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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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“Creíamos que íbamos a quebrar el mundo…”

Entrevista a Nicolás Aráoz – 23 de julio, 2020

Por Alejandro Llanes |

Intro

La lluvia viene avisando una visita / una marcha de protesta hacia la Plaza Independencia hace del caos céntrico la pesadilla del obsesivo. / Llego al Pasaje con unos minutos de retraso / el ambiente es muy tranquilo: hay una mujer tomando una clase de yoga…/ pasamos a la cocina / hacemos unos tés y a la cama…

(toda la entrevista se desarrollará íntegramente en la cama del entrevistado y con una perra de por medio –la Chula)

Mi idea es ir desde tu presente… ¿qué estás haciendo ahora o qué vas a hacer?

Estoy haciendo varias cosas… Estoy escribiendo en este mismísimo momento el guión de un largo(metraje) para hacer una película en cuanto se levante esta cuarentena y tenga tiempo de hacer la preproducción y organizarla un poco… Es un guión que he escrito hace como unos 15 años y lo voy re-escribiendo y trabajando y ya tengo ganas de que se haga película… De hecho, en febrero (de este año), justo antes de que entremos en cuarentena, hice un cortometraje que se llama “Vamos a cocinar fuego y a detener pescados”. Para mí los cortometrajes siempre tienen que ser experimentales, o sea, no está en la línea del largometraje que escribo, para nada, lo hice porque quería probar cómo era volver a filmar. Hemos armado un equipo muy chico y hemos filmado durante 3 días, y después entró en postproducción; lo último que quedaba era hacerle la imagen y el sonido y ahí ya entró la cuarentena… Así que fue lento eso, pero ya está listo. Y está buenísimo, estoy muy contento, es lo que quería hacer…

—¿Y eso tiene destino de proyección o se va a poder ver online…?

Mirá, había entrado al Festival Gerardo Vallejo -al Festival de Cortos del Gerardo-Vallejo, pero 2 o 3 semanas después de haber entrado, se anunció que se suspendía… Me gustaría compartirlo más formalmente (era muy bueno el Gerardo Vallejo para eso…).

—¿Se puede saber algo de ese largo?

Estoy trabajando en eso hace mucho tiempo… Después me conecté con Boby Toscano y se lo pasé… Él me ha dicho que le interesaba producirlo y ahora estamos viendo de ampliar esa producción. La temática… no sé… para mí es como incómodo… siempre siento que si hago una sinopsis, la sinopsis no habla de lo que habla la película, me pasa eso con mis obras de teatro: en El guardián, por ejemplo -que es una obra que estuve haciendo los últimos 2 años (en el 2018 y en el 2019)-, la temática era un grupo de gente que vivía en una eco-aldea y después se produce un incendio… Y  un amigo fue a verla y yo le veía la cara de “a éste no le gustó”. Y no, era que estaba conmovido… Y me dijo: “es un trabajo sobre el fin del mundo…” Y cuando él lo dijo, recién ahí después de hacerlo durante 2 años me he dado cuenta de que el trabajo era sobre el fin del mundo, o sobre el fin de “un” mundo… Entonces realmente la sinopsis no sé hasta qué punto ayuda o me corresponde…

Te puedo contar que en el largo, el guión está evolucionando en versiones. Creo que voy como en la sexta… La verdad que ha sido buenísimo esto de las versiones, esto de escribir un guión y hacer una nueva versión desde cero, no “copiando y pegando nada”. Eso es algo que me propuso el Boby (Toscano) Yo medio que me resistía, pero la verdad es que siempre mejoraba el guión… Estoy trabajando otra versión, en una Clínica de Guión con un director de cine cubano que se llama Carlos Quintela, quien hizo una película muy hermosa que se llama La obra del siglo… La idea es terminar de escribir y después hacer cálculos de producción y ver cuántos millones son, para luego salir a ver quién podrá ayudar (quién podrá defendernos).

—Lo último que hiciste de teatro es El enfermo imaginario con el Teatro Estable… ¿Tenés nuevos proyectos teatrales?

