Por Cecilia Vega |
El término “emergente” en las artes visuales se suele relacionar con “lo novedoso”, “lo joven”, “lo rupturista”, haciendo alusión generalmente a un grupo de artistas que comienzan a dar los primeros pasos en su carrera y a ocupar determinados lugares. Pero ser un artista emergente en Tucumán significó distintas cosas a lo largo del tiempo y no siempre dichos artistas fueron percibidxs de la misma manera. Se podría decir que una de las características de nuestra escena es la gran cantidad de artistas y también la diversidad de sus propuestas, siempre condicionadas por la falta de espacios para exhibir y de políticas que apoyen sus producciones. Pero entonces, ¿qué implica ser unx artista emergente en Tucumán hoy? La escena tucumana está terminando de recuperarse de la crisis que ocasionó la pandemia debido al cierre de muchos espacios autogestionados y del Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro (que continúa cerrado). Y durante los últimos años abrieron nuevos espacios como ser Consultorio, Fulana, Biomba, Nivel2, Dicha y también reabrió Rusia Galería; todos buscando contribuir al crecimiento de la escena tucumana y apoyar a nuevxs artistas.
Habiendo delimitado -muy a grandes rasgos- el contexto, voy a mencionar algunos artistas tucumanxs que en los últimos años tuvieron sus primeras participaciones en instancias legitimadoras, como salones de arte nacionales, residencias artísticas, exposiciones colectivas o la realización de su primera muestra individual, sea en instituciones o espacios independientes. Algo para mencionar es que todxs estxs artistas están recibidos de la Facultad de Artes o cercanos a recibirse.
Diálogos intergeneracionales
Recientemente se dieron en la provincia, y fuera de la misma, distintas iniciativas que buscan poner en diálogo obras de artistas jóvenes junto a artistas más consagrados, como la exposición Un continente en la galería Biomba curada por Javier Soria Vázquez y Nos bien, Todo cae, curada por Consultorio en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. En la misma línea, el 17° salón nacional de arte contemporáneo del MUNT (Museo de la Universidad Nacional de Tucumán), pronto a inaugurarse, con un jurado formado por Andrei Fernández, Gabriel Chaile y Bruno Juliano, es un ejemplo de acción que busca impulsar carreras jóvenes, permitiendo que artistas con poca trayectoria habiten el Museo de la Universidad. Lxs seleccionados son Inti soria, Nahuel Ibarra y Victoria Pastrana, artistas que viven fuera de la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Victoria Pastrana es una artista oriunda de Amaicha del Valle que utiliza distintos lenguajes y medios para reflexionar sobre sus propios procesos migratorios. Victoria trabaja con su identidad y su pertenencia a una determinada comunidad; utiliza cerámica, lana, y realiza objetos, instalaciones y performances. Artistas que también trabajan con la problemática de la identidad desde distintas perspectivas son Julieta Papa y Marcos Meternicht. Julieta se unió recientemente al staff de la galería Fulana, donde realizó su primera exposición individual Donde re enrojece el cielo, aquí presentó obras de cerámica inspiradas en las cerámicas propias del norte argentino, donde mezcla lo ancestral con el mundo contemporáneo al agregar emojis como destellos sobre las piezas de cerámica roja. Marcos, que participó junto con Julieta en la exposición colectiva Un continente, trabaja con la identidad a través del uso de símbolos patrios: los desarma y vuelve a armar para reflexionar con ironía sobre el imaginario nacional.
Manuel Garay, artista de galería Fulana, crea su propio universo en pinturas donde conviven elementos propios de la cultura tucumana (como empanadas, logos de clubes de futbol) con referencias a la cultura popular (como el gauchito Gil, Karina, Maradona) y obras de la historia del arte local y nacional. Mariana Ponce también trabaja con un universo muy personal, a través del uso del papel glasé y el plateado, como en su última exposición individual en Consultorio Ilusiones y confusión, inspirada en lo espeluznante y el cine expresionista alemán. Finalmente, quiero mencionar al colectivo de performance La colectiva, un grupo de seis artistas que trabajan con el cuerpo, y se reúnen de manera regular para formarse y compartir sus investigaciones.
Algo que comparten algunos artistas que mencioné (como otros que no llegué a mencionar) es la participación en otro circuito que surgió con fuerza durante la pandemia, el de los NFT, realizando obras digitales que venden en distintas plataformas web. Este circuito les permite conexiones internacionales y, además, poder vender sus obras, algo que no se da con tanta frecuencia para estos artistas que, en la mayoría de los casos, trabajan también en la docencia u otras áreas.
Este muy acotado panorama falla en reflejar la variedad y cantidad de artistas emergentes y espacios que forman la escena tucumana hoy, y que producen de manera muy comprometida a pesar de que siguen sin existir demasiadas políticas que los apoyen. Sin embargo, y a pesar de la crisis del sector cultural, se siente un aire nuevo con movidas que impulsan el coleccionismo y otros actores que comienzan a aparecer. Quiero terminar citando a Aníbal Buede, quien, después de visitar nuestra provincia en el 2015 escribió: “subido al micro que me traía de vuelta a mi ciudad, me encontró pensando en el tremendo y adorable compromiso que tienen hoy los tucumanos, cargar con la certeza de que una escena potente y generosa por venir depende sólo de ellos”.
Imagen de portada: Detalle de Llya Bolotowsky (1978). Sin título.
Nació en San Miguel de Tucumán el 24 de junio de 1994. Es Licenciada en Artes Plásticas por la Facultad de Artes de la UNT y forma parte del grupo de investigación en artes independiente Linde Contemporánea. También realizó talleres de poesía y participó de las últimas ediciones del FILT (Festival Internacional de Literatura de Tucumán).