Por Eugenio Dos Santos |
Quién diría que en este año el mundo pararía, y que afectaría tanto a los lugares más humildes como a los más adinerados, no por igual, pero aun así afectados. Que nos quedaríamos encerrados en nuestros hogares por el miedo a algo, que no sería ni un ser humano ni una banda de ellos, sino algo totalmente distinto a lo que ya la humanidad se ha enfrentado.
Da igual si es lunes o es viernes, ya no importa. Tampoco importa si estamos encerrados o fuimos nosotros mismos los que nos encerramos. El tiempo se ha detenido. A algunos ya no les importa porque se ha vuelto tan relativo, para otros pasa muy rápido y no llegan a alcanzarlo. El olor a soledad y nostalgia que los días tienen, inundan las casas llenándolas de recuerdos. Yo también siento ese olor, trato de ignorarlo y él sigue expandiéndose por todos lados. La gente, a la que el tiempo se le acelera, está muy ocupada para prestarle atención. A otros este olor los hace llorar hasta por las razones más variadas. El olor se seguirá expandiendo y volando por ahí, hasta que algún día esto no sea más que un recuerdo.
PANDEMIA- La mirada de los chicos.
Por Ana García Guerrero
En general los adultos nos sentimos cómodos pensando el lugar de intensa efusión de la creatividad y la fantasía infantil, “lugar de todos los posibles”, sin excluir la prefiguración de “un mundo diferente y mejor” ¿que se crearía luego viviendo?, como afirmaba Gianni Rodari en la presentación de su antología de fábulas de Andersen.
Queremos darles por escrito la seguridad de que el mundo es un lugar seguro, no queremos que se asusten. Es un impulso común a cualquier adulto.
Los chicos, que leen, también aprenden a mirar distinto, miran su propio paisaje, su realidad llevan con ella, los libros que tienen puestos.
Eugenio viene a nuestros talleres hace muchos años, es introspectivo, reflexivo y con una asombrosa capacidad asociativa. No escribió un cuento para este punto. quiso traer signos de un presente liberado a la incertidumbre. Palabras que dicen como aprender a “leerlos” y por qué no, medir el tiempo con los “peligros” siempre renovados que están a punto de dominar la vida que continúa mirando lo nuevo, que se anuncia sin esperanzas de rescate. Eugenio escribe, como escriben los escritores de verdad, buscando cómo restituir a la vida las palabras que se quedan en la entrelinea.
Nació en Tucumán en el año 2008. Desde el año 2013 deja correr sus palabras en los talleres del Grupo Creativo Mandrágora. Participó de las antologías “Los lectores somos gente rara” (2015), “Sin renglones” (2016), “Palabras tachadas” (2017), “Memorias en proa” (2018) y “Máquinas” (2019).