También está el grupo con el que hemos hecho El guardián, que hicimos una investigación muy interesante… En ese trabajo habíamos ensayado mucho tiempo y sentía que tenían “algo” las escenas, pero también que le faltaba “algo”, como si les faltara “el alma”; y entonces la llamé a Antonella Mazziotti y le pedí que se sumara en la dirección de actores para llevar estas escenas hacia el lenguaje de la danza (sin que sea danza, ni danza-teatro). Finalmente encontramos algo muy particular, que ellos –los actores, intérpretes- trabajaran desde el impulso físico, más allá de que ya existía la escena y estaba marcada, con texto y todo… Fuimos trabajando este otro impulso y quedó un trabajo con un tono hermoso… 

En este grupo estamos proyectando otro espectáculo, un trabajo a partir de textos de Máximo Chehin, de sus libros de cuentos Salir a la nieve y Vista al río. Es un autor que me encanta y están buenísimos sus cuentos, y hemos podido encontrar un proyecto que parte desde ahí… Esto no sé si se va a llamar El sueño de los serbios (así se llamaba originalmente), pero es posible. Los últimos tiempos hemos estado ensayando virtualmente…

—Me interesa detenerme en el proceso de escritura de estos textos… ¿cómo es?

Hemos hecho improvisaciones durante esta etapa virtual, hemos hecho un montón de filmaciones y hemos ido compartiendo escenas; hemos ido incluso actuando en vivo a veces, siempre de manera virtual, claro.  En este momento estamos juntándonos (hasta 10 nomás se puede, justo somos 10), y estamos recuperando ese material y tratando de armar el guión juntándolo con la idea que ya había…

—¿Vos hacés primero un pasaje del cuento al texto dramático?

En general tengo como una estructura y “un planteo”, como una suerte de idea de puesta base, y después eso por supuesto se va modificando cuando uno ensaya y aparecen nuevas escenas y se van otras, claro…

—Pero vos… ¿sí sabes a qué querés llegar?

Nunca sé realmente hacia dónde vamos, parto de esa idea-estructura y eso nos sirve como base para improvisar, buscar… Y estoy atento a lo que va apareciendo, disfruto mucho de esa etapa.  Realmente ahí se arma la cosa…

—¿Y en los trabajos para el Teatro Estable, cómo es ese proceso?

En el caso del Estable, siempre trato de hacer clásicos. Esa búsqueda se me hace a veces muy difícil. Por ejemplo, en 2016 me llamaron para hacer un texto clásico nacional, entonces me puse a buscar y a leer. Creo que fue Jorge de Lassalletta el que me habló de Un guapo del 900, y la leí y me encantó el final, la madre diciéndole al hijo «necesito verte parado para reconocerte, mirarte la estampa pa saber que sabías ser mi hijo. De a pedazos, sos como de otra leche«… me parecía tan fuerte ese final… tan hermoso… Por supuesto que hice una versión muy particular de ese clásico, lo he desarmado entero… Tenía algunas escenas muy hermosas…

Las tres veces que dirigí al elenco del Teatro Estable fui con una puesta mucho más pensada. Pero también estuve muy permeable a lo que pudiera surgir durante el proceso de ensayos. En el caso de El enfermo imaginario, cuando me pidieron que hiciera Molière , yo recordé que tenía desde hacía muchos años la idea de romper la estructura en dos, o sea, hacer la obra hasta el momento en que Molière se descompensó en escena (lo que derivó en su muerte unas horas más tarde). Y desde ese punto trabajar como si fuera un documental sobre la vida de Molière . Transformar la puesta en una suerte de biografía del autor…

Empecé a ensayar El enfermo imaginario con la puesta súper en claro, pero ese momento yo estaba en crisis, en un momento personal muy triste, y dejé que esto apareciera también en ese camino hacia la muerte de Molière, pese a que la trama es muy graciosa e histérica, una comedia oscura y muy irónica, con mucho enredo. La tristeza iba por debajo, generalmente con la música, como contrapunto.

—¿Es muy distinto para vos dirigir un texto que no has escrito?

No. Había una época en la que yo escribía mis textos, generalmente en colaboración. Trabajar con otra persona, fue muy estimulante, siempre. Pero trabajar a partir de un texto escrito también me encanta. Hace años que no escribo los textos. Desde el guión de Jehanne la doncella de Dios. Últimamente trabajo a partir de textos de otros o en creaciones colectivas.

—Para el cine y el teatro ¿tu proceso es similar?

En el caso del cine (aunque solo hice cortometrajes) a mí me gusta llegar con el guión técnico, aunque después eso se desarme, incluso con un storyboard dibujado por mí, como súper claro el “plano a plano”… Llegás con la idea mucho más afilada, con un proceso de escritura muy largo también. Sí me interesa un espacio de ensayo fuerte con los actores, de investigación… pero nunca es comparable a lo de teatro, que podés estar un montón de tiempo ensayando.

