Entrevista a Lucila Haar sobre su reciente libro
Por Leopoldo Silva |
“Porque escribir es una bocanada de aire que dejamos plasmada al servicio de alguien más que también la necesitará, eventualmente, y que recurrirá, con desespero, a nuestra misma herramienta, porque necesita leer lo que otra persona escribe como comprobación neurótica de que finalmente sufrimos lo mismo”, escribe Sofía Calvo en el prólogo de Desabrigo, el nuevo y primer libro de Lucila Haar que acaba de editar Sudestada.
Conocemos a la autora y charlamos sobre el libro
Te cito: “escribir es ir hacía el recuerdo”. ¿Qué encontraste en esa revisita desde la escritura?
Al escribir ese poema tuve muy presente una frase de Sigmund Freud: “recordar es el mejor modo de olvidar”.
Considero que, tanto esa frase como el poema nos plantean una disyuntiva. Por un lado escribimos porque queremos olvidar y por otro lado escribimos porque queremos recordar. Hay algo del olvido y del recuerdo que se juega en la escritura.
Quisiera adentrarme en el olvido,
pero escribir es ir hacia el recuerdo.
Plantea una revisita a lo ya vivido porque una vez que hemos nombrado todo lo posible, algo del recordatorio cesa. No sé si creo en el olvido. Pero sí en la palabra. Aquello que decimos y escribimos tiene efectos. Quizás lo que encontré fue eso.
¿Cuándo comenzaste a pensar que tenías un poemario?
Cuando le puse un título.
Al principio no encontraba un nombre, pero lo pasé por alto. Estaba segura de que algún día esa palabra iba a llegar. Tenía en claro que quería titular al poemario con una sola palabra.
Así fue como un día, casi al final del proceso, junto a Pablo Romero nos pusimos a leer qué poemas nos gustaban más y mientras leíamos en voz alta, escuchamos “Desabrigo”, gran significante.
¿Cómo fue el proceso de publicación con Sudestada?
Hermoso. Me siento muy agradecida con Sudestada por la calidad humana y por la oportunidad. El contexto actual no favorece y las publicaciones de poesía se reducen. Que Sudestada hoy por hoy apueste por una poeta joven, emergente y tucumana, es un gesto inmenso que valoro con todo el corazón.

Leyendo el libro tuve la sensación de que el poemario también es un tributo al psicoanálisis. De alguna manera, una fe en esa práctica. Aparecen muchas palabras, términos, incluso escenas en un diván en análisis. ¿Cómo conviven esos dos mundos, el de la poesía y el psicoanálisis?
En ambos mundos se trabaja con la palabra y tanto en la poesía como en el psicoanálisis hay una abstracción que me convoca.
Cuando estaba a punto de terminar el libro, tenía todo listo pero me faltaba un poema de cierre. No sabía qué escribir en el final y justo asisto a una sesión de análisis en la que empiezo a hablar de eso. Al finalizar, mi psicóloga me dijo que lo que me sucedía le recordaba a “No more I love You’s” de Annie Lennox y qué mejor que intervenir a Lucila con una canción.
Al salir del consultorio, me puse los auriculares e inmediatamente comencé a escribir. Se podría decir que gracias al psicoanálisis el poema final salió con desenfreno, como si mi mano escribiese sola. Creo que ahí tuvo mucho que ver el inconsciente. “La escritura es un esfuerzo por ir más allá del placer que otorga”.
¿En dónde se tocan y en dónde no?
Se me viene a la cabeza una frase de Braunstein, en donde dice que “la escritura y el psicoanálisis difieren entre sí hasta el punto de oponerse, ya que mientras el psicoanálisis quiere hacer hablar, la escritura busca hacer callar”.
Pienso en mi analista, que valora mucho más mi decir que mi escribir. La transferencia y el SSS está establecido, por ende, confío en su criterio, pero hay una posibilidad de cura que se abre porque hubo escritura. En ocasiones uno tiene que escribir hasta que haya un modo de decir.
Lo dijo Lispector: “uno escribe por querer hablar profundamente”; se tocan en eso, mientras el analista busca hacer hablar, el escritor anhela hacerlo.
¿Qué lecturas te acompañaron a lo largo de la escritura del libro?
Uffff, leí un montón. Hice malabares con los tiempos ya que también curso una carrera que demanda mucha lectura. Realmente me encanta leer, es lo que más disfruto. Pablo me prestó un montón de libros y sin saberlo me formó como lectora.
Durante el proceso de escritura hubo un libro que me conmovió un montón y fue “La vista” de Claudia Masin, de igual manera me pasó con “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” de Tatiana Tibuleac. Este último marcó un punto de no retorno.
Ambos libros significan mucho para mí y fueron nodulares para la escritura de Desabrigo.
Sumado a eso, me sentí muy acompañada por Emily Dickinson, María Negroni, Susana Villalba, Clarice Lispector y Roland Barthes.
¿Un poema que te guste mucho?
Reminiscencia de Cristina Peri Rossi es uno de mis poemas favoritos.
¿Qué tenés ganas de escribir ahora?
Me lo estuve cuestionando mucho. Hoy por hoy mi escritura es poética. Sin embargo, un sueño a largo plazo es publicar un libro en relación a lo que estudio. No sabría decir más al respecto, prefiero no pensar tanto en el futuro e ir viendo qué surge. Me guío por mi sentir y el día que me sienta preparada para escribir académicamente, lo haré.
Lucila Haar nació en San Miguel de Tucumán (2000). En 2019, participó de la antología poética Tucumán Escribe. Trabaja como columnista en Aguacero Ediciones y, actualmente, cursa la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Tucumán.

Nació en Tucumán en 1998, es Licenciado en Comunicación Social (UNSTA) y Diplomado en Fotografía Documental (UBA). Cuando escribe narrativa flashea Juan Forn y escucha temas de El mató a un policía motorizado. Sostiene que la literatura es un milagro. Le gustan los gatos y la crónica periodística. Toma mate y duerme la siesta en el Parque Avellaneda. A veces se le pudren las naranjas en el canastito de la cocina. Ah y también es fotógrafo, ponele.