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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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«La poesía es una trampa peligrosa»

Entrevista a Pablo Romero

Por Pablo Toblli |

El poeta conversó con La Papa sobre su último libro, sus influencias, su relación con el campo cultural de Tucumán, su concepción de la poesía, su labor como editor y su participación reciente en Festival Poesía Ya. Además, nos comparte dos poemas de su libro inédito La jaula del hambre.  

Palabras Tectónicas, tu último libro, tiene un perfil que podríamos denominar conceptual. Todos los poemas giran alrededor del amor o una relación amorosa. En uno de ellos escribís: «cómo sobrevivimos tanto impacto / tantos golpes y accidentes / sin advertir si quiera / que debajo de las palabras tectónicas / había un mundo hecho de lava». Más adelante: «el poema es lo que queda / cuando se encarna el deseo / cuando después de una tormenta / no queda nada en pie / y las palabras se confunden / con el barro». ¿El libro fue producto de una experiencia que necesitabas canalizar y reconfigurar, que se fue dando de manera caótica, o fue más el efecto posterior de un remanso que tomó forma en un plan estético?

—Ambos procesos que mencionas en la pregunta son en realidad parte del mismo proceso. Primero viene la canalización y después el desapego. María Negroni escribió que la literatura es una forma elegante del rencor y yo suscribo. La escritura de poesía es intimista, pero no es solo intimista. En toda historia hay dos relatos que se cuentan (parafraseando a Piglia) y siguiendo esta misma línea, creo que la configuración del otro desde el lugar de la falta fue la excusa que supe utilizar en ese momento para llegar a otras preguntas, para aterrizar en otras reflexiones. Desde el momento en que el poema se escribe en primera persona del singular caemos en una trampa (porque la poesía es una trampa peligrosa). El Yo debe hacerse cargo de una realidad insondable: no hay puente real entre la palabra y el mundo, y para tratar de lograr un efecto de verdad, el poema crea una situación y se llena de cuerpo. Esa es mi poética.

—En una entrevista reciente dijiste que los libros que se sostienen actualmente son los que están muy emparentados a su contexto de producción. Considerando esto, tu último libro tiene una carga muy fuerte de lo vivencial, mejor dicho, de lo intersubjetivo. Al menos este gesto está más al descubierto en Palabras Téctónicas, con la intención de un tópico más popular como el amor. ¿Por qué este viraje en tu obra?, si es que así lo considerás. O más precisamente, ¿en qué se diferencia éste de otros libros tuyos?

—Para empezar, no creo que todos los libros actuales se sostengan por su contexto. A veces la realidad es más interesante y profunda que la ficción, yo prefiero cuando es al revés. Afirmé “hay muchos libros contemporáneos que solo se sostienen por su contexto de producción” como respuesta a la pregunta “¿qué te inspiró para escribir el libro?”. Ese “qué”, en el fondo, es un “quién” o “cuál situación”. Fue una crítica intuitiva a la necesidad del lector por entender el contenido textual del libro desde lo biográfico que, en mi opinión, es una lectura muy pobre. Yo espero ese análisis de mi madre o de un amigo, no de un lector. La escritura de ese libro abrió una puerta a lo que de verdad quiero lograr, una especie de “ficción autobiográfica” (categoría de análisis que le debemos a Annie Ernaux), pero incluso en esa categoría me gustaría hacer énfasis en la palabra ficción. No podemos olvidar un detalle fundamental: todo es ficción, incluso la verdad, incluso lo vivencial, incluso lo biográfico.

—¿Hay algunos poetas que te hayan servido como fuentes al escribir Palabras Tectónicas?

—Durante la escritura de ese libro leí sin parar a Liliana Lukin, Alberto Szpunberg, Paulina Vinderman y Adrienne Rich. Estas lecturas que menciono fueron un punto de inflexión importante, lograron un quiebre en mi manera de entender al poema como artefacto dialéctico.

—Te hago una pregunta sobre el lenguaje poético, ya que le otorgas cierta importancia a la reflexión metadiscursiva en tus últimos poemas. Si bien ahora la tendencia está matizada, me parece que en la última década pasada había mucha inclusión del registro oral en la poesía. Tus textos no adhirieron a esta tendencia. ¿Por qué? ¿Quiénes han sido tus poetas-faros a la hora de formar tu concepción sobre la poesía y tus propias inquietudes? 

—Mis poetas-faros han sido María Negroni, Claudia Masin, García Lorca, Paulina Vinderman, Luis María Panero, Rosa Berbel, Beatriz Vignoli, Olga Orozco, Jorge Boccanera.

—La respuesta al estilo de mi escritura está alejada del análisis del discurso y es más simple de lo que parece: cuando escribí mi primer libro tenía catorce años, vivía en el interior de la provincia y estaba alejado de todo el movimiento cultural y literario del momento. No llegué a absorber un estilo porque nunca pertenecí a ningún lugar. Todavía siento que no pertenezco. Construí mi poética y mi voz con las herramientas que tuve a mi alcance. Es cierto: gracias a internet leía mucha de la producción joven del momento, pero no alcanzó como influencia. No fue una decisión estética. Uno es el poeta que puede, no el poeta que quiere. Mi estilo es otro, pero eso no me impide disfrutar de esa otra poética al leerla o escucharla. En este momento no busco escribir como Berta García Faet o Anne Carson, pero sé que son grandes poetas, quizás de las mejores poetas. Sé que merecen ser leídas, y disfruto cada vez que me encuentro con uno de sus textos. Medir la calidad de la literatura en términos del deseo de la escritura propia es un acto masturbatorio. Decir: “esto es bueno solo porque se asemeja a lo que yo quiero lograr” me resulta petulante. En el fondo no me interesa la literatura: me interesa el placer.

