Por Álvaro Astudillo Mattalia |
Acerca de la presentación de La Cápsula de Lautaro Medina por Monoambiente Editorial.
Algo empieza a picar. No, no es un mosquito, sino el origen de una idea que nace de los brotes del jardín del Museo de la Universidad Nacional de Tucumán.
Estoy de pie en el centro, en la pérgola, me rasco la cabeza y veo, en un rincón, un cuerpo fantasmal que se mueve al ritmo de la música electrónica. Se arroja millones de monedas sobre su cuerpo andrógino y pide aplausos del pueblo.
Otro pinchazo, suenan los acordes de una banda de rock, las letras se desprenden de La Cápsula. «Habitó la otredad / es mi dominio / mi cárcel / y mi cubil». Un rasgueo de guitarras y la última nota escupe en la pared todas las palabras desordenadas.
Vuelve la música electrónica, el cuerpo fantasmal se desplaza hacia la sala multimedia e interpela al público. «A la cápsula / también la inventaron / los laboratorios / que fabrican calmantes / que fabrican calmantes / que fabrican psicofármacos / que fabrican somníferos / y otras armas de destrucción masiva». Se desvanece el cuerpo junto con la música.
Un ejército de hombres con televisores de tubo en lugar de cabezas entran marchando y los siguen sus sombras en la pared. Un, dos, tres, cuatro. «Hoy me desperté / para no despertarme».
Dejo de rascarme, un aroma a pan relleno de queso y zapallo me despierta el apetito, los voy cortando del jardín mientras recorro las mesas atiborradas de libros y voces que me quieren vender no sé qué. Aturden.
En una piecita los flashes me encandilan y me convierten en un hombre TV. Me dicen “Sonría”. Y yo lo hago. «Y esta película / que son varias / y una sola / que son miles / y una a la vez / para mi / es el amor».
La multitud me empuja y me arrastra a la sala multimedia. En la pared se proyectan imágenes de marcas comerciales, una detrás de la otra y repite.
Una titiritera maneja los hilos de la historia. Multiplican sombras en el espacio. Todos obedecen.
Suena la voz del poeta, lejana. Helarte de amar: «que se ama a quien se ama / que se ama de a uno, de a dos, de a muchos, muchas y muches».
Un vaso de vino.
Otro y otro más.
Me pica todo el cuerpo de tanto imaginar ideas.
Un cuerpo fantasma y el patio.
Un hombre con un televisor por cabeza y una sala.
Los obedientes títeres proyectan sus figuras.
Una mujer con un libro en la mano habla al micrófono: “Bienvenides a la presentación de La Cápsula de Lautaro Medina”.
*Imagen: La cápsula de Lautaro medina, Monoambiente, 2018. Foto de Joaquín Urtubey