Por Verónica Juliano |

Papel sobre papel, tal es la naturaleza del cartón. 

Un cúmulo de capas dispuestas unas sobre otras, encimadas, que engrosan un cuerpo para darle, además de volumen, firmeza y resistencia; soporte y peso. Pues, ¿quién sabe qué luchas ha de librar el noble cartón? ¿A qué causas se ofrecerá, generoso? ¿Qué justicias procurará restablecer? ¿En qué cadena de usos –y reusos– se engarzará, versátil?

Finalizaba la década del sesenta en Tucumán y nacía, en medio de un convulsionado clima social y político, una publicación mensual llamada “Cartón de poesía”. Casi a modo de manifiesto, tan caro a las formaciones literarias, Carlos Duguech, Carola Briones y Manolo Serrano Pérez (ideólogos e impulsores del proyecto) explicitaban su postura: “que la poesía franquee todas las puertas”. En esta toma de posición bullía más que un deseo, tan acorde a aquellos tiempos: el imperativo de la democratización del arte.

La poesía se concebía como punto de partida y de llegada; horizonte y utopía. Una poesía al alcance de todos. En ese contexto, ¿qué materia más apropiada que la del cartón para “ponerle el cuerpo” a tan noble tarea? Versos e ilustraciones que, inscriptos en el cartón, procuraban construir un espacio de comunicación ética y estética: un área de libre circulación para los bienes de la cultura, ésos que son necesarios y que “mejoran” la vida de todos los sujetos.

Cincuenta años después, el departamento de publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras reinicia una segunda época para el “Cartón de poesía” publicando poemas de quienes fueron el alma máter del proyecto. Quizás con la conciencia de que el primer ciclo del cartón poético respondía a tiempos urgentes y de que éstos también lo son… Quizás en la comprensión de que aún la poesía no ha franqueado todas las puertas, ni ha derribado todos los muros, ni ha penetrado por cuanto resquicio aparezca… 

Sumada a los poemas “Es domingo en la ciudad” de Carola Briones, “Llaves” de Manuel Serrano Pérez y “De las utopías” de Carlos Duguech, la ilustración de Luis Debairosmoura llamada “La máscara” completa la estampa. Impresos en el cartón, arte y poesía emergen en el siglo XXI para recordarnos que un cartón puede ser abrigo en la noche más helada, cucha improvisada, agua brava donde naufragan los heridos, cofre testigo de las mudanzas y, también, casa para la poesía: “evidencia de ternura, de asombro, de justicia, de angustia”.

Verónica Juliano

Verónica Juliano nació en San Miguel de Tucumán, donde reside. Es docente e investigadora en la UNT. Lleva a cabo diversas acciones vinculadas a la promoción de la lectura. Eventualmente, escribe.