—Sos uno de los poetas de nuestra región que más tempranamente empezó a publicar sus libros y a trabajar como editor y traductor. Algunas de tus publicaciones fueron en otros países. En este sentido, un poco excéntrico de tu figura, si le queremos llamar de manera elíptica o circular, ¿cuál es tu lugar dentro de la poesía joven de nuestra región; qué relación tenés con ella y sus actores? 

—No sé cuál es el lugar que ocupo. En el fondo es un alivio no saber. La crítica literaria mexicana me llamó “hijo de la red” por el contexto de producción de mi obra, pero esa no es una caracterización estilística. Por otro lado, no me interesa ser un poeta joven ni un poeta viejo, yo quiero escribir.

—La primera edición de Palabras Tectónicas fue por Inflorescencia Editorial (Tucumán) en mayo de 2022, y luego en noviembre del mismo año apareció otra en Queltehue Ediciones (Chile). ¿En qué se diferencian ambos proyectos?

—Este año también se reedita en Bolivia y estoy cerrando contrato con otra editorial latinoamericana. En esencia son el mismo libro, pero mis editores chilenos me pidieron adaptar el voseo argentino al tú chileno para acceder con más facilidad al lector de ese país. Acepté solo porque me resultó una decisión divertida e interesante. Si los poemas eran ajenos a mí ahora me son extranjeros.

—Estuviste en el reciente Festival Poesía Ya! que se llevó a cabo en Buenos Aires. ¿Qué nos podés contar de esta importante movida? 

—Poesía Ya es un hecho social, una fiesta federal de la palabra. Es un espacio abierto a toda poiesis. Mi obra resultó ganadora de la convocatoria y me abrió puertas y vínculos entrañables.

—Para cerrar, coméntanos de los próximos proyectos en Aguacero Ediciones, la editorial que dirigís junto a Enrique Solinas. 

—Este año sacamos libros hermosos y reeditamos títulos de nuestro catálogo que están agotados o a punto de agotarse. Solo por mencionar algunos: Katherine Mansfield, Melissa Sauma de Bolivia, Paulina Vinderman; y vamos a lanzar un premio de poesía para poetas de hasta 35 años. Apostar por publicar poesía siempre fue un acto muy valiente, pero en este contexto particular donde el costo de producción y circulación de libros está en las nubes, cada gota de esfuerzo vale el doble.


2 poemas de La jaula del hambre (en prensa)

EL VERANO QUE DORMIMOS EN EL PISO

Te veo dormir.

Estoy celoso del sueño que te arranca

de mí y te acerca a otros lugares

donde no estoy ni sabré estar.

Por el intervalo de tu respiración

puedo calcular

hasta qué punto tu cuerpo

se ha adentrado en la marea

de la noche

si ha chocado alguna roca

si se ha perdido en la corriente.

Te veo dormir.

Hago ruido a propósito:

una pequeña tos, una queja de más

para robarte de tu lugar

para acortar la distancia entre tu sueño

y el cansancio de esta cama.

La desnudez es la sábana del cuerpo:

hago un ruido sutil pero insistente.

Después es la calma

el abrazo que agarra y sostiene,

encontrarnos del otro lado.

Hago un ruido y tu cuerpo vuelve

hasta donde estoy:

ahora puedo cerrar los ojos.

En el sueño hay un río

que conduce hacia la muerte.

Por favor cuídame:

soy la barca que navega.

LA PALABRA JAULA CRECE Y ME DEVORA

Hay espacio, un sendero incierto

desde las cuerdas vocales

hasta la hondura de mis labios.

Nadie sabe qué ocurre en ese trecho

hablo de la distancia entre lo posible

y mi escritura, el deseo de nombrar

y la criatura anómala que mi boca pare

sin permiso una y otra vez

hasta el cansancio.

Meto las manos en mi boca para empujar

las palabras o sacarlas de golpe

y entonces el asombro:

lo desconocido parte en dos las aguas

de mi boca y es posible cruzar caminando

la geografía de mi lengua, la memoria rota

de su estirpe.

La boca es el camino donde todo se bifurca

el hombre que soy y los hombres que espero.

Dije: la boca es el camino

donde todo se bifurca:

soy quien se pierde.

Pablo Romero (Tucumán, Argentina 1999). Poeta, editor y traductor. Autor de Los días de Babel (México, 2015) Palabras tectónicas (Argentina y Chile 2022; Bolivia 2023) La jaula del hambre (España, 2023) y El nombre de lo dado (inédito). Compiló junto a Rosa Berbel la antología Orillas (2015), una muestra de poesía joven hispanoargentina. Codirige Aguacero Ediciones y trabaja como editor invitado en Inflorescencia Editorial. Residió en Eslovaquia como estudiante de intercambio de Rotary International y traduce poesía eslava. Ha sido parcialmente traducido al italiano, francés y portugués. Su obra resultó ganadora de la convocatoria Poesía Ya del Centro Cultural Kirchner. Dicta talleres y clínicas de obra

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