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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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“Hay en mi escritura un ir y venir entre Europa y América”

Entrevista a Liliana Bellone

Por Marina Cavalletti |

Entre mayo y junio, la salteña Liliana Bellone presentará su novela El misterio de Puccini en el marco de los homenajes por el Centenario de la muerte del creador de Tosca, quien falleció el 29 de noviembre de 1924.

En una gira que la llevará, entre otros, a Perugia, Viterbo, Roma, Salerno, Nápoles, Ischia y Lucca, tierra natal de Puccini. La escritora presentará su obra que se reedita en “la lengua del Dante” en el contexto de las mencionadas celebraciones.

En un diálogo breve, pero intenso, Bellone rememora su pasión por la ópera desde la niñez; reflexiona sobre los desafíos de la traducción y retoma a Marguerite Yourcenar y su convicción de que los escritores construyen su residencia “al borde del tiempo”.

—Escribiste una biografía novelada de Giaccomo Puccini donde el hermano menor del músico, llamado Michele, también músico, se radica en Jujuy. ¿Cómo trabajaste para construir el verosímil de esta historia?

El hermano menor de Giacomo Puccini, Michele, compositor y músico como su hermano mayor, llegó a Buenos Aires a fines del siglo XIX. Invitado por el célebre senador roquista Domingo Teófilo Pérez, se radicó en la ciudad de San Salvador de Jujuy para dar clases de música e italiano en el Liceo de Señoritas (Escuela Normal) y brindar clases particulares a las hijas de las familias acomodadas de la ciudad. El amor y la pasión irrumpieron en su vida y un desenlace fatal lo llevó a experimentar en la realidad las tragedias de las óperas que comenzaban a hacer famoso a su hermano Giacomo, como la bellísima “Manon Lescaut”, que narra la triste historia de dos enamorados que enfrentan la muerte en este continente. Desde la ficción literaria y musical del bel canto, y de la lectura de la documentación (no muy abundante) que existe en Jujuy y en Buenos Aires, como así también del material epistolar que ha sido publicado por los biógrafos de Giacomo Puccini, pude enhebrar una historia que descubrí hace años en un programa de ópera del Teatro Colón. Cuando visité Lucca, en plena Toscana, la ciudad natal de los Puccini, en 2014, comprobé lo que había imaginado desde mi mirada fantasmática. Siempre, desde mi primera novela “Augustus” (1993) hay en mi escritura un ir y venir entre Europa y América.

—En la obra, Michele llega al NOA invitado por un senador argentino que lo conoce en Buenos Aires. Vive en la estancia colonial de ese legislador, donde  América, una criada mestiza  se convierte en su amante. Sin embargo, él está enamorado de Fidelia, la esposa de su anfitrión. El esquema de tensiones es clásico del melodrama. ¿Cuál es la riqueza de estas historias en el siglo XXI y cuál el secreto para narrarlas sin caer en lugares comunes?

El famoso artículo Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre, de Sigmund Freud, explicaría de algún modo el comportamiento de Michele Puccini respecto de América, la criada mestiza de la señora Fidelia (nombre de un personaje de una de las primeras óperas de Giacomo Puccini, “Edgar”), y que muestra la pasión, el abandono y los celos, en donde se advierte aquello de que “se desea donde no se ama y se ama donde no se desea”, de modo tal que la mujer idealizada, la dama inalcanzable como en la poesía trovadoresca, se constituye en el móvil de una historia donde el deseo no satisfecho se encamina por la música, la poesía y el arte, sin dejar de ser terrible y doloroso (como en “Werther”) y provoca el sufrimiento. El amor y la pasión, la muerte aún no han dejado de ser los núcleos de la existencia humana (¿podrían dejar de serlo, y de ese modo surgirían otros sujetos?). Creo que esa es la clave para que una historia melodramática prosiga conmoviendo al receptor.  

—La trama despliega una variedad interesante. Por un lado, la heterogeneidad geográfica (entre Jujuy, Italia y otros puntos); luego la intertextualidad entre la música, las cartas y el retrato biográfico. ¿De qué forma lograste aunar todos estos elementos en un libro que recorre la vida de uno de los compositores más relevantes del mundo?

Aquello que señala Marguerite Yourcenar acerca de que los escritores construimos nuestra residencia al borde del tiempo (que implica también espacio), aclara los desplazamientos entre Italia, Jujuy, Buenos Aires. Es el territorio del fantasma, ese territorio que tan bien explica Ernesto Sábato en El escritor y sus fantasmas de 1963. Las intertextualidades se entrecruzan y configuran un entramado, una red que permite la reconstrucción de un personaje, lo que Ítalo Calvino denomina “visibilización”.