Mi experiencia en el cine es haber estado como actor en Los dueños (largometraje Toscano-Radusky, 2013) y como técnico en El motoarrebatador (Toscano, 2018). Agustín y Ezequiel trabajan de una manera hermosa: ellos trabajan mucho ahí en el set, con los actores, con los técnicos, en colaboración. Fue muy hermoso ver cómo definían las cosas cada día… Yo me siento, en principio, mucho más apegado a la estructura, pero hay que ver… Veremos cómo se da todo, ¿no?

—Tus viejos son dos poetas conocidos y reconocidos[1], ¿qué relación tiene eso con lo que vos producís?

La poesía tiene mucha relación con lo que hago en teatro, y no sólo la poesía, sino también la música, la danza, el cine, por supuesto. He trabajado mucho desde la estética del cine en los espectáculos. Les llamo así, “espectáculos teatrales”, porque así me siento más libre en el acto creativo. Siento, además, que pertenezco a una generación que ha experimentado las mezclas, los híbridos, las mixturas. También, ahora que lo pienso, es algo que he visto siempre en la poesía que escribe mi mamá. Es más libre de estructuras y eso…

—¿Aparecen explícitos en tus obras textos de tu mamá?

Un montón de trabajos han tenido textos de mi mamá. Jehanne, la doncella termina con un texto de su libro La comunidad; el guión del largo que estoy escribiendo ahora se llama, por el momento, Barcos y catedrales, y hasta hay una poeta que se llama Inés… ¡ja!

—Siguiendo esta idea que estás dando sobre el teatro, esta revista se llama La papa en la literatura…, ¿el teatro para vos es “literatura” o es otra cosa?

Yo siento que siempre hay un texto que se lee, trabajés o no sobre una obra de teatro o un cuento, siempre en la puesta en escena hay un texto para leer… De todos modos, muchas veces he trabajado a partir de obras literarias. Por ejemplo, el primer espectáculo que dirigí, que se llamaba Puré pate (cortometrajes en teatro), estaba hecho a partir de cuentos de Hugo Loyácono; y el siguiente, que se llamaba Eidos, la imagen, era sobre un cuento de Norberto Giannini y El perseguidor de Julio Cortázar; y de ahí Espantapájaros lo habíamos escrito con Ana Di Lullo, en formato de cuento para niños y a partir de ese texto se hizo la obra; o Alice Underground, una biografía de Lewis Carroll (así se llamaba) que era como si fuera un documental sobre Lewis Caroll… Y por supuesto que tenía un montón de textos de Lewis Carroll. A propósito, el libro más hermoso de Lewis Carroll que he leído se llama La caza del Snark y lo recomiendo, por supuesto…

—¿Tenés recuerdos de momentos que han marcado cambios o que decidieron etapas o decisiones estéticas?

Se me ocurren varios puntos de inflexión:

1… cuando hicimos Puré paté no estaba el plan de tener un grupo de teatro, el plan era hacer un espectáculo que para el momento era un delirio, creíamos que íbamos a quebrar el mundo… Con el tiempo te das cuenta que lo único que estás quebrando es tu mundo, pero bueno… El primer cambio para mí, se produjo después de Puré paté, cuando me dije “acabo de dirigir una obra de teatro, ahora soy director de teatro. ¿Qué voy a hacer?”

2… En los proyectos que siguieron empecé a escribir con Norberto Giannini. Hicimos Eidos. Después vino una etapa de trabajar con Norberto y con Ana Di Lullo (hicimos Alice Underground y Helephant), una hermosa etapa de trabajo con ellos. Luego Norberto se fue a vivir a Nueva York, para dedicarse a la ciencia…

3…y ahí vino una etapa re-importante que fue plantearme el trabajar solo. El primer trabajo tenía muchos elementos autobiográficos. Lo hice a partir del cuento Leda, de Norberto. Vos me preguntabas qué obra me había “roto la cabeza”: había una obra que se llamaba Ensayo de tango y era del Grupo Propuesta[2] y eso me rompió la cabeza. La realidad y la ficción mezclada en la puesta en escena de una manera -para mí- conmocionante… Leda tenía mucho que ver con ese trabajo…

Quizás también una etapa importante ha sido para mí el trabajar para el Teatro Estable, es decir, trabajar “por encargo”, salirme de la esfera de mi puro deseo; lo mismo me sucedió trabajando en el Teatro de Padres del Colegio Nueva Concepción que, aunque no era un elenco profesional, la puesta en escena implicaba para mí un montón de cosas a las que no estaba acostumbrado… Por ejemplo, pensaba mucho más en el público que lo iba a ver.

