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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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Microrrelatos, de Walter Antonio Serrato

Selección a cargo de Mónica Cazón |

Los viajes del mundo

Eran cientos de escaleras de madera. Todas trepaban la ladera de una enorme montaña y se elevaban al cielo desapareciendo entre las nubes. Hombres y mujeres subían por ellas a ritmos distintos. Todos se esforzaban al máximo, se notaba en los rostros fatigados y las manos callosas. Nadie bajaba, peldaño a peldaño, iban en busca de algo.

No se veía el suelo, hacía años que habían partido. Cada día, sin descanso, escalaban. Nadie sabía por qué subían. La humanidad iba buscando. Los más chicos no cuestionaban nada porque era lo único que conocían, y los más viejos lo habían olvidado. La inercia, que carece de lógica, los atraía a un lugar que exigía no detenerse.

En todos esos años, nadie había muerto, pero sí habían nacido bebés humanos sobre aquellos precarios y delgados palos de algarrobo. La vida en las escaleras permitía: aparearse, comer el musgo de la montaña, beber el agua de las nubes y dormir verticalmente. Los días pasaron y nadie más envejeció. Cierto día, la gente empezó a detenerse y otros a caer. La inercia, ya no estaba. Nada los obligaba a subir. En la confusión apareció un hombre. Bajaba ágilmente. Se detuvo en la persona que había quedado al final, la cargó en los hombros y subió nuevamente. Antes de desaparecer en las nubes, dijo a todos: —La inspiración para subir, siempre debe ser: llegar, para bajar y llevar a otros. —y se esfumó.

 Los años pasan y la gente sigue subiendo, ya no por inercia, sino por certeza.

Trastorno Obsesivo Compulsivo

Nunca me quedo a ver la destrucción, mecanismo de autoprotección.

TOC fue el diagnóstico del psicólogo.

Poesía

En la cumbre de una montaña colorada una mujer ancestral teje mirando la textura del paisaje. Pasan los días y termina el trabajo. El trueque exige que ella baje al pueblo para cambiarlo por comida; así crió ocho hijos. Una poeta que visitaba el lugar observó el tejido y descubrió poesía en el diseño.

—Es muy bello su trabajo —dijo un tanto avergonzada.

—Gracias niña, se lo regalo.

—No puedo aceptarlo sin darle nada a cambio. Tome estos poemas, arte por el arte.

La anciana tomó los papeles escritos con letra nerviosa y emprendió el regreso a casa. La poeta la vio perderse en los grandes cerros, despacito, como camina el tiempo; y firme, como camina la sabiduría. Tenía el tejido en la mano cuando un grupo de personas la rodeó exigiéndole saber de dónde lo había sacado. Les explicó la historia y no le creyeron. La ancestral mujer que vivía en la montaña era ciega y tejía con la memoria, sin ver con los ojos terrenales, pero hacía años que había muerto. Sus tejidos habían recorrido el mundo.

La poeta la buscó por mucho tiempo sin éxito. Con el tiempo descubrió en el paisaje del tejido, la inspiración de las musas o de los espíritus incas…y ahí anda tejiendo versos sin mirar, y regalando poesías a la gente, que como ella, necesita de la belleza para crear.

Felicidad

El Intendente de Cualquier Ciudad estaba fatigado de tanto trabajo. El domingo temprano salió de la ciudad en busca de la paz que encontraba en casa del abuelo. Pasó un hermoso día, recordó la infancia feliz en los verdes campos y reconoció en el olor de su abuelo el amor que había recibido en tantos años. La noche llegó indiferente y el Intendente debía regresar. Miró al anciano con el alma rota y la cabeza estallada de tanto pensar y dijo:

—¿Abuelo, cómo sé si estoy haciendo las cosas bien? Mi trabajo exige correr la vista, decidir, crear, negociar…

El hombre lo miró con la piedad que tienen por los abuelos por los nietos y le dijo:

—Hoy has sido feliz. Te irás a dormir contento y eso es por culpa mía. Para saber si estás haciendo bien las cosas procura que siempre alguien se vaya a dormir feliz por tu culpa.

El intendente quedó aterrado.

ATRAPADO

Y ahí andaba el vagabundo. La gente nunca supo de dónde salió. Sin nombre, sin recuerdos y mudo; deambulaba por las calles polvorientas de un pueblo también sin nombre, sin recuerdos y mudo.

¿Alguna vez siguieron el vuelo de una mariposa? Con la misma fascinación él seguía con la vista el vuelo de las piedras que le arrojaban los niños. ¿Esquivarías a una mariposa que se posa en tu hombro? él, menos. Así las piedras, que no lastiman el cuerpo, pero hieren el orgullo, encontraban asilo en un cuerpo que las acogía como río de montaña.

En verano, al amparo de la oscuridad y escapando del calor de la tarde, la gente se reunía para contar historias, tomar mates, cantar y conversar. Él iba.

Pasaron varios veranos y las piedras siguieron cayendo.

Una noche, mientras ardía el fuego, una chispa saltó a su mano. Levantó la mirada y reconoció en un paneo general a un montón de rostros que no conocía. Miró el fuego y sintió calor. Se paró con la certeza de que aún estaba vivo. Los miró a todos con los ojos llenos de memoria, emergiendo desde algún lugar, los recuerdos.

La gente le prestó atención y en ese instante el mudo dejó los hábitos.

—Quizás aún estoy en sus ojos, por eso no me encuentro —dijo.

Esa noche los vecinos supieron algo: el vagabundo había amado.

Luego de ese momento de revelación, el silencio volvió a ser. Y ahí continúa él, sin memoria y mudo, como el pueblo.

DESAPARICIONES

Suenan tres casquillos en el suelo fértil de Tucumán. Llegan tres disparos a la cabeza de la maestra. – ¡Con los chicos no se metan! – dice antes de morir.

En el velorio nadie llora, porque no hay, tampoco cuerpo.

El transa la mató, se rumorea.

La directora renuncia, las otras maestras también. Va y viene la merca en la escuela.

Se equivocó la maestra la noche que la mataron. Con los chicos, ya se metieron.

MAS VALE PREVENIR QUE CURAR

Toman mates dos putos en la plaza. La gente murmura.

— ¿Por qué no se besan? Se nota que se aman.

—Está bien que tomen mates. Está bien que se amen. ¡Pero que no se besen!


El beso no molesta a los grandes, pero parece ser que es contagioso y peligroso para los niños que observan. Nadie quiere que su hijo enamorado, al crecer, tome mates con otro puto en la plaza…

… y así andamos, cuidando a los niños de contagiarse de amor.

EN CUALQUIER LUGAR

En una ciudad gris sobre una pared también gris hay un mural escrito con letras grises que dice: “Por un mundo más colorido”

Un niño, que nunca vio ningún color, lee y piensa ¿Qué será colorido?

A veces las palabras no pueden por sí mismas. Para pintar el mundo, primero hay que escribir con colores.

MUERTE INJUSTA

Es común escuchar esto en los velorios:

— No nos llevamos nada a la tumba – murmura doliente una anciana.

— A todos nos llega la muerte, a los ricos y a los pobres – le responde otro lamento.

— Tarde o temprano, todos vamos a parar al cementerio – se escucha al fondo.

Pero:

Suena un gatillo fácil a las tres de la mañana. Un pibe cae muerto por portación de rostro.

Pero:

Llueven cuerpos en el mar. Caen desde los aviones quienes se atreven a pensar distinto.

Pero:

Se hunden en el océano submarinos que se ahogan con gente adentro.

Pero:

Muchas menos a causa del femicidio.

Pero:

Como flores del pantano aparecen cuerpos trans víctimas del odio.

En otro velorio (donde no hay cuerpo):

— ¿La muerte equipara? —se lamenta otra anciana ante una fotografía llorada muchas veces.

—Cuando es injusta, no —le contesta un alma en pena.


Walter Antonio Serrato es Profesor de Lengua y Literatura y Licenciado en Educación. Integró diversas antologías provinciales. Actualmente tiene 33 años.

11 respuestas a “Microrrelatos, de Walter Antonio Serrato”

  1. Adrián dice:

    Muy buen trabajo felicitaciones profesor Walter.

    • Walter Serrato dice:

      Muchas gracias Adrián. Me alegro que te hayan gustado los textos

  2. Soledad dice:

    Qué placer leer estos microrrelatos,me llevaron a esos lugares. Me fascinaron.
    Felicito a Walter Serrato. Desde Miramar, provincia de BS As. SALUDOS.

    • Walter Serrato dice:

      Hola Sole. ¡Qué lindo leerte! Gracias por leerme cerca del mar.

  3. Natacha dice:

    Amor, denuncia y consciencia. Gritos y murmullos, luces y sombras leo en Walter. Una complejidad traducida en una aparente escritura simple, qué exquisita experiencia estos microrelatos. ¡Felicidades!

    • Walter Serrato dice:

      Hola Natacha. La tarea de quienes escribimos literatura desde la berevedad es ardua, cada palabra importa demasiado como para ser puesta al azar. Al leerte descubro que pude lograr un texto atractivo y lleno de significados. muchas Gracias por leerme.

  4. Andres Pangrazi dice:

    «Desapariciones» es mi favorito. Hermoso trabajo.

  5. Ezequiel Gomez dice:

    Hermoso trabajo.

    • Walter Serrato dice:

      Muchas gracias Ezequiel. Tu comentario bien podría ser uno de mis microrrelatos. Estoy agradecido de tu valoración.

  6. Rodrigo P. (Brasil) dice:

    Lindo trabalho. Que os seus micro relatos alcancem o mundo, sucesso! Forte abraço.

  7. María Laura Riba dice:

    Excelentes.

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