Sobre Pueblo Chico, de María Diaco (La Papa Editorial, 2023)
Por Manuel Rivas |
Ya el diseño de tapa de “Pueblo Chico”, el libro de cuentos de María S. Diaco, nos atrae de un modo especial, pero adentrarse en sus cuentos es también un deleite. No sólo por la dinámica narrativa, que hace amena la lectura, sino por la capacidad de plasmar, desde distintas voces narradoras, una realidad que atrapa con su enfático protagonismo de mujeres que despliegan su fortaleza ante las adversidades.
La obra, editada por La Papa Editorial, se integra de ocho cuentos: “No hay remedio”, “Peor que él”, “Pueblo Chico”, “El último acto”, “Las culpables”, “La calle de las brujas”, “Hay que matarlo” y “El motor del mundo”. La lectura se puede realizar tranquilamente de modo consecutivo, pero aconsejo el disfrute de cada uno de los textos que componen este libro de la escritora tucumana, actualmente radicada en Santiago del Estero.
En “No hay remedio”, el planteo relacionado a un machismo orgulloso y vacío genera la sociedad de las mujeres que protagonizan una historia en donde la complicidad será clave para la solución de un problema. Es clave la voz narradora (una curandera), porque se asienta en una mirada que desnuda aquellas actitudes que persisten y molestan cuando se cosifica y culpabiliza a la mujer.
La siguiente escala, en “Peor que él”, combina una serie de situaciones como la violencia de género y la culpabilidad por un hecho circunstancial. En esa alusión a las voces que van destejiendo el drama se destaca la de uno de los personajes, que afirma: “Le pegué unos cuantos chirlos”, en una especie de auto justificación de la agresión a una pareja anterior. Esa será la punta de un drama perfectamente construido por la autora.
Las definiciones de “cielo sucio” o “parálisis temporal” son más que acertadísimas cuando María Diaco quiere darle ambiente a las sensaciones que despierta en la protagonista, el regreso a su lugar de origen. De ese modo, “Pueblo Chico”, no solo se presenta como la imagen del estancamiento y la falta de progreso, sino como un lugar en donde persisten los tiempos oscuros de la propia dictadura y sus víctimas. Las pinceladas sobre este lienzo fantasmal también alcanzan a esos personajes que actuaron como cómplices con su accionar, sus mentiras y su silencio. Los recuerdos forman parte clave para desentrañar una madeja infernal.
En “El último acto”, la cosificación de la mujer y las reglas de la apariencia se entrecruzan en una narración impecable y atrapante, en la que el lector no termina de entender si lo que parece que está ocurriendo, sucede en realidad. La magia juega su papel para que ello sea así.
“Las culpables” refleja la problemática de los abusos y de la violencia de género, desde una perspectiva más madura de la protagonista, quien rescata de su memoria imágenes de hechos que preferiría olvidar. Los resabios del pasado vuelven a mostrar esa característica de pueblo chico que tienen muchas ciudades del país. El devenir de la historia genera vínculos de solidaridad de aquellas mujeres que convivieron con la agresividad como algo considerado como común y justificado. El desenlace es sorprendente.
Un cuento que atrapa desde el principio es, sin dudas, “La calle de las brujas”, en donde la autora echa mano a todos los recursos que pueden dinamizar la narración al tiempo de hacerla interesante. La voz narradora de la protagonista, los diálogos, van dejando trazos de dolor, que se encuentran ante un mundo de artes ocultas que lo puede cambiar todo. La bruja chola le aporta mucha fuerza al relato y es muy fácil solidarizarse con la pareja protagonista y sus padecimientos.
En “Hay que matarlo” la búsqueda de la identidad sexual choca con los prejuicios del pasado. Inteligentemente reflejado en personajes de edades contrapuestas, María Diaco logra plasmar, no sólo un pensamiento claro respecto de la individualidad y libertad de elección, sino también una tensión que puede sentir quien se adentra en la lectura del texto.
Por último, en “Motor del mundo”, las diferencias se disuelven en aquello que tienen en común las mujeres que participan de la historia. La protagonista transita el cuento, a través de diferentes fases, que generan el enternecedor mensaje del final, en la voz de una de esas desconocidas que habla de lo colectivo. Un deleite.
Encontrarse con el índice, marca una sensación de hambre de más historias que, ojalá, la autora escriba en breve, para darnos ese banquete de cuentos construidos con tremenda capacidad técnica, pero con esa profundidad que deben tener los verdaderos escritores, a fin de dejar huellas en la memoria y el alma de los lectores. María Diaco lo logró con creces.
Es periodista, profesor de Letras e Historia y escritor.