Por Lucas Cosci |
Por más que venga el lobo, el palo, el fuego, la chiva no quiere salir de ahí
Sentado en un bar de estación de servicio con este libro en manos a la primera hora de un sábado. Un desconocido, una persona mayor, se acerca y festeja el hecho de que esté con un libro (si llegaba unos minutos antes me hallaría perdido en el celular). Cuando ve que dice Di Lullo en la tapa se le escapa una exclamación con la boca abierta y dice: “guarda con este que te agarra de la cintura y te deja metido en la tierra”. ¿Suena inverosímil, no? Pues esto le puede pasar en Santiago del Estero a cualquiera que ande por la vía pública con un libro que dice Di Lullo en la tapa. Y esa sedimentación de su obra en el sentido común debe haber sido uno de los intereses de Lucas Cosci, filósofo de profesión, de ir a meterse con Orestes Di Lullo. De entrada nomás aclara que si le interesa la producción de identidad es desde un paradigma lingüístico narrativo y haciendo pie en la teoría narrativa de Paul Ricoeur. También en otros autores, pero como no son santos de mi devoción, ni mención. Paguenlé a otro reseñador si quieren reseñas exhaustivas.
Hacen falta más libros de este tipo. No digo de Cosci, ¿eh? de este tipo quiero decir, con este tratamiento. Aunque tampoco vendrían más libros de este autor santiagueño que no tiene problemas de meterse en el barro a pensar. Esto lo digo porque Orestes Di Lullo es uno de los “consagrados” y por eso es habitual que cuando su figura sea recuperada, no lo sea en un sentido crítico, sino más bien en uno que reproduce el modelo consagratorio. Hace relativamente poco (diez años o menos) se reeditó su obra imprimiendo sobre un papel laminado en el que es muy difícil subrayar y que, en el conjunto, hace que cada libro sea muy pesado. Desde el vamos está complicado para leer anotando.
Cosci nos habla de un drama narrativo del cuál Di Lullo es el autor. Una ficción en un sentido estructural, no ficción en el sentido de no veritativo o ficticio. El drama de un esplendor perdido que ya se encontraba sedimentado en la cultura popular, aunque disperso en mitos y coplas, en la época en que este autor produjo obra. La del telar es una metáfora que usa Cosci para dar cuenta de esta matriz que articula tramas diversas en un sentido unitario y totalitario. Di Lullo está en la búsqueda de los componentes de la cultura provincial. Y aísla unos cuantos que Cosci detalla: Enclavamiento vegetativo del hombre en la tierra, fagocitación del paisaje, clientelismo social y político, entre otros. Lucas Cosci nos advierte de las dificultades de estas lógicas sustanciales de identidad por la reificación y el esencialismo al que muy pronto llegan. Pero, curiosamente, anota Cosci que el relato de Di Lullo funciona a su vez como un modo de autocomprensión histórica. Estos relatos dispersos son dispuestos en un sentido que le hace funcionar como rasgo sensible de producir identificaciones. Y la tentación del miserabilismo autocompasivo, lo sabemos desde Freud, es poderosa. El amparo puede ser un afecto muy embriagador y adictivo. Anótese esta como una tesis acerca del porqué de la vigencia de este configurador de identidad como así también de la vigencia de la recepción reverencial de su obra. Recuerden la canción infantil. Por más que venga el lobo, el palo, el fuego, la chiva no quiere salir de ahí.
Para dar cuenta de este pasado glorioso, Di Lullo articula tres sucesos históricos: la expulsión de los jesuitas en el siglo dieciocho, luego las guerras del siglo diecinueve y la inestabilidad política propia de estas luchas autonomistas, y en tercer lugar la llegada del ferrocarril y su consecuencia destructiva, también a fines del siglo diecinueve, que a su modo de ver, trae la modernidad a Santiago del Estero antes de que estuviera preparado, y es por eso que deja a su paso muerte y desolación.
Cosci nos presenta la producción de Di Lullo en cuatro etapas que van desde 1929 a 1983 y hace la aclaración que esas cuatro etapas no las distingue la ruptura sino más bien la continuidad temática: la salud popular, el habla, el folclore y la historia. Dice Cosci: “Casi podríamos decir que su obra es una urdimbre en la que todas las temáticas están en todas las etapas, solamente cambian los acentos”. Además, el libro incluye un apéndice completo de las obras de Orestes Di Lullo que no lo encontrarán en Wikipedia.La posición de Cosci va quedando clara en el transcurso del libro. No le anima una intención parricida. Digo, de pegarle por pegarle al consagrado. Más bien que su esfuerzo tiende a discutirle a Di Lullo estas “concepciones fatalistas e inmovilizantes”. Escribe Cosci: “Quedarnos en ese enfoque nos parece riesgoso, ya que resulta legitimador de un estado de cosas que se quiere inmovilizar”. Al respecto de este riesgo que detecta el autor les propongo otra anécdota verídica que haga de cierre. Se trata de estudiantes avanzados de carrera de grado. Ambos atraviesan el armado de la tesis final. Uno de ellos hace una evaluación de la satisfacción laboral de los empleados de una empresa. Al tocar el tema “eficacia laboral” hace pie en Di Lullo para construir un “santiagueño de paja”, si me permiten la expresión, que coincide punto por punto con aquel descripto por Di Lullo. El otro estudiante hace pie en ese detalle del primero (eso de encontrar fundamentos identitarios de la actualidad en textos del siglo pasado) y elabora su tesis con perspectiva crítica. Un mismo autor, dos recepciones distintas. Uno que sacraliza la memoria, otro que piensa que podemos narrarnos de otro modo.
Barbudo futbolista amateur de treinta años.