Suscribirme

ISSN 2684-0626

 

Aquí puede hacer su aporte para la revista La Papa: 

1/4 KILO
1/2 KILO
1 KILO
5 KILOS

«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

Libros Tucuman

libros tucuman

 

 

 

 

 

 

 

Gastón Pelisari y las armas secretas

Por Juan Martín Angera |

Una aclaración. En el mundo se mezclan quienes saben hacer con técnica algún arte y quienes tienen por naturaleza una manera artística de ver y sentir. Cuando coinciden las dos tenemos arte de alta potencia. Ya encarando a los artistas en técnica y espíritu, los alquimistas digamos, hay que reconocer que son bien diferentes las biografías de quienes además han sabido dejar mucha obra, dedicarse fuertemente a su cosa, ser prolíficos, profesionales, lograr reconocimiento llegando en algunos casos al selecto crucero de la fama.

Pasando a la gente por este colador final, nos quedamos entonces con la otra variante, el artista-alquimista de civil, que lleva una doble vida creando y laburando, o vagueando sin rumbo, al mismo tiempo. Se trata de una de las formas de artistas más atrapantes, al menos para quienes disfrutan de las historias ocultas, no catalogadas, fuera de vidriera. Y aclaramos que incluso algunos de estos, como Kafka, pasaron después de muertos a la fama.

Para conocer a estos duendes es preciso hacer una verdadera arqueología de la creación, donde buscamos no cosas antiguas, sino obras que datan quizá de hace meses, quizá décadas, pero que están escondidas; en cassettes, en cuadernos, en algún aventurado recorte de diario, en blogs discontinuos y no visitados, sin comentarios, marginados por los algoritmos de la red, colocados allí como el intento máximo que su creador o creadora hizo por ponerlas a la luz.

Una canción: “Gastón, el aullador”

Intro)

Quien ande por el centro de Catamarca puede fácilmente llegar por necesidad al kiosco de la esquina entre República y Rivadavia, entrar a comprar mentas, alguna botellita de gaseosa, y no saber, pero quizás intuir, que el flaco que atiende con sonrisa de haber salido campeón de algo es un creador endiablado. Puede bastar con que la conversación lógica de intercambio comercial se dispare un poco para que, si la bestia está en un buen día, te arroje por la cabeza una frase que te llevás puesta como una gorra todo el camino. Como un suvenir maligno que te recuerda que hay alguien más pícaro que vos, o al menos con una faquita muy afilada al costado del cinturón.

1ª estrofa)

El flaco se llama Gastón Pelisari. Es una leyenda adaptada por sí misma a un camuflaje urbano que parece mirar la vida desde un palco que, claro, consiguió gratis o a muy buen precio. Ha elegido un avatar sencillo, de camisas cuadrillé y jeans, para ocultar lo que los rayos X de mi memoria emocional ven en cueros, ondulando como la tapa de Voodo Lounge de los RS, regado de ginebra, con llamas desde los costados que le doran el torso siempre en el límite entre iluminarse e incendiarse.  

2ª estrofa)

A Gastón Pelisari lo conocí cuando yo era Adolescente y él ya era una pequeña pero intensa leyenda local del rock. Sí, así, tal cual como suena, con todo lo hollywoodense del término. Para el momento en que me tocó compartir por primera vez sala de ensayo con su banda, Loca Nena, yo ya conocía capítulos suyos que hablaban de cantar en cueros y en pollera, tirando whisky con una pistolita. Otras historias hablaban de dedicarle en la cara letras menstruales a la directora de la escuela Normal en un acto por un día patrio. A sus canciones las conocía sólo porque otros me las cantaban, no había registros sonoros, el animal simplemente andaba suelto por ahí.

Puente)

Cuando comencé a compartir la atmósfera con él, sentí de inmediato el campo bacanal que instalaba. Los puchos podían ser balas, o vengalas, el tiempo dejaba de ser martes a la siesta para pasar a ser un domingo maya o un día fuera del tiempo, la vida se ponía absurda y sagrada como una brillante ficha de dos caras que giraba en el aire mientras yo me preguntaba confundido en qué parte de ese bosque iba a decidir habitar.

Estribillo)

Viva la ginebra, la ginebra. Viva la ginebra, la ginebra.

