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La centralidad de la literatura tucumana

Por Juan Ángel Cabaleiro |

Quiero romper una lanza por la centralidad de la literatura tucumana, por sus posibilidades. ¿Qué significa esto? Que es posible (y debería ser práctica corriente) que los tucumanos pensemos la literatura mirando a Tucumán, y no a Buenos Aires, como ocurre tan a menudo. Parece que hay escritores en nuestra provincia, sí, pero los de verdad son los porteños. Ellos son el ideal platónico y nosotros la copia imperfecta. Lo he oído de boca de gestores culturales, públicos y privados, en muchas ocasiones. Desde hace mucho tiempo. No así, pero esa es la idea que les ronda. ¿Che, escuchame, por qué invitan a estos siete tipos que no conoce nadie y a mí no? “Es que son de Buenos Aires, no vas a comparar…” ¿Quién es Fulano o Mengana, que vienen al Evento Literario? “No sé, pero son de Buenos Aires”. “Ah, qué bueno, deben ser grosos entonces, vamos a escucharlos”. No los conocemos, no los hemos leído, pero son de Buenos Aires, entonces los traigamos, nos gastemos el dinero público en ellos. Difundamos sus libros, así se venden más. Enviemos el mensaje al público tucumano de que los buenos son ellos, de que los importantes son ellos, no los de acá. Que no se confundan. Eduquemos a los lectores tucumanos para que compren siempre libros de autores porteños, y de Grandes Editoriales. Lo otro es tirar la plata.

Pero resulta que ese dinero público era para difundir y promover a los escritores locales. Siempre el pobre subsidiando al rico, lo más natural del mundo.   

Tal vez sea complejo de inferioridad, o provincianismo, pero en cualquier caso da un poco de vergüenza ajena ver a gente grande baboseándose ante un porteño por el solo hecho de serlo: “Vienen de la ciudá”, decían en el pueblo. ¿Qué mayor argumento que ese? De chicos nuestras madres nos mandaban al almacén con unos pesos y nosotros, trepados al mostrador, le decíamos a la doña: “¿Para qué me alcanza, señora?”. Y la doña nos tiraba unos caramelos, chupetines o algo más. Contentos. Así actúan ciertos gestores culturales de la provincia (públicos o privados, de ahora y de antes). Van a Buenos Aires con el magro presupuesto que rascaron a ver para qué les alcanza. Y traen a uno que salió una vez en el suplemento de Clarín o de Página 12 (el escritor Cuchuflito: ¡a googlearlo, muchachos!); otro, promocionado por una Gran Editorial (la escritora Pindonga: ¡a googlear, que si no la conocen es un quemo!), y tres más que les alcanza con el cambio (poetas que tienen su librito autoeditado. Una, que toca el tema del “género” en su obra, muy interesante, che. Además, parece que hizo un taller con Fulano); y otro que es amigo del amigo de… Un pack muy vendible, que garantiza 40 participantes en el evento, tomar un café con el Cuchuflito y soñar con que te va a hacer pata con tal o cual editorial, con tal o cual revista, porque el contacto ya está hecho: “Dale, decile que yo gusto de ella”. “Sí, sí, le voy a decir, quédate tranquilo, tucu”. 

La centralidad tiene sus trabas. Esa y otras:

Para que un escritor tucumano saque una nota en La Gaceta tiene que tener contactos, amistades, hacer un poco de rosca; y siempre la nota va a ser un favor. Si es que sale. Pero cuando viene un porteño, los periodistas locales caen subyugados y fluyen ríos de baba. Alta nota al porteño. La explicación siempre es la misma: “Bueno, es que son de Buenos Aires, no vas a comparar…”. El escritor tucumano es discriminado en Tucumán, porque acá no interesa. En Buenos Aires interesa menos, claro. Eso sí, una vez al año, La Gaceta, para el día del escritor, saca el refrito con la nota sobre la “importancia de promover y difundir a los autores locales”. ¡Minga te voy a difundir, grasún! Olvidate. 

Más trabas:

Las grandes librerías nunca te van a recibir un libro de autor tucumano, pero los autores porteños están en todas las mesas de novedades. ¿Por qué? “Porque son de Buenos Aires, qué querés; nosotros recibimos editoriales de Buenos Aires, no vendemos libros de editoriales tucumanas”. ¿Por qué? “Porque las editoriales de Buenos Aires son de verdad, nene, entendelo, las tucumanas son de mentiritas”. 

Es así: si querés que te saque La Gaceta, si querés estar en las grandes librerías de tu propia ciudad, si querés aparecer como protagonista en el cartel del Evento Literario de turno, tenés que ser de Buenos Aires. Pero ojo, si sos de Buenos Aires y perdiste el acento, ya no vale. Lo que gusta es la tonada, esa voz melodiosa bien porteña que tanto seduce. “No leí nada tuyo, la verdad, pero te escucho hablar y me derrito, Cuchuflito, se nota que sos de Bragado, que es un lugar tan literario, no como los grasas estos de Villa Alem, que se hacen los escritores”. “¿Este? ¡Qué va a ser escritor si vivía a la vuelta de mi casa! ¡Si yo lo conozco, ja, ja!”. Alto argumento, la verdad. 

“Lo que pasa es que querés que te promocionen a vos, Cabaleiro, que te den manija, que te difundan y de paso que te tiren unos mangos”. ¡Claro, te diste cuenta! De eso estamos hablando, papá. Justamente de eso. ¡Qué vergüenza que me hayan descubierto! Porque si promovés, difundís y tirás unos mangos a un escritor porteño, eso no es vergüenza, es una acción cultural seria, responsable, de gente bien. De gente progre, incluso. Plata tucumana bien invertida. En cambio, a un tucumano… Pero no solo a mí, sino a todos los escritores y editores tucumanos. Todos somos una vergüenza. Imaginate que en el Mes de las Letras salga una nota por día en La Gaceta a un escritor tucumano: treinta notas a treinta escritores tucumanos. Una por día. ¡Sería un asco total! O peor. Que difundan en carteles o folletos los libros de autores tucumanos: treinta libros de autores tucumanos en treinta carteles, rodeando la plaza Urquiza. Ja, Ja, qué ocurrencia. 

Tampoco es todo así. Hay gente que está en otra, que tiene otra cabeza. EDUNT, por ejemplo, publica y difunde autores tucumanos, y libros sobre temas de Tucumán, y lo hace sin complejos. Y las editoriales independientes, que existen y merecen apoyo y difusión. Y La Papa. Bien ahí. El diario Cuarto Poder siempre destina una página a la literatura tucumana. Librería Manfredo, en la facultad de Filosofía, siempre te recibe los libros. Y así, hay muchos más que juegan a favor. Ojalá les vaya bien. Diosquiera, mirá.

“¿Pero vos estás hablando de no invitar a ningún escritor de Buenos Aires?”, me dicen. Sí, eso es lo que digo: dejar ya a los porteños, que bastante dulce les dimos. Dos años, ponele, que los dejemos descansar. No traer a ninguno. No pagarles, no promocionarlos. ¿Qué puede pasar? Usar esa plata para otra cosa. Podés leerlos, sí, pero ¿promocionarlos acá, encima? ¿El pobre subsidiando al rico? Hay otras provincias en la Argentina, ¿se dieron cuenta? Está el famoso NOA. “Pero si no traés a nadie de Buenos Aires, lamentablemente, el evento pierde relevancia”. Claro, es verdad, porque un catamarqueño no tiene relevancia. Un santiagueño, menos. Y un tucumano, si es de La Banda del Río Salí, ni te cuento. Los jujeños son negros y fieros, olvidate. La relevancia está siempre en Buenos Aires. “Traer un porteño es realzar el evento. Es un gancho para atraer al público”. Sí, mucho público se ve en los Eventos Literarios, dejate de joder. 

Quiero romper una lanza por la centralidad de la literatura tucumana, por sus posibilidades. Una literatura que continúa casi inexplorada. Quizás tengamos en nuestra provincia, un Vaca Muerta literario, por sus temas, ambientes, personajes e Historia. El suelo nutricio de nuestra escritura es inmejorable. Pero, sin dudas, el mayor potencial está en el interés que despierta en la sociedad. Sí, me consta, porque, mientras los funcionarios, los gestores de Eventos Literarios (algunos, seamos piadosos) y la prensa menosprecian al escritor tucumano, la sociedad lo valora, se acerca, pregunta, tiene curiosidad y quiere comprar.

*Imagen Rosalba Mirabella.

5 respuestas a “La centralidad de la literatura tucumana”

  1. Arturo dice:

    La mejor nota sobre la literatura tucumana que leí. Basta de tanto canon porteño con tanto Pynchon de los Simpson.

  2. Teresa Lara dice:

    Genial, comparto con Cabaleiro, al escritor norteño no se lo lee ni promociona, las librerias locales no aceptan sus libros, ni siquiera en el sistema de comodato, entonces ¿que hacer?

  3. Mandarina dice:

    Muy flojito el comentario, Arturo. La tucumanidad no existe.

  4. Los escritores tucumanos, para la Gaceta, apenas si estamos para algún sueltito en el suplemento Tucumanos, para pasar al suplemento literario, mudate a Baires.

  5. Facundo dice:

    Que se sancione mirar afuera es una forma de evitar el crecimiento. Tucumán se caracteriza por una literatura que teme a las fisuras, a las críticas. Llenar espacios con amigos no tiene nada que ver con la literatura. Lo mejor que nos puede pasar es tener la posibilidad de intercambiar con escritores (y artistas) de otros lugares. La fijación con Buenos Aires es un cliché. Hay grandes trabajadores de la literatura en todo el país. ¿para que amurar Tucumán?

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