Con el teatro “independiente”, con el grupo Tajo, realicé búsquedas en las que trabajé más de manera experimental.  Esas son algunas etapas…

—Los talleres de teatro, que es algo que has hecho durante mucho tiempo, ¿te interesa seguir haciéndolos?

No, estoy en un momento en el cual siento que no podría dar ese tipo de talleres. Cuando pienso en un taller de teatro, pienso en La Lupa, (aunque también di clases en otros talleres) un espacio que hemos coordinado con Lilian Mirkin durante muchos años. Desde el año 97 hemos dado clase para niños, adolescentes, y adultos, casi ininterrumpidamente. La Lupa se sostuvo hasta hace 3 años. Entonces sentí que ya estaba… ¡he crecido tanto con La Lupa…! La Lupa era un espacio de juego muy libre en el cual no había una estructura de escuela, de cursos. Un espacio de encuentro hermoso, increíble mirado a la distancia. Tuve alumnos que fueron como 15 años…

—¿Y de ahí han salido algunas obras?

Siempre había muestras de La Lupa, y las muestras han sido increíbles, muy buenas, tenían mucha búsqueda y mucha experimentación. Un espacio de puro juego. Por ejemplo, La patria necesita de estos locos (un espectáculo muy gracioso sobre la vida del general San Martín), surgió en La Lupa. Hemos llegado a hacer funciones en el Obarrio y en algunas escuelas rurales… Pero era muy difícil coordinar, eran muchos chicos… Después yo decidí hacerla en un planteo profesional, con otro elenco…

—Y se volvió a poner en 2018, ¿no?

Sí, la dirigió Lilian Mirkin con el Elenco de Niños y Jóvenes de la Provincia. Figuraba como un texto mío, pero eso es un texto realmente en colaboración.  Si bien la estructura de las escenas era mía, como también la investigación sobre la vida de San Martín, los gags eran de los “lupa”, y de los actores del otro elenco.

—¿Lo último que has visto del teatro de acá que te ha parecido buenísimo?

Lo último que he visto y que me ha interesado ha sido el trabajo dirigido por Guadalupe Valenzuela, Estamos grabando, ese trabajo lo he sentido como cercano a mí. El otro fue  La habilidad de los viajes dirigido por Antonella Mazziotti y por Marcela González Cortés, que era un espectáculo de danza… Ese espectáculo también lo he sentido cercano, lo he disfrutado un montón… Esos son los dos espectáculos que vienen como de manera más directa… De los últimos que vi…

—¿Este contexto de aislamiento ha traído alguna modificación en tu mirada sobre el arte? ¿esta configuración extraña de hoy te lleva a otras formas de pensar el arte?

No. Sí me ha pasado algo muy particular y es que estuve releyendo el libro de David Lynch Atrapa al pez dorado, donde habla de sus creaciones y de la meditación. Y empecé a meditar. Y eso está buenísimo, es un espacio nuevo que estoy abriendo para mí, estoy entendiéndome más a través de la meditación. Y me he enamorado en esta cuarentena, además. También me ha servido para pensar un montón de cosas sobre el mundo en el que vivimos hoy y he pensado mucho en la educación, en lo que es importante y lo que no. No siento que mi mirada en relación con el arte se haya modificado particularmente, aunque estoy seguro de que como yo estoy cambiando, los proyectos van a traer algo nuevo.

—¿Pudiste ver obras en streaming o por WhatsApp?

No me enganchó nada. A pesar de que con el grupo de El guardián hemos filmado y hecho cosas, no me enganchó demasiado el teatro virtual. Lo hicimos porque teníamos que darle una continuidad a nuestro trabajo, pero la verdad es que no me sentí muy seducido por el formato… Y eso que han pasado cosas buenísimas, pero no veía las horas de que eso (la cuarentena) se modificara y pudiéramos volver a ensayar cara a cara.  He visto algunos “vivos” que están buenos, sobre todo de música.

—¿Hay alguna pregunta que no te han hecho nunca y que te gustaría responder?