“Gastón, el palabrista”

Sólo fue con el tiempo que comencé a entender que lo que agitaba el espíritu del aullador no era puramente una cuestión roquera, no puede nacer esa intensidad de la propia música, en todo caso pueden salir buenos intérpretes, pero no ese pedazo de vida puesto a sangrar. Aquella estampa jimmorriseana era entonces, también, un avatar. A ese cuerpo, en el fondo, no lo movía otra cosa que la misma poesía, el filo más venenoso de la cuchillería del arte, el borde para sentarse a mojar las patas en el abismo.

Pasada mi adolescencia comenzaron a llegarme sus cuentos a la casilla de Hotmail, me los mandaba desde Buenos Aires, donde había llegado para tener aventuras musicales cuando acabó trabajando en un estudio jurídico y viviendo en pareja con una chica quizá bastante más seria que él. Los cuentos estaban llenos de gracia, plagados de calle, de picardía, musculados de literatura, destilaban una catamarqueñidad que antes había dotado también de originalidad al avatar roquero.

En esos mails explicaba que no estaba haciendo canciones, que las cosas que le pasaban cotidianamente no lo ponían en la sintonía sagrada, no estaba dándose; “las droguitas, la noche, todo eso hace falta”, decía.

Una conversación

Hace poco, este año, el diario catamarqueño El Ancasti comenzó a sacar en una edición dominical los cuentos de algunes escritores catuches. Vi la foto de Gastón en Facebook, con tremenda humildad (endiablada siempre, no lo olviden), mostraba una página dando a entender que salió publicado. Lo llamé, en realidad le mandé un whatsapp. Me responde: “SÍ, pero nada que ver, ya no soy cronopio amigo, me hice fama, todo mal con mi vida”. Le mando otro whatsapp en tono “no seas culeá… si vos sabé…” Su aclaración entonces fue de la mano con lo que siempre fui sintiendo y acomodando en mi idea sobre este personaje, que aparece y se oculta a lo largo de los años, siempre con el estado de ánimo de quien se caga de risa después de hacer una broma densa. “Soy un falso fama, hay que tener mucho cuidado con los otros, los que son cronopios por afuera pero son famas por adentro”.

Un cierre

Gastón, y se lo dije a él, no debería acelerar ni frenar. Su arte discurre exactamente en el lugar donde se mantiene auténtico, donde la invención pinta la cosa que elige de manera desinteresada, sin ambiciones. El diablo no calienta la olla para vender lava envasada, lo hace porque ahí vive y es eso lo que se hace donde él vive.

¿Dónde debería estar un poeta de las calles? ¿En una oficina editorial discutiendo regalías? ¿En un escritorio presionado por hacer su próxima obra? ¿O en un kiosco a la calle, observando todo, disfrazado de fama? ¿Qué arte consumimos todos los días cuando nos llegan las cosas organizadamente? ¿El arte de gente estresada y productiva? ¿Es ése el espíritu de la creación, lo que nos va a elevar o hacer derrapar el espíritu para moverlo de su lugar? 

Mientras le convido mate a las preguntas con las que convivo todo el tiempo desde hace un buen tiempo, termino de leer el cuento de Gastón publicado en el diario de marzo y pienso que, en un mundo repleto de sueños y de producciones artísticas por millares, vamos a tener que escarbar mucho para encontrar talismanes, a los duendes, a los alquimistas, a los poquísimos como Gastón.   

8 respuestas a “Gastón Pelisari y las armas secretas”

  1. Celina Galera dice:

    Hermoso homenaje. Bellamente escrito. Conozco a Gaston a través de historias muy divertidas

  2. Mariana dice:

    Que lindo Gastón!!! Siempre te quedas con una sonrisa cuando el te saluda!!!!

  3. Nancy dice:

    Gastón tiene también el Don de la Sonrisa!!

  4. Roberto dice:

    Excelente descripción de una persona que es mucho más de lo que te imaginas que puede ser…
    Algunos podrán decir que vivieron en tiempos de Loca Nena!

  5. Zurdo dice:

    Exelente persona!!!

  6. Ciriaco dice:

    Suelo ir a ese kiosco y a veces me atiende ese flaco, con muy buena onda siempre con la sonrisa de campeon que describes. Leo tu articulo y me digo Con razon! Y es verdad Hay seres que andan por la vida tirando buena vibra, son los que te salvan el dia.

  7. Manuel Soria dice:

    Ese es el mismísimo Gastón.. único e invaluable de gran corazón.. los que los conocemos tenemos el privilegio de estar encantado con su magia…Vida eterna a mi amigo!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *