En voz alta
Ana García Guerrero |
“Y Nakín, la memoria de los Búhos,
recordó como cantos, recordó en melodías.
Porque cabe más memoria en un verso
que la que cabe en mil veces mil palabras sin música»
Liliana Bodoc
Leer en voz alta casi siempre está relacionado con la infancia, a los niños pequeños, los traemos al mundo de la literatura leyéndoles, organizamos grandes ceremonias, espacios y tiempos; más tarde cuando los chicos aprenden a leer abandonamos la práctica porque consideramos que pueden solos o porque pensamos que la lectura es una actividad solitaria.
Aquello que hemos leído en voz alta a un chico, ha inaugurado varias cosas, el cuento, las historias, por supuesto, pero también el saber que las palabras que soltamos al leer salen de ese libro que sostenemos entre las manos, que la voz puede jugar con tonos, pausas, silencios y miradas cómplices que dibujan, tal vez, los puntos suspensivos.
La lectura en voz alta lleva un tiempo con los textos, mas extenso que aquel que usaríamos leyendo solos. En las actividades de taller donde se lee en voz alta, el tiempo muchas veces, está pensado en cuentos que resistan la hora y media que dura un encuentro contando seguramente también con el trabajo de escritura que seguirá al texto.
Leer en voz alta a un grupo de adolescentes, por ejemplo, es una experiencia sorprendente, verlos recuperar la escucha, retroceder, indagar, asombrarse. Es comprobar que la construcción de sentidos que desde la infancia han echado a andar con “había una vez” está a mano, son lectores activos en esa primera fila de escuchar a quien les lee. El desafío es que puedan pensarse como un presente que siempre va siendo, una encrucijada abierta e inclinada hacia el futuro pero siempre un aquí. No podemos actuar en la realidad más que participando de modo simultáneo de ese mundo inexistente que nos sostiene y constituye mediante la palabra. Dar forma a esa sensación es muy liberador para un adolescente sin la promesa insoportable de ser “el futuro”
Hay algunos talleres que distribuyen la lectura previamente para discutirla en el encuentro. Esto ocurre generalmente en talleres de adultos. ¿Por qué pensamos que leer a un adulto no será tan efectivo? ¿Por qué suponemos que hay que ir más rápido para ver más, por ejemplo, de la producción de ciertos autores? Otra vez nos encontramos en la valoración de tiempo, “el tiempo no apurado” como decía María Elena Walsh es el tiempo de los chicos, el de los adultos corre, vuela y hay que hacer todo rápido.
A los adultos les encantan que les lean, que les cuenten, les gusta que las palabras suenen, se establece en estas relaciones un gran acercamiento, la posibilidad de una conexión afectiva. Al fin y al cabo, las palabras adquieren vida con la voz y no con el silencio. El ritmo dibuja otra temporalidad diferente a la que se tiene cuando se lee solo.
Leer en voz alta es camino seguro a la formación de lectores. Aprendemos a leer no solo libros, también imágenes, rostros, situaciones, ciudades, gestos. Se construye un sentido con la escucha.
Si la voz de quien lee un cuento en voz alta es parte de la historia, del contar, si los movimientos acompañan los matices, pararse, caminar, dejar de a ratos el libro que sostiene en la mano, ser cómplice con las ilustraciones, o lograr que se adivinen si no están, traer los cinco sentidos al espacio formará parte también de la experiencia, de apropiarse del texto, con el ritmo del juego, con las leyes del juego que tanto se parecen a la literatura.
En tiempos como estos, entrar al juego y suspender la realidad es un gran desafío, con grandes y chicos pero es también un camino amoroso, un espacio que garantiza la conexión y el contacto entre quienes comparten un tiempo ritual, un círculo mágico, secretos que en el aire suenan en letras y palabras, que arman un cuento entre alguien que lo escribió, alguien que lo está leyendo y alguien que lo está escuchando.
Es una escritora Tucumana. Estudió Historia y Letras en la Facultad de Filosofía y letras de la UNT. Ha ejercido la docencia en varios ámbitos de la provincia, es coordinadora del grupo Mandrágora y ha compilado varios libros producto de los talleres literarios que dirige. Su libro Zapatos editado por EDUNT, editorial de la UNT inaugura la colección «Mujeres Soberanas»
Excelente nota. Gracias Mimi