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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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Cómo es escribir poesía (en Tucumán)

Por Ricardo Ezequiel Gandolfo |

Hay dos modos fundamentales de contestar esta cuestión. El modo que llamaré “sentimental” (y que poco tiene que ver con los sentimientos genuinos) que consiste en elevarse a la categoría de paradigma local de la desgracia y decir que “uno escribe para curarse-liberarse-soportar la existencia o sufrir de manera refinada” todo lo cual puede ser estrictamente cierto, pero es idiota elevarlo a la categoría de causa, ya que no necesariamente, esos motivos llevan a escribir poesía y sobre todo buena poesía. Uno puede ser desde un santo a un asesino serial por todos los motivos expuestos y no un poeta.

Diré –humildemente- que un poeta se forma porque se da cuenta que puede hacer algo con la lengua que habla que no sea dar alaridos en una cancha de futbol, ni complicados argumentos para vender un producto, ni siquiera alambicadas razones para seducir una mujer. Se da cuenta que con la lengua se puede crear un mundo alternativo, un mundo que no se rija por las leyes físicas del nuestro, un mundo donde suceda más bien lo que se quiere que lo que debe suceder.

Este sería el segundo modo. No colocar el yo del poeta en el lugar de la causa de lo que escribe, sino apuntar a los efectos de la lengua sobre su cuerpo, a las palabras sobre su corazón. Este segundo modo supone que, si uno es el autor de un poema, lo es a pesar de uno mismo.

Y esto no es necesariamente una tortura, ni un sufrimiento infinito como una corriente, el romanticismo, pretendió hacernos creer sin darse cuenta, que los mejores poemas escritos por los poetas románticos desmentían drásticamente esa propuesta. Cualquier poema de amor de, Shelley o Leopardi, para poner ejemplos “ilustres” trasciende la subjetividad del autor, para inscribirse en un universo de formas de enamoramiento que nos gustan o no, pero que no pueden ser deducidas totalmente de la vida del poeta.

Luego, aun cuando ha disminuido en los últimos tiempos, se encuentra el problema del valor “social” de la poesía. ¿Sirve para algo la poesía, libera, corrompe, educa, promueve, revoluciona o detiene el progreso? Y, dicho así, es evidente, que no. Que ningún poema, por bello, ardiente, justo o socialmente revolucionario que fuese, ha contribuido a la transformación efectiva de una sociedad, cosa que solo hacen según los marxistas, las masas, según los aristócratas, los sujetos revolucionarios, según lo poco que puedo saber de esta cuestión, el azar unido a un puñado de sujetos que muchas veces, no sabían ni aún querían la transformación que iban a producir con su acción. Y esa acción no era una acción estética, sino política (aun cuando se forzara por intermedio de las armas) y, en tanto política, tenía más que ver con una posición ética que estética. Muchos revolucionarios fueron de un gusto horrendo para las artes, muchos exquisitos estetas tuvieron posiciones que fueron decididamente antirrevolucionarias. No es algo que coincide, y mucho menos que ejerce el valor de causa, para una sociedad, el arte. Si queremos una sociedad más justa debemos participar en tanto sujetos políticos, no en tanto, escritores. De otra manera las opiniones de Borges sobre política (que resultan ser de un infantilismo y una estupidez sin atenuantes) deberían guiar nuestros pasos.

Finalmente, el regionalismo. Para mí una redundancia. Si vivo en Tucumán, si como, amo, odio, discuto, enseño, trabajo en esta provincia, ¿cómo se puede creer que eludo esto en un poema, aun cuando este hable de San Petersburgo? Además, en general los poetas somos seres urbanos, así que resulta ligeramente gracioso cuando sujetos que no han pasado de las cuatro avenidas se ponen a ensalzar al obrero del surco o a la Pachamama. No obstante, lo cual, se puede escribir sobre cualquier cosa, siempre que se respete, a mi juicio, un principio: la escritura es algo distinto de la realidad. Ni la refleja, ni la copia, ni la desmiente, ni la mejora, ni la empeora. Simplemente es otra cosa. Con sus leyes propias, con su ser de lenguaje, con sus contingencias. Tener en cuenta esto produce la mejor literatura.

Entonces, ¿qué es escribir poesía en Tucumán, hoy?

