Por Gabriel Gómez Saavedra |
Estimo que a todo poeta le incomoda darse de frente con lo que le hizo el lenguaje a ese cuerpo inasible e impoluto que es la idea emocional que detona la necesidad de escribir un poema. Y es que el costo de insertar dicha idea en la historia material, implica verla manchada y macerada por las limitaciones del lenguaje. Presencia y mal necesario, el lenguaje, acecha al poeta en su camino de composición del poema y no lo abandona nunca.
Patricio Schifitto (Tucumán, 1994) dedica la colección de poemas que integran su ópera prima Intemperie misma (Aguacero Ediciones, 2023) a desnudar esa acechanza. Cabe destacar que no es común encontrar en el primer libro de un joven autor interés por este tema, sin embargo, Schifitto lo aborda con la valentía de un poeta veterano, pero sin abandonar la vulnerabilidad y la tensión que imprime una empresa de este tipo, que siempre es un salto sin red hacia un vacío interminable. Para atenuar la frialdad analítica en la que se puede caer con esta clase de poética, se vale astutamente de la presencia de lo cotidiano, que pone a interactuar con el lenguaje, desde sus facetas más complejas (“Por primera vez conocí / la profundidad de la tierra: negrura, humedad, vacío. / Una cuerda bajó cada cuerpo. / Acto seguido / perdí mi lenguaje”) hasta las más mundanas (“La segunda vez que te besé, / el mismo día, pensé / que tu lengua era capaz / de recitar las tablas / de multiplicar, / de resolver problemas difíciles / de matemática / o de clasificar las criaturas vivientes / en sus correspondientes reinos”).
Esta participación de lo cotidiano podría llegar a engañar al lector haciéndole creer que lo inevitable del lenguaje puede atenuarse y/o domarse, sin embargo, en Intemperie misma, una y otra vez el lenguaje resurge fresco con su tiranía y se apropia de los poemas, como cuando leemos que nada es posible sin ser nombrado, y que cada nombre también determina un destino sagrado o terrible sobre qué o quienes recae: “La vida prevalece / por amor de tu nombre”, o que nombrar sirve para recuperar lo destruido: “Nombrar es reparar el mundo”. Sin embargo, nunca se percibe la relación del autor con el lenguaje como traumática; el logro de Schifitto está en exponer temas como la experiencia, las emociones, la fe, las lecturas, la búsqueda de la poesía, etc., como figuras de colores armoniosos estampadas en la tela del lenguaje, demostrando que no podría haber lenguaje poético si antes, la idea emocional moldeada por la cotidianeidad, no viene en su búsqueda —y de ahí a la construcción del poema—, para expandir hasta lo inimaginable su función comunicadora.

Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.
dan ganas de leer el libro
Gracias por tu lectura, Sara.