Hay millones de preguntas que no me han hecho nunca y que nunca se me ocurrirían… Me resulta muy fácil charlar pero no pensarme como entrevistado…

[3]—Ya que no has respondido a esa última “no pregunta”, se me ocurre una que quizá es más amplia y difícil responder…

Jaja, capaz que esa sea más fácil para mí…

—Entonces va: ¿cuál es la búsqueda estética que tenés o que te planteás en tus proyectos?

Mi búsqueda estética siempre ha buscado romper, romper mis límites. Y el límite era yo mismo… Eso me ha llevado a buscar cosas nuevas. He dirigido teatro, ópera. Danza-teatro. Espectáculos musicales. Proyectos audiovisuales. Y me he roto en mil pedazos. Una y otra vez… y he encontrado en eso un mundo. Voy haciendo trazados que tienen que ver con el deseo, con la intuición, con lo creativo casi en estado puro. Y por suerte he tenido una mamá y maestros que me han dicho “buscá, experimentá…”.



[1] Los poetas Inés Aráoz y Ángel Leiva.

[2] Grupo Propuesta: “El grupo Propuesta, más proclive al teatro para niños, produjo sus espectáculos, bajo la conducción de Oscar Nemeth, entre el año 1983 y el año 1991”, según Carlos Alsina en “Teatro, ética y política. Historia del teatro tucumano. El bussismo. Complicidades, silencios y resistencia. Tucumán.

[3] La Penúltima: hay una penúltima pregunta que propone que el entrevistado, luego de finalizada la entrevista, elija una de las preguntas que se le ha formulado y la saque, la revise, la modifique… Eso, hasta el momento de finalizar la charla, no ha sucedido…


Sobre el entrevistado

Nicolás Aráoz es Director de teatro, regisseur y realizador audiovisual. Trabaja como docente en la Escuela de cine, video y televisión de la UNT y en el Gymnasium, colegio donde, además, se desempeña como profesor tutor. Como docente trabajó desde 1994, en diversas instituciones educativas de nivel primario, secundario, terciario e universitario, como así también en el Ministerio de Educación de la provincia. Como director de teatro dirigió numerosas puestas en escena, tanto en el teatro independiente, con producción del Grupo Tajo, como con el Teatro Estable de la provincia de Tucumán, la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, con elencos de Instituciones educativas, como así también con el grupo de Teatro del taller La Lupa, en colaboración con Lilian Mirkin. Formó parte del grupo Tanco, que produjo la visita del Odin Teatret a Tucumán, dictando cursos y realizando espectáculos, en Enero y Septiembre de 1996. Formó parte del grupo Volpini, organizando un cine club y diversos cursos de formación técnica en cine. Desde 2010. Se desempeñó como actor en teatro y cine, entre los que se destacan: «Yo también hablo de la rosa», obra de teatro con dirección de G. Geirola. (1990); “Los dueños”, largometraje de A. Toscano y E. Radusky y “Muñecos del destino 2”. Serie de P. García. (2018).

Algunos espectáculos dirigidos por N.A.: «Puré-Paté (cortometrajes en Teatro)” (1997); “El enfermo imaginario”, con el Teatro Estable de la provincia de Tucumán. (2018/2019) y “El guardián” (2018/2019).

Algunos trabajos audiovisuales dirigidos por N.A son: «Un Maestro», cortometraje (1993); “Vamos a cocinar fuego y a detener pescados”, cortometraje. (2020).

4 respuestas a ““Creíamos que íbamos a quebrar el mundo…””

  1. Luciana Neme dice:

    Excelente entrevista! Saludos al entrevistado y al entrevistador….

  2. Mario Melnk dice:

    Qué efervescencia de ideas y vivencias, qué bien llevadas esas preguntas!
    Escucho sus voces dialogar compañeros y ahí me quedo, solazado. Un lujo!

  3. Fabián Bonilla dice:

    Excelente entrevista! Los dos: Arte, literatura, poesía, teatro, vivencias, barrio y futuro. Todo en la justa mixtura que estira los límites. Gracias, Compañeros

  4. Verónica Estevez dice:

    Gran artista el Facha! Una mente creativa privilegiada! Recuerdo especialmente las puestas de Eidos, la imagen y Alice underground: experiencias teatrales para todos los sentidos. Gran director de actores también. Se lucían Sole Valenzuela, Fabián Bonilla, el gran Juan Tríbulo y Lilian Mirkin.

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