—¿Cómo te vinculás desde lo personal con la ópera? ¿Es un microcosmos de élite o es una manifestación popular?

Desde pequeña escuché hablar a mi padre de la ópera, tal vez por ser hijo de un inmigrante piamontés. Me interesó siempre la relación entre música y literatura. Por cierto que en Italia, la ópera es una manifestación popular. Todos recuerdan el amor y la reverencia del pueblo italiano hacia Verdi, hacia Puccini…

—¿Qué hubiera pasado con las creaciones de Puccini si efectivamente se hubiese trasladado a Jujuy?

Esa posibilidad va más allá de la imaginación.  El misterio de la creación es amplio y escapa a toda lucubración. ¿Qué hubiera hecho Giacomo Puccini en Jujuy? ¿Hubiera sufrido las mismas desdichas que su hermano Michele? ¿Sus fantasías lo hubieran seguido entre las montañas, entre los sikus y cajas de los pastores y hubiera evocado otros lugares y otras historias? Infinitas preguntas. Todas sin respuesta.

—El libro se publicó originalmente en septiembre de 2019 y ahora se reedita en italiano. En este contexto, ¿cuáles son los desafíos más grandes que implica la traducción a otras lenguas?

El libro se publicó en editorial Verbum de Madrid en 2019, como señalas. Y ahora acaba de ser editado por Marlin de Salerno con el título de “Il mistero di Puccini”, traducido por María Gabriella Dionisi, bajo el cuidado de Rosa María Grillo, quien estuvo a cargo también de las traducciones de otras cuatro novelas mías: Eva Perón, allieva di Nervo, Frammenti di un secolo, Sulle tracce di Elena, Il libro di Letizia. Romanzo di Capri (Premio Novelas Ejemplares. Universidad Castilla La Mancha 2020). Este es el noveno libro que publico en Europa. Tal vez por aquello del fantasma, o, en estas épocas de las comunicaciones, aquello que se nombra como: “escritor/a sin domicilio”.

Sin duda, la traducción implica un gran desafío para el traductor y para la obra misma. Tal vez, haya obras más proclives a la traducción. Cuando leí las versiones en italiano de mis novelas, las encontré muy familiares y, casi en broma, dije que me parecían mucho mejores que en español. En el caso de Eva Perón, alumna de Nervo, había algo en el timbre, el ritmo que acercaba la escritura al endecasílabo italiano (petrarquesco y dantesco) ya que el subtítulo era “Soneto a Evita” y provocaba una extraña musicalidad que aunaba las dos lenguas. El tema de ciertos argentinismos y americanismos como en “Rosa de Guayaquil”, que está siendo traducida en estos momentos, exigen intercambio entre autor/a y traductor/a, un intercambio no solamente con la lengua y el habla sino con los contextos, los sociolectos, cronolectos, etc. En suma, un trabajo de comunicación.

—En otro orden de cosas, recientemente te desempeñaste como jurado dentro de la categoría ensayos del premio Casa de las Américas. ¿Cómo describirías esa experiencia?

El haberme desempeñado como jurado en el Premio Casa de las Américas de Cuba este año, me emocionó mucho por el honor que significa y en segundo lugar por la experiencia de lectura y crítica que implica. En el género ensayo artístico literario se presentaron más de cien obras y todas de un alto nivel de escritura. Junto a los géneros de teatro, novela y literatura infantil y juvenil, eran más de mil obras. Un trabajo arduo pero en el que coincidí con los otros dos jurados: Arturo Arias (Guatemala) y Leonardo Sarría (Cuba), lo que me permitió comprobar las comunes inquietudes y puntos de vista desde nuestra realidad latinoamericana. Tres de los ganadores de los primeros premios (ya que hay varias menciones) son escritores argentinos (novela, ensayo y teatro), lo que muestra la gran labor y calidad de nuestra literatura.

—Has escrito novelas, obras académicas, poesía. ¿En qué ámbito sentís que nadás como pez en el agua y qué te enseña cada uno de ellos?

Poesía, novela, cuento, ensayo, teatro… puedo ir y venir por los diversos géneros. No tengo preferencias, puedo desplazarme, en esa “escritura desatada” como quería Cervantes donde se mezcla lo lírico con lo épico, lo trágico y lo cómico. Entrecruzamiento de géneros y registros, voces, sonidos, ecos… Quizás escuchar sea la tarea del escritor/a para traducir o, simplemente, repetir.

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