Sobre The banshees of Inisherin, de Martin McDonagh
Por Nilda Chiarello |
En el contexto de una isla (sin espíritus, que al protagonista le gusta como título para una melodía que está componiendo) se desarrolla esta alucinada y surrealista película sobre la condición humana, los límites, y la tristeza .
En clara metáfora del mundo, la isla aloja los sentimientos encontrados del protagonista (Farrell), un hombre de inteligencia limitada y vida simple, de rutina tranquilizadora, sin herramientas para poder comprender, en segundas lecturas, lo que el mundo le revela . No puede abstraer, no conoce la metáfora, ignora el símbolo.
Frente a él, el otro protagonista (Gleeson), promediando su vida, decide cortar con la rutina de hablar y beber cerveza por horas con Pedraic (Farrell). Pero lo decide porque necesita vivir su realidad intelectual, musical y humana. Necesita alejarse del tedio de su propio ser en contacto diario con las limitaciones de Pedraic. Lo abruma su literalidad, su ausencia absoluta de aportar a esos encuentros rutinarios un ápice de dialéctica constructiva. Decide cortar su relación con Pedraic y se lo comunica, ante el estupor de Pedraic.
El director de la película, también libretista, Mc Donagh, nos impide a nosotros, los espectadores, tomar partido por el débil y de buen corazón, Pedraic y demonizar como “el malo de la película” a Colm, el músico. Porque sencillamente, Colm no lo es. Su dolor existencial, callado y resignado, se convierte en claro clamor desaforado; su sufrimiento es ilimitado y lo expone descarnadamente: se ofrece a sí mismo, lo más preciado de sí mismo, para intentar convencer a su vecino, que no puede más. No lo quiere dañar. Solo quiere priorizarse lo que le resta de vida.
En el entorno de este drama sin tregua, ocurre la vida. La guerra incomprensible y distante. El jefe de policía con los atributos de su cargo, encaramado al sadismo más atroz y violando desde siempre a su hijo. El cura repitiendo la letanía del castigo a los pecadores, otro interlocutor que la isla-universo, le ha dado a Colm, sin pausa para su desconsuelo.
Finalmente, las escenas de Colm, que lo ha perdido todo pero siente que su conciencia, su culpa por haber dañado con su decisión a Pedraic ha sido expiada (“estamos a mano”). Pedraic, que al fin ha conocido las mieles del pensamiento humano “menos elemental”; la venganza, los celos, el enojo. Así la contienda humana se perpetúa en el sinsentido: el lúcido termina matando el burro sin querer, el torpe elige no matar al perro.
Nació en San Miguel de Tucumán. Realizó sus estudios universitarios en la UNT, donde se graduó de Bioquímica. En el Instituto Superior de Música de la UNT cursó sus estudios musicales. Como mezzosoprano solista intervino en numerosas obras sinfónicas del repertorio clásico junto a orquestas locales y nacionales. En 2019 fue invitada por la Latin American Music Center ( Washington DC) a realizar el ciclo de Mujeres Argentinas de A. Ramírez y recital Piazzolla.
En el área de las humanidades estudió filosofía con Cristina Bulacio. Fue convocada para escribir el texto curatorial de Mujeres en la cultura del Bicentenario dentro de la muestra “femenino/plural “ organizada por la Fac. de Artes UNT en el Munt.
Participó con ensayos en diversas publicaciones invitada por La Gaceta , Tucuman .
Es frecuentemente convocada a dictar charlas sobre Arte y Cultura , en distintos ambitos de la Provincia .
Excelente crítica que pone ante el lector la inmensidad de la vida,del dolor y , quizás ,un ápice de felicidad necesaria para lo humano.
Excelente análisis de la película. Bien calibrado!
Excelente reseña! Muy interesante la mirada de Nilda Chiarello
Profunda y reflexiva mirada de esta película conmovedora!