces para mí, particularmente la idea del fanzine es dar la herramienta escrita y tangible, que llegue a la mayor cantidad de gente posible. Por eso yo no solo hago mis propios fanzines, sino también distribuyó fanzines de otras personas”.
El entusiasmo desapegado: Al contrario del gatekeeping, no guardarse la idea para una
“Básicamente, la democratización de la información. Por ejemplo, supe tener una tirada de fanzines que se llamaba Libros para el pueblo. Mis fanzines siempre tienen una mirada más de género, anarquista, política; hay literatura también, pero todo tiene mi impronta de cuáles son mis ideas. Y en esa tirada lo que yo hacía era en mini fanzines, que te entraban en la billetera, te recomendaba algo y te ponía un pedazo de algún libro: de Galeano, de Nietzsche, de un fragmento del manifiesto comunista. Yo si bien no soy comunista, simpatizo mucho con las ideas anarquistas. También hay ciertas ideas y escritos que está bueno que lleguen a la gente para cuestionarse ciertas cosas, me parece que tener una herramienta como el fanzine está bueno usarla. Me parece que el arte, la música, la literatura, sirven para que la gente se cuestione las cosas”.
Más que hacedores, custodios… curadores del fanzine
“Yo tengo una fanzinoteca que tiene la función de mantener ese material y para que lo vean otros. Yo tenía muchos fanzines -porque bueno- uno los intercambia mucho y mi pareja es un curador, diría yo, del fanzine. Él tiene de muchos lados y los tiene muy bien cuidados, en folios, separados. Tiene su colección privada que deja hacer fotocopia porque está muy bueno el material. Y para el día del fanzine del año pasado, yo ya venía con la fanzinoteca en varios eventos, y él sacó su colección de fanzines y la llevamos. Me parece que es importante porque nos encontramos con gente que veía fanzines viejos tucumanos, y yo no tengo esa información, no tengo ese material porque no viví acá durante 15 años. Por ahí se complica hacer copias de eso porque no tienen el permiso explícito, por eso es que yo dejo explícito que lo pueden fotocopiar y que lo pueden llevar a cualquier lado. Porque, por ahí, está bueno el material y para tenerlo ahí guardado y que nadie más lo pueda leer…”
Así relató sobre algunas joyas del fanzine como la tirada de culto LGBTQ Homoxidal 500:
“Para mí parecer es el primer fanzine queer de la escena musical argentina. El chico que lo escribe le gustaba el hardcore y el punk. Y… ser homosexual en los 90 y 2000 en esa escena… había que tener coraje. Es difícil ahora, hace 30 años era peor. Esos fanzines están para leerlos online pero no para imprimirlos. Y mi pareja se escribía con el autor y se escribían cartas, y él le mandaba el material; es un excelente escritor”.
“Me parece que nos bombardean de información en el ámbito digital que es una información muy efímera también, porque hoy están 24 horas y no la encontraste más. Es muy importante tener este material físico con ideas claras y con información que perdure en el tiempo, porque es un registro de la historia social. Durante mucho tiempo no se tomó en cuenta la historia hablada, la historia social. Los cambios de la historia los contaba el ganador o los grandes grupos socioeconómicos y demás. En cambio, en el fanzine, la historia la cuenta la gente que la está viviendo y eso es muy rico. Por ejemplo, en Homoxidal 500 hablaba el protagonista de la escena queer en Buenos Aires. Según ella el chiste es que es libre y no hay censura. Eso puede ser un arma de doble filo, entonces usar eso para transmitir mensajes antifascistas es genial”.
Nació en mayo del 2003. Su formación inicia por un Bachiller en Artes Plásticas y Tecnicatura en Arte Impreso por la Escuela de Bellas Artes «Maestro Atilio Terragni». Actualmente ejerce periodismo con inclinación cultural y es estudiante en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la U.N.T. También colabora en el medio digital Lúcuma.