Para mí, es, ante todo, leer mucho. Tanto poesía como prosa. Un poeta no puede ser un iletrado. Si vive en la lengua debe conocerla y admirarla. Justamente, en la admiración y la cita de muchos poetas reconozco un sello de vanidad idiota. Al no citar a otros, al no mencionar sus antecedentes, al eludir sus influencias, se vuelven insoportables, aunque escriban bien.

Luego, es importante estar atento a lo que sucede, a lo que nos llame la atención de manera poética. Quiero decir si estamos atentos a lo que pasa con los obreros metalúrgicos de la provincia está muy bien, pero no necesariamente vamos a hacer un Canto al Obrero Tucumano. Lo importante es que se nos imponga la idea de que hacer de un tema, una persona, una circunstancia un poema, transformemos ese tema en un rasgo estético. Quiero decir algo que no es útil, sino bello (con todas las discusiones que podamos tener sobre lo bello). Si participo en una huelga está muy bien, ahora si hago un verso que diga algo de esa huelga en un poema que hable sobre una mujer amada (es un ejemplo, no un precepto) entonces hago literatura. Debe notarse que para lograr el efecto de belleza hay que mezclar temas y circunstancias. Un poema que cante a una huelga solamente parece difícil de que trascienda como lírica. A lo mejor es un canto revolucionario y está muy bien. Pero la poesía se ha hecho siempre con la mezcla temática: estamos hablando de la revolución de mayo y hacemos mención de las medias caídas de Moreno, por ejemplo.

Después hay que tener en cuenta que no hay temas poéticos. Cualquier tema es poético si es tratado de manera heterogénea. A revés de la novela o el cuento, donde ciertas reglas del espacio y el tiempo suelen respetarse, el poema tiene en ese sentido una mayor libertad. ¡Y pueden hacerse poemas de cualquier cosa! Véanse los poemas sobre animales de Ted Hughes, o un poema de un paseo en la playa de Silvina Ocampo. Lo que importa aquí es el modo en que se traten.

Finalmente, en los últimos tiempos, me he centrado en la música de los poemas. Su métrica, la distribución de las frases, sus tiempos melódicos y armónicos. No es un detalle menor. También es un rasgo de vejez, donde volvemos a formas más clásicas. Recuerdo ser muy joven y escribir con pasión numerosos sonetos.

Me doy cuenta que no he hablado de la importancia del impulso estatal (ya que la poesía no puede interesar a los comerciantes) ni de los recitales ni de la falta de lugares de publicación.

Es que, para mí, ser poeta en Tucumán, siempre ha sido un gusto. Vivo de mi profesión y escribo cuando tengo ganas y cuando tengo tiempo. Pero apoyo cualquier iniciativa que permita que los escritores puedan vivir dignamente de lo que hacen. Al fin y al cabo, darnos una dimensión de belleza no es una banalidad y debe ser recompensado.

Finalmente, me gustaría citar a quien considero uno de los grandes poetas contemporáneos de Tucumán, es decir a Hugo Foguet, cuando en un poema publicado en 1985 afirmaba: “La marquesa Tai fue hallada en un suburbio de Changsha/al final de un sueño de 1200 años. /La despertó el golpe cauteloso de un pico que perforaba la costa/ de carbón vegetal y arcilla blanca que por siglos/ había separado su sueño/ de las pisadas de los tigres y los hombres”

¿No es hermoso que un tucumano (viajero sí, pero de la literatura más que los destinos turísticos) asombre y refleje una dinastía ignorada en su tierra natal y nos haga conocer algo del mundo?

Me parece que en estos versos está mejor dicho lo que significa, para mí, escribir poesía en Tucumán.

3 respuestas a “Cómo es escribir poesía (en Tucumán)”

  1. Jorge Guillermo Soraire dice:

    «Como escribir poesía» me parece excelente, un placer leerlo. Lo conservaré y lo difundire porque mucha gente lo apreciará.Roxana Aldonate lo publicó en fassebuk. Muchas gracias!!!

  2. Ernesto Klass dice:

    Magnífico. Todo

  3. Nicolás dice:

    desde los pagos de Manuel Aldonate,un saludo zafrero!
    Excelente, Gandolfo

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