Por Cecilia Vega |
Desde los resultados de las PASO, en agosto del año pasado, experimenté muchísimas emociones, empezando por la sorpresa, el miedo, la preocupación, la tristeza, el enojo, sentimientos que compartíamos con gran parte de las personas que me rodean y conforman la escena cultural tucumana. Las preguntas que nos hacíamos en ese momento eran: ¿Cómo revertir esos resultados hasta octubre? ¿Cómo defender todo lo conseguido en términos de derechos?, y también, ¿cómo recuperar la memoria? Entre agosto y octubre muchas personas hicieron micro militancia en redes sociales, también se organizaban charlas y jornadas sobre la memoria y los 40 años de democracia, algunxs teníamos esperanzas, y otrxs ya anticipaban lo que vino después. Fue en ese momento que el 3 de octubre se inauguró en el Museo de la Universidad de Tucumán la muy esperada exposición del artista monterizo Rodolfo Bulacio Fantasía marica del pueblo, la exposición antológica de la obra de la Rodo curada por Geli González y Guadalupe Creche, que forma parte de la itinerancia que comenzó en el 2022 en el Palais de Glace. Esa noche el museo estuvo repleto y el movimiento Kiki organizó un ballroom en honor a la Rodo y Tenor Grasso.
Fantasía marica del pueblo reúne tres exposiciones de la Rodo, Blanka… enseña lo que has conseguido (homenaje a todos mis muertos), Mucha karakatanga en la koktelera y Karta Nova además de algunos ejercicios de la facultad y registro de sus trabajos colectivos con los grupos La sangrada familia y Tenor Grasso. En este sentido, la curaduría de la exposición pone énfasis en su militancia por los derechos de las diversidades sexuales y denomina como crimen de odio al asesinato de Rodo que el próximo 10 de marzo cumple 27 años.
Cuando Rodo nació en Tucumán estaba designado como interventor federal Carlos Alfredo Imabud y como presidente de facto Levingston. La mayor parte de su obra fue realizada durante la presidencia de Menem y en el momento de su asesinato gobernaba en la provincia el genocida Antonio Domingo Bussi. La obra de la Rodo nos trae de nuevo ese pasado cercano, marcado por la represión, el odio y la miseria, que el gobierno actual intenta reivindicar. La Rodo me sorprende siempre por su fuerza, su lucidez y su valentía, en sus 27 años pintó, realizó grabados, objetos y también incursionó en happenings y performances grupales. Cuando hablo con personas que lo conocieron me cuentan de su personalidad inquieta, alegre y magnética, siempre rodeado de gente en los talleres de la facultad y haciendo perfos en los patios.
Su obra más reconocida es la de su etapa pop, cuando usaba colores fuertes, muchas margaritas (su flor favorita), figuras salidas del imaginario popular, los símbolos patrios, y estaba influenciado también por el mundo de las manualidades escolares, Andy Warhol, el cine de Pedro Almodóvar y la música de Palito Ortega. De esta etapa son las obras de Mucha karakatanga en la Koktelera, exposición que comenzó con una acción donde Rodo se casó simbólicamente con el arte, vestido de novia lleno de margaritas, junto a Sergio Gatica en el papel de novio. Un casamiento queer mucho antes de la legalización del matrimonio igualitario que tomaba todas las tradiciones del casamiento heterocis y las ironizaba, con la ironía típica presente en todas las obras de la Rodo. La obra de Rodo fue pionera, tanto sus obras individuales como las grupales junto a Tenor Grasso, Flora y Fauna y La sangrada familia, grupos que celebraban la liberación sexual y fueron un refugio en esos primeros años de la democracia, donde la comunidad LGTB, incluido Rodo, eran constantemente acosados por la policía y detenidos en la calle.
Llegaron las elecciones de octubre y un mes después el balotaje, La Libertad Avanza ganaba con mas del 55 por ciento de los votos; todo lo que temíamos y más no tardo en materializarse. Me volví a encontrar con la obra de Rodo: el escudo nacional con corazones y margaritas de tela, los cuerpos intersex de sus primeras pinturas en la facultad, la obra que sobrevivió al incendio y la Rodo haciendo lip sync de Un año de amor de Luz Casal. Hoy, después de tres meses llenos de angustias, miedos, malas noticias, con la educación pública y la cultura siendo constantemente amenazadas, se suman otros interrogantes: ¿Cómo sobrevivir a este presente? ¿Cómo luchar por otros futuros? La obra de Rodo se nos presenta renovada, vigente después de 27 años de su asesinato. Si bien la Rodo no pudo ver los derechos conquistados, su vida y obra influenció mucho de lo que vino después, y hoy todavía nos enseña estrategias para atravesar este presente oscuro: trabajando colectivamente con alegría, imaginando y creando el mundo que queremos habitar.
Nació en San Miguel de Tucumán el 24 de junio de 1994. Es Licenciada en Artes Plásticas por la Facultad de Artes de la UNT y forma parte del grupo de investigación en artes independiente Linde Contemporánea. También realizó talleres de poesía y participó de las últimas ediciones del FILT (Festival Internacional de Literatura de Tucumán).